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Realidad

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los hijos, de los adultos mayores, de las personas que están en situación de discapacidad Esa labor que como sociedad se la hemos dejado a las mujeres, debe ser recompensada. Es parte de las reformas que tenemos que hacer. Debemos tener un sistema de pensiones que las proteja en su vejez y no dejarlas en el abandono y la pobreza. Me cuentan sus historias y siempre son mujeres que estuvieron cuidando a otros, y que por dedicar su vida al cuidado al final se encuentran desamparadas. Esas son las barreras que quiero, no solamente yo, derribar.

También me motivó a participar la posibilidad de aportar a que esta nueva Constitución contemplara los principios de libertad, igualdad y fraternidad e incorporara los valores del laicismo. Era una concepción importante que incluía mi propuesta, llegar a construir una Constitución laica. Todo esto en un ambiente donde reinara la tolerancia, estuviera excluido todo tipo de fanatismo y fuera posible sentarse a conversar y dialogar para de esta manera construir acuerdos en bien del país. El espíritu republicano, reflejado principalmente por el amor a las leyes y el cumplimiento de los deberes cívicos. Personalmente desde los 18 años que asisto a cumplir con mi sufragio, tan solo en dos oportunidades no he podido por motivos médicos.

Después de terminada la votación uno analiza los resultados. En un principio me dieron como ganadora, lo cual me llenó de emoción, sin embargo, con el correr de las horas fueron cambiando los cómputos y los pronósticos y en la madrugada me enteré de que no había sido electa para formar parte de esta Convención Constitucional.

Aunque venía participando desde el 2015 en distintas actividades relacionadas con la necesidad de un cambio constitucional, en enero pasado yo era una persona desconocida, y en muy pocos meses gracias al apoyo de una red de amigos pudimos llegar a más de 4.000 personas, más de 4.000 votos que fueron expresados en las urnas, compitiendo con otros candidatos que tuvieron un gran apoyo económico y material, con presencia en medios de comunicación y publicidad. Ellos obtuvieron una mayor votación, sin embargo, teniendo en cuenta nuestras condiciones, lo considero un triunfo moral y un triunfo también para las personas que me acompañaron en este recorrido. Por lo tanto, más que sacar cuentas tristes, en este momento me siento feliz de haber tenido la oportunidad de participar en un proceso histórico, era mi primera candidatura, se puso amor y empeño para llevarla adelante, y de una manera muy precaria pudimos llegar a muchos lugares, dando a conocer lo que significaba para nuestro futuro una nueva Constitución, y fuimos escuchados.

Me parece que el resultado de estas elecciones refleja el anhelo de cambios que desde hace un tiempo ha venido manifestando con fuerza la ciudadanía, además que surgieron nuevos líderes.

Desde ahora en adelante, tenemos que seguir trabajando porque debemos colaborar en la elaboración de una nueva ley fundamental, una Constitución para el futuro, donde podamos ser escuchados, que sea abierta a los ciudadanos y no se escriba dentro de cuatro paredes, que sea producto de un diálogo constructivo. Una Constitución que ojalá sea un decálogo de los derechos y las garantías que vamos a tener y para eso debemos prestar todo el apoyo a quienes fueron electos, para quienes van mis agradecimientos, parabienes y deseos de que puedan llevar a cabo su trabajo de la mejor manera posible, entablando diálogos y tendiendo los puentes necesarios en beneficio de nuestro país.

POR JAVIER IGNACIO TOBAR

Abogado, Académico UV

En una semana pasó mucho. Partiendo por las que, a mi juicio, son las elecciones más importantes de la historia de Chile hasta pactos presidenciales inentendibles. Rozando la discordia y la insensatez de un grupo que, se supone, sabe de política. Esa misma lógica de comunión cívica, la que se mueve en el tablero del mosaico. Pero todo, al parecer, está bastante resuelto en los altos aires de las negociaciones entre las élites políticas, sin dejar de lado una suma de dimes y diretes que nadie parece entender. “Estructuras de partido” le llamarán algunos.

