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Lo que no cuenta el G\u00E9nesis

Lo que no cuenta el Génesis

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Enrique Angulo

AQUELLA MAÑANA Dios estaba aburrido, la vida en el cielo le parecía monótona, sobre todo tras haber expulsado a los ángeles rebeldes, que eran quienes organizaban las fiestas en el Empíreo. Por eso, pensaba en si realmente había sido acertada tal medida, pues se había enterado de que los llamados ángeles caídos se lo montaban a lo grande en el infierno, ya que a su jefe, el marchoso Lucifer, no le faltaban imaginación y recursos para organizar toda clase de espectáculos, y por las noches, en el silencio de los Campos Elíseos, podían oírles reír y cantar, mientras sonaban de fondo frenéticas músicas.

Mientras que en el cielo, Dios, con los arcángeles, ángeles y principados —un tanto envarados—, las potestades, las virtudes, las dominaciones y los tronos —todos ellos muy serios y morigerados—, y los querubines y serafines, que eran más bien infantiles y melifluos, se sentía como un intelectual sin más recursos a su alcance que una novela rosa.

Así que, a pesar de estar rodeado de ángeles, a Dios el cielo se le hacía muy desangelado, y llevaba mucho tiempo teniendo malos sueños por la noche. Por tanto, una mañana, mientras se desperezaba en su lecho, pensó en sacar parte de sus ahorros del banco Espírito Santo, e invertirlos en crear algo grande, enrevesado, espectacular, algo que le diese pie para no aburrirse durante los interminables eones.

Iba a crear tal variedad de vida vegetal y animal que ya no tendría tiempo para la holganza y el tedio, y lo culminaría con un ser complejo y raro donde los hubiese, un ser que iba a dar un juego extraordinario, pues pensaba que los ángeles le habían salido ranas, a pesar de que aún no había creado batracio alguno. Así que ya estaba, a crear a lo grande, sin reparar en gastos, se iba a fundir casi todos sus ahorros, aunque el banco Espírito Santo pusiera el grito en el cielo.

En estas estaba Dios, lleno de planes y todo excitado ante lo que le iba viniendo a la cabeza, pensando tanto en el paramecio como en la iguana o en el ornitorrinco; en los pétalos, los sépalos, los pistilos, la flor de lis, la flor de pitiminí y la flor de la canela, cuando se le apareció Adán, el cual aún no había sido creado, y le dijo:

—Pero Señor, ¿has pensado bien lo que vas a hacer? Es una temeridad tu idea, una locura, mal lo de las plantas y los animales, pero lo de los humanos eso es una bomba, con perdón; y aunque Tú lo sabes todo, pienso que no sabes lo que haces, y creo que te vas a arrepentir, que al poco de que aparezcan los humanos en la Tierra vas a desear exterminarlos, que esa va a ser una criatura que no habrá dios que la aguante, si lo sabré yo, pero si no se van a aguantar ni entre ellos, es más, ni ellos a sí mismos.

Dios le respondió así a la criatura que aún no había creado:

—Venga, Adán, no será para tanto, te aseguro que me voy a emplear a fondo, aunque la verdad ya eché el resto con los ángeles, pero quiero hacer otra cosa, voy a experimentar como hacen las brujas con sus brebajes, que si una pata de conejo, que si el ojo de un sapo tuerto, que si esencias de cardo borriquero, que si el aliento de un borracho con halitosis, que si pis de choto; en fin, no sé, ya iré improvisando, quiero sorprenderme a Mí mismo, los creadores somos así, pasamos de lo clásico a lo experimental en un periquete, para nosotros todo es arte y creatividad, desde la Capilla Sixtina a una tapadera de inodoro que tenga un corazón dibujado con un pintalabios, o un saco lleno de cagarrutas, tanto da.

—Que no, Señor, que estás muy equivocado, reflexiona, que al poco de que aparezca el ser humano lo que más te va a apetecer es estar dándole collejas cada dos por tres hasta en su documento de identidad; que te lo digo yo que voy a ser el primero de la serie, que hasta en mi familia Eva me va a engañar con una serpiente, y uno de mis hijos, un bestia, va a matar a otro de mis hijos con la quijada de un asno.

