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Luis Felipe Gómez, S.J

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JAVERIANA EN MOVIMIENTO: TRANSFORMANDO Y TRANSFORMÁNDOSE

Luis Felipe Gómez,, S.J.*

El profesor titular del MIT, Otto Scharmer1, presenta una poderosa imagen sobre permanencia y cambio en la educación superior hablando desde su propia institución. Scharmer dice: “La tecnología ha cambiado, pero el antiguo orden continúa”. Con lo anterior afirma que la pasión por el conocimiento científico y por la construcción de humanidad ha sido y sigue siendo guía para estudiantes y profesores desde la primigenia corporación. Esta pasión por el saber es parte del antiguo orden; sin embargo, los problemas y los medios que se utilizan para afrontar los cambios están transformándose.

* Palabras del Rector de la Universidad em la instalación de la XII Jornada de

Reflexión Universitaria, Melgar, 14 de agosto de 2019. 1 Scharmer, O. (2018). u.lab: Leading From the Emerging Future. Mooc EDX. La permanencia dentro del cambio tecnológico es la gran paradoja para pensar el presente de las Universidades y parte de la reflexión que impulsa las siguientes líneas.

Brunner2, estudioso de la educación superior actual advierte premonitoriamente sobre la coyuntura, mostrando de manera contundente nuevas fuerzas que se suman a la vertiginosa vertiente del cambio tecnológico:

El poder intelectual de la universidad se confronta hoy con las fuerzas del mercado, en un escenario en el que las instituciones educativas pierden el monopolio sobre la producción de conocimiento

2 Brunner, J. J. (2009). La universidad, sus derechos e incierto futuro. Revista Iberoamericana De Educación, 49, 77-102. https://doi.org/10.35362/rie490675

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avanzado, sobre el valor de cambio simbólico de las credenciales que otorgan y sobre la capacidad de autorregularse en función de sus propios ideales e intereses (pág. 77).

Este panorama parece advertir algunas crisis, pero también posiblemente oportunidades inimaginadas. A continuación, se analizarán las oportunidades emergentes y luego algunas de las amenazas. Finalmente, cuáles son los elementos que mantienen y renuevan la identidad universitaria en medio del cambio.

Esta reflexión se inspira y toma de referencia y punto de partida cuatro preferencias apostólicas de la Compañía de Jesús: La espiritualidad que da sentido; la justiciareconciliación que es oportunidad de cohesión social; los jóvenes que dinamizan y aportan esperanza en el futuro; y el cuidado de la casa común como uno tarea y compromiso de sostenibilidad.

Las oportunidades

A partir del increíble desarrollo tecnológico en cada cosa en el mundo, la pregunta es sobre el valor intrínseco de la tecnología para el mejoramiento de la existencia. La tecnología actual ha cambiado la vida de todos, ha modificado el modo de trabajar, las formas de entretenimiento, las relaciones sociales, el modo de administrar, el modo de gobernar y, poco a poco, también está cambiando la educación superior. Convergen en el presente muchas tecnologías emergentes, que han empezado a fusionar el universo físico, el digital y el biológico porque tienen arquitecturas similares: la nanotecnología, la biotecnología, las TIC´S, entre otras.

La incidencia de estas innovaciones afecta internamente a las universidades, no solo en lo pedagógico y en lo didáctico, sino en todo lo que hace para cumplir sus funciones sustantivas, y la administración universitaria. Hoy, se habla de diseñar currículos o educación a medida de cada estudiante con Machine Learning; de usar dispositivos y tecnologías adaptadas para mejorar el aprendizaje como: Computación en la nube, Computación cuántica, Internet de las cosas, Inteligencia artificial, realidad aumentada y, otras.

Desde la organización se habla de gestionar y administrar información académica y administrativa con analítica de datos, expedir títulos y documentos certificados con blockchain, promocionar las universidades con inteligencia de mercado y establecer relaciones con el mundo y documentarlas con grafos y redes. Todas estas son increíbles oportunidades a las que poco a poco se va reconociendo su valor.

Por mucho tiempo, el miedo a las máquinas que reemplazarían al ser humano hizo parte de historias de ciencia ficción y de amenazas futuristas. Distraídos en la tecnología y en su asombroso potencial, se fue fraguando las condiciones de obsolescencia de muchas actividades humanas; aunque también posibilidades para reinventarlas. Los que son mayores vieron desaparecer o transformarse grandes industrias humanas, por ejemplo, la industria

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editorial, la industria automotriz, la industria del entretenimiento, las artes, la fotografía, que hoy se reconocen totalmente distintas a como fueron antaño.

