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Fabiola Cabra Torres
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SENTIDO Y PAPEL DEL PROFESOR UNIVERSITARIO
Fabiola Cabra Torres*
Para pensar sobre el sentido y el papel del profesor universitario es necesario reconocer los desafíos propios de la universidad contemporánea, los cuales han sido delineados en algunas de las anteriores intervenciones y presentaciones de esta Jornada de Reflexión Universitaria. Para presentar este tema, desarrollaré la idea general de esta conferencia en dos momentos: primero, me referiré al sentido de la profesión docente desde la tradición universitaria; y, en segundo lugar, a los retos del contexto que interpelan el papel de los profesores para plantear algunos escenarios significativos.
1. Profesor universitario: el sentido
Con frecuencia se ha tratado de definir qué es o qué implica ser profesor universitario. Esta pregunta se puede responder de diferentes maneras, en función de los distintos niveles educativos, contextos de enseñanza y modelos de universidad. «Cada nivel educativo exige una forma de ser maestro»1. Para empezar, quisiera plantear un conjunto de aspectos que desde la tradición universitaria se consideran centrales:
Un primer aspecto refiere a que el profesor universitario se desempeña en el cruce de la profesión de origen y la docencia. Sus dos roles centrales
* Profesora de la Facultad de Educación.
Trabajo presentado durante la XII Jornada de Reflexión Universitaria, 14 -16 de agosto de 2019. 1 Borrero Cabal, Alfonso. El Maestro. publicado en La Universidad – Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias (Compañía de Jesús – Pontificia
Universidad Javeriana, 2008),
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son: ser experto en su disciplina y fundamentalmente ser un educador suscitador de situaciones y de experiencias de formación.
Otro aspecto asociado al anterior tiene que ver con que el profesor universitario se caracteriza ante todo porque tiene una tarea formativa y científica de profunda responsabilidad social, afronta el desafío de construir sociedad a través de la docencia y la investigación, de ahí la dimensión ética de su labor.
Un tercer aspecto sobre el cual existe un amplio consenso nos remite a que todo profesor y maestro2 deja su impronta en las aulas universitarias. Deja huella, inspira a otros. «En la universidad, cualquiera que sea la idea que la ilumine, una cosa es ser profesor (transmitir conocimientos) y otra cosa es ser maestro (transmitir vida). Ser maestro es no solo instruir, transmitir conocimientos, sino educar»3. Todas las personas, seguramente, hemos tenido un maestro que ha impactado nuestra manera de ver la vida o que nos ha llevado a un punto de inflexión en algún momento de nuestra experiencia de aprendizaje. Se trata de maestros de vida, maestros de sabiduría.
Un cuarto aspecto, dentro de la tradición pedagógica, refiere a la vocación como un requisito humano de la profesión docente y de ser maestro. La vocación no como sacrificio sino como compromiso con la excelencia en la tarea formativa y científica que ha decidido emprender. En palabras del padre Gerardo Remolina,
«Tener vocación de maestro es poseer la disposición para comunicar a los demás, de manera vital, los conocimientos y los valores de la propia experiencia; es la necesidad de conocer y hacer avanzar el conocimiento; es el imperativo de servir a la sociedad desde el saber e incitar a los otros a recorrer el mismo camino. Ser maestro es tener la vocación de hacer discípulos»4 .
El significado de ser maestro por elección de vida se ha explorado ampliamente en el proyecto Vida y testimonio de maestras y maestros javerianos5, así vemos que la vocación y la excelencia se expresan en el compromiso testimonial, los testimonios sobre el significado que le otorgan a la docencia son ilustrativos: “Tiene que ver con la pasión por el saber, pero también con esa pasión por el encuentro con el otro”; “Es una forma de compartir con otros más que unos cuantos conocimientos mi pasión por aprender”; “Un muy grande privilegio y, a la
2 Refiere en un sentido inclusivo a profesores y a profesoras, a maestros y maestras de la universidad. 3 Gerardo Remolina Vargas, S.J. El docente universitario. Profesor y maestro.
Conferencia dictada en el Seminario Taller sobre Carrera Docente Universidad
Católica de Pereira (Junio 1 de 2015). 4 Gerardo Remolina Vargas, S.J. Profesores y maestros de vida, en la celebración de la Facultad de Arquitectura y Diseño a sus profesores destacados como “Excelentes” (Julio 19 de 2012). 5 Ver la Serie Pensamiento educativo en la Universidad: vida y testimonio de maestros. Bogotá: Editorial Pontificia
Universidad Javeriana, vols. I y II.
