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Familia
from Impacto Mayama
by Mayama AC
116 Capacidades para la toma de decisiones...
inglés ella tiene ya... ¿cuántos años?... pues ya lleva un buen rato... creo que va a ajustar dos años, sí, en marzo va a... (el padre comenta de nuevo)… Para Ángela encontré que ahí puede estudiar, le encantaron las piñatas a ella, y ella estudia dos horas de piñata y otros dos horas de computación (software de diseño como Photoshop, Ilustrator y Corel Draw) el miércoles.
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Familia De acuerdo con el artículo 13 de la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes se nombran de manera enunciativa más no sustantiva los derechos de éstos. De manera específica, en el capítulo iv, artículo 22 se establece que las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a vivir en familia y que la falta de recursos no estará considerada como un motivo suficiente para que sean separados de su familia de origen o de los familiares con los que conviven, ni causante de la pérdida de la patria protestad. Incluso aún teniendo dificultades para atender a las niñas y niños de forma permanente, un recurso para las personas que viven en extrema pobreza es apoyarse de otras personas para su cuidado, siempre y cuando, niñas y niños se encuentren libres de violencia y les provean de cuidados para su subsistencia.
En todo caso esta nueva ley establece que son las autoridades, en sus tres niveles de gobierno, quienes están obligadas a establecer políticas de “fortalecimiento familiar” para evitar la separación de niñas y niños respecto de quien cuenta con la patria protestad. Sin embargo es de llamar la atención que este último punto se establece de manera muy general y vaga en la parte final del artículo 22, dejando ver la ausencia de políticas y programas sociales con enfoques preventivos, que fortalezcan las capacidades y habilidades parentales, que permitan el desarrollo integral de las niñas y niños, así como el resguardo de los derechos de la infancia. Es en este punto en donde cobra importancia el trabajo subsidiario que hace Mayama (y otras organizaciones de la sociedad civil) ante una responsabilidad que por ley le corresponde al Estado mexicano.
Como se explica anteriormente, el contexto socioeconómico y cultural de las familias que participan en Mayama es complicado, las dificultades económicas obligan a las familias, en muchos casos, a incorporar a sus hijos en el mercado laboral informal como una estrategia para solventar la economía. Sin embargo para algunas familias de Mayama, esta experiencia con los hijos mayores, sumado a la intervención de la organización, permite reflexionar sobre la responsabilidad de la familia en garantizar un entorno de desarrollo adecuado con las necesidades de niñas y niños, en el pleno ejercicio de derechos humanos.
Además no podemos perder de vista que, en este contexto de inclusión social desigual, el tiempo destinado por estas familias al trabajo se convierte en un factor que no permite tiempos de convivencia y esparcimiento. Por ejemplo, Gerardo Fernández, padre de familia y de oficio ladrillero, reflexiona cómo al principio decidió no llevarse a su hijo mayor al trabajo para evitar exponerlo a las condiciones de éste. Esta decisión lo ha distanciado de su hijo mayor, ya que ante la escasez
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de tiempo, aún en el trabajo se pierden espacios de convivencia. Ahora está convencido de que esta situación quiere evitarla con sus hijos más pequeños. Para ello la familia Fernández Beltrán ha involucrado a sus hijos más pequeños en el trabajo en la ladrillera, quizá como una estrategia para evitar los riesgos de la calle, pero también quizá como una estrategia para promover la convivencia en familia:
Él desde niño ha sido así, siempre ha sido así desde niño. Namás el problema aquí en la casa fue que yo me acostumbré a andar solo trabajando, o sea, no los acostumbré a andar conmigo trabajando, no los cargaba conmigo, me gustaba andar solo, pero para que ellos no anduvieran en el solazo; entonces, todo eso se ha venido complicando también y ya una etapa, como esa etapa que está él, pues ya no es fácil porque ya creció y la etapa de la niñez ya pasó… Entonces, por eso es que le decimos que ahora se lo trate de atraer, que ande con él (Raúl, su segundo hijo), que conviva más con él porque ya le pasó con Antonio y dice que él no se lo llevaba porque no anduviera con él en el sol y no trabajarlo, porque él así vivió y no quiere que se repita. Entonces, como ya le está pasando, a Antonio, que se nos está como yendo, ya no... sí está todavía con nosotros en comida, en andar con nosotros, nada más porque él (inaudible), que se nos está alejando...