—Pero Adán, no te das cuenta de que es eso precisamente lo que más deseo, que quiero desenfreno, locura, caos, que quiero culebrones a tutiplén, que eso va a ser la salsa de mi futuro, que voy a pasarme los días zapeando para ver qué ocurre en todos los lugares de la Tierra. No ves que ahora estoy de lo más aburrido, que no tengo nada que hacer.

—Pues, con perdón, Señor, podrías dedicarte a la cría de champiñones o a la de bonsáis, o a jugar a las canicas con los querubines. ¿O qué tal a pintar la cúpula celeste de color malva?

—No te enteras de nada, Adán, eres igual de cebollino que todos los humanos que van a venir detrás tuya, vais a salir todos defectuosos de fábrica; va a haber uno entre vosotros, un tal Sócrates, que va a dar en el clavo sobre lo que sois los humanos, el buen hombre dirá: Sólo sé que no sé nada. Así que aplícate el cuento, no tienes ni idea, eso sí, respondones lo vais a ser hasta dormidos. Pero ni caso, para empezar te diré que os voy a hacer inmortales.

—¿Inmorales, has dicho?

También, sobre todo en el tema de trincar, pero, además, inmortales, aunque para eso tendréis que moriros.

—Ahora sí que me has fundido los plomos, inmortales y tendremos que morirnos. —Sí, yo me entiendo. —Por supuesto, porque lo que dices no hay dios que lo entienda.

—Pues no es tan difícil, primero os morís, luego voy Yo y os resucito, y como quiero que sigáis proporcionándome diversión y entretenimiento, os preparo algo espectacular para toda la eternidad, ya tengo varias ideas al respecto, la que más me atrae es la del infierno. Por cierto, a ese tema le va a sacar un gran partido un tal Dante Alighieri. Aunque para eso del infierno tengo que contar con Lucifer y sus diablos, pero les va a encantar, si conoceré yo a ese crápula y a todos los golfos que se le unieron, son tan impresentables como muchos de los humanos que voy a crear, sólo que estos ya son inmortales y han pagado hasta la última letra de su habitáculo; así que, en cuanto declare zona infernal al lugar donde viven, van a montar allí cada olimpiada de torturas que va a ser como un descomunal Circo del Sol pero en negativo.

—No te entiendo en absoluto, Ser Supremo, será verdad que soy tan lerdo como dices, aunque igual tienes el atrevimiento de echarme la culpa a mí, cuando yo seré creado; o sea, que no me haré a mí mismo, que no podré decir: quiero tener seis piernas, quiero poder volar, quiero comer percebes y angulas cada poco, quiero tener éxito en los negocios y que las mujeres se cuelen por mis huesos... Nada, como Tú me hagas y a aguantarse, ni siquiera los tres deseos de rigor, ni un último deseo como al condenado a muerte; o sea, lo de siempre, los poderosos a abusar que para eso sois poderosos y hay que plegarse a vuestra santa voluntad.

—Santísima en mi caso, pues sí, Adán, querido, soy el Boss absoluto, o sea Bruce Springsteen elevado a la enésima potencia, y puedo pasarme tantos pueblos como se me antoje, en el Paraíso no habrá libro de reclamaciones. Y luego, cuando salgáis al mundo, menos, así que ajo y agua, raza inferior, y en cuanto a los poderosos, pues te equivocas al compararlos con Nos, vuestros poderosos serán de pacotilla, y a muchos de ellos les van a dar matarile; y luego, cuando aparezcan por aquí, verás lo que les tengo reservado. Bueno, de eso se encargarán Lucifer y sus diablos, todos muy imaginativos en el tema del sadismo. Así que a esos poderosos de chichinabo que van a aparecer en la Tierra, esos que van a ir por el mundo con unas ínfulas de no te menees, algunos hasta diciendo que me representan y que hablo directamente por sus bocas, y otros que hasta van a decir que se han convertido en dioses, lo van a pagar pero bien, los demonios les van a tener preparado en el báratro unas torturas de lo más imaginativas...

—¿El báratro?

