En sus 80 años, sede del MUCI
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conjuga la maestría de Villanueva y la exuberancia de Narváez Eduardo Saavedra
S
í, es un hito. Sí, es imponente y también destaca en la entrada oeste del parque de Los Caobos, uno de los espacios naturales más importantes de Caracas. Declarado Monumento Histórico Nacional el 1 de septiembre de 1993, el edificio neoclásico y art déco del Museo de Ciencias (MUCI) siempre resalta por lo monumental de sus formas, las líneas rectas y sencillas de sus espacios, así como por sus elementos artísticos y decorativos, que simbolizan recuerdos fijados en la memoria de niños y adultos que han visitado, durante décadas, sus exposiciones científicas y culturales. El Museo Nacional –génesis de lo que fue el MUCI y el Museo de Bellas Artes, ambas instituciones adscritas al Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Museos Nacionales- se remonta al decreto del 11 de julio 1874, que estableció que “en esta cámara de maravillas se congreguen colecciones que sirvan al conocimiento del hombre, del mundo animal, de las rocas y los minerales del país”. Aunque el decreto se refería a aspectos científicos, también poseía una importante colección de obras de arte. La oficialización de la institución ocurrió el 28
Carlos Raúl Villanueva inspiró el diseño del edificio del Museo de Ciencias en influencias del neoclasicismo y el art déco.
de octubre de 1875. El doctor Gustavo Adolfo Ernst fue su primer director. Esta institución ocupaba un nicho en la Universidad Central de Venezuela (UCV), cuya sede se encontraba en avenida Universidad (esquinas de La Bolsa a San Francisco, frente al Palacio Federal Legislativo). En la actualidad, allí tiene su sede el Palacio de las Academias. Esta institución servía de apoyo a la cátedra de Historia Natural de la máxima casa de estudios de la que Ernst era profesor. La construcción de la sede del actual MUCI surgió por la necesidad de dotar al Museo de His-
MUSEOLOGÍA HISTÓRICA