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Montserrat Formoso, responsable de Contenido, FundsPeople
sostenibilidad, el Artículo 9, es objeto de nuestro libro. Los productos de inversión que caen dentro de esta categorización tienen objetivos concretos y medibles de sostenibilidad que han de ser comunicados y explicados a los inversores.
La idea que hay detrás de este enfoque es una pregunta, aparentemente simple, que hemos de hacernos como inversores, pero que hasta ahora podría resultar novedosa si se planteaba como vértice en la toma de decisiones: ¿qué impacto tiene mi inversión en el medioambiente, la sociedad o el gobierno de las empresas? O yendo más allá, ¿cuál es el propósito de mi inversión? Cabe suponer que las generaciones que nos sucedan llevarán implícito en su ADN una mayor consciencia y conciencia del entorno que nos rodea, y del impacto que de forma individual y colectiva ejercemos sobre el.
Las gestoras de activos no son ajenas a este fenómeno y juegan un papel clave en el desarrollo de lo que podríamos llamar finanzas sostenibles. Frente a una inversión tradicional, cuyos parámetros de valoración han sido rentabilidad-riesgo, una inversión sostenible introduce ese tercer vértice que tiene en cuenta su contribución a la sociedad y el medioambiente: rentabilidad-riesgo-impacto.
La práctica nos ofrece más limitaciones pues no existe una definición estándar sobre cómo identificar potenciales inversiones de impacto, cómo medirlas o cómo comunicarlas; una situación que pone en valor la figura del analista y selector de fondos, y sus equipos de compliance. Sirva este libro para explicar y hacer llegar a nuestros lectores, distintas opciones sobre cómo abordar la inversión de impacto de la mano de 12 gestoras de activos.
El libro se compone de 12 capítulos en los que cada gestora nos presenta un fondo Artículo 9 y explica cómo miden el impacto. De los fondos expuestos, solo dos invierten en el mercado de renta fija mientras que los restantes 10 en renta variable, fundamentalmente de compañías globales.
La inversión en deuda llega de la mano del fondo Tikehau Impact Credit Fund, que busca oportunidades en el segmento high yield del mercado de crédito; y del fondo NN (L) Green Bond, centrado en los ocho ODS que cubren cuestiones relacionadas con el clima y el medioambiente. Dentro de la renta variable, dos de las estrategias se ubicarían en el sector de la energía alternativa abordando, de forma global, la temática de la transición hacia un mundo libre de emisiones de carbono. Son el BNP Paribas Funds Energy Transition y el Schroder ISF Global Energy Transition. La estrategia del Janus Henderson Horizon Global Sustainable Equity Fund también está orientada hacia ese futuro de bajas emisiones, invirtiendo en proveedores de soluciones que hagan posible esa transición. La búsqueda de oportunidades que generan las energías del futuro es un enfoque compartido por el fondo JSS Sustainable Equity Green Planet, cuya cartera se centra en las ideas que crea la pro-
tección de la biodiversidad. Es un fondo dentro de la categoría del sector ecología, al igual que el Mirova Europe Environmental Equity Fund, si bien este último está expuesto a compañías europeas.
Y aunque el clima y la protección del medioambiente son temas con una mayor cobertura por parte de fondos específicos, contamos con vehículos que abordan los retos sociales. El Nordea 1 Global Social Empowerment Fund, por ejemplo, que busca acompañar al inversor en la identificación de soluciones que satisfagan las crecientes necesidades sociales del mundo, o el fondo CPR Invest Social Impact, cuya estrategia se detiene en los riesgos asociados al aumento de las desigualdades y la erosión que provoca en el crecimiento económico, centrándose en empresas cuyas prácticas ayuden a promover el progreso social en sus países.
Aunando el componente social y medioambiental, tres fondos. El AB Sustainable Global Thematic Portfolio, que invierte en tres temas principales: clima, salud y empoderamiento, bajo la convicción de que una estrategia multitemática como mejor manera de crear una cartera sostenible. El fondo OFI Fund RS Act4 Positive Economy, de la gama Act4 (actuar para), que tiene como fin generar un impacto positivo y cuantificable sobre el medioambiente y/o la sociedad. Y, por último, el Aberdeen Standard SICAV III Global Equity Impact Fund, que busca empresas que ofrezcan soluciones locales de tipo social y ambiental, a problemas mundiales.
Son, como decíamos, distintas formas de aproximarse a la inversión de impacto, de medirlo y comunicarlo. Los avances en materia regulatoria tenderán hacia una mayor homogeneización. El tsunami regulatorio que explica en el prólogo de este libro Joaquín Garralda, profesor del IE University y presidente de Spainsif, aún no a terminado.
INVERTIR CON MÁS IMPACTO
María Folqué, directora Global de Análisis, FundsPeople
La inversión sostenible ha recorrido un largo camino desde sus orígenes. En 1928 el Pioneer Fund ya excluía ciertas inversiones en función de prohibiciones éticas y religiosas, aunque no fue hasta 1971 cuando se creó el que se considera el primer fondo moderno de inversión sostenibles, el PAX World Fund, en respuesta a la demanda de los inversores de excluir de sus carteras a las empresas estadounidenses vinculadas a la guerra de Vietnam1 . Otro de los primeros fondos sostenibles, el Dreyfus Third Century Fund (1972), se centraba en evitar los llamados sin stocks y en mejorar las normas laborales2 . Europa llegó más tarde, con el fondo británico Friends Provident Stewardship Fund3 en 1984. En los años 80, el rechazo al apartheid en Sudáfrica, así como las catástrofes medioambientales de Chernóbil y Exxon Valdez, impulsaron una tendencia que cristalizaría en los años 90, con la popularización de los fondos que siguen criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno).
Ahora bien, la gran revolución para la inversión sostenible, llegó en 2015, con los Acuerdos de París sobre el cambio climático (COP 21, 2015) y el lanzamiento de los ODS (PNUD, 2015). Estos dos hitos históricos han supuesto un cambio de paradigma para la inversión en desarrollo
1 (Lozano, Albareda y Balaguer, 2006). 2 (Sparks, 2002). 3 (Junkus & Berry, 2015).