—Sí, el infierno, es que Yo soy muy culto, lo sé todo. Pero a lo que iba, a esa panda de energúmenos Sata y sus boys les van a hacer toda clase de brutalidades y durante toda la eternidad nada menos.

—Permite que siga discrepando con tu plan, seré todo lo cebollino que Tú quieras, pero lo que dices me parece un disparate, luego te quejarás y dirás que muchos humanos no creen en Ti, que no van a misa los domingos, ni rezan por las noches el cuatro esquinitas, pero ¿Tú qué crees que pensarán cuando les caiga encima una calamidad tras otra?, pues que Dios no existe, que no puede existir un Dios bondadoso y a la vez salirte un orzuelo en un ojo, o que se te infecte un padrastro.

—Me da igual lo que piensen, mis caminos son inescrutables, las explicaciones ya vendrán luego, bueno, no harán falta, se darán cuenta ellos mismos cuando pasen a la eternidad, y los que estén en el cielo cantarán mis alabanzas y vivirán regocijados.

—¿Pero no dices que el cielo es aburrido? Si vas a tener que preparar toda la parafernalia de la creación para entretenerte, ¿qué va a cambiar cuando todo eso acabe y todos tus elegidos estén Contigo? ¿Cómo vais a pasar las tardes, jugando al mus? ¿No crees que los humanos echarán de menos ver un Madrid–Barça, o un partido entre Federer y Nadal, o tomarse un carajillo, o ir de compras en época de rebajas, o bailar bachata tras haberse puesto ciegos a cubalibres, por ponerte sólo unos ejemplos.

—Entonces será ya otra cosa, pues tendremos a los vecinos del infierno y del purgatorio para entretenernos con ellos. Vamos a suponer que estás aburrido, pues te pones un rato uno de los canales del infierno y ves cómo a Calígula le hacen descargar sacos de patatas teniendo que llevar los zapatos llenos de chinas, no de las de Shanghái, de las otras, y luego no le dejan ducharse en una semana; o cómo a Hitler lo amordazan y le obligan a aguantar durante meses la cháchara de una pandilla de políticos plastas, o le pinchan con un alfiler en el escroto tantas veces como los judíos que murieron por su culpa. Que no, que desde que os cree a vosotros todo va a ser muy diferente en el universo, en una vida y en la otra, y cuando sólo quede la eternidad no va a haber ya más aburrimiento, lo del infierno va a ser la repanocha cada noche.

—Qué raros sois los dioses.

—Perdona, yo soy el único Dios verdadero, el genuino, el pata negra, no me compares a mí con esa panda de mindundis que andan por ahí llamándose dioses, esos son unos chapuceros y no tienen papel alguno que jugar ni en el cielo ni en vuestro mundo; esos sólo son unos cantamañanas que, como mucho, los utilizarán para que sean personajes en algún libro, y les ofrecerán algún sacrificio, como machacar a un caracol con una piedra, o matar a soplidos a una lombriz. Pero toda esa panda de mediocres: Zeus, Osiris, Mitra, Viracocha y cientos de ellos más no me llegarán ni a la altura del zapato.

—Bueno, vosotros sabréis, allá os apañéis los dioses con vuestras trifulcas, a mí me basta con preocuparme por el destino de los humanos, que va a ser una cosa terrorífica, así que insisto de nuevo, no nos crees.

—Mira, nonato...

—Sí, yo también voy a estar en contra de la OTAN.

—No me interrumpas más, a lo que voy, que os quede muy clarito, el que maneja el cotarro es mi Menda, el que decide si la Tierra sigue dando vueltas y si los agujeros negros siguen siendo negros o se vuelven de color rosa soy Yo.

—Vale, lo que Tú digas, pero permíteme que insista: no nos crees, invéntate otra cosa para divertirte. ¿No te da lo mismo crear un mundo virtual? O sea, te inventas todos los personajes que Tú quieras, pero virtuales, que no sufran.

¿Tú sabes lo canutas que se pasan cuando tienes piedras en el riñón, o lo duro que es soportar treinta años en una oficina al lado de un grupo de pelotas? Eso por no hablar de penalidades y espantos mucho más gordos.