Al mencionar el miedo a la obsolescencia no se habla solo de la amenaza de caducidad de estas ocupaciones sino de la transformación o potencial desaparición del trabajo humano como se conoce y del aporte que cada cual podría hacer en este campo. ¿Habrá profesiones diferenciadas en el futuro? ¿Tendremos trabajo? ¿Será necesario competir laboralmente con las máquinas?

Se puede recordar, por solo traer algunos ejemplos, cómo entró en desuso la bacteriología tal como se conocía, cómo ya se anuncia que las labores rutinarias de un abogado y de un contador las podrían hacer computadores. Las tareas más convencionales del médico general, los diagnósticos básicos y el tratamiento de problemas médicos sencillos empiezan a ser asumidos por dispositivos electrónicos, robots y computadores.

Cuántos ahora mismo tienen relojes y teléfonos inteligentes que monitorean sus signos vitales básicos, los pasos que dan en el día y las calorías que consumen. El trabajo está cambiando, sin duda. Muchos puestos de trabajo se han ido perdiendo por los cambios en el mundo laboral y por las máquinas. También cambian los perfiles que buscan las organizaciones y se transforman las tareas que realizan los seres humanos. por ejemplo, google, Microsoft y otras empresas similares, han empezado a ofrecer vacantes para personas sin título, gente creativa, innovadora, usuaria de tecnología o creadora de contenidos; individuos que aparentemente ya no encuentran entre los titulados por universidades, jóvenes que ahora adquieren competencias digitales y para el nuevo mundo laboral por fuera de las instituciones de educación superior.

El desafío en medio del cambio es la renovación; ofrecer en las Instituciones de educación superior una formación acorde con los tiempos en curso. Las innovaciones profesionales, no deberían responder solo a la presión de la tecnología, también deberían surgir de la urgencia de resolver y transformar problemáticas sociales contemporáneas, la migración, la violencia social y política, los nuevos nacionalismos, la xenofobia, y los crímenes de odio que hoy emergen en diferentes latitudes. Estas demandas requieren de innovaciones sociales, que los jóvenes pueden pensar desde la universidad.

La nueva oferta debe impactar la investigación y la investigación debe transformar la oferta. El trabajo sobre nuevas preguntas que hasta hace poco tiempo no convocaban hoy se abren como campos promisorios: la investigación con las ómicas, las metodologías líquidas para transformar conflictos y otras áreas de gran desarrollo en los años recientes. Estos son espacios para explorar de manera más decidida como verdaderas oportunidades para renovar la oferta, para aumentar la pertinencia, para mantener la

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vigencia y para pensar el futuro de los egresados.

Nada asegura hoy día la fidelidad social de las personas a los títulos. Las universidades han sido pioneras en certificaciones cortas a través de sus ofertas de educación continua y recientemente con los MOOCs, pero ya muchas otras entidades certifican competencias profesionales y aprovechan este potencial con la promesa de conectar al estudiante directamente con una oferta laboral. Habrá que pensar si este puede ser un foco para el futuro, pero al reflexionar se precisa recordar que no solo se expiden títulos o certificaciones, hay un compromiso con

la formación de los mejores para

el mundo. Este compromiso implica que, aún en ofertas breves se debe mantener la rigurosidad del saber, el fundamento en la investigación que sustenta lo que se enseña y los valores que sirven para tomar decisiones y actuar. Esto es un diferencial que hace parte del “antiguo orden” y que sería importante conservar. Un valor que distingue a la universidad de otras propuestas manteniendo su vigencia y originalidad.

Buena parte de la innovación al interior de la universidad deviene de todos los desafíos del exterior. Tecnología educativa y pedagogía están trabajando juntas en el presente para crear ecosistemas fluidos de intercambio de conocimiento, más atractivos, más pertinentes y con mayor potencial. Si algo enseña el momento pesente es a descentrar la formación de la enseñanza, del maestro y de los contenidos; incluso del espacio (campus) y del tiempo (presencialidad)

El acento hoy está en el alumno, en su aprendizaje, en su ritmo, en las experiencias que aseguran el desarrollo de sus competencias y en los valores con los que actúan. Las aulas se abren, los alumnos viajan, se mezclan y transitan de manera más fluida con el contexto sintiendo de manera más sensible y real el mundo que esperan impactar. Los laboratorios dejan de estar solamente en edificios, están en los computadores y en los dispositivos, pero también son territorios virtuales y reales en las empresas, las comunidades y las organizaciones.

