15 minute read

2.4. Ideología y Comunicación política

Lozada Díaz (citada en Corona, 2011) establece que las responsabilidades propias de la comunicación en las instituciones fueron denominadas genéricamente como Dirección de comunicación y su acrónimo Dircom, «una etiqueta que ha logrado cierto éxito en buena parte de las organizaciones y con el que se trata de agrupar todas las funciones genéricas de la comunicación en un solo órgano directivo». Las características comunicacionales de cada institución dependerán en buena medida de la naturaleza de la misma y de sus dimensiones. (p.143)

En cuanto las funciones que estos órganos directivos desempeñan, López Triana (citado en Corona, 2011) distingue las más frecuentes: gestión de relaciones con los medios de comunicación, comunicación corporativa, vínculos institucionales, comunicación de marketing y la búsqueda de la reputación institucional.

Advertisement

A partir de la gesta del movimiento reformista que logra su mayor alcance y difusión luego de los sucesos en junio de 1918, vemos que la comunicación juega un papel fundamental para la construcción de los ideales. Estos se ubican dentro del espectro de un cuerpo ideológico que se desarrolló progresivamente en torno a los conflictos del contexto y de la misma Universidad. Desde sus representantes, la Reforma abarcó de manera crítica y participativa, áreas que van desde lo académico e institucional a lo cultural, social y político. Esta última atraviesa todas las anteriores, por lo que resulta necesario, para seguir, definir el concepto de ideología en una primera instancia y luego el de comunicación política.

2.4.1. Ideología Desde la perspectiva de John Hartley (1995), el término ideología proviene del marxismo, pues en el marxismo clásico tanto las formas como los contenidos, los fines de los saberes, las representaciones y la conciencia no se consideraban separados de las actividades y del antagonismo de clases. Se sostiene, por el contrario, que las actividades relacionadas a la producción contribuyen al saber sobre la naturaleza.

Por otra parte, Estenssoro (2006) ubica el origen del término en el período de la Revolución Francesa, a partir de la denominación que hizo Destutt de Tracy en 1796. El objetivo de esta «ciencia» se orientaba al conocimiento del hombre, en relación con el análisis de sus facultades. La obra de Tracy, Éléments d’idéologie, define a la ideología como la ciencia que trata de la formación, expresión y deducción de las ideas del hombre. Poco tiempo después, esta utilización fue descalificada por Napoleón Bonaparte quien se refería peyorativamente a quienes hablaban de ideología o se hacían llamar

Marco Teórico

«ideólogos». Para él, sus proposiciones serían opiniones particulares de personas influyentes o partidos políticos, pero en ningún caso una ciencia de las ideas. Estenssoro (2006) remite a la existencia de un consenso por el cual los teóricos afirman que el desarrollo del concepto cobró importancia a partir de la obra de Carlos Marx, tanto en el pensamiento político como en los estudios sociales.

Marx señalará una función negativa de la ideología en el contexto general del quehacer político-social, al entenderla como una falsa conciencia que no permite ver las cosas tal cual como son en la realidad, o que desvirtúa la realidad, en el mismo sentido del mito platónico sobre la caverna, como bien explica Laclau. Al respecto se entiende que la ideología ocultaría la verdad propia de una sociedad de clases, permitiendo así legitimar el poder de una clase dominante por sobre una clase dominada. (p.99)

Pese a las intenciones de Marx en su obra clásica La ideología Alemana, el concepto trascendió y fue de enorme influencia en el estudio de la comunicación y la cultura. Por lo tanto, se reteorizó hacia una noción más general de la mano de Althusser y Volosinov.

Cabe destacar que la discusión teórica de las corrientes marxistas del siglo XX permitió un alcance más amplio del concepto hacia una connotación positiva. En este proceso, Louis Althusser planteó una teoría general de la ideología en su obra Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado, donde afirmó que la ideología es inherente al sujeto: «el sujeto humano, cualquiera este sea, no puede desarrollar una práctica concreta sin una ideología». (Althusser citado en Estenssoro, 2006, pp.101-102)

Según Hartley (1995), para Althusser «la ideología es el mecanismo que transforma a los individuos en sujetos» (p.181). Además, el mismo Althusser citado por Zizek (1994), entiende la ideología como relación con el universo, experimentada de manera inmediata y eterna. Cuando realiza un giro autocrítico e introduce el concepto de AIE9 vuelve de algún modo a Marx: la ideología no surge de la «vida misma» sino que llega a la existencia sólo en la medida en que la sociedad es regulada por el Estado.

