De las Rosetas a la Citometría de Flujo Por: Dra. María Fernanda Gutiérrez Escolano, Presidente AMMVIH 2012-2013
LaSalud.mx.- Tuve el privilegio de ser Presidente de la AMMVIH en 2012 y 2013. En el segundo de ellos se cumplían 30 años del descubrimiento del Virus causante de la Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), publicado en Science en mayo de 1983. En aquel tiempo era residente de Medicina Interna en el Hospital de Especialidades del CMN la Raza y estaba preparando la tesis de postgrado que tenía que ver con la inmunidad celular en los ancianos. No existía el término actual que define a los linfocitos T como CD4+ o CD8+, se les denominaba OKT4 y OKT8 y para cuantificarlos se usaba una técnica que implicaba contar con sangre de carnero, cuyos eritrocitos, tratados con anticuerpos, al contacto con los antígenos de los linfocitos OKT4 u OKT8 formaban las llamadas rosetas, que se veían y contaban a mano en el microscopio. Mi labor como parte del estudio de investigación era realizar este procedimiento 2 o 3 veces por semana para medir la inmunidad celular de los pacientes. Llevaron entonces al laboratorio de inmunología del Hospital de Especialidades, dirigido por el Dr. Ramón Paniagua, a un paciente con datos clínicos de Sida, cuya muestra de sangre procesé personalmente, y que, para sorpresa de todos, no tenía una sola roseta OKT4. Falleció a
los pocos días por alguna infección oportunista. Supusimos que era el primer paciente que llegaba al Instituto, y llegaron otros de manera casi simultánea a otros hospitales. Hubo gran alboroto en el hospital por el memorable primer caso de la enfermedad “rara y de moda”, que ni en el peor de los escenarios alguien imaginó hacia dónde se dirigiría. La mención de esta anécdota tiene como único objetivo ubicar el panorama en el que nos encontrábamos al principio de la pandemia. Muchísimas cosas han pasado desde entonces. Afortunadamente se implementaron procedimientos mucho más eficientes con equipo de laboratorio moderno y sofisticado. Existen, por ejemplo, citómetros de flujo que aliviaron la precaria situación de los carneros y que determinan de manera rápida y eficiente no sólo estas subpoblaciones linfocitarias, sino muchas más. El avance en la tecnología ha sido impresionante en lo que respecta al estudio de esta enfermedad y de su tratamiento. Nunca se habían invertido tantos recursos de todo tipo para identificar al agente causal del Sida y para comprender la enfermedad (terrible en esos primeros años, en que todos los pacientes fallecían en pocos meses), con blancos terapéuticos que han permitido la producción de muchas clases de fármacos y de estrategias que han concedido que los pacientes sobrevivan casi el mismo tiempo que una persona no infectada, en los lugares donde se tiene acceso al tratamiento. La investigación ha progresado de forma vertiginosa, permitiendo un amplio conocimiento del virus y de sus efectos sobre el cuerpo humano. Sin embargo, ese terrible panorama de los
Células T (al centro) rodeadas por eritrocitos de carnero formando Rosetas
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