C.E.P.A. DE CAMARGO Año III, número 4, febrero de 2020
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Contenido: SOCIEDAD—COSAS DE AQUÍ
La decisión
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El ego
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Genoveva y Cristina
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Cuidemos nuestros jardines
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Un aspirante a escritor
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Mi viaje a Sevilla
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Animales en nuestra vida
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Escritura espontánea de un cerebro alocado y desenfrenado normal
Deporte desde la infancia
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Perdámonos para encontrarnos
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Teodora Pedraja Carriedo
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El trabajo de mis sueños
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Alberto Lavín
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Taller de Empleo de Camargo X
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Darío Buendía Díaz
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Recuerdos de la Guerra Civil
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Úrsula Uribe
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Antología de escritores olvidados
La carta de tarot maldita
RELATOS Y POESÍAS
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Poemas
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CULTURA GASTRONÓMICA
Poemas de la dinastía Tang
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Cena de Navidad sin gluten
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La Costa de la Muerte
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Cocido montañés
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Tristeza
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Conejo estofado
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La fábula de la envidia
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Leche frita
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Sophie y Colette
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Roscos de vino
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Dos hermanos
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Turrón de Navidad
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La espiral
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CIENCIA
El café de los domingos
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El cambio climático
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Revista Dando forma nº 4 (febrero 2020). Han escrito en la revista: Alumnos y alumnas de ESPA, taller de Literatura, taller de informática, Exalumna Eva González. Coordinación de la revista: Javier Arbea. Julio Alonso, Pedro Alonso, Guillermo Álvarez, Marina Castaneda, Elena Gutiérrez, Carmen Samperio. Los coordinadores de la revista Dando forma del C.E.P.A. de Camargo no se identifican necesariamente con el contenido de los artículos publicados.
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EDITORIAL Para el equipo editorial del CEPA de Camargo, el tiempo en cierta forma se mide en revistas. De manera que nos encontramos según el calendario en el cuarto número de nuestra era. Por otro lado, querido lector, has de saber que esta revista no se financia con publicidad ni con subvenciones (públicas o privadas). Ni con el apoyo de grandes grupos editoriales ni de poderosos lobbies educativos. Lo que la sustenta es el trabajo de esos escritores independientes que son los alumnos del Cepa de Camargo. También (injusto sería olvidarlo) el entusiasmo pedagógico de los profesores de esta institución, que encuentran en la revista una poderosa arma motivante para que los alumnos lean y escriban. Encontrarás la variedad de textos acostumbrada: desde artículos que expresan el sentir de nuestros alumnos sobre cómo son, sus aficiones y anhelos, hasta recetas de cocina y reflexiones sobre el Cambio Climático, pasando por los, ya imprescindibles y esperados, poemas y relatos de nuestros alumnos del taller literario. Poderosa novedad en la oferta educativa del centro ha sido el aterrizaje de la ESPA sobre la plataforma educativa de la educación a distancia. Esto permite a nuestros alumnos de 1º a 4º de ESPA combinar las enseñanzas presenciales con la formación a distancia, conciliando en muchos casos vida laboral y actividades de formación otrora incompatibles. Aún es pronto para conocer con precisión los resultados del nuevo reto, pero el optimismo reina entre los miembros de la comunidad educativa. Así como la certeza de que el nuevo proyecto está en buenas manos: comandantes experimentados, profesora coordinadora presta a asesorar y a resolver cualquier duda que surja, alumnos intrépidos. Pasen y lean: el cuarto número de la revista del Cepa de Camargo está ya en sus manos. Es gratis.
Estamos en la Web https:// camargodandoforma.blogspot.com.es
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SOCIEDAD—COSAS DE AQUÍ
EL EGO
El ego es un mal de esta sociedad tan insegura y mal entendida, y digo mal entendida porque creo que se ha llegado a un punto en el que todo vale. No nos paramos a mirar alrededor si hacemos daño a alguien o no. Pisoteamos lo que se nos pone al paso y lo peor de todo es que no tenemos conciencia de que lo estamos haciendo. Nos encontramos con personas que te aconsejan y te dicen que estás
desfasado. Que hay que ir por la vida sin mirar atrás y pensando en uno mismo. Creo que hay que querer a los demás en la misma medida que a nosotros mismos para que todo sea equitativo. A veces hay que dar un paso atrás para tener conciencia del camino que debemos tomar, porque vivimos tan deprisa que normalmente actuamos y luego pensamos “cuando tenemos tiempo”. Creo que las personas egocéntricas ven fuera de lugar a los demás y son ellos los que van contracorriente, son como el caballo de Atila que por donde pasan no crece la hierba. Eva González Sarabia Exalumna de CEPA Camargo
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Cuidemos nuestros jardines Desde hace un tiempo, los vecinos de Camargo estamos sufriendo el profundo deterioro de algunas zonas públicas de nuestro municipio, como es el caso de los jardines de La Vidriera. Esta dejadez, supone la destrucción de este espacio más allá de lo meramente estético. La falta de cuidados, sumado al paso del tiempo, influyen de forma muy negativa en estos jardines y en la imagen del Centro Cultural del que forman parte. El abandono de los jardines se aprecia en las estructuras de hormigón que se encuentran sobre los bancos, suponiendo un peligro para quien se siente en ellos. El suelo y su falta de limpieza regular, hacen que crezca maleza y musgos, que taponan los desagües, y que hacen que el suelo esté resbaladizo, suponiendo un riesgo de caída. Además,
Alberto Alonso García
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la limpieza de desperdicios y papeleras tampoco son regulares, llegando a estar, en una ocasión, cascos de botellas durante casi tres semanas sin ser retirados. Sus podas y segados, en ocasiones, han sido inexistentes, llegando a alcanzar el césped casi un metro de altura. Debido a todo esto, este espacio está cada vez más infestado de bichos y ratas. Con comunicación, colaboración y trabajo conjunto del Ayuntamiento y los servicios que trabajan para éste, sería fácil recuperar estos jardines para el disfrute de todos; así como mejorar la imagen que damos a aquellos que nos visitan, en especial a los que se acercan hasta La Vidriera para sus actividades culturales.
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MI VIAJE A SEVILLA
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Experiencia muy agradable, después del nerviosismo de tener que viajar en avión, todo mereció la pena. El primer día llegamos casi a la hora de comer y estuvimos dando un paseo por las calles de Sevilla, situándonos en la ciudad. Los siguientes días estuvimos conociendo diferentes monumentos y partes de Sevilla, aunque a algunos no se podía entrar por estar en obras y haber mucha gente. Estuvimos una semana, la cual pasó muy deprisa y se nos hizo corto porque no nos dio tiempo a ver todo lo que queríamos ver. Me quedé con ganas de ir a Dos Hermanas, pero por cuestión de tiempo no pudimos. El viaje fue muy agra-
dable, pasamos bastante calor para la fecha que era, ya entrado octubre. Ya avanzado el día, al atardecer, tomar algo en una terraza con unos pescaditos fritos es uno de los más grandes placeres que tiene Sevilla. Pudimos encontrar otras muchas cosas interesantes en la gastronomía andaluza: gazpacho muy rico, cocido andaluz, bacalao con tomate y prácticamente toda su comida... En fin, esperamos volver con más tiempo durante las fiestas de Semana Santa o en la Feria. Y el año que viene iremos a ver Málaga... ¡Hasta otro viaje! Raquel del Río
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Muchas personas, aunque son una minoría, no contemplan el tener una mascota en sus vidas. El resto por el contrario son amantes de los animales y pueden dar la opción de compartir su vida con un ser vivo. Dependiendo de los gustos y personalidad de cada uno, suele elegir un compañero de vida. Cualquier animal que se considere doméstico puede ser un buen candidato para acompañarnos en nuestra vida diaria. Se ha comprobado, tanto a nivel de investigación como a nivel personal, que una buena mascota es un buen terapeuta.
