Los niños como agentes de cambio en el camino hacia la igualdad de género En la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) en el Cairo en 1994, se planteó en el Plan de Acción la necesidad de la participación masculina: “Se requiere promover la igualdad de los sexos en todas las esferas de la vida, incluida la vida familiar y comunitaria; por lo tanto es necesario alentar a los hombres a compartir la carga cotidiana de las responsabilidades domésticas, a tener una participación activa en la paternidad responsable, a tener un comportamiento sexual y reproductivo saludable (incluyendo la planificación familiar, la salud prenatal, materna e infantil, la prevención de infecciones de transmisión sexual y el VIH-SIDA, la prevención de los embarazos no deseados y de alto riesgo, la salud y la nutrición, el reconocimiento del valor de los hijos de ambos sexos, la prevención del abuso y acoso sexual), la educación de los niños y niñas desde la primera infancia y la búsqueda de relaciones libres de violencia” (ONU, 1994). Para Gaag y sus colaboradores (2011: 16) “la prueba de fuego para involucrar a los hombres y a los niños en el trabajo de la igualdad de género debe ser que dicho trabajo apoye la agenda de los derechos de las mujeres y de las niñas”. La autora hace una serie de planteamientos del por qué es necesario involucrar a los niños en el trabajo hacia la igualdad de género: 1. Porque es un asunto de derechos humanos y usualmente la violencia de género no se percibe como tal, y los niños son parte del problema también, ellos tienen un potencial de cambio porque justo sus aprendizajes desde la infancia sobre lo que significa ser hombre y su relación con las niñas pueden modificar los patrones culturales en su vida actual y para las futuras generaciones. 2. Porque con el trabajo hacia la igualdad pueden identificar los beneficios que les genera a sí mismos, bajo la lógica de que los estereotipos de género no sólo afectan la vida de las niñas, sino también su propia vida. 3. Porque cuando los niños, conforme transcurren sus experiencias de vida y se apegan a la rigidez del modelo hegemónico de la masculinidad, experimentan violencia, especialmente cuando tratan de resistirse a esta exigencia, pero también como resultado de la presión para seguir
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