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de adentro hacia afuera
from Impacto Mayama
by Mayama AC
Resultados de la evaluación mixta al modelo de Mayama 101
enseñaron, a tener bien planteada mi meta, ¿qué es lo que quería ser de mí, grande? Para… pues echarle ganas y no nomás estar estudiando porque los demás le siguen o porque es bueno sino porque tengo una carrera enfrente y quiero lograr una meta, y allí me enseñaron también a ampliarla.
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Desarrollo de habilidades sociales en las familias: de adentro hacia afuera
El desarrollo de las capacidades para vivir en comunidad comienza desde el fortalecimiento de los procesos individuales entre los miembros de las familias Mayama. Reconocer y mostrar interés por otros seres humanos y comprometerse en diversas formas de interacción social; la empatía como la capacidad de imaginar la situación del otro y tener compasión hacia ésta; la capacidad tanto para la justicia como para la amistad, entre otras, son algunas de estas precondiciones necesarias para el desarrollo de las habilidades sociales.
Nussbaum (2202) plantea que la afiliación cuenta con un segundo nivel, en donde una vez que se tienen estas bases sociales de autorespeto y no humillación, entonces es posible ser tratados como seres con dignidad y cuyo valor es idéntico al de los otros. También señala que esta capacidad implica estándares mínimos de protección en contra de la discriminación por diferentes motivos tales como raza, sexo, orientación sexual, religión, entre otros (2002: 78-80). Al respecto Magdalena Beltrán, madre, narra como a través del programa ella inició un proceso de fortalecimiento de su autoestima para participar y expresarse con su familia y otras familias de Mayama:
Yo no era buena como para hablar con la gente y gracias a eso que estuvimos o que mis hijos estuvieron allí nos ayudó a nosotros también, porque de allí ya empecé a convivir, a platicar con todo el grupo de Mayama y éste, ya me animó hasta a participar porque no, tenía miedo a hablar, era… me daba mucho miedo hablar porque sentía que lo que iba a decir no estaba bien: todavía, pues, me falta expresar lo que siento, pero ya es un poquito mejor de como estaba.
Este fortalecimiento en la autoestima y seguridad no solamente lo experimentó Magdalena, de igual manera, su esposo Gerardo Fernández explica los cambios experimentados a partir de la participación junto con su familia en el programa Mi Familia:
Pues yo, especialmente para mí, Mayama significa bien mucho, en especial tan sólo para convivir con la gente, para expresar, para platicar de lo que no podía y tener muchas amistades con la gente porque yo no tenía, entonces, para mí se me hizo una cosa especial y muchísimo, que nunca voy a acabar de explicar porque, realmente, a como yo era en mis tiempos atrás a ahorita es muy diferente y mucho. Y ya ahorita ya me expreso con cualquier persona, con cualquier persona puedo platicar normal sin que me dé vergüenza o que me digan: “¡Ay!, está hablando demasiado” o sea, no
102 Capacidades para la toma de decisiones...
me preocupa nada de eso, al contrario, si me dicen que “eres muy platicón”, me dan más ganas de platicar. Porque ya liberé lo que tenía atorado. Para mí Mayama ha sido una escuela que nunca tuve en mi niñez. Para mí fue una cosa especial, convivencia y aparte de la convivencia con todos ustedes, los maestros, también me enseñaron a tener esos valores porque yo no sentía que tenía valores, y allí empecé a conocer los valores, la autoestima, sobre todo lo mal, entonces, dije, no pues estaba mal…
A lo largo del diálogo con las familias, encontramos una constante en el proceso transformativo del desarrollo de habilidades que permitan abrirse paso hacia los demás. Sin embargo, algunas familias comparan su infancia respecto al desarrollo actual de sus hijos y reconocen algunas diferencias. Para Gerardo, su familia de origen jugó un papel determinante en sus procesos de inseguridad, baja autoestima y poca socialización como niño:
Lo que pasa que a la mejor, pos, cosas que (le) metían a mi mamá en la cabeza y mi papá la seguía, entonces yo fui como uno de esos niños, como apartado, muy apartado de todos los de la familia; me hablaban y en vez de ir con ellos yo me metía bajo de la mesa, de la cama, o sea, me escondía… como vergüenza, porque a mi mamá le decían que yo no era hijo de mi papá, y mi abuelita a él (a su hermano) se lo llevaba a su casa a dormir y a mí me dejaba solo, entonces, todo eso a mí se me grabó; entonces yo, como para socializar con la gente...Me costaba mucho trabajo hablar y responderles, sino que siempre me enojaba y entonces trataba de no hablar con la gente…
Plantea como antes de Mayama, esta inseguridad y baja autoestima detonaban en enojo frente a las demás personas. Ahora piensa que programas como el de Mayama, fortalecen la confianza de las personas, en especial la de sus hijos, permiténdoles acercarse al mundo de otra manera:
…cuando ahora que yo los vi a ellos (sus hijos) que empezaron a ir a Mayama fue cuando empecé a decir: “si hubiera habido más atrás, estas escuelas, no me hubiera pasado a mí esto”; o sea, no estuviera en una etapa encerrado en mi mismo sentimiento, porque no se acaba nunca, tenía mucho tiempo sin platicar con la gente, mucho tiempo; ya de los catorce años pa’delante, empezaba poquito a hablar, pero no así con cualquier gente. Yo veía a la gente con la que podía platicar y con la que no, no.
Magdalena Beltrán, su esposa, reconoce la adquisición de habilidades sociales y autoconfianza en su propio marido como parte de las ganancias durante su participación en el programa: “… es más, maestro (refiriéndose al entrevistador), a él (su esposo) como que le… cuando entraron ellos (sus hijos), a él también le sirvió un poco; fue de sus primeras veces que empezaba a platicar con la gente...”.