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son perros policías, utilizados principalmente para la búsqueda de sustancias, explosivos, dinero... Los perros bomberos, suelen ayudar más en labores de rescate, detectando sobre todos a personas enterradas, o en la búsqueda de personas desaparecidas, siguiendo el rastro. Los más conocidos son los perros de terapia; la actitud calmada, afable y paciente de los perros de terapia les convierte en los perfectos compañeros de personas que tienen que mejorar sus niveles de seguridad. Estos perros pueden servir de compañero y, entre comillas, terapeuta para un amplísimo abanico de casos y en algunas ocasiones ayudan en procesos de terapia. Estos perros cuentan con un permiso especial que les habilita para no separarse de sus dueños aún en entornos en los que generalmente está prohibido el acceso. Los perros, verdaderas estrellas en la compañía diaria de las personas, son los compañeros perfectos y con la variedad de razas que existen, se puede decir que siempre hay un perro para cada personalidad. Para los aventureros, perros activos que los puedes llevar tanto de ruta como a la playa. Para los pasivos, inseguros, estables, en fin, para cada persona puede
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El animal más elegido por sus cualidades terapéuticas e incluso de rescate, es el perro. Es el acompañante perfecto de nuestras vidas a nivel personal y profesional. Los perros también son grandes profesionales que ayudan a la sociedad a salir adelante en cuestiones tan sensibles como la búsqueda de supervivientes, la asistencia a personas invidentes o en riesgo de exclusión, pero no todos los perros sirven para todo. Según la raza del perro se le puede asignar una tarea u otra, todo depende de cuál sea su temperamento. Los más frecuentes a nivel profesional, además de los perros de pastoreo,
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haber un tipo de perro. Son las mascotas por excelencia, nos acompañan en los mejores momentos y en los peores. Los requisitos son darles amor y cuidados. Son los amigos perfectos. Solo hay que hacer repaso a nuestro alrededor, para ver hasta qué punto esta mascota está insertada en nuestra sociedad. Los perros son denominados "el mejor amigo del hombre", son leales, están a nuestro lado sin juzgarnos, favorecen el ejercicio físico, ya que hay que salir a la calle y a su vez, facilitan el poder tener una vida social más activa; cuando sacas a pasear a tu perro tienes posibilidad de hablar con otras personas, normalmente se entablan conversaciones relacionadas con el perro. En terapias, es el animal perfecto, son expertos en calmar la ansiedad. Te hacen sentir más seguro, dependiendo del tamaño del perro incluso suelen ser buenos para defenderte. Nos hemos centrado en el perro como el principal animal de compañía, pero en general los animales de compañía nos ayudan a evitar el sentimiento de soledad, que suele afectarnos dema-
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siado. El cariño y la lealtad que nos demuestran estos animales, mejoran nuestra autoestima, alivian nuestro estrés y la responsabilidad de cuidar de alguien nos hace más empáticos con los demás. En resumen, a veces no somos conscientes de cómo participan en nuestra vida diaria, pero si nos paramos a observar, veremos la importancia de los animales de compañía y de cómo se han colado en nuestras vidas. Sólo hay que mirar y ver cómo en la vida de cada uno o de los que nos acompañan, hemos tenido la presencia de un perro, un gato o el canario de la abuela. En mi caso, cada día me levanto con una pequeña que no se despega de mi si siente que pasa algo, que me obliga a salir de casa. Me hace reír cuando juega conmigo y siempre que le saco a la calle alguien le dice algo. En conclusión y desde mi punto de vista, el valor y reconocimiento de estos animales debería de ser incalculable. Este es mi pequeño homenaje a esos animalillos que a veces no se tienen en cuenta, pero tanto aportan. Jennifer Gutiérrez García
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En esta ocasión voy a hablaros de mi percepción sobre la actividad física que realizan los niños de hoy y la que hacíamos los de mi época. Para poneros en contexto, tengo 40 años y cuando yo era niño pasábamos mucho tiempo en la calle, jugando a juegos como “el bote”, “el escondite”, “el pilla pilla”, a la comba y numerosos juegos más, en los que participábamos un montón de niños y niñas del colegio, del barrio o cualquiera al que le apeteciese unirse al grupo. Hoy en día los niños pasan mucho más tiempo en sus habitaciones jugando con videoconsolas, juegos online, etc. Si nos detenemos a pensar en este nuevo estilo, nos damos cuenta de que los niños de hoy, a no ser que estén inscritos en alguna actividad extraescolar, no realizan tanta actividad física como antes.
En todo esto está presente la práctica deportiva de algún modo y, es por ello, que me gustaría dar algunas razones de por qué creo que es tan importante que haya una actividad física desde pequeños: •
Buen estado de salud
•
Prevención de sobrepeso y obesidad
•
Descarga de tensión y nervios
•
Aprendes que todo esfuerzo tiene su recompensa
•
Aprendes a conseguir objetivos
•
El deporte favorece las relaciones sociales
•
Da más posibilidades de ocio con amigos, familia y más personas
•
Compartir aficiones con los padres, favorece la unión familiar
•
Previene el sedentarismo y las actividades pasivas
Jorge Carranza
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Esto tiene consecuencias muy diversas. Para empezar, afecta directamente a su bienestar y a su estado de salud, ya que el sedentarismo puede hacer que los niños y niñas puedan desarrollar problemas de peso. Por otra parte, al ser actividades mucho más individuales, no
desarrollan actividades como la comunicación, trato con diferentes personas, así como iniciar una relación con otros niños fuera de su círculo.
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En un lugar desconocido y con mayor encanto
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Todo comenzó cuando una persona muy especial quiso enseñarme un poquito de su mundo, un mundo totalmente desconocido para mí, “las montañas”. En ese momento no conocía el encanto que podía suponer. Mi primera ruta fue Tresviso, fue un poquito dura, pero a la vez con unas vistas maravillosas, no lo olvidaré jamás.
Pero realmente me enamoré de las montañas cuando esa persona me llevó por sorpresa a un lugar totalmente sorprendente para mí, la Braña de Los Tejos. Un lugar con encanto, con unos árboles milenarios. El tejo era el árbol sagrado de los antiguos cántabros; alcanzan mil años de edad y sus hojas y semillas son muy venenosas. También conocí lo que era dormir en refugios y poder compartir esos momentos con personas que te encuentras por el camino y comparten así sus vivencias; gente cercana, en
definitiva. El aire que respiras desde aquellos lugares puede reemplazar a la mejor medicina. ¿Qué me ofrecen las montañas? Un respeto, un reto, pasión, libertad y responsabilidad, una belleza, desconectar para conectar, seguridad, el silencio, su voz. La mayor belleza la encuentro allí, lo suficientemente cerca de uno mismo, lo suficientemente cerca de todo lo demás. En definitiva, donde me puedo sentir yo. Relacionado con las montañas y también una de mis pasiones, son las vías Ferratas. Consiste en un deporte al aire, tanto vertical como horizontal, al que se tiene que ir con diversos materiales. Hay clavos, chapas, presas, pasamanos, cadenas, puentes colgantes y tirolinas, que permiten llegar con seguridad a zonas de difícil acceso para senderistas o no habituados a la escalada. Que mejor manera de cargar pilas para el día a día. Mi primera vía ferrata fue la Hermida, desde entonces no puedo vivir sin hacerlas. Verónica Ruiz Oria
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Cuando eres pequeño y ves pasar un camión de bomberos, o en el colegio te llevan de excursión a visitar un parque de bomberos, estás todo emocionado y dices: “yo de mayor quiero ser bombero”. No todo el mundo lo consigue, prepararte para ser bombero es una carrera de fondo, son muchas horas de estudio, hacer muchos cursos, entrenamientos muy duros para superar las pruebas físicas, sacarte carnets de conducir y permisos, hacer muchos exámenes en diferentes ciudades. Pero al final todo tiene su recompensa y en mi caso ese sueño se ha cumplido. El día a día en el parque de bomberos:
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vertical, manejo de bombas hidráulicas, de equipos respiratorios… De esta forma, estamos en continua formación. También gestionamos entre nosotros las comidas y las cenas del día que solemos hacer juntos, encargándose cada uno de una tarea. Por la tarde toca realizar la tarea marcada para ese día, bien sea la limpieza de las cocheras, de los vehículos, del almacén… para mantener tanto el material como las instalaciones en perfectas condiciones. También realizamos alguna práctica y después un rato de ejercicio físico, ya que en nuestro trabajo es muy importante estar físicamente bien.
Es habitual que algunos compañeros nos veamos también después del trabajo para hacer deporte, alguna ruta en bici o ir a correr. Una forma de vida:
Siempre se ha dicho que los bomberos son las personas más valientes de mundo. Habrá quien lo discuta, pero lo
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La guardia empieza cuando llegan los compañeros que van a hacer el turno y relevan a los del día anterior. Una vez se hace el relevo, se empieza con la revisión del material: se inspeccionan todos los vehículos y se prueban los equipos. Es importante revisar todo el material, y también cuando regresamos de una intervención para reponer el combustible y posibles roturas de material para dejarlo en perfectas condiciones para cuando se produzca un nuevo aviso. Una vez tengamos todo revisado, toca hacer la práctica diaria. Cada día se hace una práctica diferente como rescate
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cierto es que cuando parpadean las luces de emergencia y suena el aviso por megafonía, ninguno sabemos a qué nos vamos a enfrentar. Puede ser un incendio en vivienda, un accidente de tráfico, alguien atrapado en un ascensor… Sea lo que sea, nos ponemos en marcha sin perder un segun-
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do, dejamos lo que estamos haciendo y corremos hacia los camiones para llegar al lugar de la emergencia en el menor tiempo posible. Vivimos en un estado de perpetua vigilancia del que muchas veces nos cuesta desprendernos cuando salimos de trabajar; pero no lo cambiaríamos por nada, nos sentimos orgullosos de lo que hacemos. No sólo trabajamos para vivir, en nuestro caso, nuestro trabajo es nuestra vida. Ismael Gandarillas Mazón
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TALLER DE EMPLEO CAMARGO X Durante seis meses he realizado un trabajo dedicado a formarme en Actividades Auxiliares en Viveros, Jardines y Centros de Jardinería. Mi experiencia, a nivel personal, en este aprendizaje ha sido de gran ayuda al volver a la vida laboral, saber que puedo y ser capaz de demostrarme la valía que tengo. A nivel profesional la oportunidad de aprender a usar todo tipo de máquinas, realizar tareas de plantación, crear nuevas plantas mediante esquejes, habilidades podando, etc. Lo maravilloso que es el contacto con la naturaleza y lo que nos enseña, la importancia que tiene para el ser humano. La capacidad de estudio y conseguir crecer como persona en todos los ámbitos. Conocer gente maravillosa, unas en su enseñanza y paciencia, otras en su amabilidad y apoyo, otras amistades increíbles que estarán ahí por siempre. Estaré agradecida por esta oportunidad a todas y cada una de las personas que lo han hecho posible. Y a mí misma por conseguirlo. Carmen Acebo
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En clase de Historia (4º de Secundaria) hemos visto estas últimas semanas la Guerra Civil y la posguerra. Esto me ha animado a entrevistar a personas que vivieron aquellos años para recoger información y conocer un poco más sobre aquella desafortunada época. Éstas son algunas de las experiencias que he escuchado: Leticia Rodríguez Mi madre nació en 1932 por lo que tendría 4 o 5 años cuando oía sonar las sirenas en Guarnizo, donde ella se crió. Eso quería decir que tenían que ir todos al refugio. Entonces recogían entre todos los adultos a los niños y ancianos, e iban a un refugio que tenían en un campo, donde habían hecho un túnel y se metían todos. Recuerda que estaba acondicionado con alfombras en el suelo para los jóvenes y sillas para los mayores. Todos tenían que estar en silencio hasta que volvía a sonar otra sirena que avisaba de que ya había pasado el peligro. Recuerda también el ruido de los aviones y silbidos que relacionaba con bombas.
