16 minute read
La salud mental en la era digital
Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente una de cada ocho personas en el mundo sufre algún trastorno de salud mental
GLENDA NALLELI RUBIO DOMÍNGUEZ | Docente de Preparatoria Xochicalco, campus Ensenada
El lunes 13 de febrero de 2023, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, publicaron un informe sobre la salud mental de los adolescentes estadounidenses. El informe mencionó que más del 40 % de los estudiantes de secundaria siempre se sentían tristes y sin esperanza.
La doctora Kathleen Ethier, directora de la Sección de Salud Escolar y del Adolescente de los CDC, dijo lo siguiente: “Aunque la salud mental de los jóvenes se ha ido deteriorando durante los pasados 10 años, se ha visto que ahora las chicas adolescentes tienen más pensamientos y conductas suicidas que nunca antes, y su salud mental ha empeorado a un nivel sin precedentes”.
“Siempre siento algo de ansiedad, incluso cuando no tengo razones para sentirme así”.
“Cuando me parece que estoy de maravilla, me preocupo. Algo me dice que después de la euforia me invadirá la melancolía”.
“Yo trato de ir un día a la vez, pero a veces se me junta lo de todo el mes”.
Estos comentarios son de personas que tienen algún problema de salud mental. ¿Se siente usted iden- tificado con alguno de ellos, o conoce a alguien que esté pasando por algo así?
Si es así, ¿sabía usted que no es el único? Por todo el mundo, muchísimas personas padecen algún tipo de enfermedad mental o sufren porque tienen algún ser querido en esta situación.
Está claro que vivimos en “tiempos críticos y difíciles de soportar”, y por eso hay muchas cosas que nos causan angustia y dolor (2 Timoteo 3:1). Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 1 de cada 8 personas en el mundo sufre algún trastorno de salud mental. Y, a causa de la pandemia del COVID-19, en el 2020 los casos de ansiedad aumentaron un 26 % y los trastornos depresivos graves un 28 %.
¿Qué es la salud mental?
Cuando la salud mental de alguien es buena, esa persona se siente bien y puede realizar sus actividades diarias sin mayores problemas. Puede afrontar las tensiones normales del día a día, es productiva en su trabajo y se siente satisfecha con su vida.
¿Qué es un trastorno de salud mental?
NO es un signo de debilidad.
SÍ es un problema médico que puede causarle mucha angustia a alguien y alterar su forma de pensar, su capacidad de controlar sus emociones y su comportamiento.
Con frecuencia, afecta la capacidad que alguien tiene para relacionarse con los demás y para cumplir con las obligaciones diarias.
Puede ocurrirle a cualquier persona, sin importar su edad, cultura, raza, religión o nivel educativo y económico.
Algunos consejos para ayudarte a encontrar ese tan necesario equilibrio:
Establece límites saludables para el uso de la tecnología. Esto puede incluir cosas como establecer horas específicas para revisar el correo electrónico o las redes sociales, apagar el teléfono antes de acostarte y durante las comidas, y evitar el uso de dispositivos electrónicos en la cama.
Busca formas de conectarte con las personas en la vida real. Esto puede incluir actividades como unirse a grupos de interés, asistir a eventos comunitarios o hacer trabajo voluntario.
Considera la posibilidad de utilizar aplicaciones de seguimiento de la salud para ayudarte a mejorar tu bienestar mental. Recuerda, sin embargo, que estas aplicaciones no reemplazan la atención médica profesional y no deben utilizarse como tal. También hay aplicaciones que te permiten fijar un tiempo diario máximo en las redes sociales.
Toma medidas para proteger tu privacidad en línea. Esto puede incluir cosas como ajustar la configuración de privacidad en las redes sociales y limitar la información personal que compartes en línea.
Busca ayuda profesional si estás lidiando con problemas de salud mental. La tecnología puede hacer que la atención médica sea más accesible que nunca, y hay muchas opciones de terapia en línea y por teléfono disponibles.
Debemos ser conscientes de cómo la tecnología afecta nuestra salud mental y, en consecuencia, tomar medidas para proteger nuestro bienestar. Al seguir estos consejos y encontrar el equilibrio adecuado en el uso de la tecnología, podemos mantener nuestra salud mental en un lugar saludable y floreciente. Si logramos encontrar un equilibrio saludable, la tecnología puede ser una herramienta valiosa para nuestra salud mental y nuestro bienestar general.
Si bien la tecnología nos ha brindado herramientas para acceder a información y conectarnos de manera global, también ha aumentado la sensación de estar siempre disponibles, lo que puede generar estrés y agotamiento. Las redes sociales pueden fomentar comparaciones insalubres y afectar la autoestima. Además, la constante exposición a pantallas puede interferir con el sueño y la capacidad de desconectar.
