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Editorial
TAN LEJOS, TAN CERCA
Nuestra generación ha vivido procesos sociales y políticos inéditos en la historia de Chile, somos parte tan cercana y comprometida con el acontecer que dificulto seamos nosotros mismos quienes saquemos las conclusiones más definitivas, o seamos capaces de esbozar un análisis más preciso de una etapa que en realidad solo recién comienza. Nos referimos al proceso constituyente que hace pocos días supuso la elección de 155 compatriotas que tendrán la trascendental misión de redactar una nueva institucionalidad para nuestro país.
Son varios los antecedentes que nos llevaron a este momento, situaciones pendientes de nuestra democracia que acumularon la energía para un terremoto social que sorprendió a la elite de nuestro país, pese a que había sido advertida por académicos y analistas dadas las condiciones de desigualdad larvadas en el derrotero nacional. Una nueva etapa en el desarrollo de nuestro país no era posible manteniendo las estructuras heredadas de la dictadura ni un sistema económico y político que profundizaba la desigualdad. Poca participación ciudadana, un descrédito de la clase política, crecientes casos de abusos y corrupción, servicios públicos ineficaces, precaria situación laboral y malas pensiones, entre otros problemas de fondo, son la causa inmediata de un movimiento social que obligó al Congreso y al Gobierno a diseñar una hoja de ruta para empezar a construir una nueva convivencia.
Nada de esto hubiera sido posible sin la ciudadanía, que en forma pacífica y masiva se movilizó, exigiendo un nuevo trato, gente independiente que vio coronar su esfuerzo en esta elección de constituyentes donde se ratificó la importancia de aquellos sin partido, ciudadanos comunes, hombres y mujeres en una composición paritaria única en el mundo y con la inclusión de representantes de los pueblos originarios como señal de una nueva forma de comprender la diversidad de los chilenos.
Ningún sector tendrá el tercio exigido para bloquear a las mayorías ni tampoco las mayorías los dos tercios para imponer nada sin dialogar. Los constituyentes estarán obligados entonces a llegar a acuerdos, seducir con sus ideas a los adversarios, convencer, parlamentar, en definitiva, hacer política, que es precisamente lo que hace una sociedad moderna que sabe de la urgencia de profundizar su democracia, porque la legitimidad del proceso y la aprobación posterior de la nueva Constitución será el resultado de un entendimiento más que de reproches recíprocos, más de razón que de fuerza, más de paz que de violencia.
OCCIDENTE
TRIBUNA DEL LIBRE PENSAMIENTO
Fundada en 1944 www.revistaoccidente.cl Junio 2021 Edición N° 517 ISSN 0716 – 2782
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