TREJO VILLEGAS DIEGO Mi madre es un robot Todos los días despierta a la misma hora, sube los escalones con paso firme y entra a mi cuarto sin tocar la puerta "Diego, son las 9:00 de la mañana, es hora del desayuno" Ella no lo dice, de hecho no tengo ninguna prueba tangente, pero estoy seguro de que mi madre es un robot. Y sé lo que estarás pensando, ¿Por qué dices eso? ¿Qué te lleva a esa conclusión? Bueno, como dije, todos los días despierta a la misma hora, excepto cuando son los días de escuela, ahí despierta aún más temprano, siempre habla muy formalmente, algo que me enseñó con el tiempo, jamás la he visto enferma y nunca, nunca comete algún error Créanme cuando les digo que nunca comete ningún error, todo le sale perfecto y cuando parece que cometió alguno resulta que no es así, en realidad era parte de su planificación que no me contó y que lleva a la perfecta ejecución de sus objetivos Aunque no todo es frío y calculador de su parte, también es cariñosa y amable en la vida diaria, pero quizá es parte de su programación Entonces, si mi madre es un robot, ¿Será que yo también lo soy?, ¿Y si ella no sabe que es un robot? No lo sé, pero si estoy seguro de que mi madre es un robot, y la amo tal y como es, porque cura mis heridas cuando me lastimo, porque siempre está atenta de lo que me pasa y porque me quiere más que nada en el mundo.
Pensamientos de una mochila Es un día como cualquier otro, estoy de pie en el estudio de la casa, aún medio adormilada, de pronto llega él, apresurado como siempre, rápidamente busca los libros que tengo y añade algunos nuevos que ocupaba -maldición, es miércoles- murmura de nuevo, dice eso casi todos los días, menos jueves y viernes, pero no importa, me carga sobre su espalda y camina hasta el carro, me pone en el suelo junto a sus piernas y vamos a la escuela Una vez ahí me quedo junto al conector, a veces saca cosas, a veces deja algunas, de entre todas las cosas que tiene mi favorita es la bata de laboratorio, siempre está aquí, por lo que hablamos bastante. Llega la hora de salida, me carga en su hombro y vuelve a murmurar que me odia por mi peso, mis rechinidos o que soy algo incómoda, en realidad no me importa mucho porque sé que soy perfecta para él. Finalmente volvemos a la casa, me quedo junto al sillón del estudio y descanso hasta mañana, esperando a que el mismo ciclo se repita.
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