CON SABOR A HISTORIA
Louis Louis Pasteur Pasteur el el gran gran médico, médico, no no era era médico médico
H
oy por hoy, que cunde el pánico mundial por la espantosa vulnerabilidad en que nos ha arrinconado la Covid-19 con su nueva cepa Delta, es justo recordar al hombre que descubrió que los causantes son organismos invisibles, no una maldición y castigo divinos. A mediados del siglo XIX, la mortandad en los hospitales era pavorosa. Con el descubrimiento del principio narcótico de la coca en 1860, se pudo utilizar contra el dolor físico. Y ello posibilitó las más delicadas intervenciones quirúrgicas, sin que el paciente experimentara el más leve dolor, y casos que antes hubieran sido desesperados, fueron desde entonces relativamente fáciles. El número de operaciones quirúrgicas aumentó señaladamente, pero también aumentó el número de muertos. Las operaciones en sí tenían un éxito completo; lo fatal eran los procedimientos posteriores. Las heridas que el bisturí del cirujano había abierto no sanaban y la muerte se producía por gangrena. Los pacientes sentían un profundo pavor. Los médicos estaban preocupados. ¿Por qué moría tanta gente luego de las
operaciones, si estas en sí se realizaban con todo éxito?
Mientras esto ocurría, un joven francés, nacido en Dolé, en diciembre de 1822, trabajaba en un problema que iba, inesperadamente, a arrojar mucha luz sobre la cuestión.
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