La salud mental en la era digital presenta una complejidad y diversidad de aspectos que demandan atención. Con el continuo avance tecnológico y su creciente integración en nuestras rutinas diarias, se evidencia que esta evolución conlleva tanto beneficios como desafíos para el bienestar psicológico. Por un lado, la conectividad digital abre puertas al acceso de recursos de apoyo, información y comunidades que comparten experiencias similares. No obstante, también se observa una serie de problemas asociados, como la sobreexposición a las redes sociales, la adicción a dispositivos electrónicos, el acoso cibernético y la constante presión de mantener una imagen perfecta en el ámbito virtual.
Es esencial establecer límites digitales y practicar el autocuidado en la era digital. Esto implica desconectar en momentos clave del día, priorizar las interacciones en persona y dedicar tiempo a actividades offline que nos brinden satisfacción. La conciencia de nuestro uso de la tecnología es el primer paso para mantener una salud mental equilibrada.
En resumen, mientras abrazamos los beneficios de la era digital, debemos cuidar nuestra salud mental con la misma dedicación. Establecer límites, practicar la autorreflexión y encontrar formas de equilibrar el mundo digital con el mundo real son pasos vitales para mantenernos emocionalmente saludables en esta era de constante conexión.
Educaci N
ESEQUUNDIT
Parumquatios maio. Id eatemquam ellaborro iliae modit lam commolore cum earumqu unditet omniminctur? Dae ducitiandi omnim recuptur aut dolupta tusdae. Ut litionsequo qui sincias non cum eaqui vollesto eumendae estis et ut odis dolorum reserum quiatis sint ad molorum viduciate am re molupicitat vitatem rendant untiat. Um vel et esequundit experum dolore molum dolum ditis eatem fugia volorumentia corecus inctior re, cuptati apudant aHos nonsceris. Marbit. Eporum seni se acienissidi in te quiterces C. Ad Catis. Mulia sul cotemum quodiosseremVeribus niendel litatem qui aut officiat lab isim et aci cumqui odit voluptatio. Acea nonse quamet, ut a quam ea de sunt modigen di ipicium exer um, sume de la computadora o televisor, puede ocasionar la postergación de la hora deseada para dormir
Nunca he sido un gran fanático de dormir demasiado. De hecho, desde que me acuerdo, tiendo a dormir poco. Sin embargo, durante la pandemia algo cambió y desgraciadamente sólo fue para empeorar.
Antes, dormía cinco o seis horas y me resultaba suficiente. Me levantaba renovado y con ganas de comerme el mundo y ahora puedo dormir siete o más horas y me despierto cansado y todo el día me siento así. ¿Qué cambió? Mi relación con mi teléfono.
¿Cómo pasó? El proceso fue simple, gradual y constante. Casi casi imperceptible pero implacable. Con la pandemia, se hizo común que me llegaran notificaciones de los compañeros de trabajo, de los alumnos, de los administrativos y, además, de los amigos y de la familia que vive fuera de Ensenada. Esa dinámica me fue haciendo dependiente del teléfono poco a poco.
Al principio, no respondía las llamadas después de las 10 pm. Pero al mes de cuarentena (en abril), a las 10:30 pm ya estaba dando tolerancia “por cualquier cosa”. Para finales de 2020, las 12:30 am ya me parecía bien y hasta me resultaba un horario normal para interactuar con los demás. Y ahí, algo se rompió, cambió de manera definitiva. Aunque dejara el teléfono a las 12:00 am, yo terminaba durmiéndome hasta la 1 o las 2… si bien me iba. puedo dormir muchas horas de corrido. Tres horas, quizá cuatro. No más. ¿Y el resto de las horas? Las compenso con una siesta en la tarde. O, más frecuentemente, duermo en la noche en dos periodos más o menos consecutivos, con un intervalo de no sueño. Si decido aprovechar ese receso para hacer cualquier cosa (sin importar qué sea), es muy probable que ya no pueda conciliar el sueño o que se prolongue mi periodo de vigilia por varias horas.
Así, obviamente era complicadísimo estar alerta a las 7:20 am que iniciaban mis clases. De hecho, aunque lo estuviera. Invariablemente, al poco tiempo, mi cuerpo me exigía las horas de sueño que le había quedado a deber. Por eso, empecé a tomar una siesta de media hora a las 11:00 am. Y otra más, de 3:00 a 4:00 pm. Y así fue como mis hábitos de sueño quedaron trastocados, dañados de forma permanente.