Cuando se habla de la falta de espacios de convivencia entre las familias, no solamente es importante plantearlos en términos de cantidad, sino también es evidente que se requieren espacios de calidad, en donde prevalezca el buen trato como otra forma de convivencia más allá de la violencia que en el contexto de las familias de Mayama, encontramos normalizada. Para Magdalena Beltrán, madre y trabajadora en las ladrilleras, el apoyo de Mayama ha representado la posibilidad de desmontar viejas formas de convivencia por otras más positivas:
Y también al igual, aquí en mi familia, me ayudó (la intervención de Mayama), porque nos enojábamos y yo me quedaba con el enojo, no lo sacaba, no decía ni porqué estaba enojada es lo que yo sentía y ahora no, ahora sí ya me atrevo a decirles a mis hijos lo que no me gusta o a él “mira, Gerardo, es que esto lo tenemos que hacer así, hay que hacerlo de esta manera”, y hablamos y todos ya coincidimos en algo mejor y seguir mejor. Y es que eso sí me ayudó mucho porque cada quien, no pos, antes de que entráramos, cada quien se iba por todo y por ningún lado y nunca se aclaraba y nunca se aclaraba porqué está pasando esto. Y yo eso sí, le doy gracias a Mayama que me ayudó mucho ni qué en eso.
Por otra parte, es importante no perder de vista el ciclo vital por el que atraviesan las familias. En ese sentido, algunas comienzan a experimentar el paso de sus hijos de la infancia a la adolescencia y cómo este cambio de etapa en el desarrollo se convierte en un reto que requiere un abordaje distinto respecto a la crianza. Gerardo Fernández, padre, piensa que en su comunidad los casos de consumo de drogas
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y tiempo en calle son comunes entre los niños y jóvenes. Aunque el atribuye estas problemáticas a factores externos a las familias, como la influencia del entorno y de otras personas, también plantea que al interior de las familias existe omisión de cuidados, ausencia de límites y falta de atención hacia la infancia. Sin embargo, pareciera que esta crítica él no la observa hacia su propia familia. Ante esta declaración, Magdalena, su esposa, lo interpela y reflexiona como también es en esta etapa de la vida de su hijo, la adolescencia, donde él como padre necesita acercarse más, tener más comunicación, compartir sus emociones. Es decir, ella también reconoce que existen factores al interior de las familias, incluida la propia, que contribuyen en el consumo de drogas y enfatiza la necesidad de abrir espacios de convivencia y comunicación, más allá de los “consejos” en los momentos de conflictos o tensiones:
Gerardo: –Aquí hay muchos chavitos de esa edad…Yo siempre digo, este “tú quieres ser como esos niños que andan en la calle así, andar así como ellos sin que nadie los vea, sin que nadie los cuida, sin que nadie les diga nada... “No”... Entonces aléjate de esos niños... Pues nosotros tratamos de manejarlo aconsejándoles que los defectos de las personas, por decir, yo tengo amigos, sobrinos, ahijados, digo, ¿tú crees que yo voy a invitar a ellos al mal vicio? Yo trato de que no tengan eso, trato de enseñarles cosas mejores, que le sirva de provecho para su propio bienestar, para cuando sean adultos digan... “¡ah!, pues por esto aprendí por él y esto lo aprendí por él”. Pero si le invito cerveza en lugar de eso droga, ¿qué van a decir?... “por ese viejo tengo esos vicios, por eso tengo esto”. Entonces, tratamos de (inaudible) mejores para que aprovechen con el tiempo y no se echen a perder, porque ahorita es fácil para echarse a perder, es fácil, y agarran los vicios… Magdalena: –Sí, Gerardo, pero él es listo y él sabe mucho, ahí en donde Mayama aprendió mucho de los valores y yo un valor en él que yo veo, ¡que sí los conoce!, pero... cómo le quiero decir, a él le hace falta todavía como más amor de él (refiriéndose al padre)... O sea, que se le acerque Gerardo a él, que lo frecuente, que lo tome en cuenta, que no nomás, este, le dé sus consejos cuando se le ande saliendo de sus casillas, por decir, cuando llega tarde que le reprenda eso que no quiere que llegue tarde porque esto y esto (inaudible); que nomás lo tome en cuenta cuando en esos momentos... él, él, lo que oí el otro día... él quiere como más amor de él... Que lo tome en cuenta, a dónde va, qué es lo que va a hacer, porque eso sí he visto. Él quiere como enseñarle algo y “¡mire apá!” y Gerardo “ajá” (se refiere a que le da por su lado a su hijo). Como que quiere llamarle más la atención. Eso sí yo le digo a Oscar, no pues no...
