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Martha Vélez Xaxalpa

plinada, de forma tal que se cumpla cabalmente y el activo tenga su operatividad adecuada, el riesgo disminuye. En la disposición final ya el riesgo es mucho menor.

Necesitamos gestionar los riesgos, y para ello les planteo estas actividades: la gestión del riesgo puede tener un proceso formal que implica identificar el riesgo, después analizarlo; hay metodologías específicas para analizar riesgos y, dado ese análisis, planificar la respuesta a esos riesgos para mitigar, disminuir, transferir los riesgos, implantar la respuesta y finalmente monitorear los riesgos.

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Hay dos conceptos que contribuyen al control, a la gestión de los riesgos. Para el mantenimiento quiero retomar los conceptos del análisis RAM (reliability, availability, maintainability, que es confiabilidad, disponibilidad y mantenibilidad), que se usa en las infraestructuras en Europa y en Norteamérica, y está muy bien estructurado, con procedimientos muy definidos y políticas muy claras.

También hay una derivación, que es RAMS, al que se le agrega la parte safety que es la seguridad.

Finalmente está el tema de la resiliencia, a la que podemos definir como la capacidad de reducir la magnitud y los efectos causados por fenómenos perturbadores.

Vamos a iniciar con una pregunta: ¿Cuáles son los riesgos más comunes y cuáles los más importantes en cada uno de los modos de la infraestructura del transporte en las etapas de diseño, construcción, operación?

MARTHA VÉLEZ XAXALPA Ingeniera civil con maestría en Ingeniería, especialidad en Vías terrestres. Tiene 20 años de experiencia en el servicio público estatal y federal. Es directora general adjunta de Proyectos en la Dirección General de Carreteras de la SCT.

En México, en materia de infraestructura en general, no solamente en carreteras, enfrentamos dos grandes retos: uno es mundial, el calentamiento global. Estamos literalmente en un mundo que se está derritiendo; los casquetes polares están perdiendo cada vez más hielo y esa agua se va a los océanos y genera mayor evaporación; en consecuencia tenemos lluvias que llamamos extraordinarias, atípicas, pero las tenemos desde hace 20 años, aproximadamente, entonces ya no son lluvias atípicas; tendríamos que estarlas gestionando de mejor manera.

Otro reto que tenemos como país es que nuestro terreno es predominantemente montañoso, con todos los fenómenos asociados a ello, como son altas precipitaciones, neblinas, terrenos inestables, etcétera.

Uno de los grandes riesgos en carreteras es la inestabilidad de las laderas, provocada en buena parte por las altas precipitaciones pluviales. Existen múltiples ejemplos de accidentes por derrumbes en el país.

La sostenibilidad es una bola de billar; cuando le pegas, afecta a todo lo demás. Es verdad, la sostenibilidad nos afecta en muchos aspectos de la infraestructura; en estos días tenemos noticias contradictorias, nos quejamos de la sequía y por otra parte de las inundaciones. Desde mi punto de vista, no es que no tengamos agua, sino que hay una mala gestión del agua.

Voy a ahondar en lo que considero que es una mala gestión del agua. Las lluvias torrenciales que están asociadas al fenómeno del calentamiento global afectan severamente a la infraestructura, en el sentido de que generan con muchísima frecuencia derrumbes de laderas o cortes en caminos, dejando comunidades incomunicadas, porque las carreteras están recibiendo ahora una cantidad de agua para la cual no estaban preparadas. ¿Cómo reaccionan los organismos especializados que controlan las avenidas? Nos aumentan, por normativa, los periodos de retorno, entonces cada vez tenemos más agua en precipitación pluvial y ¿qué hacemos?: obras de drenaje más grandes, y más y más grandes; tenemos casos en los que, con el periodo de retorno que se nos requiere, calculamos el área hidráulica y resulta que ni siquiera el cauce en su estado natural nos da el área hidráulica requerida para ese periodo de retorno. Es decir, si yo no obstruyo con nada el cauce natural, y ni siquiera así me da el área hidráulica… no sé si logro explicarme: aumentamos y aumentamos los retornos para las obras de drenaje, y ahora necesitamos áreas hidráulicas muy grandes que son difíciles de cumplir.

Lo que necesitamos hacer, desde mi punto de vista, no son obras de drenaje más grandes que dejen pasar toda el agua, sino gestionar mejor esta agua para que no llegue a mi camino; no me pidan una obra de drenaje más grande, mejor ayúdenme a que esa agua no llegue a mi camino y ponga en riesgo a la población dejando localidades incomunicadas o generando accidentes que ponen en riesgo la vida de los seres humanos. ¿Qué podemos hacer para que esa agua no llegue a mi camino? Existen muchas tecnologías; tenemos que pensar como país, tiene que ser un esfuerzo transversal e interinstitucional, pensar por ejemplo en vasos reguladores. Como país, como un esfuerzo transversal, interinstitucional, deberíamos estar pensando en vasos reguladores, aguas arriba, que no permitan que esas grandes cantidades de agua lleguen a las carreteras. En lugar de pedirnos obras de drenaje más grandes, pensemos en alternativas para gestionar mejor el agua.

Existen muchas otras tecnologías, por ejemplo en las ciudades, los pozos de infiltración; hay que buscar zonas donde tengamos terrenos arenosos, que pueden ser parques, camellones, siendo muy cuidadosos para no causar daños con la infiltración al terreno de las construcciones aledañas, haciendo un buen estudio, en lugar de que toda esa agua

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