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Educación emocional post pandemia
Dra. Rocío Alejandra Valencia Gamero*
La adolescencia es una etapa de gran vulnerabilidad ante las situaciones que el individuo se enfrenta. Sin embargo, para la sociedad en general, es un periodo complicado, creando tan mala fama entre los adultos que a estos mismo se les olvida que pasaron por ella. En muchas ocasiones se vincula al adolescente como alguien problemático, frecuentemente creyendo que son apáticos, irresponsables o poco comprometidos, e incluso, se cree que son incapaces de cumplir con determinadas tareas.
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Es importante resaltar que, la adolescencia es una periodo necesario e indispensable para llegar a la adultez; de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, es una etapa única y formativa, pero los cambios físicos, emocionales y sociales que se producen en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, los malos tratos o la violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud mental. Protegerlos de la adversidad, promover en ellos el aprendizaje socioemocional y el bienestar psicológico, y garantizar que puedan acceder a una atención de salud mental, son factores fundamentales para su salud y bienestar durante esos años y la edad adulta.
El cambio de rutinas derivado de la pandemia de COVID-19, ha tenido consecuencias en el bienestar y desarrollo emocional de los individuos, pero sobre todo en niñas, niños y adolescentes (NNA). Un estudio realizado por la UNICEF, muestra cómo la crisis de la pandemia ha tenido un fuerte impacto. El estudio muestra las emociones y sentimientos a los que se enfrentaron los primeros meses, donde el 27% sintió ansiedad y el 15% depresión; su percepción hacia el futuro también se ha visto afectada negativamente, pues el 43% de las mujeres y 31% de los varones se sienten pesimistas frente al futuro.
No solo ansiedad y depresión dejó el confinamiento, si no una serie de riesgos que pusieron en peligro el bienestar de los NNA de todo el mundo, pues se calcula más del 50% de los suicidios son cometidos por jóvenes de entre 15 y 19 años. En el caso de los NNA que sufrieron situaciones de violencia, abandono o abusos en el hogar, los cierres dejaron a muchos de ellos desamparados en compañía de sus maltratadores y sin el apoyo de sus maestros, las familias ampliadas y las comunidades.
El regreso a la presencialidad ha sido unos de los más grandes beneficios para la humanidad y especialmente para los NNA, sin embargo, puede ser un gran reto para muchos de ellos, pues pueden estar presentes muchos temores.
Recordando que toda crisis implica respuestas emocionales de alta intensidad, entre ellas: pánico, estrés, ansiedad, rabia y miedo. Por ello, es importante que las personas desarrollen habilidades de aprendizaje socioemocional, con el fin de enfrentar las situaciones estresantes. Según el informe de la UNESCO (2019), la idea de educación emocional tiene una gran variedad de explicaciones, sin embargo, al realizar diferentes lecturas de diferentes autores, es posible determinar elementos que refuercen la orientación y la búsqueda de estrategias que favorezcan el desarrollo de las habilidades sociales y emocionales.
Rafael Bisquerra (2020), señala que la educación emocional es una propuesta educativa que tiene sus orígenes en los años noventa, sin embargo, en los últimos treinta años, a través de la práctica, la investigación y la difusión, se sigue hablando de este precepto. Lo anterior, como menciona Bisquerra, se usa el término de educación emocional en virtud de economizar el lenguaje y así facilitar una comunicación ágil y ligera para los padres de familia, alumnos, docentes y la sociedad en general.
La educación emocional es “proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social”.
Por lo que se convierte en una estrategia de prevención para disminuir los efectos de aquellos factores que pueden dificultar no solo el desarrollo, sino el bienestar personal y social de las personas, respondiendo a toda una serie de necesidades sociales.
Nos encontramos ante una forma de prevención primaria inespecífica, pues minimiza la vulnerabilidad de ciertas disfunciones y previene su ocurrencia, garantizando el afrontamiento ante las circunstancias de la vida con mayor garantía de éxito. Asimismo, las emociones son el origen y la motivación de las conductas y comportamientos de los individuos, siendo la clave de la interacción de las personas con el entorno, además del propio conocimiento y crecimiento personal.
El rol de las instituciones educativas es irreemplazable, especialmente en el resguardo del aprendizaje de cada niño, niña y adolescente, en la promoción de buenos tratos en las familias, en la entrega de recursos psicosociales al mundo adulto, en el apoyo y protección a la salud mental comunitaria, y en la prevención de la pobreza infantil (UNICEF, 2020a)
El apoyo en torno al desarrollo socioemocional, ha sido reconocido como un ámbito clave de la gestión escolar, pilar del proceso de acompañamiento a las comunidades escolares, tanto en la recuperación de la actual crisis como en la construcción de comunidades resilientes, con lazos fuertes de cuidado común y capaces de afrontar los desafíos presentes y futuros.
Cuando la institución educativa decide poner en el centro de su quehacer el apoyo socioemocional,
este paso requiere del cuidado mutuo entre todos los distintos miembros de las comunidades educativas; pues el bienestar común es un proceso promovido por las relaciones interdependientes entre estudiantes y sus familias, profesionales y asistentes de la educación, docentes y directivos. En el contexto de emergencia o en el caso de pandemia por COVID-19, diversas necesidades vinculadas al ámbito socioemocional emergen como desafíos a abordar.
