RESILENCIA
Orgánica
Por Viola Edward
Dicen que la resiliencia es el reencuentro con la felicidad, que su lema es “cuenta contigo, cuenta conmigo”, y que forma parte del núcleo de la existencia de la naturaleza, es decir, de la vida toda. El término resiliencia viene del latín Resilio – Resiliere, que significa saltar hacia atrás, volver de un salto. En inglés, se denomina resilience a la capacidad que tiene algún material, de recuperar su forma original después de ser sometido a altas presiones. En 1970, el psiquiatra infantil inglés Michael Rutter y el neurólogo, psiquiatra y etólogo francés Boris Cyrulnik, inspirados en este concepto físico, introdujeron el término en la psicología, para denotar la capacidad de las personas de superar tragedias o acontecimientos fuertemente traumáticos. Cyrulnik, cuyos padres judíos fueron asesinados por los nazis, estudió la capacidad de recuperación de los
sobrevivientes de los campos de concentración y de niños criados en orfanatos. En 1973, Crawford Holling, ecologista canadiense recientemente fallecido, habló por primera vez de la resiliencia en la ecología, mientras buscaba comprender, cómo es que los ecosistemas se auto-mantienen y persisten frente a perturbaciones y cambios. El término apareció como un concepto que engloba la resistencia, el aprendizaje, la transformación, la adaptación y la renovación. Según Holling, en la naturaleza, hay dos características principales que definen la resiliencia de un ecosistema: 1. Los cambios o transformaciones que pueden soportar, sin perder su estructura y sus funciones, es decir, sin perder su esencia.
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