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vez, una responsabilidad enorme”; “es acompañar el despliegue de los talentos”.
Como se puede observar, una de las preocupaciones más auténticas de estos maestros es la relación con el otro, su reconocimiento y las implicaciones para su educación. De igual manera, resulta oportuno mencionar que el sentido y papel del profesor universitario, están atravesados por la reflexión pedagógica y la investigación universitaria, de este modo, quiero traer a colación tres elementos: la formación pedagógica del docente, el currículo y el sentido y naturaleza universitarios.
1.1. Formación pedagógica e investigación universitaria
Conviene subrayar que los profesores son una población heterogénea y diversa, cuyas identidades sufren transformaciones a lo largo de la trayectoria profesional. No obstante, la docencia no suele concebirse como un aprendizaje a lo largo de la vida, que requiere formación permanente. Por otra parte, para que las universidades puedan cumplir su misión, alcanzar una visión de futuro en sus funciones académicas, investigativas y de servicio, requiere profesores preparados.
En la actualidad, las necesidades de formación docente están íntimamente relacionadas tanto con las necesidades de desarrollo estudiantil como con las líneas de direccionamiento de las instituciones educativas. ¿Cómo podremos los profesores, entonces, enfrentar los desafíos del aprendizaje sin tener una formación específica para la docencia? Ahora bien, se requiere de una formación pedagógica no tanto para responder al déficit o como asunto remedial frente a bajos resultados de una evaluación docente sino, especialmente, para que el profesor construya un trayecto formativo que posibilite el desarrollo de sus capacidades docentes para reflexionar, sistematizar, innovar e investigar sobre su propia práctica en relación con el proyecto educativo en el que se inscribe6 .
Un elemento indispensable a tener cuenta en su formación pedagógica es que la docencia hace referencia a la actividad profesoral como acción que caracteriza a una comunidad profesional y no solo al ejercicio individual. De ello resulta necesario decir que muchos de los desafíos del aprendizaje de las disciplinas, de campos o dominios de aprendizaje, o de las innovaciones didácticas como es el caso de la llamada enseñanza centrada en el aprendizaje, no dependen solamente de la iniciativa de un profesor, sino que requieren de un trabajo en comunidades disciplinares; estas son las encargadas de pensar el aprendizaje en relación con los contextos, la naturaleza de los campos disciplinares, los posibles diálogos entre disciplinas y con otros saberes, así como la relación formación-trabajoentorno social. En el ámbito de esas conversaciones es que se puede hablar de verdaderas comunidades
6 Ver la Formación pedagógica del profesorado javeriano en el CAE+E. https:// caee.javeriana.edu.co/formacion-pedagogica-general
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de práctica. De ahí la importancia de facilitar el diálogo reflexivo entre profesores que comparten tanto frustraciones como satisfacciones en la enseñanza, de modo que puedan reconocer, revisar sus creencias y promover verdaderas mentalidades de crecimiento7 .
Hay que mencionar que un aspecto escasamente considerado en los análisis sobre la Educación Superior es la importancia de promover en las instituciones una reflexión sistemática sobre su propio quehacer, particularmente la investigación en el campo de la docencia universitaria8 . Las investigaciones empíricas son escasas en el contexto colombiano, se han realizado algunos estudios aislados sobre deserción estudiantil (a nivel local) y la indagación sobre cómo aprenden las personas en entornos tecnológicos y el papel del profesor en es incipiente en nuestro país.
Ahora bien, ya que los cursos cortos y diplomados en estrategias de enseñanza no forman masa crítica, y tampoco son espacios propicios para la conformación de comunidades de investigación educativa, las universidades podrían crear centros de investigación en educación
7 Cuando los profesores muestran una mentalidad de crecimiento motivan a los estudiantes y tienden a suministrarle estrategias concretas para su mejora. En cambio, los profesores con una mentalidad fija suelen justificar los malos resultados. Dweck, C. Mindset: how you can fulfil your potential. New
York, Ediciones Robinson, 2012. 8 Ver III Conferencia Regional de Educación Superior, CRES 2018. superior en los que las didácticas universitarias y las innovaciones pedagógicas sean objeto de estudio, implementación y creación. Los países con una amplia tradición en la investigación universitarias son los países anglosajones, en América Latina se destacan Argentina, Chile, y México.
