joyas de galicia
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texto: elena goyanes fotografía: adolfo enríquez
el redescubrimiento del pórtico La decisión papal de comprar el excepcional grupo escultórico del Laocoonte tras su aparición fortuita en 1506 obligó a los restantes aspirantes a contentarse con copias, entre ellos el mismo rey de Francia, que ordenó hacer un vaciado de bronce considerado como la primera gran reproducción de una obra de arte antigua. Poseer una réplica de los clásicos se convirtió en símbolo de distinción y fortuna y las colecciones de copias se multiplicaron desde entonces en academias, universidades y residencias privadas. Con el siglo XIX la práctica llegó a su apogeo. Fue entonces cuando se llevó a cabo el vaciado del Pórtico de la Gloria de la Catedral compostelana, que permanece en el Victoria & Albert Museum de Londres desde su realización en 1866.
En el XIX las copias no solo no eran inusuales sino que se convirtieron en una moda a la que todos los museos se querían incorporar. Se trataba de mostrar el arte, de democratizarlo y de facilitar su conocimiento aunque fuese a costa de la autenticidad, en un momento en el que muy pocos podían viajar y conocer las obras originales. La creación en Madrid del Museo de Reproducciones Artísticas por iniciativa de Cánovas del Castillo se realizó en beneficio de «la cultura general». París, Berlín o Roma disponían de museos similares y hasta las grandes capitales sudamericanas, como Santiago de Chile, configuraron sus propios museos de copias al estilo europeo. El vaciado del Pórtico compostelano no fue, ni mucho menos, un caso singular. La proliferación de colecciones había hasta generado una red internacional de talleres especializados que facilitaba la adquisición de piezas, considerando las dificultades que implicaba crear los moldes para realizarlas. Eran famosos los talleres de Signa en Florencia, el Moulage del Louvre de París, o los de Roma. Y en los museos lo importante era acertar con la selección de piezas a exponer. Los clásicos se daban por descon-
tado, pero en la Inglaterra victoriana existía ya un interés creciente por el arte medieval y renacentista, clave para que nuestro Pórtico acabase siendo una de las piezas estrella de la colección de copias del centro londinense South Kensington Museum. En un extenso artículo sobre el vaciado la experta en historia del arte Matilde Mateo Sevilla sitúa la génesis del Pórtico copiado en la mención que el británico Richard Ford (1796-1858) incluyó en su densa guía de viaje sobre España, el Manual para Viajeros por España y lectores en casa, con enorme influencia en la época, que mostró una Galicia prácticamente desconocida incluso para la mayor parte de los españoles. Ford recorrió Galicia en 1832 y de Santiago destaca su pasado de esplendor y un presente que llama su atención por los numerosos conventos «abandonados y desiertos» tras el saqueo de los invasores franceses. El Pórtico de la Gloria y sus «músicos» captan su interés como para mencionarlos, pero no hasta el punto de dejar testimonio gráfico de él en forma de dibujo o acuarela, que era la manera que el británico tenía de recoger impresiones sobre lo que veía. –›