3 a. Necesidades individuales derivadas de la contingencia, como los duelos por pérdidas de seres queridos, estrés sostenido por hospitalización o enfermedad propia o de un cercano, angustia y ansiedad, sentimientos de aislamiento y soledad, incertidumbre por pérdida del trabajo de apoderados(as), desmotivación y falta de involucramiento con la formación.
3 b. Necesidades colectivas en contexto de pandemia, tales como el aumento del riesgo de maltrato físico, psicológico y negligencia al interior de las familias, riesgos derivados de la exposición excesiva y poco regulada a pantallas (vínculos abusivos como cyberbullying, sexting o grooming), pérdida de amistades y vínculos cotidianos entre estudiantes.
3 c. Necesidades de existencia previa, consecuencia de la crisis, tales como las brechas socioeconómicas y digitales, la segregación territorial, la influencia de la desigualdad social en las oportunidades de aprendizaje o las inequidades de género.
Es urgente que las comunidades educativas se preparen para afrontar no sólo las actividades de aprendizaje de manera diferente sino también considerar que los estudiantes traen una carga emocional propia a partir de sus historias personales y familiares. Para ello se requiere desarrollar una estrategia de apoyo socioemocional que pueda dejar en los individuos la capacidad para enfrentar de mejor manera futuras emergencias o crisis, ofreciendo recursos y habilidades para el resto de su vida. En este contexto, resulta importante elaborar distinciones respecto a qué entender por apoyo socioemocional.
Estas distinciones pueden ayudar a hacer operativo el uso del término, identificando sus distintas dimensiones, facetas o usos posibles y la UNICEF propone al menos cuatro dimensiones interconectadas del término apoyo socioemocional en el ámbito educativo.
Bienestar integral en las comunidades escolares:
Esta dimensión tiene relación con la promoción del bienestar integral para cada miembro de las comunidades educativas, incluyendo en las comunidades a los infantes, estudiantes, educadoras(es), profesores(as), familias, equipos directivos y de convivencia, asistentes de la educación, entre otros. El concepto de bienestar integral se entiende como “una condición de salud holística y el proceso para alcanzar esta condición. Hace referencia a la salud física, emocional, social y cognitiva”.
Trabajar por el bienestar de otros implica atender distintos tipos de necesidades en las comunidades, tales como las necesidades personales de cada miembro (salud física, psicológica, esperanza, optimismo); las necesidades relacionales (solidaridad, sentido de comunidad, afecto, vinculación y apoyo social, cuidado y compasión); y las necesidades colectivas, de largo aliento, como la aspiración a la igualdad, la inclusión o la justicia.
Salud mental y apoyo psicosocial (SMAPS):
La segunda dimensión de trabajo en torno al apoyo socioemocional, es la gestión de la respuesta en salud mental y apoyo psicosocial (SMAPS). Por definición, el denominado apoyo psicosocial “tiene como objetivo ayudar a las personas a recuperarse después de haber vivido una crisis que haya alterado sus vidas, y a mejorar su capacidad para volver a la normalidad después de vivir acontecimientos adversos” (INEE, 2018, p.17). Este tipo de apoyo representaría una modalidad específica del apoyo socioemocional en general.
Aprendizaje socioemocional
El “Aprendizaje socioemocional” (SEL, por sus
siglas en inglés) es un campo de reflexión, investigación e intervención diverso y en pleno desarrollo. Por lo mismo, existen variados programas, modelos y enfoques, con distintos énfasis, tanto en los temas abordados como en las habilidades incorporadas. Los siguientes son ejemplos de temas incluidos en estrategias de promoción del Aprendizaje socioemocional: a) Desarrollo socioemocional para el aprendizaje académico, por ejemplo, el trabajo sobre la autorregulación. b) Promoción de resiliencia frente a tensiones de la vida en sociedad y experiencias de trauma. c) Formación para la ciudadanía y desarrollo prosocial. d) Manejo de emociones, autoconocimiento y autocompasión. e) Aprendizaje socioemocional para una vida ética.
Afectividad y motivación en los procesos de enseñanza/aprendizaje
Todo proceso de aprendizaje involucra aspectos socioemocionales. Para aprender no basta con que los estudiantes se hagan presentes en las clases (sea en el aula o una pantalla de computadora). Para aprender, es necesario que tanto el cuerpo como la mente y los afectos de los estudiantes, estén disponibles para el aprendizaje y para el esfuerzo que esta actividad demanda. Aprender conlleva emociones, afectos y procesos subjetivos en su desarrollo, pues involucra a la persona en su conjunto.
Reconocer la presencia de la dimensión emocional en el aprendizaje ayuda a actuar en relación a la motivación de los estudiantes, buscando favorecer su persistencia y el logro de los objetivos de aprendizaje en cada actividad. “Saber es un proceso difícil, realmente, pero es necesario que el niño perciba que, por ser difícil, el propio proceso de estudiar se vuelve agradable”.
Para apoyar la identidad personal de cada niño, niña y adolescente para mejorar su autoimagen y autoestima; es necesario que tengan herramientas que les permitan disfrutar de la interacción social y fomentar lo positivo y adecuado con ellos mismos y con los otros. Para favorecer el desarrollo emocional y social a futuro es importante que los adultos puedan transmitir calma, tranquilidad y aceptación.
Egresada de la Lic. en Psicología, maestría en Docencia
Universitaria y Doctorado en Educación de CEUX, campus Ensenada
Docente de tiempo completo de la Facultad de Criminalística
Orientadora Educativa en educación media superior.