Mientras se prolongó la pandemia (y con ella la cuarentena), no hubo ningún problema (o eso creía yo). Sin embargo, cuando tuvimos que regresar a clases de manera presencial el asunto se puso bastante feo. Al ya no poder hacer mi siesta de las 11:00 am mi energía empezó a decaer.
Intenté regresar a mis hábitos anteriores, pero fue en vano. Lo atribuyo al uso constante del teléfono que me mantenía demasiado alerta para poder dormir con prontitud en la noche en cuanto me iba a la cama. Lo intenté todo, la cena abundante, la cena ligera, la ausencia de cena, la eliminación del café, del té, del chocolate. ¡Nada funcionó!
Y fue en ese momento cuando, gracias a mi formación científica, decidí investigar y entender por qué ocurría eso. Y encontré un tema tremendamente interesante: la procrastinación del sueño.
¿A qué se refiere este concepto? Concretamente, describe al acto de “irse a la cama más tarde de lo previsto, sin tener razones externas para hacerlo”. La noción de procrastinación a la hora de acostarse fue introducida por Kroese y colaboradores en el año de 2014. Y, desde entonces ha recibido mucha atención por ser una problemática en aumento.
Algunas de las consecuencias del sueño insuficiente, son posibles déficits de atención, bajo rendimiento académico, depresión, conductas peligrosas y salud reducida
¿Pero por qué se relacionaban esas investigaciones con mi caso particular de modificación de patrones de sueño? Porque, hoy en día, se utiliza este término (procrastinación del sueño) en relación con el postergar el horario de dormir por el uso excesivo de pantallas.
Y eso me hizo sentir mal. Sobre todo, el asunto del chocolate; con quien solía tener una relación bastante amistosa y provechosa para conciliar el sueño. Para mí, hasta el año 2019, el chocolate caliente era mi pase de abordar al viaje en aerolíneas Morfeo. Pero, ya no más. Eso se fue con la pandemia. La cuarentena canceló mi suscripción a ese servicio tan provechoso de beber chocolate y dormir. Ese fue un deceso indirecto e involuntario vinculado al Coronavirus (sería interesantísimo conocer el total de hábitos que murieron por motivo de la pandemia y su cuarentena, seguramente se contaría por decenas de millones, o más).
Sin embargo, ese no fue el cambio más sobresaliente. El efecto más curioso fue que, ahora, ya no
Como se sabe, el uso tanto del celular como de la computadora, el televisor y el acceso a las diferentes distracciones son, en la actualidad, prácticamente ilimitados, y ese uso para distracción puede ocasionar la postergación de la hora deseada para dormir. Además, estos dispositivos electrónicos se continúan empleando en las habitaciones, por lo cual no solo postergan el sueño, sino también pueden interrumpirlo. La presencia de tecnología multimedia en la recámara predice una menor duración del sueño y peores hábitos de sueño.
Lo anterior tiene mucho sentido ya que las personas pueden acostarse y, desde la cama, seguir utilizando sus redes sociales, ver películas en televisión o videos de
YouTube en sus teléfonos inteligentes durante horas, perdiendo el control de su horario de inicio de sueño. Es decir, las personas pueden programar la hora deseada para acostarse, pero no pueden dormir el número de horas deseado. Incluso, pueden acostarse a tiempo (tiempo rutinario de acostarse) pero no pueden dormir a tiempo (postergan el inicio del sueño).
Pero el asunto es un poco más delicado todavía ya que la luz azul de los dispositivos electrónicos altera nuestro reloj biológico, dado que el “marcapasos circadiano humano” se regula mediante la exposición a la luz que actúa sobre los receptores oculares, que a su vez regulan la secreción de melatonina.
La melatonina es una hormona del cuerpo que juega un papel muy importante en el sueño. La producción y liberación de esta hormona en el cerebro está relacionada con la hora del día. Es decir, que aumenta cuando está oscuro y disminuye cuando hay luz. Los medios electrónicos que emiten luz azul, entonces, pueden disminuir y postergar la secreción de melatonina. Esto, le enviaría la señal incorrecta al cerebro del tiempo en que tiene que dormir y, por lo tanto, se retrasaría la señal para empezar a descansar.
Todo este asunto de los problemas de sueño, vinculados a dispositivos electrónicos, es más complejo y problemático de lo que se piensa porque las consecuencias del sueño insuficiente, principalmente en adolescentes y adultos jóvenes, son posibles déficits de atención, bajo rendimiento académico, depresión, conductas peligrosas y salud reducida. Las alteraciones persistentes del sueño, por ejemplo, son factores de riesgo para desarrollar posteriormente enfermedades mentales y trastornos por abuso de sustancias.