Las elecciones a las que hago mención confirmaron al “estallido social” en su dimensión política. Terminó de caer el sistema político vigente en Chile desde el fin de la dictadura militar. Así, cuando se producen hecatombes electorales, lo normal sería que las dirigencias políticas asuman (o simulen) su responsabilidad. Pero esta vez, por el contrario, las urnas hicieron visible lo que estaba tapado por una inercia constante del sistema.

UN POCO DE REALIDAD

Hace días un 43% de chilenos acudimos a las urnas para optar por quienes, supongo, entregarán luces para la redacción de una nueva Constitución. De ellos, los independientes serán el gran grupo de la Convención. En una primera lectura, de seguro aproximada, ingresarán iaspirantes fuera de pacto -en rigor solo uno-, y en una segunda mirada, los resultados muestran que en la asamblea estarán todos los que se asociaron en listas ad-hoc. Pero, dado que estamos en un ejercicio de desglose, vamos por la tercera derivada: los independientes que participaron en cupos de listas de partidos políticos.

De esta forma, los independientes serán el grupo con la más amplia participación en la Convención Constitucional. Descontando los 17 cupos de los “Pueblos Originarios”, 138 de los escaños quedarán de la siguiente manera: 36% para militantes de partidos políticos; 1% fuera de pacto: 34% de listas de pactos entre independientes, y 29% de independientes en listas de pactos. Lo anterior equivale a decir que el 64% (88 escaños) procede del mundo independiente, mientras que solo el 36% (50

de los13863%

Convencionales electos pertenecen a las listas de independientes en listas de partidos, fuera de lista y las de candidaturas independientes

escaños) milita en alguna colectividad política. Es una esperanza de diálogo menos tradicional. ¿Qué significa, entonces, ser “independiente”? ¿Ir en contra de los partidos políticos? ¿Abstraernos de las ideas? ¿Diluirnos de nuestras convicciones? Por cierto que no. Estamos más presentes que nunca. La independencia no es nada más que alejarnos de las estructuras tradicionales. Nadie es independiente de sus convicciones. Esto significa que las candidaturas independientes a la Convención -sin ningún tipo de incentivo para ser electas- reflejan un modo de aprecio por la política, pero no por la tradicional; es el sentido de los deseos de representación y de la preferencia de los votantes a quienes mejor estiman que valoran sus intereses, donde claramente los partidos tradicionales fueron dejados de lado. Es una apuesta por negociación efectiva.

En los comicios pasados hubo, como dije, un grupo de independientes que no existía. Personas que no militan. Haciendo una comparación entre las candidaturas presentadas a la Convención y los electos, se puede observar que la distribución fue inalterable. Esto es, las listas de independientes en listas de partidos, las fuera de lista y las de candidaturas independientes, suman el 64% de los 138 convencionales electos (descontando los cupos reservados).

Todo lo anterior demuestra que las candidaturas independientes fueron un reflejo del rechazo a las estructuras que nos gobernaron los últimos años. Los datos arrojan que el sentir ciudadano apunta a un “nuevo régimen”. De esta forma, asistimos a un escenario que refleja el sentir de un pueblo en el cual las movilizaciones de independientes, y deseos de representación, nos hacen colocarnos “en el otro”, sin estructuras ni lógicas de partido.

De una u otra forma, Chile dio su palabra. Y no es para dejarlo de lado. Los partidos son importantes, pero es tiempo de un respiro. Aires frescos para renovar los ejes ideológicos de los asuntos públicos en que los partidos sí sean ese “eje” de representación de los intereses ciudadanos ante el poder.

Nuestro país tiene una nueva realidad, la que se hará cargo de redactar nuestra Carta Fundamental y en que la independencia, que no es indiferencia, jugará un rol clave.

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