La didáctica se ha hibridizado. Nuevas disciplinas se han incorporado a la educación para facilitar y potenciar el aprendizaje de los alumnos. El aprendizaje por proyectos, el aprendizaje basado en problemas o basado en retos, la educación disruptiva, las aulas invertidas, el aprendizaje a partir de la experiencia y una cantidad de propuestas que diversifican los típicos seminarios y la cátedra magistral que ha predominado por largo tiempo.

¿Qué tan lejos o qué tan audaces se quiere y se puede ser? ¿Para qué se quiere la tecnología? ¿Cuál es el nuevo lugar de los maestros? ¿Para qué se necesitan hoy día las didácticas, los laboratorios, las prácticas, las aulas? o ¿Por qué se quiere cambiarlas o dejarlas atrás? No se puede dejar al mero desarrollo tecnológico la decisión sobre la educación, su sentido, sus medios y sus mediaciones. La sociedad demanda en los profesionales capacidades para pensar, por eso pide re-

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forzar las llamadas disciplinas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) durante toda la formación. El mundo considera estas competencias como herramientas básicas para la transformación social que requiere el presente y el futuro, pero no son suficientes. Además de ellas se requieren también otras competencias: La ética, la creatividad, el pensamiento crítico, la comunicación, el trabajo colaborativo, el liderazgo, las habilidades para la vida.

Se lidia con sistemas, y categorizaciones que evalúan desde sus parámetros la calidad universitaria, pero no es a lo único que responde la universidad de hoy. El foco al final del tiempo son los estudiantes, fortalecer y apoyar todo el talento y los recursos sean para que puedan servir más y mejor. Esta es la certificación de calidad que la universidad debe buscar y mantener.

Algunas amenazas

La primera y más importante tiene que ver con la mentalidad. Los directivos, los profesores y también los estudiantes necesitan hacer un cambio cultural. Para consolidarlo es importante propiciar el conocimiento mutuo más profundo, trabajar el liderazgo, poner en crisis el pensamiento; abrir la mente a nuevos aprendizajes y moverse de la comodidad del lugar que se ha ocupado siempre. En este sentido importante continuar la actualización y renovación de los proyectos educativos institucionales. Esto implica reeditar la propuesta pedagógica y revitalizar la docencia, la investigación y la extensión desde los nuevos desafíos del entorno.

Hacia afuera, es una buena idea fortalecer y hacer permanente una lectura del contexto, de los actores, de la dinámica social. Reconocer y discernir respecto de la Institución, qué es lo que debe permanecer y qué debe cambiar.

Una segunda amenaza es la de desfinanciación. Las universidades experimentan grandes dificultades de sostenibilidad; para ello se necesita explorar y lograr nuevas fuentes de financiación con mucha creatividad. Este es un gran desafío en tanto se conoce del envejecimiento de la población que disminuirá la cantidad de estudiantes y de la menor cantidad de hijos por familia. Se vive actualmente bajo exigencias de calidad con menos recursos disponibles, y se enfrenta la pérdida de vigencia de parte de la oferta educativa y de los medios y mediaciones empleados hasta el presente para ofrecerla.

Pese a que ya se exploran nuevas carreras y procesos formativos, es importante continuar intentando fortalecer el emprendimiento, renovar las ofertas actuales, no solo académicas sino de servicios, revisar formas de ahorro para poder ofrecer contrapartidas para fondos estatales y de cooperación que permitan captar recursos, invertir de forma decidida en todo aquello que aumente la pertinencia de la universidad y la calidad educativa; proponer algunas exenciones impositivas al estado para ofrecer becas y mejorar la cobertura, entre otras muchas posibilidades que se pueden

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y deben seguir intentando frente a la amenaza de la desfinanciación.

A modo de cierre

Esta es una época extraordinaria, llena de muchas posibilidades y cambios vertiginosos; está muy cerca de cada personas la ocasión del cambio y de seguir transformando la Universidad para que se mantenga vigente y sea luz de esta época como lo ha sido en otros momentos de la historia. Quizás este momento sea un punto de inflexión y los que viven ahora estén aquí para experimentar lo que significa.

Por eso podría considerarse una gran oportunidad vivir en este momento de la historia. Frente a este privilegio, la invitación puede ser a abrirse y atravesar este asombroso lapso de gran tensión creativa, cultivando y poniendo en práctica tres actitudes

La primera pasión por este proyecto singular y humanizador que es la universidad.

La segunda, liderazgo transformador para cambiar y visualizar la ruta que inspire a otros los cambios necesarios.

La tercera, flexibilidad para navegar en la incertidumbre de estos tiempos líquidos y difusos, sin perder el sentido, la vocación y la estructura que permite mantener la identidad.

La invitación es a crecer en estas actitudes y a construir colectivamente el futuro que necesita la Universidad.

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