—No, ni me interesa, esos defectos de diseño son consecuencia de que no dispongo de nada mejor para haceros, hay lo que hay, así que os aguantáis, la cosa urge, no estoy para perder el tiempo, es como cuando los políticos quieren inaugurar una obra, pues aunque todo esté manga por hombro inauguran; luego ya se harán las correcciones necesarias si se puede y si no, santas pascuas; así que os sacrificáis, que orgullosos deberíais estar cuando sufrís por vuestro Dios, además, recompensaré a los buenos, ya te lo he dicho.

—Perdona, pero te veo un poco obnubilado y prepotente, y te digo esto porque como aún no me has creado no me puedes hacer nada, porque si no en tu cólera divina me pondrías a picar piedra o me mandabas a galeras. Te lo reitero, lo que vas a hacer es una chapuza sólo equiparable a las que haremos los humanos si es que llegamos a aparecer en el mundo. ¿Sabes que algunos van a utilizar tu nombre para asesinar y cometer toda clase de desmanes? Y va a haber muchos que van a decir que creen en Ti, van a tener tu nombre en la boca a todas las horas del día, se van a considerar tus representantes en nuestro mundo, y por ello, con derecho a freír a todo el que se les oponga.

—Ya te lo he dicho, te lo he repetido, pero es que no te enteras de nada. Esos monstruos las van a pagar todas juntas, les van a fustigar los demonios de la mañana a la noche, y les van a meter palillos entre las uñas de los dedos de la mano y de los pies, y conociendo como conozco a Lucifer, raro será que cada dos por tres no los tengan a lavativas. Así que no me des más la tabarra, Adán, vas a ser el primer ser humano y ya estás polemizando conmigo, menos mal que la mayor parte del tiempo no os voy a hacer ni puñetero caso, un poquito al principio con Jacob, Abraham, Moisés, los reyes David y Salomón, los profetas y alguno más, pero después, ya podéis rezar y pedirme lo que sea, que voy a estar más sordo que una tapia.

—Pero al principio, al poco de estar en el Paraíso, como me sentiré muy solo, sí que me vas a proporcionar una mujer.

—Es que eso es fundamental, de entrada, no veas el juego que va a dar lo del asunto erótico-amatorio mientras estéis en el mundo, es que sólo con eso ya tengo el entretenimiento asegurado para toda la eternidad; muchas de las cosas que sucedan en ese terreno me las pienso grabar para luego verlas cuantas veces desee; menudo archivo me voy a preparar, no me pienso perder ni un capítulo de los amores de Marco Antonio y Cleopatra, Felipe el Hermoso y Juana la Loca, Napoleón y Josefina, Dalí y Gala, Liz Taylor y Richard Burton, y millones de parejas más, por no hablar de relaciones mucho más escabrosas y de otra clase de amores. Y luego todas las historias de amor en la literatura. Y es que como seréis incapaces de entender nada, os vais a complicar la vida hasta límites insospechados, cualquier cosa, por sencilla que sea, la vais a llevar a extremos absurdos y kafkianos.

—¿Kafkianos?

—Sí, es una forma de definir situaciones absurdas, delirantes y angustiosas creadas por vosotros mismos, sobre las cuales escribirá con mucha lucidez uno de tu especie que se llamará Franz Kafka. Pero a lo que te iba, en primer lugar, como sé que tendré que expulsaros del Paraíso, en el que os voy a poner en un principio, por no hacerme caso, pues luego tendréis que reproduciros, para lo cual necesito que seáis macho y hembra. Y los machos vais a ser más bien machistas, una desgracia para la mujer en multitud de ocasiones, y eso sí que me rechina y me da un poco de remordimiento, pero así serán las cosas.

—¿Y no podías haber dejado eso de la reproducción en lo del huevo como los dinosaurios, que van a ser mucho más grandes en tamaño que los humanos? Poner un huevo y ya está, otro gaznápiro más sobre la faz de la Tierra. ¿Para qué todo ese lío del sexo, el embarazo, el cordón umbilical, la placenta, la lactancia, cambiarle al niño los pañales por la noche....? Que va a tener que enmendarte la plana un tal Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz, por ponerte sólo un ejemplo.

