Los Broussard
Un olvidado de la aviación agrícola argentina Por Francisco Halbritter
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uando en 1932 asumió la dirección de Francia un gobierno de izquierda, se comenzó a hablar de la necesidad estratégica de estatizar la industria de armamentos. Y cuando al año siguiente se produjo el ascenso de Adolf Hitler al poder en Alemania, el gobierno francés fue coherente con su discurso y el 11 de agosto de 1936 promulgó una ley nacionalizando todas las industrias relacionadas con la defensa nacional, incluyendo las aeronáuticas. Luego de expropiar las fábricas de aviones dividió el territorio de Francia en seis regiones (Sud Este, Centro, Sud Oeste, Oeste, Norte, y el llamado Midi) y en cada una fusionó a las empresas residentes, creando las nuevas compañías estatales que se conocieron con el nombre genérico de Sociedades Nacionales de Construcciones
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Aeronáuticas. Las sucesivas fusiones de estas empresas, producidas en 1945, 1957 y 1970, condujeron a la formación de la SNIAS (Societé Nationale Industrielle Aerospatiale), una de las antecesoras de la actual Airbus. Sin embargo, aunque las estatizaciones de 1936 fueron nominalmente integrales, algunos constructores menores quedaron excluidos, lo que permitió el crecimiento de una industria privada paralela. El ingeniero Max Holste había instalado sus talleres en el aeródromo Saint Leonard de la ciudad de Reims en 1933. Allí desarrolló el SHB-1, un avión liviano biplaza con un motor Salmson de 40 hp, pero cuando en 1936 se produjeron las nacionalizaciones, su pequeña empresa no fue incluida en la S.N.C.A. du Nord, como le hubiera correspondido. La independencia le permitió desarrollar