La definición de ideología propuesta por Althusser (citado en Estenssoro, 2006) se refiere a «una “representación” de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia». (p.102) Estenssoro señala que Althusser llega a esta noción luego de plantear dos tesis complementarias, una negativa y otra positiva acerca del funcionamiento de la ideología:

09. Aparatos Ideológicos del Estado o AIE: cierto número de realidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas; existencia material de la ideología en prácticas ideológicas, rituales e instituciones.

1º Tesis Negativa: Aquí reinterpreta la visión marxista tradicional que entendía que lo «que se refleja en la representación imaginaria del mundo que se encuentra en una ideología son las condiciones de existencia de los hombres, por lo tanto su mundo real». Por el contrario, Althusser plantea una diferencia que será sustancial. Señala que «no son las condiciones de existencia reales, su mundo real, lo que “los hombres” “se representan” en la ideología, sino ante todo lo que se les representa es su relación con estas condiciones de existencia». 2º Tesis positiva: La ideología tiene una existencia material. La idea central que plantea

es que «una ideología existe siempre en un aparato y su práctica, o sus prácticas. Esta existencia es material». Vale decir si ideología para Althusser es «igual a relación imaginaria con relaciones reales», lo que desea recalcar es que «esta relación imaginaria está dotada de una existencia material». (pp.102-103) El autor Terry Eagleton (1997) entiende a la ideología como un proceso material general que produce ideas, creencias y valores en la vida social, tanto verdaderas como falsas. Las mismas expresan o simbolizan condiciones de la vida. Es decir, «sería la legitimación y promoción de intereses de grupos sociales, pero la noción más frecuente en la filosofía contemporánea es la ideología como un proceso de dominación que nos lleva a la cuestión del poder». (p.30)

Por otro lado, el filósofo político Martín Seliger (citado en Eagleton, 1997) la define como un «conjunto de ideas por las que los hombres proponen, explican y justifican fines y significados de una acción social organizada y específicamente de una acción política, al margen de si tal acción se propone preservar, enmendar, desplazar o construir un orden social dado» (p.26). Zizek (1994) refiere que la palabra «ideología» puede designar cualquier comportamiento en el siguiente sentido:

[...] desde una actitud contemplativa que desconoce su dependencia de la realidad social hasta un conjunto de creencias orientadas a la acción, desde el medio indispensable en el que los individuos viven sus relaciones con una estructura social hasta las ideas falsas que legitiman un poder político dominante. La noción inmanente de la ideología como una doctrina, un conjunto de ideas, creencias, conceptos y demás, destinado a convencernos de su «verdad», y sin embargo al servicio de algún interés de poder inconfeso [...] La ideología es una comunicación distorsionada sistemáticamente: un texto cuyo significado público «oficial», bajo la influencia de intereses sociales (de dominación etc.) inconfesos, está abruptamente separado de la intención real, es decir, un texto en que nos enfrentamos a una tensión, sobre lo que no se reflexiona, entre el contenido del texto implícitamente enunciado y sus presuposiciones pragmáticas. (pp.10, 26)

Terry Eagleton (1997) define dos vertientes de la ideología: una de ellas orientada a lo epistemológico, a saber, «la lente de color que deforma nuestra concepción del mundo, la desfiguración de la realidad o la falsa consciencia». La otra vertiente, alineada en función de los sentidos más activos y políticos, «la función de las ideas en la sociedad». (p.30)

Creemos importante destacar que la ideología existe en la medida que otra surge para demarcarla. Es decir, ninguna ideología es firme por sí misma, necesita su demarcación con respecto a otro cuerpo de doxa para poder distinguirse como posición «verdadera» en oposición a esa otra. (Zizek 1994)

Las estrategias ideológicas se orientan hacia los individuos y los provee de una competencia semiótica. Esto consiste, según Seliger (1976), en que «la ideología deja de ser tenida en cuenta como una instancia abstracta o como pura posibilidad de acción y pasa a ser estratégicamente una instancia de confrontación donde prevalece un hacer manipulador». (p.26)

Marco Teórico

2.4.2. Comunicación política Desde el punto de vista de Yanes Mesa (2007), los inicios de esta disciplina se remontan directamente con los orígenes de la civilización. En ese entonces, la vida social de las comunidades dependían de grandes líderes con habilidades en torno a la elocuencia. Es así que para asumir el liderazgo de una agrupación, se valoraba especialmente el dominio en las técnicas de transmisión del mensaje persuasivo.