Mi bisabuela, friendo huevos se quemó tres dedos y no podía ponerles rectos. Como no podía hacer el saludo falangista fue apresada y golpeada.
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Durante la guerra se enfrentaban familias enteras, cualquier persona podía señalar a otra y eso era motivo suficiente para que le fuera a buscar la Guardia Civil. Desaparecían chicos jóvenes y aparecían después fusilados en un muro de Escobedo.
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Hay autores que no siempre aparecen en las antologías. Escritores olvidados cuyos nombres apenas si suscitan, cuando lo hacen, un leve cosquilleo en la memoria de los lectores. En el Taller de Literatura hemos realizado una labor de arqueología literaria y proponemos algunos nombres de autores cuya obra tuvo la desgracia de caer en el olvido. Asimismo, hemos rescatado algunos de sus textos cuando ha sido posible. Estimado lector, también encontrarás, si tienes la paciencia de leer hasta el final lo que aquí se ha escrito, un grupo de relatos que tienen que ver con una de las grandes desgracias espirituales de este país (tal vez de todos los países, tal vez de la condición humana). No os diré cuál es esta especie de amargura nacional. Está en los textos. Y además poemas, textos surrealistas, relatos varios de interés múltiple. Pasen y lean.
POEMAS
POEMAS Comer, engullir la vida. Sentir el alma rota. Desear romper con todo. Acabar con tanto sufrimiento. Odiar a tus prójimos Siervos de la codicia, Esclavos de la felicidad, Insensibles al dolor. Dolor que duele, Que hace brotar lágrimas de los ojos secos, Que fulmina como un rayo la sonrisa, Que hace jirones en la piel. Soledad que te acompaña Vacío que llena tu vida. Silencio estruendoso, Oscuridad luminosa, Lagrima que brota de tus ojos, Cuando tu corazón muere de pena. Casilda González Portilla
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INTERPRETANDO POEMAS DE LA DINASTÍA TANG HIERBAS Hay un fuego salvaje que arde y no acaba El viento sopla de nuevo para nacer en primavera Las antiguas sendas están invadidas de una lejana fragancia De un pueblo unido en un claro desierto esmeralda
VISTA PRIMAVERAL Cuando los países sean destruidos, los montes y ríos permanecerán. En la nueva primavera, la ciudad de la hierba será abundante en árboles. Nadie lamentará la época en que las flores derramaban lágrimas. A los pájaros ya no se les sobresalta el corazón ni deploran la separación. En la atalaya del bosque el fuego continuó tres meses. Ya no hay familias, ni cartas que valgan ni diez mil ni oro. La hormiga blanca se rasca su escasa cabeza. No sabe cómo sujetar aquella horquilla olvidada que ya prácticamente nadie quería
POEMAS
Ana Rosa López Peña
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La Costa de la Muerte
RELATOS
Hoy en mi triste soledad, inicié un viaje por la costa gallega. Sin saber muy bien hacia dónde iba, dejaba el tiempo en manos del viento. Y fue ese mismo viento el que me llevó a un lugar llamado Cariño. Cariño rodeado de mar en la misma Costa de la Muerte. Cariño haciendo honor a su nombre; sus mujeres frente al acantilado esperando que la mar les devuelva lo que se llevaron. Junto al mar embravecido, ahí estaba yo, de pie, al borde mismo del acantilado, en medio de todo y de nada. Fue entonces cuando la calma me inundó. No opuse resistencia, me dejé abrazar por la maravillosa sensación. Manuela Saiz Bustillo
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Tristeza Esta historia ancestral es el devenir turbulento y asfixiante de un destino. De años de destierro, existencias grises y ausencias. La vida de Tina transcurrió con escapadas hacia su libertad. Vivió entre montañas de valles ondulantes.
Fé Rodríguez Menéndez
RELATOS
En la lejanía, los lobos aullaban hambrientos por los caminos que llevaban al poblado. Con la noche los sentía tras las robustas compuertas. En la oscuridad invernal, los animales merodeaban. El terror hacía que el chasquido de sus mandíbulas se mezclase con el sonido de la hierba seca. Tina habitaba en la imponente casa de piedra. Ella rompió el severo muro de los montes. En su juventud había conocido a un hombre de afilados rasgos y ademanes perturbadores que presagiaron su fatalidad. Él pronto desapareció. Se
marchó, cogió el sendero del olvido y el silencio de los agrestes paisajes. Dejó una hija y se llevó el secreto de su partida. Alejandra, la hija, vivió su niñez en medio del paraje asturiano de Somiedo. Mas un día, sin saber por qué, fue llevada a un lugar que llamaban hogar. Abandonada con los niños perdidos. Tina, lejos de allí, tuvo otra hija, cautiva de otro olvido en su huida hacia la nada. Alejandra, cual reflejo de su destino, alimentó el rechazo vivido. La envidia se posó en ella y su mente cainita proyectó la sombra infinita de todos sus ausentes. Alargó la negación existente de su vida hasta su hermana. La mató existencialmente y la enterró en las montañas salvajes de su niñez. Allí quedó el sonido siseante del viento veloz, que balbuceando sus nombres rasga las laderas. Esas montañas poseen misterios inescrutables que atrapan a sus moradores y en la espesa niebla que se cierne sobre sus cimas languidecen sus vidas perpetuamente.
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RELATOS
LA FÁBULA DE LA ENVIDIA Era verano. Como todos los días, el abuelo y su nieto paseaban por el camino que circundaba el pueblo en el que vivían. Hacía mucho calor. A mitad del paseo, se sentaban a descansar sobre una piedra a la sombra de un árbol.” —Abuelo, cuéntame otra vez la fábula de la envidia-, le dijo el hijo al anciano. El hombre miró a su nieto, esbozó una sonrisa y por enésima vez se dispuso a narrarle la fábula. —Hubo una vez hace muchísimos años dos pueblos limítrofes enfrentados entre sí desde tiempos inmemoriales. Nadie conocía la causa de semejante inquina. Era como si una epidemia se hubiera ido extendiendo larvadamente en el tiempo. En su afán de destacar sobre el otro, llegaron incluso a hablar dialectos diferentes. Por supuesto, cada pueblo tenía la convicción de que su lengua era más elaborada y culta. El entendimiento era cada vez más difícil y la rivalidad más feroz. Ambos pueblos se dedicaban a la agricultura. En esa competencia brutal, un pueblo se dedicó a cultivar trigo y el otra cebada. Rápidamente, ambos cereales utilizados como arma navegaban por el viento e iban copando todo el campo de los alrededores. El trigo amarilleaba de envidia mientras miraba a la espigada cebada con sus púas al viento. Esta a su vez mostraba un dorado cetrino por no poder alcanzar al trigo en su prolífica simiente. Y así, humanidad y naturaleza se fundieron en un todo. Una sembrando y la otra reproduciéndose en su afán de ser más y mejor en toda circunstancia. Y llegó aquel caluroso día de agosto. Los campos de trigo y de cebada refulgían al sol en todo su esplendor y acaparaban el terreno alrededor de ambos pueblos de tal manera que el ambiente resultaba enclaustrante. De repente, el cielo ennegreció. Una tormenta, como no se había visto nunca, desató su furia sobre el lugar. La caída de un rayo sobre el cereal reseco y tostado provocó un incendio que se propagó inmediatamente por todo el contorno. El fuego arrasó con pueblos, naturaleza y aquellas vidas atormentadas sin tregua por la envidia perecieron. La sinrazón reducida a un montón de cenizas. Acabado el relato, el anciano miró a su nieto. Este, a su vez, miraba a su abuelo con admiración embelesada. —Abuelo, yo nunca seré envidioso. La envidia destruye a las personas. El hombre sonrió, alargó su mano derecha y, revolviéndole los rubios cabellos, dijo: —Anda, vamos; continuemos el paseo. Abuelo y nieto prosiguieron su andadura en aquel caluroso día veraniego. Flanqueando sus pasos, en ambos lados del camino, moviéndose sinuosamente por el soplo de una suave brisa, ingentes campos de trigo y cebada se perdían en el horizonte. Guillermina García Fontaneda
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Sophie y Colette
Mercedes Burgos Baquero
RELATOS
Sophie y Colette nacieron en Paris, en el bonito y famoso barrio de Saint Germain, con sus terrazas y sus típicas casas parisinas. Los padres de Sophie y Colette eran amigos y compañeros de trabajo. Las niñas apenas se llevaban un año de diferencia y desde muy pequeñas todo lo hacían juntas. Colegio, deporte, ballet... Eran dos niñas muy guapas, morenas, altas, nada tenían que envidiar la una a la otra, pero Colette poseía ese algo que no se sabe lo que es, y a todo el mundo le caía bien. Esto sembró en Sophie poco a poco la semilla de la envidia. Se preguntaba.... ¿Por qué? Yo me esfuerzo más y no lo consigo ¡No es justo!. Crecieron y ambas se dedicaron al mundo de la moda, cada una por su lado. Viajaron por Roma, Venecia, Nueva York, Milán… Las dos triunfaron y llegaron a ser modelos muy cotizadas en este mundo. Un día, coincidieron en un desfile en los "Campos Eliseos" dónde se presentaba la nueva temporada primavera - verano. La alegría de volverse a ver fue enorme. Después de tanto tiempo hablaron, recordaron, estaban felices. Pero Sophie volvió a sentir ese miedo que nunca había superado. Pasaron los días y Sophie rumiaba y rumiaba ¿y si lo hace mejor? Siempre la prefieren a ella, ¡Cae bien a todo el mundo! ¡Llegó el día! Todo estaba preparado. Los modelos en sus perchas, maquillaje, peluquería, complementos ... ¡Todo listo! Sophie cada vez más asustada, pensaba ¡Tengo que hacer algo! y en un momento, casi sin darse cuenta, cuando nadie la veía, rasgó el modelo que luciría Colette. El desfile empezaba, y no había tiempo de reparar aquello. ¡Nadie se explicaba lo sucedido! La imaginación del diseñador "Oliver Gauguin" hizo del jirón algo original, muy vanguardista y Colette triunfó con su original look e innata simpatía.
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RELATOS
Dos hermanos Se dice que el ser humano es egoísta, ambicioso, caprichoso…El yo siempre por delante. ¿Si yo fuera rico? Yo no trabajaría. ¿Si yo fuera rico? Yo me pasaría el día divirtiéndome… En una ciudad vivían dos hermanos ya muy diferentes desde pequeños. Si uno era rubio, el otro era moreno; si uno amaba la soledad, el otro era el preferido de todos sus amigos. Arturo, el rubio, era muy simpático. Con sus amigos, formó un equipo de fútbol. Sin embargo, los libros no le gustaban. Los deberes escolares eran para él siempre lo último. Juan era el moreno, más bajito y rellenito. Tímido como era, siempre andaba solo leyendo un libro en el patio del colegio. A Juan le gustaba estudiar. Solo se le veía rodeado de otros niños cuando había que hacer algún trabajo escolar. Entonces acudían a él como pirañas. Entre ellos su hermano. A Juan no le importaba, le gustaba enseñar. Orgulloso, siempre decía que iba a ser profesor de Matemáticas. Por el contrario, Arturo siempre decía: “yo quiero ser futbolista y no necesito estudiar”. Cuando llegaban las vacaciones, los hermanos se iban con sus padres a la casita de la playa. A Arturo siempre se le podía ver con su tabla de surf y su toalla. Juan compartía con el hermano la afición por el surf. Pero también aprovechaba las vacaciones para retomar sus lecturas favoritas olvidadas por las exigencias del curso. A veces, paseando por la playa, se encontraba con el hermano y los amigos, quienes le invitaban a compartir deportes y conversaciones. Los amigos de Arturo, decepcionados por la prudencia del hermano, decían: “¡Arturo, qué soso es tu hermano!” Fueron pasando los años y los cursos escolares. Vinieron los primeros amores. Juan empezó la carrera de Matemáticas. Cuando terminó la carrera, sacó la oposición. Comenzó a dar clases en un instituto. La vida le sonreía. Arturo, por su parte, pronto dejó los estudios y se hizo profesional del fútbol. Era también una persona feliz. “Yo no he estudiado, pero gano más dinero que mi hermano”, piensa. Fue entonces cuando Arturo tuvo una lesión grave. Su tobillo había quedado hecho añicos para siempre. “Ahora qué hago yo. No tengo estudios. Solo sé dar patadas a un balón. Menos mal que tengo dinero ahorrado. Ya buscaré algún trabajo”. Sin embargo, el tiempo pasaba y Arturo no encontraba nada. Se volvió triste y huraño. No quería saber nada de nadie. “Cómo envidio a mi hermano. Él sí que lo tiene todo en la vida. Trabaja, se casó con una profesora y tienen un hijo. Yo lo tenía todo en la vida, pero no quise escuchar a mis padres, a mi hermano, a nadie. Mi vida era jugar al fútbol y divertirme”. Arturo tocó fondo. No se atrevía a salir a la calle. Pasaba los días interminables sin hacer nada. Pensaba mucho en su hermano y sentía que un gusano le corroía las entrañas: envidia. Sin embargo, una voz interior suavemente comenzó a hablarle. “Aún estás a tiempo: vuelve a estudiar y no te rindas”. Rosa María Diego Rodríguez
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LA ESPIRAL El patio del colegio era un microcosmos en sí mismo. Los grupos bien diferenciados. En el centro los chicos jugando al fútbol, tenían esa mala costumbre de ocupar la mayoría del espacio. En las escaleras de la izquierda, las chicas hablaban de sus cosas y jugaban entre ellas. En la esquina de la derecha, junto a la verja de la entrada, había un poyete de piedra, y ahí es donde solía pasar los recreos, sumido en sus pensamientos, Ricardo. En alguna ocasión había compartido juegos con sus compañeros, pero su miedo a no hacerlo bien le bloqueaba, era incapaz de hacer una jugada en condiciones y le caía la bronca si perdían el partido. Al final, terminaba de portero, aburrido como una ostra. Y era entonces cuando un calor insoportable le subía a la cara y se encendía de rabia. Qué coraje le daba ver a los demás pasarlo bien, y él, allí, sin importarle a nadie. Bajo los palos, imaginaba jugadas que siempre acababan en gol y le llevaban a hombros como a los toreros.
Así que al final, pasaba los recreos rumiando su rabia desde el poyete y sonriendo sibilinamente con satisfacción interior cuando alguno se lesionaba. El padre de Roberto llegó solemne al salón, se sentó en una silla delante de sus hijos y les dio la noticia. Se lo
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El día amaneció soleado. La primavera se anunciaba tibiamente en la ciudad. Era una mañana como tantas otras, con esa rutina que se expandía inevitablemente por todos los rincones. Sonaba la radio, en la casa gustaban de escuchar las primeras noticias de la mañana, la voz del locutor era un soniquete familiar, formaba parte de las rutinas matinales. No eran de hablar mucho, en realidad, tampoco había grandes novedades para compartir. La fábrica de papá, la peluquería de mamá, el colegio... Lo que Ricardo hubiera dado por tener un hermano. En su entorno, quien más, quien menos, tenía hermanos, hasta sus padres los tenían. ¿Por qué él no? Esa cuestión le martirizaba enormemente, le hacía sentirse inferior. Le daba rabia ver a otros jugar con sus hermanos. Y aunque la mayoría se quejaba de que si sus hermanos esto o lo otro, y a pesar de ver las rencillas entre algunos de ellos y los sinsabores que estas situaciones provocaban, él añoraba esas cosas aun sin haberlas vivido ni conocido en propia piel. Como cada día, Ricardo cogió su mochila y fue caminando despacio hacia la escuela. El amanecer en el campo tiene esa magia de lo nuevo. Ahora que el sol aparecía más temprano, era como si todo el Universo se conjugara para el disfrute. El sol de la primavera iluminaba diferente, el aire tenía otro color, todo tenía otro aroma, las flores, la casa, la madre, sus hermanas... Era acabar el invierno y Roberto no necesitaba ni despertador, saltaba de la cama como un colibrí. No había niño más feliz en todo el lugar. Se sentía viviendo en una burbuja de alegría infinita, eterna. Sin embargo, aquella mañana no fue como las demás. Roberto y sus dos hermanas esperaban sentados en el sofá del salón. Su madre les había dicho que su padre tenía importantes noticias para la familia. Los tres esperaban expectantes.
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dijo sin ambages, directo, como cuando se dirigía a los empleados de su oficina. Todo su buen hacer y su prestigio como ingeniero daban sus frutos y se incorporaría de inmediato a la división de su empresa en Londres. Su mujer, brillante ejecutiva de la firma, le acompañaría pasado el verano. Los niños se miraban unos a otros con un punto de incertidumbre en la mirada. No era cuestión baladí y había que organizar con mucho cuidado los movimientos. Así que, decidieron, que las gemelas, que eran aún muy pequeñas se quedarían con sus abuelos y Roberto, iría a un colegio muy prestigioso de la ciudad en régimen de internado. Era lo mejor, dijeron sus padres. Allí recibiría una educación exquisita que le abriría muchas puertas en el futuro. Para Roberto aquello fue un jarro de agua fría y por primera vez supo lo que era el odio. La adolescencia no hizo grandes cambios en Ricardo. Seguía siendo un desgraciado. Seguía con su complejo de inferioridad. Todo eran problemas. Era buen estudiante, sacaba buenas notas, y ya se sabe, que esas cosas suelen estar mal vistas. Ricardo era el empollón de la clase. Y como tal, blanco de las burlas de los otros. El los odiaba profundamente. Un día, cogieron sus apuntes y se los tiraron por la ventana, cayeron desperdigados por una repisa que era a la vez la cubierta de la entrada. Cuando salió a recogerlos, cerraron la ventana y tuvo que dar la vuelta al edificio caminando por la repisa y entrar por la ventana de otra aula, lo que hizo muerto de vergüenza. En estos casos siempre pensaba que si tuviera un hermano mayor todo sería distinto, porque tendría siempre un apoyo. Nunca entendió por qué no tuvo un hermano. Y tampoco alcanzaba a comprender que no le tuvieran en consideración, él que siempre estaba tan dispuesto a ayudar a los demás, tenía una gran habilidad con la máquina de escribir y mecanografiaba trabajos a los compañeros. Aunque, en el fondo le molestaba enormemente que les pusieran buenas notas y que encima les alabasen cuando algo les salía medianamente bien, cuando a
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él, daban por hecho que lo haría perfecto. Eso no lo podía soportar. Así que, en venganza, de vez en cuando dejaba caer un error y cuando los profesores los amonestaban, él sonreía sibilinamente con satisfacción interior desde su rincón. La estancia en el internado fue más larga de lo que Roberto hubiera deseado. Se ahogaba allí dentro. Le faltaba el campo, el sol, el olor de la hierba mojada. Su sonrisa se apagó. Se volvió taciturno y entrando en la adolescencia le crecieron la inseguridad y la timidez. Necesitaba salir de allí, necesitaba respirar. Toda aquella rigidez y disciplina lo asfixiaban. A veces, en un arrebato de odio, pedía a Dios o al Diablo, que la desgracia cayera sobre sus padres, o sobre sus hermanas. Las cogió una tremenda animadversión. Ellas felices y libres. Él allí, encerrado como un criminal. Cómo le zahería en lo más profundo de su ser ver felices a los demás. Un día, en uno de sus arrebatos de odio, comenzó a escribir poemas, oscuros y amargos.
Aquella tarde, tras la charla que les dieron a los alumnos en el salón de actos, sin saber muy bien porqué, al pasar por delante del piano que estaba junto a la puerta, Ricardo levantó la tapa y tocó con suavidad las teclas, que dejaron caer unas notas inconexas, sin sentido. Esa noche, cuando se metió en la cama se imaginó tocando un piano grande y
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le regalaron un bajo que a Roberto le pareció precioso. Fue la sensación de la escuela. Animado por su amigo, Roberto se atrevió a coger la guitarra y juntos aprendieron a tocar, ayudándose y dándose ánimos. No tardaron mucho en ponerle melodía a los poemas de Roberto. Y se juraron que cuando salieran del internado se dedicarían al mundo de la música formando un dúo.
Los padres de Ricardo no estaban por la labor de que el niño fuera a dedicarse a eso de la música. Ellos querían que hiciera algo útil. Y entró como aprendiz de soldador en la fábrica donde trabajaba su padre. Esto fue motivo de gran disgusto y malestar para Ricardo. Qué clase de padres eran los suyos que tiraban por la borda un futuro prometedor en la música. Egoístas, que no le dieron un hermano y ahora le impedían triunfar. Cuánto los odió. Hasta la extenuación. Les maldijo una y mil veces. Pero, era tal su empeño, que consiguió que lo contrataran en un pub para tocar por las noches. Pero él no estaba a gusto del todo. La gente estaba allí, tomando copas, ligando, riendo. Nadie hacía caso a su piano. Él, tocaba en su rincón y se imaginaba en el Royal Albert Hall, con todo el público en pie hasta que las cotidianas peleas de borrachos le volvían a la realidad de su esquina bajo la luz cenital.
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blanco ante un público rendido a sus pies. Ese pensamiento le llenó de satisfacción. Esa sería su venganza sobre todos los que le habían menospreciado durante toda su vida. Tendría miles de fans, millones, las mujeres lo adorarían y él se dejaría querer con desdén. Humillaría a todos. Sería el más grande pianista jamás visto. Y se durmió con una sonrisa triunfal. En el aula de música había una guitarra. Roberto llevaba un tiempo mirándola con ganas de cogerla. Pero esa timidez suya no le dejaba hacerlo. Se le había ocurrido que estaría bien saber tocar la guitarra para ponerle música a sus poemas. Seguro que a las chicas les gustaría. Y para él sería una buena manera de acercarse. Había visto en el parque corrillos de chicas alrededor de los manitas que sabían tocar la guitarra y él quería ser como ellos. Sobre todo, quería que Lucía se fijara en él y no en Pablo, ese gallito engreído con ínfulas de rockero de tres al cuarto. Para el director del instituto que, aunque Ricardo no lo creyera, le tenía en alta estima, no pasó desapercibida esa naciente afición por el viejo piano. Para él, músico frustrado, fue una inspiración y le tomó como alumno a cambio de que le ayudara mecanografiando trabajos y papeleos. Así pues, Ricardo, cada tarde, al salir de clase, iba a casa del director y éste le inculcaba sus conocimientos. El muchacho era listo y aprendía con rapidez y no sólo tocaba piezas clásicas, sino que se lanzó a componer sus propias melodías. El Maestro miraba su obra con plena satisfacción, henchido de orgullo. Iba a lograr con su pupilo, lo que no pudo conseguir para sí. Pero Ricardo desconfiaba y empezó a pensar que lo que quería el Maestro era hacerse rico a su costa. Esa idea prendió en su cabeza de tal modo que se le hacía insoportable. Roberto tenía un buen amigo, casi un hermano, Darío. Al igual que a Roberto, a él también le gustaba la idea de seducir chicas a través de la música. La Navidad de aquel año marcaría un antes y un después para los dos amigos. A Darío
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El 10 de abril de 1970 fue un día aciago para muchos amantes de la música en el mundo, y también lo fue para Roberto y Darío. La noticia corrió como la pólvora, no se hablaba de otra cosa. Los Beatles se separaban. A sus 20 años, no podían imaginar que ya no habría más canciones de los de Liverpool. Para mitigar el dolor y la rabia que les produjo la noticia, comenzaron a hacer covers de sus canciones míticas y en el verano, gracias a las influencias de sus madres, estuvieron amenizando unas cuantas fiestas de sociedad cantando esas versiones. Las niñas bien de Madrid revoloteaban a su alrededor. Roberto flotaba en una nube. Se hacían fotos con él, firmaba autógrafos. Qué más podía pedir. Hasta Lucía le ponía ojitos y Roberto no perdió ocasión de seducirla. La visión de la espalda de Lucía cuando se levantó de la cama fue para Roberto el mejor de los trofeos. Ella, ya no era de Pablo. Él la había conquistado. Él había ganado. En el otoño de 1970, el padre de Ricardo tuvo un fatal accidente en la fábrica. Todas las maldiciones que había proferido contra él durante tanto tiempo se materializaron. Y un sentimiento de culpa envolvió su corazón. Se autoconvenció de que él lo había matado. Tanto odio y tanto rencor acumulados durante 20 años contra todo y contra todos y en especial contra su progenitor, habían conseguido confabularse y llevarse a su padre. Ese sentimiento de culpabilidad ya no le abandonaría nunca. Se volvió huraño, aunque él lo disfrazaba diciendo que era un tímido de preocupar. Le ascendieron a encargado en la fábrica, más que nada en deferencia a su padre y por lástima a la mísera pensión de viudedad de su madre. Y así prosiguió su vida en los siguientes cinco años. Durante el día en la fábrica y por las noches en el pub haciendo versiones chill out de las canciones de moda. La calle Atocha era un hervidero. Todo el mundo quería ver al grupo de moda de esos días. Era su primer concierto y había ganas de pasarlo bien. Ricardo, Roberto y Darío estaban allí tam-
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bién, con sus entradas en la mano y con muchas ganas de ver la presentación de Ñu en el Monumental. La gente salió encantada del concierto. Nadie quería irse a casa. Era el momento de irse de cañas. Roberto, Darío y Ricardo coincidieron en la barra de El Tres, no lejos del teatro. Pidieron unas cervezas y comenzaron a comentar lo vivido. Aquella noche fue el inicio de algo nuevo para los ya tres amigos. Aquella noche decidieron que tenían que hacer un grupo. Estaban llenos de ideas, de proyectos, de ganas. Y Roberto decidió dejarse el pelo largo como Rosendo Mercado.
Crear el grupo no fue tarea fácil. Estuvieron mucho tiempo buscando el cuarto miembro, el batería. No era fácil embarcar a la gente en un proyecto nuevo, sin apenas dinero, sin experiencia y sin un manager que los pudiera guiar. Finalmente, llegó al grupo Juan, un chico rubio, muy joven y con muchas ganas, había hecho sus pinitos en algunos grupos, tocando en fiestas y bares. El siguiente paso fue poner nombre al grupo. Hubo ahí mucha discusión, no lograban ponerse de acuerdo. Hasta que de pronto, casi sin pensar, a Ricardo se le ocurrió “Universo Experimental”. A todos les pareció bien. Al principio trabajaban juntos tanto para componer las letras como la música de las canciones. Cada uno aportaba su idea, su verso, su nota. Pero poco a poco, Roberto tomó la iniciativa y empezó a escribir por su cuenta, luego Darío hacía los arreglos, resultó ser un arreglista de primera. Ricardo se sintió herido en su
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y no había estudiado como él. Las canciones de Ricardo eran mucho más formales, con otro color y otras melodías. Hacía unos solos al piano espectaculares y además improvisaba estupendamente. La mañana del Domingo era absolutamente primaveral, de esas que apetece salir a pasear. El Price a tope como de costumbre, lleno de jóvenes ávidos de pasarlo bien. Ricardo sólo tuvo dos canciones suyas para lucirse, y ¡vaya si lo hizo! Sus improvisaciones al piano dejaron con la boca abierta a más de uno. Roberto, viendo que toda la atención se desviaba hacia Ricardo, agarró su guitarra, dio unos pasos al frente del escenario y empezó a hacer virguerías con ella. Juan y Darío se miraron y los siguieron como pudieron en aquella competición de egos. El enorme éxito cosechado les puso sobre la mesa la necesidad de grabar un disco. Un nuevo reto a la vista. Roberto, como de costumbre, presentó una docena de canciones. Supuso que serían sus temas los que conformarían el disco. Ricardo presentó cuatro temas, dos de ellos con una duración de más de diez minutos, como solía ser habitual en el rock progresivo, y donde él tendría un gran lucimiento con su piano. Roberto no recibió muy bien el intento de protagonismo de Ricardo, y aquella noche, no durmió para alargar una de sus canciones hasta los catorce minutos con unos riffs de guitarra alucinantes. Fue la recién nacida Chapa Discos, la que se encargó de la grabación y lanzamiento de su primer LP. Para evitar enfrentamientos se eligieron cinco canciones de cada uno y se acordó que se sacarían alternativamente los singles con las canciones de uno y de otro. El primero, como no podía ser de otro modo fue el que daba nombre al grupo y que también dio nombre al disco, “Universo Experimental” en la cara A y una de Ricardo “La angustia del Cuadrado” como cara B. Se vendió de maravilla, alcanzando disco de oro en pocas semanas. El single se radiaba continuamente y fueron llamados a la televisión para actuar en el programa
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orgullo cuando le llegaron un puñado de canciones donde venía indicado hasta las notas para piano que él debía ejecutar. Se sintió molesto ante lo que consideró una chulería de Roberto. Quién se ha creído que es, pensaba. Y sin amilanarse, empezó a escribir canciones con su piano. No iba a consentir que Roberto se llevara toda la gloria. Hicieron una maqueta con cuatro canciones, dos de cada uno para que no hubiera problemas, y comenzaron a ir de radio en radio con ella bajo el brazo. No parecían interesar a nadie, hasta que recalaron en Radio Madrid y hablaron con el locutor Pepe Cañaveras. Le gustaron. Y empezó a sonar una primera canción en Los 40 Principales. Se llamaba como el grupo, “Universo Experimental” y sonaba en ese estilo que se dio en llamar rock progresivo. La canción tenía un estribillo muy pegadizo y resultó un éxito. Roberto, que era el compositor de la canción no cabía en sí de satisfacción y dio por hecho, que sería a partir de ese momento el compositor de todas las canciones del grupo. Aquella decisión unilateral de Roberto, que encima les pareció bien a los otros dos, a Ricardo le sentó muy mal. Comenzó a albergar un odio feroz hacia aquel niñato de familia bien que había decidido hacerse con el control del grupo, de su grupo, ¿es que nadie se acordaba que la idea de formar la banda había sido suya aquella noche en El Tres? A raíz del éxito radiofónico de “Universo Experimental”, Darío, que comenzó a ejercer como manager, consiguió que les dieran una oportunidad en las matinales del Price. El grupo lo celebró con enorme alegría. Todos veían una gran oportunidad en esa actuación. Roberto propuso dar forma a un par de canciones que tenía en cartera, unidas a las cuatro de la maqueta, podían hacer una buena presentación. Él estaba convencido de que sus canciones iban a ser un gran éxito y esas eran las que había que tocar. Ricardo hervía por dentro. Consideraba sus canciones facilonas, con ritmos sencillos, se las daba de compositor
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Directísimo de Iñigo. Fueron la sensación de la noche junto con Uri Geller. La tarde que fueron a grabar su intervención en el programa de Nochevieja, hubo unos problemas técnicos que lo atrasaron todo. Tuvieron que esperar con otros artistas en los camerinos o en el bar. Susana iba y venía con los auriculares puestos dando órdenes a diestro y siniestro. Aquellos retrasos la ponían de muy mal humor. En una de sus idas y venidas tropezó con Ricardo que estaba fumando apoyado en el quicio de la puerta. Ella le echó una mirada asesina por estar en medio y él se quedó prendado de sus ojos verdes y su larga melena ondulada. Susana estaba muy nerviosa aquella tarde. En realidad, estaba nerviosa desde que supo que Universo Experimental iba a estar grabando y ella tenía que supervisar la grabación. Estaba loca por conocer al grupo y en especial a Roberto. Para ella era guapísimo, con un gran estilazo, y con aquella melena que agitaba, a sus ojos, de una manera supersexy cuando tocaba la guitarra. Cuando acabó la grabación, se acercó a él tímida, pero resuelta, y le pidió un autógrafo y se hizo una foto con su adorado Roberto. Susana comenzó a ser habitual en los conciertos del grupo. Se declaró fan incondicional y hasta inició la creación de su Club de Fans. Todo por estar cerca de Roberto. Le reía todas las gracias, siempre se sentaba a su lado, coqueta y seductora. Pero Roberto no mostraba especial interés en ella. Al contrario que Ricardo, que se moría de celos y rabia viendo todo lo que sucedía. Pareciera invisible a los ojos de ella. No entendía, qué demonios veía en Roberto, que a él le parecía un tipo vacío, insulso. Un chulito con hechuras de ligón de playa. Un pagado de sí mismo. Era incomprensible que una chica como Susana bebiera los vientos por Roberto y no por él, que era mucho más inteligente y mucho mejor partido. Era cierto que tenía éxito con las chicas, tenía labia y sabía conquistarlas, además, según opinión general era gua-
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po, muy guapo. A Ricardo no le parecía para tanto y se hacía cruces. Una mañana se miró al espejo y decidió dejarse crecer el pelo y la barba. Para ser como Roberto. Quería ser como él. Susana, para pasmo de Darío, comenzó a ejercer como manager del grupo, se dedicó a hablar con unos y con otros, pues debido a su trabajo en televisión, tenía buenos contactos. Aquel verano, firmaron un buen puñado de conciertos por pueblos y ciudades. Una exitosa gira y entre medias, la preparación de un nuevo disco. Había que aprovechar la buena racha. Alquilaron un autobús y se echaron miles de kilómetros a la espalda. Roberto iba teniendo una novia en cada escenario, rara era la noche en que dormía solo. Susana veía cada vez más lejos la posibilidad de que Roberto se fijara en ella. Le daba mucho coraje. Y comenzó a crecer un odio soterrado hacia él, no le perdonaba que la insultara de ese modo no haciéndola caso. Por su parte Ricardo no sabía qué hacer para que ella se fijara en él. Lo consideraba misión imposible. Jamás una chica como Susana se tomaría la molestia de estar con alguien como él, sin gracia, aburrido, siempre con dolor de estómago, quejándose, sufriendo. Ella prefería tipos como Roberto, seguros de sí mismos, echados para adelante, siempre bromeando, exitosos. Le daba rabia, pero en el fondo, sentía una perversa satisfacción en que Roberto no prestara atención a los requerimientos amorosos de Susana. Él no la tenía, pero Roberto tampoco. Acabado el verano, las noticias no pudieron ser mejores. Les reclamaban para unos showcase en Ecuador y Colombia y con posibilidades de ir a Uruguay y Argentina. Hicieron las maletas y cruzaron el charco con ganas de vivir la nueva aventura que se presentaba ante sus ojos. Roberto ya tenía preparadas media docena de canciones que olían a éxito, Ricardo había hecho tres o cuatro también, no eran tan brillantes creía él, pero ahí estaban, el contrapunto oscuro, la cara B perfecta. Susana propuso crear
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nes increíbles y que era una pena que no pudiera proyectarse más, y le azuzaba para que Roberto no llevara la voz cantante. Ricardo sentía crecer su ego. Ella había visto su potencial. Es lo que necesitaba. Por fin Roberto iba a tener su merecido y se le iban a bajar sus ínfulas de estrellita. Roberto empezó a sentirse mal. Aquella mujer era pura maldad y estaba envenenando a su amigo, al que él consideraba débil. El día que se lo insinuó Ricardo se puso como loco y le acusó de ser un envidioso y mal amigo, que no soportaba su buena suerte. Estaba claro para él, que Roberto no soportaba que nadie estuviera por encima de él, tan soberbio y estúpido. Su segundo disco fue tanto o más exitoso que el primero. Se desató la locura y volvieron las promociones y los conciertos. Hacía calor esa noche. Un calor como sólo en Toledo era posible. 40 grados en la noche. Imposible dormir. Roberto salió a la terraza del hotel con su guitarra. Se sentó en un columpio, improvisó unas notas. Cerró los ojos. Cuando los abrió, Susana estaba sentada a su lado, con un vestido blanco, vaporoso. Sensual le ofreció un cigarrillo, que fumaron a medias. Ella le dijo que no podía dormir y decidió salir a fumar. La realidad es que lo vio por la ventana de su habitación y decidió ir a su encuentro. El humo del cigarro les envolvió, y ella se atrevió a decirle que estuvo muy enamorada de él, que había sufrido lo indecible con su indiferencia. Roberto no dijo nada. Ella le confesó que se acercó a Ricardo para darle celos, pero que poco a poco había descubierto que Ricardo era un buen tío. También le dijo que, en el fondo, su corazón siempre tendría un latido para él. Roberto sonrió de medio lado. Se acercó a ella y le dijo al oído que era una pena que tuviera ese carácter endiablado porque quién sabe si hubieran podido tener una historia entre los dos. Desde su ventana Ricardo sintió que su mundo se venía abajo. Su mujer, su amigo, haciéndose arrumacos. Un desasosiego le corrió por el
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una línea de productos para vender en los conciertos, camisetas, llaveros, mecheros. Esos detalles siempre gustan a la gente. Susana era una mujer práctica con gran visión comercial. Y desde ese momento, a sus funciones de manager sumó el ser la encargada de merchandising del grupo. Susana comenzó a aceptar que nunca tendría una oportunidad con Roberto, pero necesitaba estar cerca de él y entonces, volvió su vista hacia Ricardo. Sabía que él estaba perdidamente enamorado de ella, era tan obvio viéndole babear constantemente y poniéndose en ridículo una y otra vez. También era consciente de la lucha de egos entre los dos gallos del corral. Tomó una determinación. Inició el acercamiento a Ricardo. En unos meses ya era oficial que Ricardo y Susana estaban juntos. Él no podía estar mejor, por una vez, era el ganador. Se llevaba a la chica. Aunque, no podía evitar pensar que tal vez ella, siempre tuviera cierta querencia por Roberto. Ese pensamiento le pellizcaba el corazón. ¿Y si al final Roberto se la quitaba? No lo soportaría. Y por su cabeza pasó la idea de echarle del grupo. Finalizados los compromisos y antes de grabar su segundo disco, se tomaron un tiempo de descanso durante el cual, Ricardo y Susana, se casaron. Con el nuevo status de ella, las tensiones en el grupo, en especial entre Ricardo y Roberto, fueron a más. Ella le decía a su marido que hacía unas cancio-
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cuerpo. ¿Desde cuándo lo engañaban? ¿Desde cuándo eran amantes? Su cabeza explotaba y su estómago le doblaba de dolor. Maldita úlcera. Desde aquel episodio en Toledo no podía conciliar el sueño. Cada gesto, cada movimiento, cada palabra que se cruzaban Roberto y Susana eran para él la prueba definitiva de que lo estaban engañando. En realidad, entre ellos lo que se cruzaban eran indirectas y puñaladas. Se odiaban a más no poder. Cuando acabó la gira, se tomaron unas vacaciones. Necesitaban respirar y tomar distancia. Ricardo, aprovechó aquellos días de relax para insinuar a Susana que sería genial tener un hijo. Él lo tenía todo calculado. Con un niño, Susana tendría una ocupación fuera del grupo, y no tendría que estar cerca de Roberto. Eso era lo mejor. Si no se veían a diario, no tendrían ocasión de vivir su romance. Pero Susana no tenía ninguna necesidad de ser madre. Ella era una mujer liberada, su trabajo la llenaba y no iba a renunciar a él ni por hijos, ni por nadie. Ricardo se sintió traicionado. Maldito Roberto, pensó, él es el culpable. Quiere tenerla cerca y ella también lo prefiere. Están compinchados para hacerme sufrir. Las vacaciones fueron muy productivas para Roberto. Conoció en la playa a una chica que le pareció ideal. Fuente de inspiración que dio como saldo más de una docena de canciones. Ella se sintió muy halagada de que el chico de moda se hubiera fijado en ella. Sus amigas se pondrían verdes de envidia cuando lo supieran. Ricardo había trazado un plan. Quería hacer cambios en el grupo. Contratar a alguien más, cambiar el estilo hacia el pop, meter vientos o coros. Cualquier cosa que hiciera que Roberto se enfadara y decidiera irse. Iba a pillarlos por sorpresa, sobre todo a Roberto que no se iba a esperar semejante cosa ni por asomo. Sin embargo, el primer día que se reunieron, la sorpresa la dio Roberto. Apareció de la mano de Carolina, triunfal, y como quien exhibe un trofeo,
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les enseñó a todos su alianza. Se habían casado en secreto. Ella sonrió tímidamente. Susana, la miró de arriba abajo con suficiencia mientras pensaba que quién era ésa que le arrebataba definitivamente a Roberto. La grabación del siguiente disco fue un verdadero infierno. Roberto y Ricardo no se ponían de acuerdo en nada. El resto del grupo asistía atónito a aquellas eternas discusiones. La Compañía Discográfica les apretaba para sacar el disco. La prensa de vez en cuando lanzaba titulares diciendo que estaban acabados, que ya no tenían ideas y que el pop les estaba comiendo el terreno. Nadie estaba a gusto. Todo eran problemas. Y para rematar, Carolina, que parecía tan tímida al principio, resultó ser de armas tomar. Defendía a Roberto por encima de todo, cosa que a él le hacía inflarse como un pavo. Y Susana, por su parte, no permitía que se hiciera de menos a Ricardo. Y en medio de aquella explosiva situación, Carolina anunció su embarazo. De nuevo Ricardo sintió que le tomaban la delantera. Todos en el grupo tenían hijos ya, menos él. Y encima ahora Roberto le daba esa puñalada. Quería hijos, desde siempre, desde que siendo un crio comprendió que nunca tendría hermanos, decidió que tendría hijos para suplir esa carencia. Pero Susana, seguía sin tener el más mínimo interés. Y empezó a crecer en él la idea de que, si Roberto se lo pidiera, ella, tendría un hijo, sí, con él sí. Seguro que seguían viéndose de algún modo. Cualquier día se quedaría embarazada y le cargaría a él el hijo de Roberto. De sólo pensarlo sentía una terrible punzada en su interior. Llovía con fuerza. El limpiaparabrisas del coche no podía con tanta agua. La autopista era el infierno. No supo cómo, pero perdió el control del coche y dio varias vueltas de campana. Silencio sólo roto por las gruesas gotas cayendo inmisericordes sobre el coche ladeado en la cuneta. Cuando le llamaron para decirle que fuera al hospital se
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sintió perdido. Se sintió realmente mal. Era la segunda vez que sus maldiciones se materializaban. Un pensamiento macabro se cruzó en su cabeza. Si muere, no me hará sombra nunca más. Sonrió. El accidente y posterior recuperación mantuvieron apartado del negocio musical a Roberto unos cuantos meses. Susana de vez en cuando se acercaba a la casa para interesarse por él. A Carolina no le hacía mucha gracia que revoloteara por allí. Conocía la historia, por lo que estaba siempre ojo avizor. Y Susana, por su parte, le lanzaba puyazos a Carolina, para hacerla creer que alguna vez hubo algo entre ellos. Por su parte, Ricardo, cada vez que intuía que su mujer había ido a visitar a Roberto, se volvía loco de celos y daba vueltas por el estudio como un animal enjaulado. Una tarde, Ricardo tomó una decisión. Sin contar con nadie, convocó una rueda de prensa para anunciar que se disolvía el grupo. La situación de Roberto, explicó, podía alargarse mucho tiempo, en vistas de lo cual había decidido dar por finalizada la trayectoria de Universo Experimental. Él ya tenía un nuevo proyecto en mente y si Juan y Darío querían seguir con él, serían bienvenidos. Juan aceptó el reto. Darío, prefirió quedarse con su amigo de siempre.
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Ricardo se sintió muy aliviado tras disolver el grupo. Por fin, podría hacer y deshacer a su gusto. Ya no tendría al sabelotodo de Roberto como una pesada mochila llena de piedras. Susana y Ricardo centraron sus esfuerzos en reorganizar una nueva banda cuanto antes. Ella le propuso que podía contar con una voz femenina que contrarrestara la voz masculina de él. Ricardo estuvo de acuerdo. Susana desde ese momento fue la voz del nuevo proyecto de Ricardo. Llamaron al grupo Silver y ella adoptó el color plata en su atuendo como marca. Un año y medio después del accidente Roberto y Darío volvieron a la música como cuando empezaron, y crearon el dúo Universum. Roberto decidió que, para hacer conciertos, contratarían músicos de sesión. Sentado en el estudio, fumando un cigarrillo, no podía dejar de pensar en la jugarreta de Ricardo. Creía que eran amigos. Cuando alguien le decía que tuviera cuidado con Ricardo, que era un maldito envidioso, él siempre le disculpaba. Nunca imaginó que fuera tan ladino. Que aprovechara su situación para dinamitar todo bajo sus pies. Estaba seguro de que mucha parte de culpa era de aquella bruja de Susana. Cuando salió el primer disco de Silver sintió que le llevaban los demonios cuando vio que ella era la nueva cantante.
