C.E.P.A. DE CAMARGO
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UN MISTERIO
sa al joven, siempre está pendiente de todo lo que pasa a su alrededor, por eso está vigilante detrás de su mirilla en cuanto oye un ruido. “Por lo demás, dijo la vecina cotilla, es bien fácil imaginar lo que sucedió.
El viejo admirador vino a ver a tu abuela; brindaron por última vez con la última copa que ella le preparó y después de haberse despedido de su amor, ella murió. Él caballero rindió los últimos honores a la viejecita y se fue para siempre. Parece mentira que estudies criminología, chaval”, concluyó. Fátima
RELATOS
En un primer piso de una tarde cualquiera, una ancianita de cara sonrosada y pelo blanco rizado está haciendo un tapete de ganchillo. Debe de ser el último que haga, pues ya la vista no le da para más. A pesar de las dificultades, ella sigue con la labor porque quiere que esa primorosa labor quede para los que vengan detrás, para las generaciones futuras. A las 8 de la tarde ha ido su nieto a verla. Es un chico alto y desgarbado que está estudiando Criminología. Cuando este llega, encuentra a la abuela dormida, o eso cree él. Lo cierto es que se le ha parado el corazón. El chico se siente abatido. No sabe muy bien qué hacer. Sin embargo, pronto parece tomar una decisión. Va a la cocina. Allí encuentra un cuchillo y una naranja. Recorre las diferentes habitaciones de la pequeña vivienda. En el baño le llaman la atención sin saber por qué el secador y una estufa eléctrica. En el salón se topa con una botella de whisky y dos vasos. El joven sale de la vivienda. Llama a diferentes puertas. Habla con los vecinos. Nadie ha oído nada. Todo el mundo opina que ya le había llegado su hora a la viejecita. A todos, la muerte de la anciana les parece algo natural. Una vecina, impaciente, le dice que un apuesto caballero ha visitado a su abuela. Que ella lo ha visto abandonar precipitadamente el piso. Ella, confie-