La comunicación política tiene como uno de sus propósitos sistematizar los flujos de información entre gobernantes y gobernados. Si el ser humano es político por naturaleza, la comunicación que establece en su colectividad es un acto público y de orden político, que trasciende y se ve afectado en lo social con el propósito de establecer relaciones de poder. (Yanes Mesa, 2007, p.359)

Consecuentemente, la comunicación también es interpretada como un acto naturalmente político. Yanes Mesa (2007) asegura que la comunicación política, más allá de sus diversas nociones conceptuales, cumple un rol fundamental para la convivencia social: «Si el ser humano es político por naturaleza, a todos concierne la comunicación política». (p.359) El mismo autor nos habla de la política como actividad dirigida a la gestión de aquellos asuntos públicos. Sin embargo, para que una persona se gane el beneplácito de gobernar, antes debe adquirir la confianza de los miembros de la sociedad por medio de un mensaje persuasivo.

María José Canel (2006) define la Comunicación Política en mayúscula como una expresión que designa un campo de reciente y creciente desarrollo en el ámbito académico científico. Por otro lado, la comunicación política en minúscula, como un término más amplio. Este último, casi no se utiliza en el mundo profesional e incluye una serie de fenómenos comunicativos que han recibido etiquetas variadas como propaganda, marketing electoral, marketing político, relaciones públicas políticas o comunicación institucional política.

A partir de las nociones de Canel (2006), política es la «actividad por la que se adoptan y aplican las decisiones en y para la comunidad» (p.18). Todos los procesos de toma de decisiones requieren de la comunicación, de una concatenación de intercambio de signos, señales y símbolos.

De este modo, la comunicación resulta esencial para que las medidas adoptadas sean vinculantes, es decir, que tengan fuerza sobre aquellos a quienes van dirigidas. En este caso, la comunicación se aplica en la base del poder para legitimar la autoridad. Y por otro lado, la comunicación se aplica también en el ejercicio del poder para que las medidas adoptadas por la autoridad sean cumplidas y conocidas. Sirve para orientar a la sociedad por medio de la definición de objetivos y de la identificación de problemas. Genera consenso y resuelve conflictos, lo que resulta esencial para la organización de la comunidad. Acerca del mensaje, Schudson (citado en Canel 2006) propone una noción amplia que incluye tanto lo dicho como lo no dicho, los mensajes expresos

y los implícitos, en estos últimos participan los elementos que forman parte del contexto cultural. Por otro lado, aboga por una consideración extensa de la esfera pública, que no sólo esté formada por autores susceptibles de ser elegidos, sino que tenga en cuenta esquemas representativos mayoritarios. Jean Blondel (citado en Canel 2006) considera a la comunicación como un intercambio de demandas y decisiones entre los distintos miembros de la sociedad. Entiende el estudio de las operaciones de comunicación como un proceso más allá de lo que dicen o hacen los políticos y los medios de comunicación. Este autor aboga por estudiar la comunicación del mismo modo que se lleva a cabo el estudio del sistema político, y la desarrolla como un todo en términos del intercambio que se produce entre políticos, comunicadores, periodistas y ciudadanos.

Teodoro Luque (1996) explica que el proceso de Comunicación Política establece una conexión entre los oferentes y demandantes del intercambio político, entre la comunidad en general y las diferentes opciones de respuesta a sus necesidades sociales; este tipo de comunicación se destaca por su enfoque global.

La Comunicación Política ejerce sobre los partidos políticos cierto control; y al formar parte de las variables controlables están comprometidos, como elemento esencial, en la planificación estratégicas para las campañas.

Según Martínez Pandiani (2007) «la comunicación puede definirse como un complejo intercambio de estímulos y señales que dos o más sujetos realizan mediante diferentes sistemas de codificación y decodificación de mensajes». (p.83) Entonces, entre estas partes que intervienen en el proceso se generan flujos de información que buscan contextualizar el intercambio y al mismo tiempo, llenar de contenido los símbolos elegidos para la transmisión de esos mensajes.

Canel (2006), luego de retomar y reflexionar sobre diversas nociones de Comunicación Política, la define como:

La actividad de determinadas personas e instituciones (políticos, comunicadores, periodistas y ciudadanos), en la que, como resultado de la interacción, se produce un intercambio de mensajes con los que se articula la toma de decisiones políticas así como la aplicación de estas en la comunidad. La Comunicación Política, con mayúsculas, es el campo de estudio que comprende tal actividad. (p.27)

2.4.2.1. Las áreas de estudio de la comunicación política

Asimismo, Canel (2006) elabora una clasificación sencilla de los distintos elencos de temas que algunos autores como Nimmo y Sanders (1981), Del Rey (1989), Swanson y Nimmo (1990), Monzón (1996), Gauthier, Gosselin y Mouchon (1998), Dader (1999), Lin (2004), Graber (2005) han desarrollado:

Los estudios que se centran en el análisis del mensaje de la comunicación política, amparados en disciplinas como la retórica o la lingüística que

Marco Teórico

incluyen el análisis de los contenidos de los mensajes, los temas, las metáforas, el lenguaje político, los discursos y la simbología política.

