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Los secretos de la columna
INTERÉS GENERAL LOS SECRETOS DE LA COLUMNA
La columna también tiene sus secretos. Conociéndolos, podemos lograr vivir en armonía con ella. Sólo debemos estar atentos para evitar aquellas situaciones que le provocan desagrado a la columna, y estimular otras que le sientan bien. Vamos a descubrirlo.
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FOTO: WWW.freepick.COM
>> POR: LIC. SONIA TOMAZIN
kinesióloga
“La mejor medicina es enseñarle a la gente cómo no necesitarla”. Hipócrates
EFECTO “GOTA A GOTA” Debe haber muy pocas personas que no hayan padecido dolor de columna en algún momento de su vida. Y seguramente fue a través del dolor, como la mayoría de ellas descubrió la real existencia de su columna vertebral. No es por cierto esta, la mejor ni la más romántica manera de entablar una relación de conciencia del cuerpo, aunque, lamentablemente sí, la más frecuente. Un dolor de columna, ya sea del cuello, del dorso o de la cintura, habitualmente, no se produce de un momento al otro. Salvo en el caso de un traumatismo específico. La mayoría de los dolores de columna son producidos por los así llamados micro-traumatismos repetitivos. Esto significa que, comienzan como malas posturas o simples vicios posturales, que se van sucediendo y generan así leves -“micro”- tensiones musculares, que, sostenidas en el tiempo, a través de los días, meses, años –“repetitivos”-, van produciendo poco a poco un efecto acumulativo de agresiones –“traumatismos”-. La columna vertebral posee tal grado de nobleza y “aguante” que, antes de lesionarse, es capaz de soportar numerosas agresiones leves, dando avisos de protesta en forma de dolor. Estos avisos se manifiestan en forma de molestia, incomodidad, DOLOR. Se podría decir que el dolor es un valioso aliado que alerta, al informar que el cuerpo está siendo sometido a una postura nociva. El dolor es para el ser humano una valiosa alarma a la que conviene escuchar para adoptar una conducta, y no meramente apagarla, tomando un antiinflamatorio, sin siquiera pensar en lo que pudo haber ocasionado la molestia. Por todo esto, es preciso aprender cuáles son las posturas que le desagradan a la columna, para poder revertirlas y compensarlas a tiempo y prevenir así futuras lesiones.
SOLTAR EL VASO ¿Cuánto puede pesar un vaso de agua? ¿200 gr, 300gr? Es un peso que una mano puede sostener sin dificultad. Pero solo si se trata de 5 minutos. Pasado ese tiempo, el antebrazo comienza a evidenciar síntomas de cansancio, ¿Qué ocurre si se sigue sosteniendo el vaso por toda una hora? Seguramente el brazo comenzará a doler, se van a sentir hormigueos, los músculos del miembro entero terminarán contracturados. Si se persiste con el vaso en la mano por todo un día, el brazo se tensionará al tal punto que se lo sienta dormido o, que ya no se lo pueda mover. Esto pone de manifiesto que lo que importa en realidad es el tiempo en que se persiste sosteniendo el vaso o realizando un mismo gesto. El problema radica en la postura sostenida, por eso habrá que objetivar este hecho, tomar conciencia y “soltar el vaso” a tiempo.
APRENDER A ESCUCHAR AL CUERPO El cuerpo habla, avisa, tiene mucho para contar, si tan sólo se sabe afinar los oídos y escucharlo. ¿Cómo se manifiesta? Lo hace a través de algunos avisos, ante el uso prolongado de posturas en la vida diaria, que son signos y síntomas que hay que aprender a detectar. 1ra instancia: Se caracteriza por presentarse una sensación de incomodidad, de molestia muscular en el cuerpo.
Estos signos son sutiles, de hecho, la mayoría de las personas no les presta la debida atención, los pasa por alto. Así se entra muy fácilmente en la siguiente instancia. 2da instancia: Se caracteriza por síntomas de cansancio, contracturas, dolores del cuello, dorso y/o cintura. Si uno se acostumbra a vivir con estos síntomas y no se toma ninguna medida para abordarlos, pueden hacerse crónicos o agravarse. 3era instancia: se caracteriza porque se agregan dolores de cabeza, mareos, hormigueos en las manos, dificultad para concentrarse, desgano, irradiaciones hacia los miembros. Estos síntomas ya son bastante molestos pues imposibilitan el correcto desenvolvimiento de las actividades de la vida diaria. Aun así hay muchas personas con un alto grado de tolerancia al dolor, un umbral alto, que se acostumbran a vivir con ellos, sin tomar cartas en el asunto, o, conformándose con haber hecho algún tratamiento con escasos resultados. Con el tiempo estos síntomas pueden transformarse en lesiones más graves de los tejidos. 4ta instancia: se caracteriza porque se producen lesiones discales o discopatías, como protrusiones o hernias de disco. Esto significa que ya se produjo una lesión en la estructura del disco intervertebral; esta puede ser desde un simple sobreestiramiento de la capa externa del disco hasta una ruptura de la misma.
ACTUAR EN CONSECUENCIA Si se aprende a escuchar al cuerpo, se podrá reconocer la necesidad de hacer algunos movimientos en cierto momento del día, y se podrá prevenir. Así, por ejemplo, cuando se detectan los síntomas de la: 1º instancia (molestias, incomodidades), se debe reaccionar cambiando de posición, hacer un movimiento que alivie esa sensación o inclusive tomar un breve descanso. Por ejemplo, si uno está sentado, puede levantarse, estirarse, desperezarse y dar unos pasos, aunque sea a buscar un vaso de agua. Si se está parado y se siente tensión en la zona lumbar, se puede levantar un pie y apoyarlo en un banquito, travesaño o mueble, o sentarse-al menos- por un rato. Si uno está trabajando en la computadora o mirando televisión y molesta el cuello, hay que girarlo hacia un lado, hacia el otro, moverlo en distintas direcciones. Si se está en casa, uno puede recostarse un rato. Generalmente el cuerpo avisa sólo unas pocas veces; luego se acostumbra a que no lo escuchen y ya silencia sus quejas. Hacer pausas activas, algún movimiento (sencillo) que nos alivie en el preciso instante en que se manifiesta la primera señal. Solo así el síntoma no pasará a mayores y hasta se terminará el día con menos cansancio y más energía. Al arribar a los síntomas de la 2º instancia (dolores crónicos cervicales, lumbares, cansancio y falta de energía): se debe parar y revisar qué está ocasionando estos síntomas, si alguna actividad de la vida diaria nos lleva a posturas desalineadas, si es posible acomodar o adaptar algún mueble para mejorar los ejes de la postura, etc. Un kinesiólogo idóneo puede ayudar en esta revisación, al realizar algún tratamiento de acomodamiento o alineación vertebral. Puede orientarnos a compensar posturas, enseñarnos ejercicios para elongar el cuello y aliviar la cintura. Salir a caminar en forma regular es una buena opción ya que permite oxigenar los músculos, estimular la circulación sanguínea y disipar así los agobiantes síntomas de cansancio y falta de energías, propios de horas de quietud. En la 3ºinstancia, cuando los signos y síntomas ya se instalaron y agravaron con cefaleas (dolores de cabeza), mareos, irradiaciones nerviosas hacia brazos, manos, glúteos y/o piernas, es un signo claro que indica que es preciso actuar en forma rápida. Hay que acudir al médico, para que haga una evaluación con control radiográfico y/o con resonancia magnética (RMN) para ver signos estructurales que se pudieran manifestar, y hacer un buen tratamiento kinésico global. Dicho tratamiento debe resolver los síntomas, buscando la causa del problema: alinear los posibles desarreglos vertebrales y luego trabajar en el ajuste muscular, a través de elongaciones, fortalecimiento, la reeducación de posturas en forma global y la adaptación del entorno mobiliario cotidiano.
Al llegar a la 4º instancia: ante la presencia de una lesión estructural instalada, también se debe actuar de la misma manera que en el paso 3. Los kinesiólogos tenemos muchas cosas que enseñar ante la presencia de este diagnóstico, para tener en cuenta en la vida diaria. Entre ellas, que el organismo cuenta con sus propios mecanismos para restablecerse, y, mientras ocurre esto, debemos acompañar al paciente, minimizando el dolor, buscando la mejor funcionalidad, a la espera de que los tejidos se desinflamen y el cuerpo revierta el cuadro. Es importante observar que la cirugía, que en algunos lugares se apresuran a ofrecer como solución, es la última opción, reservada sólo para algunos pocos casos graves, en que los síntomas no remiten ni cambian bajo ninguno de los tratamientos realizados. También cuando hay signos de alteración de reflejos musculares, atrofia o disminución de la fuerza muscular propios de una compresión de la raíz nerviosa. Y esto sólo ocurre en un pequeño porcentaje de los casos. Evidentemente se hace referencia (y esto es fundamental) a tratamientos realizados, que son específicos de columna, basados en una mirada global y causal, es decir, abordajes que buscan y tratan la causa del problema, en algunos casos localizada a distancia del lugar donde se encuentra el síntoma principal.
BUSCAR EL LADO AMABLE Para tener una buena relación con nuestra columna y vivir en armonía con ella es preciso buscarle el lado amable e ir por ese camino. Moverse, cambiar de posturas frecuentemente, dentro de las posibilidades y cuidar que estas sean alineadas. Hacer ejercicios apropiados que compensen los desarreglos propios de la vida. Es cuestión de ir incorporando algunos de estos y otros hábitos saludables, que iremos aprendiendo juntos, que nos ayudarán a vivir mejor. “La buena postura es un arte que se afina con la vida”.■