Obviamente leí muchos artículos sobre este tema que me preocupaba y afectaba al mismo tiempo. Pero, recuerdo un dato que realmente me perturbó. Los adolescentes de Estados Unidos, el 100% de ellos, “utilizaba al menos un dispositivo electrónico en la cama. El 57% veía televisión, el 90% reproducía música y el 43% utilizaba computadoras”.
Esta información me generó un conflicto severo. No solamente por el hecho de poder empatizar con ellos, sino porque no pude dejar de pensar en dos asuntos que se le relacionaban: Primero, que nuestros jóvenes y adolescentes podrían presentar porcentajes, si no iguales, al menos sí semejantes. Y, segundo, los problemas de salud emergentes vinculados con estas prácticas; como pueden ser: trastornos musculoesqueléticos, visuales y psicosociales.
Particularmente este último aspecto, me causaba desasosiego. Porque todavía tenía muy presentes los problemas de socialización que me había tocado ver durante la primera semana que volvimos a clases presenciales, después de la cuarentena.
Entonces, el buscar información e investigar sobre mi dificultad para conciliar el sueño, me ayudó a entender que no era el único con esa problemática. Pero también, me permitió comprender sus causas y, la explicación bioquímica de lo que me estaba ocurriendo. Sin embargo, mi problema seguía ahí. Entonces, valía la pena plantear una pregunta más, con base en esa información. Dicha pregunta era ¿qué debería hacer para restaurar mi condición de sueño saludable?
Las recomendaciones que encontré suelen ir en el siguiente sentido: Apagar los teléfonos celulares y computadoras aproximadamente una hora y media antes de la hora que se piensa dormir. Además, se recomienda tener una rutina antes de acostarse. La cual, por supuesto, no incluye ningún dispositivo con pantalla que llame nuestra atención y altere el patrón normal de secreción de melatonina.
R Quiem De Un Libro
Brenda González*
QUINTO RÉQUIEM: Oda a la vida
¿CUÁNTOS DE NOSOTROS hemos llegado a no entender el sentido de nuestra vida o la razón de la misma, reflexionando en quiénes somos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos? En esta ocasión, me gustaría recomendarte algunos libros que espero te ayuden a encontrar una respuesta satisfactoria a estas dudas, o al menos reflexionar un poco más sobre ello.
Me gustaría empezar con una lectura ligera llamada ‹El pequeño libro de superación personal›, del autor Josef Ajram. Si disfrutas leer pequeñas frases inspiradoras, este libro es para ti. Es una lectura muy amena y dinámica que te hará comprender que todos hemos pasado por ese momento de descubrir que no estamos haciendo algo para alcanzar la felicidad, o si estamos en camino hacia ella, y te ofrecerá ideas para avanzar más rápidamente. Si después de leer este libro aún te quedan más dudas que respuestas, te recomiendo leer a Schopenhauer y su obra ‹El arte de ser feliz›. Este filósofo reunió cincuenta consejos para la vida que cualquier persona puede aplicar. Menciona de manera más clara los pasos a seguir para alcanzar la tan deseada felicidad. Claro está que son sólo pautas; todo lo demás radica en uno mismo y en el contexto que vivamos, porque es cierto que todos perseguimos una felicidad diferente, pero sin duda, todos podemos alcanzarla.
«No hay cosa peor que la neutralidad, define tu destino.»
- Josef Ajram
Por último, me gustaría recomendar ‹Querido yo: vamos a estar bien›, de Alejandro Sequera, un libro que ha sido muy inspirador para mí. Mucho de lo que se expone en él me ha ayudado a comprenderme un poco más y a abrazar quien soy. Si todavía estás en el camino de conocerte, por favor, léelo. No olvides que eres importante y especial. Este libro está escrito con sentimientos, así que no trates de encontrar la perfección en él, simplemente disfrútalo.
Muchas gracias por leerme una vez más. Te deseo mucha felicidad en tu vida. Recuerda que solo se vive una vez, así que vive apasionadamente cada momento y nunca te arrepientas de lo que te hace feliz. Te deseo felices fiestas decembrinas y que sigas disfrutando tu vida.
¡Hasta la próxima!
¿Por qué Réquiem de un libro? (LA MUERTE DE UN LIBRO) Es una metáfora donde un libro muere al no ser “encontrado”, como miles de escritores con tan buenas historias no logran ver la luz y simplemente su libro muere, escribo esta columna con la intención de hacer llegar estas lecturas a más personas.
*Diseñadora / amante de la vida que te muestran los libros.