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Educación y calidad de vida
Dra. Payola Ornelas Machado*
La educación en nuestro país ha sido un tema de análisis de las últimas décadas. Agentes educativos han colaborado en brindar su opiniones y aportaciones sobre los beneficios de esta, a través de sus investigaciones y experiencia. Algunos como docentes, otros como investigadores, pero la gran mayoría comparten lo siguiente; la educación es pieza clave para una mejor calidad de vida, porque al hablar de educación se habla de valores, disciplina y formación integral, mismo que afectarán positivamente a una mejor relación con nuestro entorno.
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Hablar de calidad de vida, es hablar de felicidad, de plenitud, salud, educación, economía, entre otras. La expresión ha sido definida por múltiples autores, sin que aún exista un concepto unificado, como lo manifiesta Rueda (2005, citado en Salazar, 2010). El término calidad de vida hace parte de un universo ideológico y no tiene sentido si no está relacionado con un sistema de valores. Esto lleva a pensar en la complejidad del concepto y las diferentes formas de abordarse.
Según la OMS, la calidad de vida es: la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas y sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno. (citado en Salazar, 2010, p. 42).
La calidad de la educación recibida, será reflejo en nuestras acciones tanto personales como laborales y centrándonos un poco más en este último, el nivel educativo alcanzado por los estudiantes afecta la capacidad, de estos, para obtener un buen puesto laboral en nuestra nación.
Eduardo Lora (2008), asesor principal del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo, plantea que el concepto calidad de vida necesita ser abordado desde las condiciones de vida, entre ella las:
Capacidades
3 Apreciación de la vida y felicidad; reconociendo en este último las limitantes de las fuentes de información subjetiva.
3 Como seres humanos abrazados por nuestra cultura mexicana, buscamos la felicidad dentro de la estabilidad emocional, económica, laboral y familiar.
3 Caminando por una línea que nuestros antecesores nos han marcado en los últimos años.
“Muchas veces la felicidad se confunde con la
Muchas veces la felicidad se confunde con la alegría, sin embargo, a mí me gusta considerar a la felicidad como un estado, porque una emoción como la alegría tiene una duración breve y la felicidad puede ser un estado que te acompaña”
BEATRIZ G. MONTEMAYOR FLORES
alegría, sin embargo, a mí me gusta considerar a la felicidad como un estado, porque una emoción como la alegría tiene una duración breve y la felicidad puede ser un estado que te acompaña”, indicó la doctora Beatriz Georgina Montemayor Flores, académica del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM.
“Si bien no todo depende de nosotros, en la felicidad, sí podemos tener un poco de control, desarrollando hábitos que fortalezcan este estado, entendiendo quiénes somos, cuáles son nuestros proyectos, lo que nos gusta hacer, haciendo lo que mejor nos sale, participando en algún proyecto e ir alcanzando poco a poco diferentes objetivos para ir generando el hábito de la felicidad”, destacó la doctora Montemayor Flores.
Desde temprana edad, la educación, nos ha brindado los valores y la disciplina que debemos utilizar para la toma de decisiones. En todos los niveles educativos, ha sido de suma importancia la implementación de tareas y responsabilidades a los alumnos, para recalcar que el éxito se logra a base de esfuerzo. El tener claro cuáles son nuestros proyectos de vida a nivel personal, laboral, académico y familiar, nos brindará estabilidad, felicidad y plenitud.
Según los últimos datos reportados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, se subraya que algunos indicadores utilizados para medir el índice de felicidad, y que hacen que este estado no sea subjetivo, son la vivienda, el salario, el trabajo, la comunidad en la que nos desarrollamos, el nivel de educación al cual se puede acceder, la conexión con el medio ambiente, el compromiso cívico, la salud, la satisfacción, el balance entre la vida y el trabajo y la seguridad.
Ya desde Aristóteles (1873), quien no habla de calidad de vida, pero usa los conceptos de felicidad y de buena vida como ejes fundamentales del desarrollo humano, es un estado emocional que remite a la felicidad y que se relaciona nuevamente con la satisfacción personal: para mí la calidad de vida es como la alegría que uno tiene de vivir, que uno sea feliz; la felicidad se puede entender como bienestar. “Se trata de un bien y con frecuencia de una finalidad” (Ferrater, p. 1153, citado en Salazar, 2010, p. 41).
En la escuela uno aprende a socializar, es un espacio donde adquirimos los aprendizajes para relacionarnos con los demás. La buena relación con las personas en mi entorno, es necesaria para una mejor calidad educativa. Diferentes investigaciones muestran cómo aumenta el bienestar subjetivo con las relaciones de amistad, más allá de la cantidad de amigos, por ser relaciones de confianza y apoyo, es decir gratificantes (Moyano, 2007; citado en Matijasevic et al., 2010).
*Directora de la Escuela de
Comercio Internacional y Aduanas.