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Psicología positiva: descubriendo las vías | MELANNIE VENEGAS COSSIO

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Psicología positiva: descubriendo las vías

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Melannie Cosio*

«La vida causa los mismos contratiempos y las mismas tragedias tanto a optimistas como a pesimistas, pero los primeros saben enfrentarlas mejor». - Martín Seligman

La primera vez que escuché el término “psicología positiva” no pude evitar pensar en coaching o algo motivacional, ya que usualmente relacionamos lo positivo con estar siempre feliz o con una buena actitud, sin embargo, va mucho más allá. Para esto es importante situarnos en los inicios de la psicología, la cual comenzó siguiendo el modelo de la enfermedad el cual se basa en encontrar lo que no está funcionando en la persona, como sus pensamientos negativos, problemas psicológicos (tales como la ansiedad, depresión, estrés) e incluso las dificultades de adaptación, con la finalidad de brindar tratamiento.

Esto no quiere decir que el modelo sea incorrecto ya que hace 60 años ninguno de los trastornos mentales era curable o tenía tratamiento funcional. Actualmente después de clasificarlos, medirlos e incluso determinar su causalidad se ha logrado que todos tengan diversidad de tratamiento. Sin embargo, al usar exclusivamente este modelo los psicólogos y psiquiatras se volvieron expertos en diagnosticar patologías y se centraron en ayudar a las personas con algún problema, en reparar el daño, pero ¿qué pasa con aquellos que están estables y quieren aprender a mejorar?, ¿el tener salud es simplemente sinónimo de la ausencia de enfermedad?

Para responder a las preguntas, me gustaría aclarar que la psicología no es exclusiva para curar, tratar o aliviar algún síntoma, también es para mejorar y conocerse a uno mismo. Para esto, en adición al modelo de la enfermedad, Martin Seligman propuso en 1998 cuando fue nombrado presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría, desarrollar y estudiar las vías hacia la felicidad. Si bien la felicidad es subjetiva ya que depende de la persona, Aristóteles la denominó “eudaimonia” que significa la buena vida y no necesariamente habla de la felicidad, sino más bien “el vivir de acuerdo con lo que es importante”. La psicología positiva propone tres diferentes vías hacía la felicidad, independientes una de la otra pero que en conjunto se vuelven más grandes que sus componentes.

La vida placentera

La primera vía que se propone es “la vida placentera” y este es muy parecido al hedonismo, ya que consiste en experimentar y sentir toda emoción positiva que puedas. Un claro ejemplo son las personas famosas como artistas, músicos, modelos, etc. Que la mayor parte del tiempo gozan de los placeres de la vida. Cabe aclarar que el placer es un sentimiento puro y es inevitable notarlo, ya que involucra el pensamiento (cognición) y la emoción. Sin embargo, cuando se abusa de este sentimiento nos puede suceder lo mismo que cuando comemos muchas veces nuestro postre favorito, después de un tiempo pierde esa chispa que sentíamos al tomar la primera mordida. Esto nos lleva a la siguiente vía.

La vida comprometida

Dentro de esta vía, Martin Seligman propuso un

término llamado “flujo” del inglés “flow”, es aquel momento en donde estamos haciendo algo que nos apasiona tanto que el tiempo se detiene. Cabe aclarar que no necesariamente tiene que ser ese momento armonioso que a veces nos muestran en las películas, donde utilizan música clásica, alguien crea una obra maestra sobre un lienzo mientras disfruta del momento. Habrá personas que sientan el flujo en momentos así, pero habrá otros que lo sienten cuando están comiendo con sus seres queridos, cuando andan de compras en un lugar agradable o cuando se juntan entre amigos para ir por un café. Pueden ser desde momentos planificados a situaciones cotidianas, pero la clave está en pasarla tan bien que pierdes la noción del tiempo.

Este momento se vuelve una ecuación entre las habilidades personales que poseemos y las características de la actividad, ya que no tiene que ser muy aburrida porque no se alcanza el flujo, ni muy estresante porque se detiene. Por lo tanto, la psicología positiva busca potencializar las habilidades personales, mejor conocidas como fortalezas. A partir de esto, Seligman estableció un total de 24 fortalezas englobadas en 6 virtudes, tales como:

3 Sabiduría y conocimiento: como la curiosidad, amor por el aprendizaje, pensamiento crítico, ingenio y perspectiva. 3 Coraje: como la valentía, perseverancia, integridad y vitalidad. 3 Humanidad: como la capacidad de amar y ser amado, bondad, inteligencia personal y social. 3 Justicia: como el civismo, sentido de la justicia, liderazgo y capacidad de perdonar. 3 Moderación: como la humildad, prudencia y autocontrol. 3 Trascendencia: como la apreciación de la belleza, gratitud, esperanza, sentido del humor y espiritualidad.

La vida significativa

Esta vía es muy parecida a la anterior, ya que requiere que identifiques tus fortalezas y las utilices para “pertenecer a” o también “en servicio de algo más grande que nosotros”. Sobre esta vía el autor menciona haber invitado a sus alumnos a hacer algo altruista en aquellos momentos que no se sentían del todo bien, como resultado a los días se sentían mucho mejor, satisfechos consigo mismos.

Al estudiar el impacto de estas tres vías hacia la felicidad, Seligman descubrió que: La vida placentera es un 50% hereditaria y no contribuye a la satisfacción de vida por ser pasajera y habitual después de cierto tiempo. La vida significativa fue la más fuerte, tal como menciona el autor Viktor Frankl “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”1

No obstante, el placer se vuelve significativo una vez que has encontrado las otras dos vías y el placer se vuelve la cereza del pastel. También es importante aclarar que hay una diferencia entre disminuir la infelicidad y construir la felicidad ya que se requieren diferentes habilidades para conseguirlos. No significa que un método sea mejor que el otro, retomando lo que se mencionó al inicio, se trabaja sobre un mismo camino con diferentes vías que van hacia el mismo objetivo: fomentar el bienestar integral de las personas.

Orientadora de Psicología Aplicada, campus Ensenada.

1 Frankl, V. (2004). El hombre en busca de

sentido. El hombre en busca de sentido, 9-157.

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