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Vida libre de violencia
from Impacto Mayama
by Mayama AC
122 Capacidades para la toma de decisiones...
Vida libre de violencia De acuerdo con el capítulo octavo, en el artículo 46 de la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, cada uno de ellos tiene el derecho a vivir una vida libre de cualquier forma de violencia y a que sea resguardada su integridad personal, a fin de lograr las condiciones de bienestar y desarrollo de su personalidad. Éstas incluyen la negligencia; el abandono; cualquier forma de abuso (físico, psicológico, sexual); la corrupción de menores de edad; la trata de personas en sus diferentes modalidades; tráfico de menores; trabajo antes de los 15 años de edad, así como el trabajo después de los 15 años en condiciones perjudiciales para el desarrollo e integridad del adolescente; la coacción o incitación a cometer delitos, entre otros.
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Este es uno de los temas que permanece un tanto invisibilizado desde el discurso de las familias. A lo largo de las diferentes entrevistas, el tema de la violencia se fue tocando de manera tangencial con ellas, sin embargo no fue un tema en el que alguna de las familias profundizara demasiado o hiciera alguna referencia directa de su propia experiencia. Sin embargo debido a las tensiones de la cotidianidad, en contextos complicados como los que afrontan las familias de Mayama, el uso normalizado de la violencia como un recurso para la implementación de la disciplina con los hijos es una constante.
Gerardo Fernández, padre, narra con detalle cómo fue su infancia respecto al trabajo y al maltrato recibido por su hermano mayor y cómo en sus deseos se encuentra el evitar que sus hijos vivan una infancia en estas condiciones:
Pero como ustedes no están acostumbrados (refiriéndose a sus hijos), pueden resentirlo, se pueden lastimar; entonces, eso es lo que yo siempre tengo en mi mente: no los quiero tratar así como a mí me trataron, así de andar trabajando tempranito, y de trabajar de día, de trabajar tarde, de andarte malpasando. Eso no quiero. Porque mi vida no fue una cosa fácil, les digo, mi hermano el mayor desde los ocho años a mí me llevó, al otro (hermano) también y este... “¡no quiero trabajar!” y nos agarraba de aquí (de las patillas), de aquí, y con las manos volteadas...Pero estábamos niños nosotros y se iba a los bailes él y nos dejaba solos allí (inaudible) que había una presa allí, y nos dejaba solos, allí nos quedábamos a dormir solos en las noches y todo eso se queda grabado y no es fácil, ¡no es fácil vivir! Y menos con una niñez así (inaudible) a una niñez libre, que no es lo mismo; digo, que bonito es vivir una niñez de niño; niñez que se te note y nosotros no vivimos esa niñez.
Gerardo reconoce que en su entorno existen familias con dificultades para poner límites a sus hijos. En ocasiones se hace uso de la violencia como una forma de marcar las fronteras entre los miembros de una familia. También nos comparte las dificultades que están enfrentando él junto con su esposa en el manejo del respeto por parte de su hijo mayor, Antonio, quien ya se encuentra en la adolescencia.
Resultados de la evaluación mixta al modelo de Mayama 123
Eso es lo que a mí lo más importante, digo, pero mientras no te falte al respeto (refiriéndose a su esposa) está bien, porque ya faltándote al respeto él a ti o a mí eso jamás; yo he visto a muchas familias que no se respetan, ven a los papás como si no son nadie, entonces, digo, mientras él ande pa’allá y pa’acá pues no hay problema y que te respete, también es lo más importante, pero ya el respeto no se pierde; si va o viene o esto, pues está bien, no pasa nada; malo que no te respetara, digo, o que gritara o nos gritara o que faltara así... Raúl, hijo menor: –...o que anduviéramos en drogas.
Resulta interesante cómo el comentario complementario del hijo pequeño, además de legitimar la afirmación de su padre, señala que también existe un límite respecto al uso de drogas, haciendo referencia a una realidad que está presente en su entorno.
En el caso de Julio González, padre de Paula, relata cómo al interior de su familia, en términos generales, ha prevalecido el buen trato, sin embargo narra cómo en alguna ocasión utilizó la violencia como un recurso disciplinario con sus dos hijas:
Se alzaba la voz, exactamente, se alzaba la voz, este... eh, como a veces todavía lo hace uno, porque a veces no anda uno de humor, y “¡espérese tantito, pues qué es eso!”, y ya le levantaba uno la voz...este, como dicen por ahí en buena onda, porque aquí nunca se le maltrató, ni a ella ni a la hermana, de maltratar así no... este, creo que en los veintiún años que tiene Mari de... que dios le ha dado, una vez le puse unas nalgadas, ¿sí?, y a esta niña una vez le puse un manazo en sus manos, no me acuerdo porqué, ¿tú, te acuerdas por qué, un manazo en las manos?
A lo largo de cinco años de permanencia en el programa Mayama, los González González notan cambios en su hija Paula. Ella ahora es capaz de identificar el maltrato y en consecuencia actuar al respecto, “Pues los cambios que empecé a mirar, es que ya después con poquito que le levantáramos la voz, ella decía: no, pues el buen trato (suelta una sonrisa franca Paula), ya empezó a defenderse”.
Estas actitudes de Paula son bien recibidas por sus padres ya que a lo largo de la entrevista se nota una preocupación constante respecto a su futuro ya que como se había mencionado con anterioridad ella es una adolescente que presenta una discapacidad intelectual moderada. ¿Que va a suceder con Paula cuando sus padres falten? En ese sentido, Tere González, madre, se siente preocupada por la condición de su hija y cómo ésta ha sido motivo de maltrato en otros espacios relacionales de Paula como la escuela. Por tanto, ahora que Paula se graduó de la primaria y de Mayama, su madre ha hecho un esfuerzo por encontrar otras instituciones en donde continúe el proceso formativo de su hija pero bajo unas condiciones de buen trato y cultura de paz: