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La espina de la bancarización en argentina

ECONOMÍA LA ESPINA DE LA BANCARIZACIÓN EN ARGENTINA

FOTO: WWW.wikipedia.COM

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>> POR: DR. CP. Alejandro Barros

Tradicionalmente nuestro país fue financiado a lo largo de la historia vía capitales propios de individuos que se proponían algún emprendimiento y financiaciones bancarias externas. Así es que, ya desde la fundación del primer banco del país, el Banco Provincia de Buenos Aires en 1822, las entidades bancarias del país se han caracterizado por tener poca e insuficiente financiación al capital de trabajo, herramienta necesaria para el desarrollo industrial, como tradicionalmente hacen las economías más desarrolladas del planeta. La iniciativa de Carlos Pellegrini al crear el Banco Nación en 1890 propició el desarrollo industrial en el país. Luego la fundación de bancos como el Hipotecario Nacional, BANADE o el Banco de Crédito Industrial Argentino en la década de 1940 reafirmaron esta tendencia pese a los inconvenientes de los vaivenes de la economía argentina. Sin embargo, la mala administración de estas entidades (que no tomó en cuenta la inflación), y la falta de creatividad en el manejo equilibrado de las carteras activas y pasivas llevaron al derrumbe de la mayoría de las instituciones de crédito. Para fines de la década de 1960, Argentina contaba con aproximadamente 300 bancos, 600 compañías financieras y cooperativas financieras, y 900 Cajas de Crédito. Todas estas entidades financiaban un incipiente mercado de crédito bancario apuntado a generar capital de trabajo. Actualmente, el sistema financiero Argentino cuenta con 79 entidades financieras, incluyendo 64 bancos y 15 compañías financieras. Esta reducción del sistema financiero se basó en la tendencia que prevalecía a fines de 1970 de una menor cantidad de bancos, pero de mayor tamaño. Esta misma continúa hoy, con bancos que poseen activos equivalentes al 36,58% del PBI a septiembre de 2020, préstamos que representan un 11,80% del PBI y financiación de títulos con cotización pública que corresponden al 10,50%. Los pasivos del sistema financiero alcanzan el 31,07% del PBI, siendo de los mas bajos de la región Latinoamericana. El mundo tocó su pico promedio de financiamiento bancario a principios de la década de 1960, con un máximo de 204% sobre PBI promedio mundial. Este mismo promedio de financiación bancario se contrajo rápidamente a partir de 1962 con el auge de la inflación mundial, el aumento de los consumos públicos, los conflictos regionales y la creencia en la supereficiencia de las megaentidades a nivel mundial, llegando a tocar un piso del 62% sobre el PBI según informes del Banco Mundial. Este descenso afectó la tasa de interés y el comercio mundial. Actualmente este rubro alcanza en promedio el 132,03% del PBI mundial, con una amplia dispersión por cada país. En el caso argentino, la falta de crédito para el capital de trabajo es una de las espinas que no permiten el desarrollo industrial y de servi-

cios. Una ampliación del crédito, sin provocar una ampliación en forma directa de la base monetaria, provocaría la necesaria reactivación del mercado industrial. Para lograr este objetivo se debería desarrollar vectores de crecimiento del mercado bancario que lleven a canalizar el ahorro (tanto privado como estatal) que se ha mantenido “dormido” durante las ultimas décadas esperando un contexto lo suficientemente confiable que brinde señales claras de que la senda que se comienza a transitar es la correcta para el despegue del país.

El argentino promedio tiene varias formas de ahorro. La primera son los llamados “ladrillos inmobiliarios”. La misma se basa en el preconcepto de que los inmuebles mantienen los valores de mercado, aun asumiendo los deterioros por obsolescencia. La segunda forma es la compra de moneda extranjera. Según las estadísticas del INDEC, en los últimos 30 años se han acumulado en forma privada dentro del país tenencias de billetes en distintos tipos de monedas por un equivalente a USD 250 mil millones. En entidades financieras en el exterior se ha externalizado una cifra similar. A estos montos debemos adicionar un monto desconocido de dinero extranjero informal imposible de cuantificar. Como tercer rubro de ahorro están los depósitos bancarios, que suman el equivalente a USD 90 mil millones de dólares y que mayormente están canalizados a financiamiento al BCRA en concepto de LELIQ y Encajes. Solo el 37% de los mismos es canalizado a alguna forma de financiamiento al aparato productivo del país. Como último gran rubro de ahorro en nuestra nación esta el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado Previsional Argentino (FGS). Si bien el mismo es compulsivo y equivales a USD 41 mil millones, está compuesto

"El argentino promedio tiene varias formas de ahorro. La primera son los llamados “ladrillos inmobiliarios”. La misma se basa en el preconcepto de que los inmuebles mantienen los valores de mercado, aun asumiendo los deterioros por obsolescencia."

principalmente por Títulos Públicos Nacionales (que técnicamente ya fue gastado por el Tesoro Nacional desviando la correcta intención de utilización de esos fondos). Debe tenerse en cuenta que los títulos con que se compone el FGS son negociables en el mercado secundario, lo cual augura una posible conversión del FGS en una entidad financiera que integraría su patrimonio neto junto con el aporte de los activos de su cartera. En ese caso, ANSES recibiría a cambio la tenencia de acciones del banco y afianzaría su posición como financista del mercado, potenciando las capacidades que ya posee actualmente, aunque ejerce tímidamente. El nuevo banco del FGS, estructurado como un banco de segundo piso para su mejor eficiencia, enfocado a la industria, permitirá ampliar sus activos mediante un adecuado manejo del multiplicador bancario (según la normativa del BCRA), hasta alcanzar el equivalente a mas del 56,2% del PBI, y llevando los activos totales del sistema financiero Argentino arriba del 90% del PBI. Esto impulsará al país a un gran crecimiento en un corto periodo en términos de la vida de la nación. Esta iniciativa permitirá repensar el mercado para impulsar una reforma para permita el surgimiento de nuevas entidades financieras de nicho, en el lugar que hoy ocupan cooperativas locales de productores de bienes y servicios, que no tienen cabida en la estricta normativa actual del BCRA. Las iniciativas de Basilea III tienden a entidades autoevaluadas, pero que bajo una adecuada supervisión, podrían ordenar el mercado financiero, sin hacer uso de los malogrados Trust o Fideicomisos (que desembocaron en la crisis económica global del 2008) o entidades que por la rigidez actual actúan en un sistema financiero irregular. La expansión bancaria es la llave de una economía sana, de bajas tasas de interés y de aumento del empleo y reducción de la marginalidad actualmente imperante.■

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