Los estudios que se centran en los procesos políticos que acompañan la comunicación política. En este caso los estudios son sobre la gestión de imágenes de realidades políticas como el régimen político, la Presidencia, el Parlamento, entre otras instituciones políticas.

Estudios centrados en las acciones de comunicación, esto es, las distintas maneras que puede adoptar el mensaje de la comunicación política.

Estudios centrados en la mediación del mensaje realizado por los medios de comunicación.

Y finalmente, se encuentran los estudios que se centran en los efectos del mensaje de la comunicación política en todos los niveles

2.4.2.2. Modelo para el estudio de la comunicación política

Canel (2006) cita las propuestas de Gosselin en las que se incluyen los elementos necesarios para la consideración de la comunicación política y atiende a la dimensión de la comunicación como «acción». Gosselin (citado en Canel, 2006) apunta a dos ejes para el análisis de la comunicación política: el eje de lo que llamó los territorios y las arenas, y el eje de la acción y de la recepción.

La idea del territorio hace referencia al ámbito en el que se realiza la comunicación política, que puede ser de carácter local, regional, nacional o internacional. Son «territorios» de la comunicación política los estados, los partidos, los grupos de presión, los sindicatos, los movimientos sociales o las empresas. Es decir, territorio es lo que resulta de los factores de organización, de las estructuras, del contexto; todos estos son elementos que definen las fronteras de los actores de la comunicación política. Así, el que comunica políticamente desde una empresa tiene unas delimitaciones diferentes al que lo hace desde un gobierno. Las arenas de la comunicación política están constituidas por el conjunto de los dispositivos, formas, marcos, reglas y estrategias que definen las situaciones de interacción en las que se pueden enfrentar, evaluar, y difundir públicamente los discursos de los actores políticos. Así, tenemos la «arena» de los debates, de los tribunales de justicia, de los talk shows, del periodismo de opinión, de la prensa económica, de las ruedas de prensa o de los discursos políticos televisados. Las arenas vienen a ser, entonces, como las formas específicas que adoptan los mensajes de la comunicación política. (Gosselin citado en Canel, 2006, pp. 30-31)

Estos dos conceptos están relacionados en el sentido en que una arena determinada puede servir para la confrontación y la publicidad en la comunicación política de los actores procedentes de territorios diversos.

Gosselin (citado en Canel, 2006) sugiere un eje acción/recepción a través de tipologías de acciones retomadas de otros autores como Weber, Goffman, Mead y Garfinkel. A este respecto, considera 6 formas de accionar en la comunicación política:

Una acción teleológica, es una acción planificada con una intención determinada que mediante cálculos y estrategias se propone lograr objetivos.

Una acción axiológica, mediante la cual los protagonistas están guiados por valores, normas y ciertos criterios éticos. La comunicación política entonces se realiza en un contexto normativo. Aquí, además de la confrontación de ideas e ideologías que producen la comunicación política, surgen nuevos valores y reglas del juego.

Una acción afectiva, en cuanto que la comunicación política utiliza recursos de carácter psicológico para modificar las conductas de los receptores. Una buena parte de la comunicación política pone especial atención en la personalidad, en el lado humano o en el estilo de los personajes políticos para apelar a los sentimientos del receptor y persuadirlo.

Una acción rutinaria, debido a que la comunicación política incluye conductas un tanto mecánicas, tanto de parte de quien emite el mensaje como de quien lo recibe. Estas conductas no requieren un esfuerzo reflexivo permanente sobre el sentido y las consecuencias. Una acción dramatúrgica, en cuanto que en la comunicación política hay cierta representación, ya que los políticos salen a escena y muestran intenciones, pensamientos y sentimientos que el ciudadano le gustaría llegar a conocer; se trata de una puesta en escena a la manera teatral.

Una acción comunicativa que permite hacer inteligible la conducta de aquel que en una situación de interacción y de interdependencia busca coordinar sus planes de acuerdo con los demás, con el fin de compartir significados que se negocien de forma ventajosa para todos.

Marco Teórico

This article is from: