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Prodigy Magazine
Confianza y valores Por David Pastor Vico, Filósofo, escritor y catedrático universitario de la UNAM.
La primera vez que se habla sobre la pérdida de valores en la juventud fue en unas tablas hititas de hace tres mil quinientos años en Medio Oriente. ¿Podemos creer o confiar en esa expresión hoy en día? Aunque en todos los desarrollos literarios e históricos siempre hay quien dice: “Los jóvenes están perdiendo los valores”, hay valores que son intrínsecos a la juventud como el amor, según Platón. Aristóteles nos dirá que un desarrollo del amor es la amistad y nosotros lo vemos diariamente en los jóvenes cuando damos clase. Nosotros como adultos sacrificamos la amistad en pro de muchas cosas, de sacar adelante una familia, de una carrera profesional, en pro de muchas cosas que han desplazado a la amistad. Sin embargo, a medida que lo hacemos tenemos que suplirla. Si tuviéramos amigos, a lo mejor el psicólogo y el psiquiatra estarían más lejos de nosotros.
Nietzsche nos diría que los valores se “transvaloran”. Hay un ejemplo muy fácil de entender: hace quinientos años, Garcilaso de la Vega, el gran poeta, se lanzó sin peto y sin armadura a mitad de una batalla y todo el mundo aplaudió su bizarría, porque esa temeridad era un valor en aquella época. Hoy en día sales en una motocicleta sin casco y te van a multar porque atentas contra tu propia seguridad, la osadía ya no es un valor. Antes lo era, hoy ya no lo es. Los valores cambian. Cuando constantemente decimos: “Los jóvenes están perdiendo los valores”, en el fondo es que los jóvenes no respetan los que se consideraba valores en nuestra juventud, de tal manera que ese pensamiento es inmovilista y reaccionario, es una percepción anclada en un tiempo que queremos que permanezca, simplemente porque tenemos la sensación de que lo nuestro es lo válido.
Sin embargo, nuestros jóvenes tienen esos valores y los tendrán siempre porque es un valor intrínseco a la juventud. Nosotros somos los que comparamos la acción de los jóvenes con la nuestra, con lo que nosotros hubiéramos hecho y concluimos que determinada acción no corresponde a nuestra escala de valores. Eso no significa que no existan valores, sólo que éstos cambian.
“En las sociedades altamente individualistas crece la desconfianza”.