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Una hipótesis
•Cuanto el toro se encuentra pegado a tablas y tarda en embestir a un cite desde los medios, por ejemplo para dar un péndulo o cambiarlo por la espalda, normalmente un subalterno saca ligeramente un capote del burladero más cercano al toro, lo que normalmente se conoce como tocarlo, para que embista hacia el centro del ruedo. Lo que sucede en este caso, es que el toro siente a un depredador más cercano e intuye que lo atacará por el lado de la grupa o por un costado lo que hace que decida atacar por el lado de los cuernos al depredador que se encuentra en el centro del ruedo.
Como mencioné líneas arriba, y como confirma la anterior información, resulta muy lógico deducir que el toro no embiste al movimiento en sí mismo, sino que lo hace contra aquello que intuye como un depredador. Es decir, que su embestida es una consecuencia directa a una agresión en su contra, además de que su comportamiento dependerá del tipo de movimientos de su agresor.
Si esta hipótesis es correcta, es decir, si el toro en la plaza se comporta como se hubiera comportado peleando en el campo y si no embiste al movimiento en sí mismo, sino que por defensa ataca a lo que intuye que es un depredador -y que por lo tanto se mueve-, entonces las técnicas, cuyo porqué hasta ahora es inexplicable, se vuelven lógicas.
A continuación, a manera de resumen, esbozo algunas técnicas elementales de las que conocemos el cómo pero no el porqué, así como su relación con la teoría del depredador. Estas técnicas se explican con más detalle en otra parte del libro.
1.
Comienzo de faena. El primer pase de muleta o capote suele darlo el torero de espaldas a las tablas, ya que el toro se abre hacia el centro del ruedo sintiéndose aún como una presa e
intuyendo que su depredador le está tendiendo una trampa, por lo que evitará pasar entre las tablas y el torero.
2. El pitón contrario. Los toreros dan pasos hacia el pitón contrario, incluso en la distancia, haciendo que el toro perciba que el depredador se desplaza en esa dirección, por lo que al arrancarse tras el cite el burel se apoyará en la mano adecuada para adelantársele, abriéndose a los vuelos del engaño.
3. Quedarse atravesado. Si el torero da pasos hacia atrás -desplazamiento inverso al de “cruzarse- el toro puede arrollarle cuando le embista, ya que el burel estará recibiendo una señal equivocada. Su reacción, por tanto, al iniciar la embestida será la de apoyarse en la mano más cercana al lidiador, apuntando al lado en donde se encuentra este último, pues el toro intuye que el depredador corre hacia allá y tratará de cazarlo
4. Campanear el capote. Con el capote se pone en alto la mano del lado por el que se cita y luego se “pendulea” hacia afuera, para que el toro intuya que el depredador corre hacia el lado contrario al que se encuentra el torero.
5. Dejar o dar “luz”. Cuando en el cite el torero deja “luz” o, lo que es lo mismo, un espacio entre la muleta y su cuerpo, el toro ve a dos depredadores al mismo tiempo, el hombre y el engaño, por lo que se le deja la opción de embestir a uno o a otro de manera indistinta. Para que el toro vea un solo depredador, el engaño debe tapar al torero o estar pegado a éste durante el cite.
6. El “toque” con la voz. El uso de la voz a la hora de citar le sirve al torero para centrar la atención del toro, pues para éste es natural que el depredador emita sonidos.
7. Rango de ataque. Cuando el torero remata un pase el toro pierde de vista al depredador, de tal forma que al sentir que lo que ha
10. Final del combate. El toro, cuando se siente débil o en desventaja, suele buscar el refugio de la barrera para proteger uno de sus flancos del ataque de su depredador. Esta situación es más habitual que suceda al final de la lidia o cuando el animal percibe que está perdiendo la pelea.
8. Las pausas. Después de rematar una tanda de pases, el torero camina en dirección contraria al toro para hacer una pausa. Si el animal deja de embestir es porque intuye que su depredador está huyendo o saliendo del rango en que podría representar un peligro. Esta idea está conectada con el desgaste natural del toro durante la lidia y su consiguiente fatiga, pero durante esos “respiros” no dejará de observar al depredador y se quedará a la expectativa de un nuevo embate que vuelva a incitarle a embestir y defenderse.
9. La provocación. Para provocar la embestida de los toros muy parados o reacios hay que “cruzarse” acusadamente hacia el pitón contrario o incluso más allá, pues de esta forma el toro intuirá que el depredador intenta atacarlo por un costado, justo por donde no tiene defensa, provocando así una embestida defensiva, como cuando pelea con otro toro y queda descolocado.
dejado atrás se detendrá, pues ya no representa un peligro. Pero si el diestro se queda en la distancia en la que el toro siga sintiéndose agredido, embestirá nuevamente. Así es como se consigue la ligazón del toreo en redondo: haciéndole creer al toro que su depredador insiste en el ataque.