En palabras de Lizbeth, hija mayor de los Fernández Esparza, Mayama significó “un apoyo, más que nada, porque hizo que mi familia se integrara más y hubiera más comunicación entre nosotros”. Ella, al igual que el resto de su familia, reconoce cambios significativos en su forma de convivencia:
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Lizbeth: –Sí. Porque antes, pues no, no éramos así, cada quien por su lado y a la escuela y ellos trabajando y ya... (Ahora) pues estamos todos, nos acostamos y empezamos a platicar y así echamos (inaudible) y a jugar entre todos. (Por todas las respuestas, ella sonríe de buena gana. Una voz que se escucha tenue en la grabación, señala: “luchitas”)… Antonio, padre: –(Inaudible) De luchitas con los niños ahí jugando, un descanso...
Incluso ahora la familia Fernández Esparza ha ampliado sus opciones de esparcimiento y organizan salidas al campo en familia. Antonio y Raquel, padres de familia, junto con Lizbeth, nos comparten la experiencia:
Antonio: –A varios lugares. A Tonalá, a Xalostotitlán… Raquel: –Al cerro... Lizbeth: –A Tlajomulco... como día de campo. Raquel: –Es que allí... allí para del cerro, así del plan del cerro, vive una amiga mía y nos gusta ir y, este, llevamos comida y todo y allí convidamos con ellas. Antonio: –Nos agarramos y ponemos una soga, la echamos a un árbol, la amarramos y empezamos a columpiarnos. Raquel:–Ya a la hora de la comida, pues estamos allí todos reunidos, ya acabamos de comer, nos sentamos un rato en paz, pos sí, ya platicamos.
Para Gabriel Ríos, padre de familia, ha habido cambios significativos en su familia que son atribuibles a la intervención de Mayama, particularmente en asuntos de estructuración y mejora en las formas de comunicación entre los diferentes miembros de ésta:
¡Ajá! Entonces, eso es lo que nos ha ayudado, tanto como en la institución (Mayama), como la palabra de Dios... un suponer, que cuando estábamos de ese lado de la mesa, nosotros éramos una familia desordenada, la verdad… Desordenado ¿por qué? Porque, un suponer, éramos una familia, como les conté de mis antepasados, de mis padres y todo eso; que era desordenada de que, pus (sic), yo tomaba, no les hacía caso a mis hijos, a veces no les traía para comer a mis hijos o su mamá... salía a vender, o no nos ajustaba lo que se arrimaba a la casa; ahorita, mi esposa trabaja, pero ya trabaja un día o dos días a la semana y mis hijos, este, ya nos ponemos a platicar más, cuando en ese tiempo no lo hacíamos, este, no lo hacíamos, no hacíamos nada y todo cada quien por su lado y no hacíamos caso de nada...
Para Carlos, hijo mayor, de los Ríos Paredes, graduado de Mayama, le otorga un peso fundamental a su familia en su toma de decisiones sobre asuntos como la experimentación con drogas. No únicamente la relación que tiene con sus padres, también con sus hermanos y compara las decisiones que él ha tomado respecto a otros jóvenes y niños de su comunidad: