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César Octavio Ramos Valdés

MESA 1 EL AGUA Y EL DESARROLLO

Infraestructura hidroagrícola y seguridad alimentaria

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CÉSAR OCTAVIO RAMOS VALDÉS Ingeniero civil con especialidad en Ingeniería hidráulica. Laboró en la Secretaría de Recursos Hidráulicos como supervisor y proyectista de zonas de riego y como subdirector general de Infraestructura Hidroagrícola. Ha recibido diferentes reconocimientos, como el Premio Nacional de Irrigación “Ing. Abelardo Amaya Brondo”. Es miembro emérito del CICM desde 1997.

Dos terceras partes del territorio mexicano se ubican en zonas donde, como consecuencia de la circulación natural de las masas atmosféricas y oceánicas, se ha presentado históricamente una escasa precipitación y altas temperaturas que definen a su clima como árido o semiárido. A pesar de ello, en esas regiones se lleva a cabo la mayor parte de la labor industrial, comercial y de servicios, e incluso de la actividad agropecuaria, que es la que utiliza los mayores volúmenes de agua superficial y subterránea.

Problemática

Entre los principales problemas que afronta el sector hídrico se cuentan una variable disponibilidad de agua en el territorio nacional; la dinámica poblacional de los últimos años; el desarrollo de las actividades económicas; la poca planeación de los asentamientos urbanos; la degradación de las cuencas por la contaminación de los cuerpos de agua; la sobreexplotación de los ríos, lagos y acuíferos; la ausencia de una política pública que garantice la seguridad alimentaria (García y Collado, 2015); la deforestación de las partes altas de las cuencas, los humedales y las lagunas costeras; la falta de consensos para adecuar el marco jurídico de la administración y la prestación de los servicios de agua a las nuevas circunstancias y demandas, así como los efectos del cambio climático que se reflejan en sequías e inundaciones con mayor intensidad, frecuencia o duración en ciertas regiones del país.

Por otro lado, existe un rezago en el mantenimiento de la infraestructura para prestar los servicios de riego y una falta de medición y distribución en el suministro de agua potable, además de que se carece de una coordinación efectiva entre los ordenamientos jurídicos que rigen la administración de las aguas nacionales, la provisión de los servicios públicos de agua y el derecho humano al agua. Asimismo, resulta insuficiente la normatividad en la participación informada de la sociedad sobre los asuntos públicos del agua de los diversos órdenes de gobierno.

Esta problemática señala la necesidad de un manejo del agua que garantice su sostenibilidad y la soberanía alimentaria en el mediano y largo plazos, a fin de satisfacer las demandas de agua y alimentos de la población actual sin comprometer las futuras, aspiración altamente anhelada por toda la sociedad mexicana.

Abordar los problemas de inundaciones y sequías de una manera integral y esclarecer cómo debe ser la gobernanza del agua en México es uno de los temas pendientes.

Objetivo

La seguridad alimentaria se logra cuando las personas, en todo momento, tienen acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, sanos y nutritivos que satisfagan sus necesidades y preferencias alimentarias para una vida activa y saludable. Según el Consejo Nacional para la Evaluación

1,734 m3/hab/año Escurrimiento

31%

69%

Promedio nacional 4,416 m3/hab/año

13,097 m3/hab/año

de la Política de Desarrollo Social (2011), sólo el 55.7% de la población mexicana se encuentra en situación de seguridad.

El insumo más importante para la producción agrícola de alimentos es el agua –al menos en las localidades tierra adentro–. Las personas que tienen acceso a ella tienden a presentar menor inseguridad y desnutrición. El agua es un elemento esencial y su ausencia una de las causas más frecuentes de la hambruna, particularmente en las áreas donde la gente depende de la agricultura local para la autoalimentación y el ingreso familiar. Además, la lluvia errática y las variaciones estacionales de la disponibilidad física del agua a lo que se podrían añadir las posibles consecuencias del cambio climático– son capaces de causar escasez temporal de alimentos, y las inundaciones y las sequías son el origen de las emergencias alimentarias más severas.

Población Tomemos el caso del Sistema Hidroagrícola SinaloaSonora Sur, que al 21 de julio 77% presentaba un problema severo de escasez hídrica, con un porcentaje de almacena23% miento de 23.5. Este sistema es el mayor productor de maíz y trigo en nuestro país, por lo que, de no haber aportaciones importantes a las presas, no se tendrá suficiente agua para garantizar un ciclo otoño-invierno completo, lo que se reflejará en una menor producción de alimentos. Por lo Figura 1. Contraste entre el desarrollo y la disponibilidad de agua. tanto, es de considerarse que las autoridades y productores deben tomar las medidas preventivas pertinentes a la mayor brevedad posible. Aunque la disponibilidad física del agua varía dramáticamente de una región a otra, el sector agropecuario es el que más la usa y la consume. Pero, incluso en las áreas con recursos hídricos limitados o erráticos, la optimización de su uso puede incrementar la productividad y la producción agropecuaria de manera notable. Ésa es la clave para mejorar la seguridad alimentaria y Fuente: Conagua. reducir la pobreza –al menos Figura 2. Histórico de inversión pública federal en infraestructura hidroagrícola. la alimentaria–, especialmente en las áreas rurales, que albergan a la cuarta parte de los mexicanos, y en las comunidades indígenas, que representan un 12% de la población nacional, grupos en los que se presentan con frecuencia problemas de inseguridad, desnutrición y al mismo tiempo obesidad. La disponibilidad nacional de agua es suficiente para sostener una producción agrícola que conduzca a esta seguridad; sin embargo, el agua no siempre está en el lugar donde se necesita, con la distribución temporal para satisfacer las etapas fenológicas de los cultivos ni con la calidad requerida. Por otra parte, la mejor estimación de la frontera agrícola nacional es de 34.7 millones de hectáreas; las tierras cultivables se reducen a 25 millones, donde se dispone de infraestructura hidroagrícola y de transporte. Sin embargo, no todas están activas, ya que se siembran alrededor de 22 millones y se cosechan 20 millones.

PIB 87% 13% Concepto Superficial Subterránea Total Disponibilidad natural de agua *Agua renovable (aguas nacionales) 354,990 91,788 446,777 *Cifras en millones de metros cúbicos; fuente: Estadísticas del Agua en México, Conagua, 2016. 12,000 En sexenios anteriores 2007-2018 la inversión 10,000 complementaria de los usuarios fue de 38,390 mdp. 8,000 6,000 4,000 2,764 2,000 0 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021

4,728 5,046 6,376 7,344 10,657 8,967 10,165 7,743 7,248 4,182 2,009 2,000 1,962 1,572

Inversión total sexenio 2007-2012 36,465 mdp Inversión total sexenio 2013-2018 40,314 mdp Inversión total este sexenio 5,534 mdp

Propuestas de solución

Para atender el crecimiento de la demanda de alimentos, el país debe avanzar en dos campos: aumentar la productividad por unidad de tierra y aumentar la superficie cultivada. Este tipo de desafíos ha sido tratado internacionalmente con una relación promedio de 70/30 entre estos dos caminos, es decir, el 70% por el aumento de la productividad y el 30% a través del aumento de la tierra cultivable.

Esta expansión de las tierras cultivables debe complementarse con un aumento del 35% de la productividad por área de unidad física, ya sea por un aumento del rendimiento por unidad de superficie o por el establecimiento de dobles cultivos. En su caso, la expansión de las tierras de cultivo debe ir acompañada de un uso más eficiente del agua, con el objetivo de incrementar entre 10 y 15% la eficiencia global de la conducción, distribución y aplicación del agua de riego.

Un análisis preliminar basado en las experiencias y evolución del sector hidroagrícola mexicano, que registra aumentos anuales del 0.85% en productividad y del 0.6% en tierras cultivables, indica que, para satisfacer la demanda hidroagrícola en 2050, un escenario factible es incorporar 1 millón de hectáreas para riego y 4 millones para la agricultura de temporal (García y Collado, 2015), y maximizar las proporciones de la superficie sembrada a la cultivable y de la superficie cosechada a la sembrada. Se estima que cada año, en promedio, 5 millones de hectáreas cultivables no producen porque no se siembran o porque hay fallas en la producción y no se cosechan. A este respecto, se sugiere la implementación de programas para fomentar la reactivación y rescate de áreas cultivables que permanecen ociosas o abandonadas. Por ejemplo, aquellos afectados por problemas de salinidad en los distritos y unidades de riego, debido a la falta de drenaje en áreas de intensas lluvias o por falta de rentabilidad. De esta manera, se puede elevar la superficie cosechada en al menos 2 millones de hectáreas, de 20 millones a 22 millones de hectáreas por año.

En suma, las mejores proyecciones indican que la población mexicana crecerá del orden de 22% hasta el año 2050. Para satisfacer esa demanda de la población, la producción agrícola deberá aumentar en un 70%. Por fortuna, hay infraestructura, experiencia y tecnología poco aprovechada. La mejor solución es lograr el aumento de la producción a partir del incremento de la productividad agrícola (60%), de la intensividad de los cultivos (18%) y de la expansión de la tierra cultivable (22%), lo que equivale incorporar 1 millón de hectáreas al riego.

Además de las inversiones para rehabilitar, modernizar y tecnificar la infraestructura, se requiere realizar y supervisar estudios y proyectos; capacitar al personal técnico de los sectores público y privado; coordinar la acción de las autoridades del agua y la agricultura y abordar los problemas sociales y ambientales.

El gobierno federal tiene escasos recursos, por lo que requiere la participación de la inversión privada.

Como se observa en la gráfica, los presupuestos a partir de los últimos sexenios han ido disminuyendo, el campo requiere mayores apoyos.

Mejor uso del agua de riego para la producción de alimentos

Me permito hacer unas recomendaciones para eficientar el uso del agua con fines agrícolas, que podrán enriquecerse con sus propuestas: 1. Elaborar un proceso de planeación hídrica. Es necesario que nuestro país cuente con planes de ordenamiento territorial que consideren la disponibilidad de agua como un elemento clave en su desarrollo, lo que, entre otros beneficios, contribuirá a preservar las fuentes de abastecimiento de agua actualmente disponibles. 2. Continuar rehabilitando, modernizando y tecnificando infraestructura hidroagrícola y el riego de manera que sea posible hacer un uso más eficiente del agua; con los volúmenes ahorrados, que el gobierno federal y los inversionistas dispongan el uso más conveniente. 3. Para poder sustentar la alimentación de la población actual y futura, es necesario ampliar el riego al menos 1 millón de hectáreas para un total de 8.3, e incrementar en 3.0 para un total de 6.0 millones de temporal tecnificado. 4. Impulsar las actividades agropecuarias en las zonas de temporal mediante el desarrollo de proyectos que permitan asegurar mejores rendimientos en los cultivos. 5. La investigación científica, el desarrollo tecnológico, la innovación y la transferencia de tecnología, así como la capacitación técnica y administrativa y el acompañamiento empresarial son los aspectos más sólidos para fomentar la productividad agrícola. 6. Hacer un manejo sustentable del agua en las cuencas compartidas. Para ello se requiere: −Mayor intercambio de información para tener un conocimiento más preciso de las cuencas. −Atención a los problemas de calidad de agua y el medio ambiente. −Aplicar estrategias y acciones para el control de avenidas y azolves, así como conservación de cauces. −Desarrollar esquemas conjuntos para la prevención y mitigación de posibles daños asociados a la ocurrencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos. −Seguridad en el campo para que se desarrollen sus labores con libertad.

7. Será necesaria una coordinación con instituciones federales, estatales y municipales y con las organizaciones de usuarios para desarrollar nuevos modelos de producción

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