—Nada, no me des más la chapa, está decidido y no me va a convencer para que desista alguien que aún ni existe, espera a que te cree y luego las pías, que me estás pareciendo más inteligente en tu faceta inexistente que cuando seas real.

—Lo de real será un decir, porque vas a hacer tal chapuza que no va a haber forma de entendernos, que hasta nos va a parecer que somos fantasmas. Aparte de eso, a ver si quien no existe eres Tú y soy yo quien te estoy inventando.

—Ahora me vienes de listillo, eso van a decir algunos, que si Dios es un invento de los humanos, que si la religión es el opio del pueblo, pero ¿cómo podrán explicar vuestra aparición en el mundo?

—Aún no hemos aparecido.

—Ya te he dicho que no hay vuelta atrás en mi resolución, que os creo, como que estoy para perderme las luchas de gladiadores y las naumaquias, o batallas como las de Zama, Waterloo o Stalingrado; personajes como Buda, Platón, Leonardo da Vinci o Einstein; monstruos como Calígula, Atila, Gengis Kan, Hitler, Stalin y Mao Tse Tung, por no hablar de todos esos caciquillos de tres al cuarto que van a aparecer en los países pobres y no tan pobres, y todas vuestras patéticas y ridículas comedias, cada día vodeviles y esperpentos a mogollón donde elegir. Además, qué narices, a pesar de todo, los humanos me vais a salir imaginativos, y me vais a dar también muy buenos ratos de entretenimiento con lo que vais a crear; estoy deseando ya leer La Odisea, Don Quijote de la Mancha, El rey Lear, Hamlet, Cumbres borrascosas, Guerra y Paz y muchísimos más libros; ver los cuadros de Rafael, de Ticiano, de Rembrandt y de Velázquez; las esculturas de Fideas, de Praxíteles, de Miguel Ángel y de Bernini; y de escuchar la música de Bach, Haendel, Mozart y Beethoven, por citar sólo a algunos de los más eximios de vuestros creadores.

—En fin, ya veo que no hay forma de convencerte.

—Pues no, las reclamaciones el día del Juicio Final, que lo he llamado día pero va a durar millones de años, pues pienso juzgar a los humanos uno por uno y ponerles colorados sacando a relucir sus trapos sucios delante de toda la humanidad. Entonces muchísimos se quedarán perplejos y alucinados. Y algunos hasta se me pondrán gallitos, ya lo estoy viendo, se atreverán a mentirme con todo su descaro, a Mí, que lo sé todo, pero les voy a lanzar cada rayo que se les va a quedar la piel socarrada para los restos como a los de Sodoma y Gomorra.

—Así que veo que pronto me tocará nacer.

—Pues sí, y tanto Eva como tú lo haréis de una forma única. En definitiva, en nada me pongo a crear el mundo en siete días, y ya pueden decir Darwin y los evolucionistas lo que les plazca; estamos a martes, dentro de una semana estarás en el Paraíso Terrenal, y en nada disfrutando por allí mientras te quedas patidifuso ante la belleza de Eva, y luego, cayendo en la trampa de la manzana. Y eso será el preludio, después ya vendrá el torrente furioso de la Historia.

—Vale, vuelvo a la inexistencia.

—Hasta pronto, criatura de Dios.

—Encima de guasa, y es que Dios o los dioses, por más que se os llene la boca con vuestras razones omniscientes, nunca entenderéis a los humanos, y las cabras porque no pueden hablar, si no ya veríamos.

—Vale, Adán, que eres o serás un adán, ya platicaremos el día del Juicio Final, que tú vas a ser el primero al que voy a llamar al estrado, entonces le damos a la sin hueso todo lo que nos plazca, ahora a aparecer sobre el planeta Tierra y a comenzar a liarla, que estoy deseando que empiece vuestra existencia, y voy a daros unos cuantos sustos, hasta un Diluvio os tengo preparado.

—Pues nada, oye, despáchate a tu gusto, que para eso eres Dios.

—Tú lo has dicho, criatura.

Enrique Angulo Moya (España)

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