con estilo viaje por Ignacio Perea
ISLANDIA
Maravillas innombrables Circunvalar la isla, siguiendo la ruta del anillo, supone unos 1.300 km de carretera visitando fascinantes fuentes termales, cataratas, playas de arena negra, volcanes... Prodigios naturales con nombres difíciles de pronunciar.
C
uando me propusieron ir a Islandia, no andaba yo especialmente entusiasmado. ¿A quién se le ocurre ir en julio a un lugar con temperaturas de entre siete y 11 grados? Sin embargo, ¡qué experiencia tan espectacular! Nueve días de viaje con la boca abierta de un lado a otro. También con el ceño fruncido, pues cada maravilla iba acompañada de un nombre impronunciable con un mínimo de siete consonantes. Seljalandsfoss, Seyoisfjördur o Vatnajökull podrían provocar un esguince de lengua a cualquiera. Circunvalar la isla, siguiendo la ruta del anillo, supone unos 1.300 kilómetros de carretera y es una aventura digna de cualquier road movie. De hecho, es fácil encontrarse paisanos que recorren la ruta en bici, en una especie de viaje interior. Saliendo de Reykyavík, los espectaculares chorros de Geysir, a los que da nombre este lugar, y las cataratas de Gullfoss son parada casi obligada. Si continuamos hacia Vik, con visita a otras dos cataratas, Skogafoss y 132 Fundspeople I MAYO
Seljalandsfoss, acabamos en la playa de arena negra de Reynisfjara para visitar su impresionante cueva de columnas de basalto. Más bocas abiertas y otro nombre imposible. Lugar de culto para los fans de Juego de Tronos por tener al fondo Los Dedos del Troll. Por allí cerquita anda el ínclito volcán Eyjafjallajökull (sí, confieso que he tomado el nombre de la web visit Iceland con la función copiar y pegar para no comerme ninguna letra). Acordaos… 2010, entra en erupción un volcán en Islandia, una nube inmensa de ceniza cubre media Europa, cerca de 100.000 vuelos son cancelados y todo el continente patas arriba, reunión del Ecofin incluida. Contar como conseguí volver a España desde Amsterdam aquel día, daría para otro artículo. Bueno, a lo que iba, avanzamos bordeando la costa hasta Skaftafell, donde podemos pasear por la lengua de un glaciar, pues es parte del parque natural de Vatnajökull. Seguimos después hasta la mítica Diamond Beach, en Jökulsárión (toma ya, dos tildes y una diéresis en la misma palabra), donde enormes bloques de hielo
flotan en mitad de un lago como diamantes gigantescos. Si viajas en julio, la visita a Höfn en el festival de la cigala es muy recomendable. Tras haber recuperado fuerzas, atacamos una nueva jornada avanzando hasta el norte donde la belleza de sus fiordos continúa poniendo a prueba nuestra capacidad de asombro. Carreteras peor asfaltadas, donde cruzarse con otro coche es motivo de celebración y empiezas a preguntarte si existirán los islandeses o son un mito. Imaginaos, los habitantes de Salamanca en la superficie de Andalucía (apenas cuatro habitantes por kilómetro cuadrado). Más adelante, las cataratas de Dettifoss, las de mayor caudal de Europa y el lago Mývatn, donde puedes darte un baño de aguas termales con ese tufillo volcánico característico (quien haya estado en el Teide me entenderá). También es atractiva la posibilidad de dar una vuelta por el cráter del volcán Askja y disfrutar de sus magníficas vistas. Continuamos nuestro viaje hasta Akureyri, la segunda ciudad en importancia de Islandia, con la friolera de 18.000 habitantes. ¡Si vive gente aquí!