1.2. Currículo universitario
Así como el desempeño del profesor universitario implica estar comprometido con la autorreflexión y el mejoramiento de su propia práctica, se reconoce que tiene un papel relevante y de responsabilidad en las decisiones curriculares. Un currículo es una construcción histórica, política y pedagógica en la que se le atribuye sentido al aprendizaje de determinados contenidos y experiencias humanas valiosas. De este modo, los profesores universitarios son los llamados a dar vida a los currículos reales y a diseñar experiencias situadas de formación.
En vista de que, cada vez más, la oferta educativa de nuevos programas de pregrado y posgrado en las universidades se actualiza en los temas y problemas relevantes de las ciencias y de la sociedad, pero no se reflexiona lo suficiente sobre los métodos de aprendizaje y de evaluación académica en esos nuevos escenarios de formación profesional, se corre el riesgo de que los estudiantes y los contenidos cambien, pero el formato de clase y el rol del profesor siga sin transformarse, o se vuelvan más prescriptivos, menos pertinentes para las nuevas generaciones de estudiantes.
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Como sabemos, las clases centradas en la transmisión comienzan a perder sentido9 y, cada vez más, afrontamos el reto de enseñar a grupos de estudiantes que han cambiado en estilos de aprendizaje y que tienen a su disposición múltiples pantallas de información. Enseñar en tanto práctica social compleja, implica sobre todo poner el saber al servicio, crear y recrear situaciones para que los estudiantes puedan y quieran aprender. Así es que el papel formativo del profesor se ha reconfigurado a partir del reconocimiento de los cambios culturales que se producen en la sociedad contemporánea.
1.3. Ser y naturaleza universitarios Un aspecto adicional tiene que ver con la “idea” de universidad, porque de la idea que se tenga de universidad, dependerá el perfil del profesor y del maestro universitario10. En otras palabras, el sentido y papel del profesor universitario depende de cómo se define el ser y naturaleza universitarios. En el caso específico de la Pontificia Universidad Javeriana esa naturaleza se define como “factor positivo de desarrollo, orientación crítica y transformación de la sociedad en
9 Se propone en la actualidad rediseñar el formato de la clase y repensar el papel de profesor universitario frente al desafío de formar a partir de actividades de colaboración, creación y en entornos tecnológicos. Como se señala en: Mariana
Maggio. Reinventar la clase universitaria,
Buenos Aires, Paidós, 2018. 10 Cf. Gerardo Remolina Vargas, S.J. El docente universitario. Profesor y maestro, p. 7. que vive”11, lo cual se refleja en el perfil del profesor, quien, entre otras cosas, ha de:
-«Caracterizarse por su competencia académica y su idoneidad profesional; saber inspirar y motivar a los estudiantes en el marco de los valores que promueve la Universidad; investigar y comunicar pedagógicamente sus conocimientos y ser capaz de crear caminos con perspectivas realistas de acuerdo con las necesidades del país». -«Ser consciente de que su tarea educativa supera el ámbito puramente teórico y tiene una dimensión ética; poseer una actitud comprometida con la investigación y abierta a la realidad; y realizar un esfuerzo continuo de actualización científica, pedagógica y profesional». -«Ser un profesional comprometido, solidario, responsable, cumplidor de su deber, abierto al cambio; tener una coherencia entre los principios que enseña y sus actitudes; y ser una persona integralmente honesta»12 .
2. Papel del profesor universitario: los retos del contexto
En la segunda parte, me ocuparé de la reflexión específica sobre el papel del profesor a partir de algunas problemáticas y retos del contexto social que interpelan la enseñanza
11 Cf. Ser y naturaleza universitarios. https://www.javeriana.edu.co/institucional/ser-y-naturaleza-universitarios 12 Cf. Reglamento del profesor, Pontificia
Universidad Javeriana, 2014.
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universitaria, muchos de los cuales están en las agendas educativas mundiales y en los estudios del futuro global.
A manera de ilustración, el proyecto Millenium, Global Futures Studies and Research, 13 reúne un conjunto de estudios de prospectiva en diversos problemas globales. Hay por lo menos tres asuntos en los que hay un acuerdo a nivel mundial: que debemos hacer algo frente al desastre ecológico, el calentamiento global y el desarrollo sostenible; que no queremos más guerras por su efecto devastador en el desarrollo humano de las personas y naciones; y, que la educación tiene que ser un derecho humano, cuyo objetivo esencial tiene que ver con generar mayor consciencia, inteligencia y sabiduría para afrontar los desafíos globales.
Tanto la educación como el aprendizaje son una prioridad fundamental para la construcción de sociedades más inclusivas, democráticas y justas, por consiguiente, el aprendizaje no es solo un tema de la psicología o de la didáctica, sino que también implica la transferencia de un sentido de la identidad entre generaciones en clave antropológica y cultural. ¿Cuál puede ser, entonces, el papel del profesor en este escenario de aprendizaje global? Podríamos expresarlo en los siguientes términos:
Incorporar de manera reflexiva y crítica, los grandes temas vigentes de la sociedad global y local en los procesos de formación, y atribuir un sentido social a los saberes, a fin de contribuir al uso ético y creativo del conocimiento para la sociedad.
En el escenario de la educación universitaria todo ello implica una formación basada en la interdisciplinariedad crítica y en los valores, a la vez que el desarrollo de la capacidad para problematizar el conocimiento, principalmente, para desnaturalizar las desigualdades e injusticias sociales. Dicho brevemente, una enseñanza basada en el abordaje de los problemas sociales más allá de las fronteras de las disciplinas (C.P. Snow habla de evitar la separación entre dos culturas, las artes o humanidades por un lado y las ciencias por el otro).14
En el contexto de América Latina, la Educación Superior presenta un conjunto de continuidades en los problemas, con tendencias significativas y cambios en su estructura y dinámica, que inciden en las demandas educativas y sociales que se hacen al profesor universitario Las problemáticas presentadas en los estudios recientes15 refieren a que
13 The Millennium Project conecta futuristas alrededor del mundo para mejorar la comprensión de los problemas globales. http://www.millennium-project.org/
Challenge 9. How can education and learning make humanity more intelligent, knowledgeable, and wise enough to address its global challenges? 14 C.P. Snow. Las dos culturas. Buenos
Aires, Ediciones Nueva Visión, 2000. 15 Se recogen análisis de los siguientes estudios: Educación Superior en
Iberoamérica. Informe 2016. (Cinda,
Universia, por José Joaquín Brunner y
Daniel Miranda); La Educación Superior
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los mayores problemas se presentan en su gestión y relacionamiento, en la articulación con otros sistemas educativos, y en el acceso, la inclusión, la pertinencia, la justicia y la equidad como dimensiones de la calidad.
Sobre las brechas de aprendizaje y las brechas territoriales vale la pena detenerse: por una parte, frente a las primeras, el papel del profesor tiene que ver con la capacidad de reconocer la diversidad del capital cultural y simbólico con el que las nuevas generaciones llegan a la Universidad, y eliminar los factores que generan exclusión en los programas académicos —por ejemplo, al fortalecer el logro de las competencias académicas de lectura crítica de los estudiantes y la adquisición de competencias digitales para el empleo y la ciudadanía.
Por otro lado, en relación con las brechas territoriales, en el caso de Colombia, la escasa cobertura de la en las regiones no cubre las necesidades de formación de los habitantes, ni los empodera para impactar la región. Un aspecto que llama la atención es la deficiente formación de la juventud en muchos países afectados por conflictos, — pero los sistemas educativos pueden dotar a los jóvenes con las capacidades
como derecho humano y bien público (Unesco, 2018); Momento decisivo. La educación superior en América Latina y el Caribe (Banco Mundial, 2017); Nuevas dinámicas de la regionalización universitaria en América Latina (Claudio Rama, en magis, Revista Internacional de Investigación en Educación, 8 (17), 99-134), 2016). y competencias que necesitan para salir de la pobreza, del desempleo y de una situación desesperanzadora16. Por tanto, la docencia, la investigación y el servicio han de replantearse para generar capacidades relevantes, de modo que el capital social e intelectual se quede en las regiones y genere bienestar humano y social.
A las problemáticas mencionadas, se suma que los sistemas nacionales de aseguramiento de la calidad han ejercido una fuerte presión en los profesores, con efectos en su identidad. Un primer impacto significativo refiere a que, cada vez más, se prioriza un enfoque de rendición de cuentas basado en los resultados y en el control del aprendizaje como producto cuantificable, que se limita a clasificar, medir y comparar los estudiantes, profesores y a las instituciones. En consecuencia, empobrece las prácticas formativas al generar una relación instrumental con el cumplimiento de indicadores y promover entre las familias una visión distorsionada de “educación exitosa” basada en el resultado de pruebas de rendimiento.
El segundo impacto refiere a la incidencia que tienen los esquemas de valoración de la docencia, a tal punto que las instituciones premian y reconocen prioritariamente los productos de la investigación, los cuales generan prestigio y reconocimiento
16 Cf. Este aspecto es ampliamente tratado en: UNESCO. Una crisis encubierta: conflictos armados y educación. Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo.
París, UNESCO, 2011.
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visible a través de rankings con un fuerte impacto mediático17. Este enfoque ha llevado a invisibilizar la enseñanza, su potencial formativo y, a acentuar, aún más, el falso mito de la división entre docencia e investigación18. Mas no se trata solo de una visión cuantitativa, ya que, desde una perspectiva reflexiva y transformadora, los marcos de valoración de la docencia pueden contribuir al cambio educativo, jalonar nuevas prácticas pedagógicas, valorar la investigación, retar a las universidades a cumplir su misión con excelencia y a ofrecer condiciones institucionales más propicias para la innovación pedagógica y la evaluación formativa. Este último aspecto es clave, en tanto, una retroalimentación valiosa para los profesores es un verdadero desafío para las Facultades y los encargados de su formación a, evaluación y promoción.
Un tercer impacto, relacionado con el anterior, tiene que ver con que las excesivas demandas externas que atienden las universidades tienen un efecto en el rol docente. Por un lado, los roles se ampliaron, y no es claro cómo debe el profesor aportar al desarrollo institucional y por otro, las instituciones pueden
17 Felipe Martínez Rizo.Los rankings de universidades: una visión crítica. Revista de la Educación Superior, vol. XL (1), 157, 77-97, 2001. Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
Educación Superior. 18 Ronald Barnett(ed.). Para una transformación de la universidad. Nuevas relaciones entre investigación, saber y docencia. Barcelona, Octaedro, 2001. perder su rumbo ante visiones mercantilizantes — según Stephen Ball frente al escenario de rendimiento, los individuos y las instituciones comienzan a juzgarse de forma irreflexiva a sí mismos, y a los demás, según las demandas externas, muchas veces, perdiendo la autenticidad de su proyecto educativo19 . Lo anterior, conlleva a la pregunta por el tipo de universidad que queremos y necesitamos y también a que pensemos el papel del profesor en el contexto de la realidad compleja en la que se desempeña. Para ello propongo algunos escenarios presentes y futuros .
2.1. Escenarios presentes y futuros para pensar el papel del profesor universitario
Los escenarios que se describen brevemente están atravesados por una mirada al contexto y ponen en el centro el papel del profesor en su actividad formadora y científica:
Escenario 1 Educar en y para la diversidad
Los jóvenes de las nuevas generaciones son los grandes innovadores sociales y quienes viven con mayor intensidad las tensiones de los sistemas educativos, políticos, jurídicos y de salud. Desde finales del siglo XX, la población estudiantil se ha hecho mucho más heterogénea planteando una gama de intereses y expectativas diferentes a las que la
19 Se discute este efecto de los rankings en: Stephen J. Ball. Profesionalismo, gerencialismo y performatividad. Revista Educación y Pedagogía, 37, p. 87-104, 2003.
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Escenario 1: Educar en y para la diversidad - Cambios demográficos - Diversidad cultural - Turbulencia generacional - Diversidad de capacidades - Brechas de aprendizaje
Escenario 2: Migraciones e Internacionalización - Ciudadanía cosmopolita - Internacionalización de la docencia e investigación - Interculturalidad - Regionalización Escenario 3:
Educación poshumana - Desafíos intelectuales que interpelan la ética y las epistemologías - Evolución técnico-económica de la humanidad, industria 4.0 - Interdisciplinariedad crítica - Sistemas educativos emergentes y nuevas tecnologías Escenario 4:
Educar para un mundo desconocido - Espacios formativos como laboratorios de aprendizaje de innovación conceptual y metodológica - Enseñanza e investigación como prácticas heurísticas. - Profesionales para enfrentar la incertidumbre
educación superior se había acostumbrado a atender. Es así como los cambios demográficos, la diversidad cultural, la brecha generacional y de aprendizaje interpelan las formas de enseñanza y el rol del profesor universitario.
En particular, la diversidad de capital cultural y de aspiraciones es algo que caracteriza a los estudiantes universitarios, en un programa las necesidades de los primeros semestres difieren de los últimos semestres, así como en los niveles de pregrado y posgrado, y es el papel del profesor es distinto en una tutoría en un programa de pregrado a uno de doctorado. En este escenario, el papel del profesor tiene que ver con buscar las mejores formas de educar en la diversidad, dar la voz a los estudiantes en un ejercicio de inclusión y de diálogo intergeneracional. En su papel como mediador, el profesor universitario ha de preguntarse por el tipo de vínculos y relaciones que propicia con los jóvenes (y entre ellos) y ha de examinar si sus prácticas generan exclusión o segregación y si acogen la diversidad.
Escenario 2: Migraciones e internacionalización
En un contexto de globalización, migraciones e internacionalización, los diálogos interculturales son imprescindibles, así como el cuidado de la casa común, y la formación para una ciudadanía cosmopolita. En las condiciones actuales de nuestro país, la investigación, la docencia y el servicio, así mismo, se han de hacer la pregunta por los factores que generan la brecha entre la Colombia rural y urbana, y por las múltiples causas de las migraciones a fin de favorecer la apropiación de saberes necesarios en las transformaciones de los territorios —especialmente en aquellos donde la vulnerabilidad y desesperanza son prominentes. Desde una pedagogía experiencial, el rol del profesor se orienta a propi-
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ciar en los estudiantes, mediante su participación en prácticas sociales y trabajo con las comunidades, un interés auténtico y diálogo respetuoso con otras culturas.
En este escenario, el profesor se ha de preguntar si se están propiciando actividades que generan una interculturalidad superficial o critica, si la internacionalización profundiza el paradigma dominante periferia-centro o la colaboración entre naciones, si las relaciones entre culturas no producen equidad y respeto, y si se fomenta la visión de culturas y grupos inferiores o subalternidades.
Escenario 3: La educación poshumana
En la era digital, todos aquellos que trabajamos en el campo de la educación universitaria estamos llamados a pensar de modo más profundo la condición humana20 . Con la llamada cuarta revolución industrial (Industria 4.0), vienen nuevas transiciones en las prácticas sociales, pero también las consecuencias del cambio climático y necesitamos reflexionar sobre ambos al mismo tiempo, especialmente para desarrollar visiones de futuro, de un futuro deseable. Estas nuevas condiciones sociales plantean desafíos intelectuales que interpelan la ética y las epistemologías en todas las carreras universitarias. El gran desafío, además del tecnológico, es la autocomprensión, la convivencia y la coexistencia en colaboración y d forma compasiva; para Rosi Braidotti, filósofa italiana, «en la condición poshumana, se requiere de una combinación de crítica y creatividad en la búsqueda de imágenes y proyectos alternativos. Porque no podemos dejar pasivamente que plataformas tecnológicas sean las que deciden el tipo de sujeto poshumano que debemos ser, reproduciendo jerarquías, racismos y exclusiones en el escenario futuro»21 .
Por otra parte, como señalan diversos autores, la era digital ha tenido un efecto desestabilizador en la práctica docente, pero también ha creado un espacio para su invención y co-creación, de modo que los sistemas educativos emergentes, generan nuevos entornos de aprendizaje en los que se hace indispensable repensar el papel del profesor. Por ejemplo, ante el exceso de información, el profesor como transmisor pierde vigencia frente a los nuevos formatos de los relatos tecnológicos de los profesores youtubers, a los múltiples tutoriales y contenidos visuales disponibles en la red. El profesor al incorporar tecnologías tendrá, por tanto, que esclarecer y reflexionar qué tanto del aprendizaje y de la enseñanza
20 Nos hemos adaptado a un sin número de tecnologías, porque estamos evolucionando con ellas. Ver J. Rosnay. El hombre simbiótico. Madrid, Ediciones
Cátedra, 1996. 21 Entrevista a Rosi Braidotti: «Necesitamos una transformación radical, siguiendo las bases del feminismo, el antirracismo y el antifascismo».http://lab.cccb.org/ es/rosi-braidotti-necesitamos-unatransformacion-radical-siguiendo-lasbases-del-feminismo-el-antirracismoy-el-antifascismo/
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lo van a realizar los dispositivos de memoria, los robots, los algoritmos y la inteligencia artificial.
Poniendo como marco estas transformaciones, la relación pedagógica tendrá que superar la visión antagónica o jerárquica que ha prevalecido hacia una perspectiva de complementariedad y coeducación, en un nuevo dialogo intergeneracional, en la cual el papel del profesor se basará en que ambos, estudiante y profesor, aprendan el uno del otro. Así mismo, se comprende que la sociedad reclame a las universidades la formación de jóvenes profesionales con capacidad de reflexionar y descifrar críticamente la información, especialmente ante la amenaza de las noticias falsas (llamadas fake news). Por consiguiente, frente a un mundo con nuevas tecnologías, sigue vigente la tarea de enseñar a pensar, a leer críticamente, y especialmente a pensar desde la complejidad. Escenario 4: Educar para un mundo desconocido
Son muchas las expectativas y exigencias que se depositan sobre los profesores universitarios desde hace mucho tiempo y en la actualidad. Lo que se espera del docente podría ser abrumador. Sin duda, enseñar hoy es más complejo y tiene desafíos que son interesantes, propios de nuestra época, como se expresa en algunos titulares:
“El docente del futuro: más humanista, digital y educador de emociones” (Universidad abierta de Cataluña, 2016). “El profesor del siglo XXI tiene que enseñar lo que no sabe”. (Peter
Senge, MIT, 2017).
“La profesión docente será cada vez más compleja y retadora”. (TALIS: Teaching and Learning
International Survey, 2018).
En este momento histórico, más que cualquier cosa, al profesor se plantea la necesidad de renovarse e innovar en una sociedad de permanentes cambios e incertidumbres. La actualización permanente es un elemento básico de su profesionalidad, hoy en la llamada sociedad del conocimiento, se pretende que sea capaz de dar respuesta a la complejidad e impredecibilidad de las situaciones educativas. Siguiendo a Ronald Barnett, la pregunta es si podemos educar a las nuevas generaciones para un mundo desconocido y cómo la haremos22. En principio, se trata de una renovación intencional del papel del profesor. Su rol se centrará, cada vez más, en crear ambientes de aprendizaje basados en la experiencia de laboratorios de aprendizaje, de innovación conceptual, metodológica y de innovación con sentido social; la enseñanza e investigación se tornan en prácticas heurísticas, no lineales, de descubrimiento e invención y no solo como repetición e imitación, a fin de preparar a lo largo de la vida para afrontar distintas profesiones.
Ronald Barnett, experto en educación superior, nos recuerda que estamos acostumbrados a enseñar
22 Ronal Barnett, A will to Learn: Being a student in an age of uncertainty. London,
McGraw-Hill Education, 2007.
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y a aprender certezas. Nos advierte que cualquier disciplina del currículo debe y puede enfrentar a los estudiantes a problemas, a dificultades inéditas y a desarrollar el pensamiento crítico. Para este experto, las universidades se tienen que repensar, en primera instancia, para diseñar una educación orientada a que los estudiantes egresen con las bases para desenvolverse y poder vivir en un mundo totalmente desafiante y de pocas certezas.
Una reflexión final: la resistencia al cambio
Cuando se habla de los nuevos roles que tienen que asumir los profesores también se habla de resistencia al cambio. Al parecer, resistirnos a lo nuevo es algo inherente al ser humano. Además, es cierto: los nuevos requerimientos educativos que nos imponen los cambios culturales y tecnológicos producen una serie de incertidumbres basadas en la falta de información, de habilidades o de disposición al cambio.
Nieder y Zimmerman, de la Universidad de Bremen (Alemania)23 , diseñaron un proyecto basado en la llamada pirámide de la resistencia para comprender el porqué de esta resistencia inherente a las personas, basado en tres niveles para que el cambio sea dinámico. El primero refiere a la falta de conocimiento sobre el cambio que se requiere, el segundo a la falta de habilidades para llevar a cabo el cambio, y el tercero, el deseo de cambio que se sitúa en el nivel más alto de la pirámide. La gente normalmente quiere las respuestas a las preguntas más simples: ¿qué está ocurriendo?, ¿por qué estamos haciendo esto?, ¿cómo se va a hacer?, ¿cuándo va a hacerse? y ¿a quién le va a afectar? Contestando estas preguntas a en cada fase del proceso de cambio se reduce la resistencia y se puede propiciar un cambio fluido y necesario en el que se sabe, se puede y se desea cambiar. Finalmente, el éxito de un proceso de cambio también depende de una visión de cambio compartida.
23 Timothy J. Galpin. La cara humana del cambio. Madrid, Editorial Díaz Santo, 1999.