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MANUAL BÁSICO DE HISTORIA DEL ARTE Una vez lograda esta concepción tan intelectual del cuerpo humano, el siglo IV acentúa la tendencia hacia lo natural a través de posturas más relajadas y de un tratamiento de la anatomía menos matemático (Hermes con Dioniso niño, de Praxíteles). Desde aquí se llega al mayor realismo de la escultura helenística, que recurre a lo dramático tanto en las obras exentas (Laocoonte y sus hijos) como en el relieve (Altar de Zeus, Pérgamo), pero también a lo anecdótico (El niño de la oca). Como consecuencia, introduce nuevos géneros como el retrato y logra una fusión de la estatua con el ambiente (Victoria de Samotracia). La misma ruptura con lo egipcio se lleva a cabo en la pintura griega, comenzando en la cerámica arcaica, con la decoración de vasos que generalmente se destinan a un uso doméstico. En ellos, las figuras mantienen el cuerpo de perfil y los ojos de frente, pero, al mismo tiempo, muestran otras partes con menos rigidez, como los brazos y las manos, y otras quedan ocultas (Aquiles y Ayax jugando a las damas). Asimismo, se aplica el escorzo, lo que implica que el artista considera el ángulo desde el que observa lo que representa y, por tanto, intenta dar profundidad. Pero, de igual manera, en este caso la novedad se acompaña de la tradición, pues las figuras conservan todavía restos de lo aprendido en Egipto, como los contornos muy nítidos, la presencia de la mayor parte de los miembros en el cuerpo o la síntesis del frente y del perfil (La despedida del guerrero). Después, en la etapa helenística (siglos II a.C.-I d.C.) las pinturas murales y los mosaicos de pavimento denotan novedades iconográficas, pues ya el hombre deja de ser el tema capital para ser sustituido por otros como la naturaleza, los animales y los objetos inertes, como se revela en el descubrimiento de Pompeya y Herculano en el siglo XVIII, tras ser enterradas por la lava del Vesubio en el año 79 d.C.
4. EL ARTE ROMANO
Partiendo de los griegos, los romanos conciben el arte como un medio de hacer propaganda del poder político. Tras los primeros momentos de la monarquía (siglos VIII -VI a.C.), durante la república (siglos VI – I a.C.) conquistan Italia y comienzan una expansión que les garantiza su futuro control del Mediterráneo occidental y oriental. Después, el imperio iniciado por Octavio Augusto sobre la ruina de los reinos helenísticos trae un largo período de paz que hace posible la transformación de Roma como capital de un vastísimo territorio encarnado en la figura del emperador (siglos I a.C. – V d.C.). Se logra así la unidad de todo el Mediterráneo a través de una fuerte administración central, una sólida economía de conjunto, una lengua común (el latín), unas mismas leyes (el Derecho), una sola religión y una única moneda. A diferencia de los grandes imperios orientales, aquí existe un centro fijo que es la ciudad de Roma, punto de partida y de regreso en sus dominios. Surgen entonces dos ideas fundamentales que están presentes en todas las realizaciones artísticas romanas: el de ciudad (urbs) y el de mundo (orbis), que remiten respectivamente a los de centro y recorrido. Por introducir estas nociones, ausentes en etapas anteriores, los romanos se distinguen de todo lo que les precede y constituyen el fundamento de gran parte de lo que tras ellos acontece. Pero la verdadera clave para entender sus logros políticos y artísticos se encuentra en la religión.
ÍNDICE
MANUALES UEX
a) Marco histórico
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