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Durante un tiempo, Silver y Universum sacaban discos prácticamente a la vez y coincidían en sus giras. Alguna vez hasta tocaron en el mismo Festival. Se estableció una lucha feroz entre ambos. Cada éxito de uno era una bofetada para el otro. En las entrevistas se lanzaban indirectas terribles. Ninguno soportaba el triunfo del otro. Los años fueron pasando. Les nacieron arrugas en la cara y sus cabellos clarearon. Las modas trajeron otros ritmos y la música de Ricardo y Roberto dejó de interesar a los jóvenes. Los discos ya no se vendían como antaño y en las radios, ahora transformadas en radio -fórmulas, sus canciones ya no tenían cabida. Aunque, a decir verdad, contaban con un nutrido grupo de fans nostálgicos que no faltaban en los conciertos que a veces aún daban en pequeños auditorios. Incluso en esos momentos, la rivalidad entre ellos se mantenía. Saber que el otro había hecho un soldout era motivo de indignación y rabia. La noticia corrió como la pólvora. Ricardo estaba ingresado muy grave en el hospital. Nadie sabía de su enfermedad. No quería que le tuvieran lástima. Cuando Roberto vio en la televisión lo que estaba pasando con su viejo amigo, no lo dudó y fue a visitarlo. Roberto abrió la puerta de la habitación. Con paso lento se acercó a la cama donde yacía Ricardo. Éste entornó la cabeza para ver bien al visitante. Se sorprendió de ver allí a Roberto. No le esperaba en absoluto. Es más, estaba convencido de que cuando supiera lo de su enfermedad se iba a alegrar pues habría ganado la partida —No pensé que vendrías después de todos estos años —¿Cómo no iba a venir? Me sobresaltó la noticia. No sabía que estuvieras enfermo —Tú nunca te preocupaste de cómo me sentía yo. Sólo pensabas en ti, en tu éxito, en las chicas. Claro, tú te creías mejor que yo. Aunque tal vez, no te faltaba razón. Ahora, postrado en esta cama, consumido por este cáncer de estóma-
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go, viendo que el tiempo se agota, no puedo sino reconocer que toda la vida he sido un envidioso. Siempre quise lo que los demás tenían. Porque los demás se merecían su buena suerte y yo tal vez no. Siempre me he sentido muy solo. No tuve hermanos, no tuve amigos, no tuve hijos. Tengo una mujer que no sé si alguna vez me ha querido. En cambio, tú, mírate, siempre rodeado de gente, provienes de una familia de las de toda la vida, con clase. El tío más popular entre las chicas. Con esa facilidad para enamorarlas y pasar página. El guaperas del grupo. El que escribía las mejores canciones, las divertidas, las caras A. mientras yo, el eterno segundón. Para ti todo era fácil. Nada te frenaba. Hasta mi mujer estaba loca por ti y se quedó conmigo por lástima. Bien que os vi aquella noche cuando os hacíais arrumacos en aquel hotel. Seguro que os estuvisteis riendo bien de mí, del pobre segundón. Y al final, tú te quedas aquí, y yo me voy, ¿adónde? Cualquiera sabe, ¿al infierno? ¿pero puede haber un infierno mayor que en el que he vivido toda mi vida?. Cómo vas a disfrutar ahora que ya no estaré para hacerte sombra. Te llevarás toda la gloria. De mí no se acordará nadie. Seré una noticia perdida entre otras. Tú tienes hijos y ¡un nieto! Ellos te recordarán. Y sus hijos y nietos también lo harán. Yo no tengo nada, ni nadie. Cuando mis cenizas se volatilicen nadie me echará en falta. Sólo me quedará la esperanza de esperarte en el infierno. Nunca le gustaron las despedidas. Era un trago amargo que siempre que pudo evitó. Aunque su ausencia en el funeral de Ricardo no le dejaba vivir. Así que, cuando se despertó y vio que era 16 de febrero supo que tenía que ir a despedirse de su amigo. Se vistió despacio, llamó a su hijo y le pidió que le acercara al cementerio. Era un día cualquiera, no había mucha gente en el camposanto. Lejos quedaba el uno de noviembre. Muchas flores secas, marchitas, olvidadas. Le vino a la cabeza el verso de Bécquer:
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“Dios mío, qué solos se quedan los muertos”. —Al final me has hecho venir y mira que no me gustan a mí estos sitios. Pero al final lo conseguiste, llevas martilleando en mi cabeza desde el día que te fuiste. Me has hecho sentir culpable. ¿Sabes qué día es hoy? Sí, claro, que lo sabes, no se te escapaba una fecha. Exacto, hoy hace 40 años que nos conocimos en El Tres cuando el mítico concierto de Ñu. Nunca te lo dije, pero siempre admiré tu capacidad para crear el grupo. En el fondo me daba rabia que todo te saliera tan fácil, el estilo, el nombre, los pasos a dar. Hiciste algo grande tío. Nunca te lo dije, pero me fascinaba tu modo de tocar el piano, de improvisar. Nadie como tú. Es cierto, que yo era rápido y bueno creando canciones, pero, las tuyas... tenías esos conocimientos musicales, clásicos, que a mí me faltaban. Cómo habría querido yo hacer lo que tu hacías. No te imaginas cuánto te envidiaba en los conciertos cuando te lanzabas a improvisar con tu piano, yo no tenía más remedio que coger la guitarra y tratar de eclipsarte, no sé si lo conseguí alguna vez. ¿Cómo perdimos tanto el tiempo? Nos despedazamos en guerras inútiles. Nos odiamos sin saber por qué. Al final nun-
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ca pudimos ser felices, nos envenenamos poco a poco. Yo era un crio feliz hasta que movieron la tierra bajo mis pies esa familia idílica que tu veías en mí, y que no era sino falsedad y buenas maneras de cara a la galería. Ellos sembraron en mi la semilla del odio, y viví buscando venganza. Buscaba ese placer oculto que me producía querer ser más que nadie, el usar y tirar de todas esas chicas, incluida tu mujer que me produjo la mayor de las satisfacciones, rechazarla. Tu propia rabia te carcomió por dentro. Nunca creíste en ti. Te comparabas con los demás y siempre salías perdiendo. Te fuiste cobardemente por la puerta de atrás para salirte con la tuya de que no le importabas a nadie y desde que marchaste todo son homenajes y medallas. Bien que te estarás riendo en el infierno. ¿Y tú me envidiabas a mí? ¿No sería yo el envidioso que proyectó tanta negatividad en ti? ¿Quién nos ennegreció el corazón? Se quedó en silencio ante la lápida del que fuera su amigo. Quiso decir una oración, pero no supo cómo hacerlo. Se le había olvidado rezar. Ana R. López
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El café de los domingos Don Nemesio Pomposo era una de esas mañana soleada y primaveral en la que la personas que no se perdían leer una es- mayoría de los niños del barrio hacían la quela del diario dominical. primera comunión. Viudo desde hacía una década, había adquirido la costumbre de acudir todas las mañanas de los domingos a desayunar al café de la plaza.
Desfilaron delante del portal. Abrían la procesión las niñas.
Le deleitaba tomar su cafecito lentamente. Un café solo, fuerte y caliente, con unas gotitas de coñac. Un café de hombres, sin las tonterías de unas pastas. Se acompañaba de la prensa matinal. Ojeaba superficialmente las noticias locales hasta llegar a lo que realmente deseaba, la sección de las esquelas.
tan bonita con sus tirabuzones dorados.
En primera fila la hija del notario, Guillermina, con un vestido de encaje blanco y Allí sentado en una mesa frente a un puntillas, confeccionado con todo el primor gran ventanal, veía pasar la vida de sus de las abuelas. vecinos. Le seguía Mª Fe, la sobrina del médico, Detrás la ahijada del maestro, Fátima, con guantes blancos y el rosario de plata en las manos. La acompañaban a ambos lados Marina, Casilda y Ana con un ramo de rosas nacaradas junto al pecho y zapatitos de charol.
No había nada que saboreara con mayor A cuatro pasos por detrás la hija del coroplacer que una jugosa esquela de un di- nel, Mercedes, peinada con una trenza a modo de corona sobre la cabeza, con rofunto conocido. sas de “pitiminí” insertadas y un misal doAnalizaba el árbol genealógico, desmem- rado en las manos. braba las familias, disfrutaba con el dolor La última, Rosa, la del boticario, con un de la viuda… vestido blanquísimo de “plumeti” y en las ¡Qué decir de esas despedidas!: manos una rosa roja a juego de sus san“Espérame en el cielo”, “Sumidos en un dalias. profundo dolor” Al final los niños. ¡Qué virtudes! “Pasaste como una estrella fugaz”, ¡La Los hijos del ingeniero, los mellizos Juan luz que alumbró mi camino” Antonio y Juan Diego, de marineros, y ¡Oh!, ¡Qué maravilla de epitafios! Guillermo, el hijo del señor gobernador, de Nunca una lágrima ni un sentimiento de almirante. pena. Nunca se dignaba a acudir a un Y cerrando la procesión el señor cura Don funeral. Mario y el monaguillo portando la palma.
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¿Acaso al difunto le habían invitado al- ¡Ay! ¡Qué buen augurio a España le espeguna vez a algo? raba con tan digna juventud! ¡Cuántas veces vio pasar bajo su balcón a sus vecinos portando sus mejores galas para asistir a una boda, un bautizo o una comunión, sin que a él nadie le hubiera avisado!
Toda la iglesia se llenó con los invitados, ellos casi no pudieron ni entrar. El barrio se quedó vacío. ¡Hasta el quiosco de la esquina cerró! ¡Hasta Dª Rosa la dueña estuvo invitada! Una mujer que siempre se Todavía recuerda aquel domingo de Ra- la veía con moño y zapatillas, ese día de mos, hace ya más de treinta años, una peluquería y en zapatos de tacón.
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Tras la ceremonia lo festejaron con un banquete popular. No falto de postre los buñuelos y los huesos de santo -todo un placer para el paladar- cocinados por las bendecidas manos de las novicias del convento de Santa Clara. No faltó la música y el baile hasta bien entrada la tarde.
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Florentina Aguilar nunca fue señora de… siempre se la llamó por su nombre de pila, “Floren”. Tras su fallecimiento él paso a ser el viudo de Dª Floren. Él a sus setenta y dos años se encontraba en plena forma y presentaba un buen aspecto físico. Casi un “dandi”.
Por eso cuando en una revisión rutinaria con el especialista, éste le diagnosticó un Se encerraron en casa en silencio, solos tumor renal, en avanzado estado y con y podridos de aburrimiento y envidia. escasa probabilidad de supervivencia ¿Por qué a nosotros nunca nos invitan a tan sólo unos seis meses- le costó hacerninguna celebración? -preguntaba su se a la idea, -era algo que no entraba en sus planes-. mujer-. Todo el barrio invitado menos ellos.
Muerto de envidia, él callaba. Entre Se imagino que su “Ángel de la guardia” le había abandonado. Supuso que los dientes para sí murmuraba: ángeles de la guardia también envejecen, — ¡Ya les llegara la hora de su funeral! que se les caen las plumas y le salen arPero ¡no, nunca! Él nunca asistiría a nin- trosis en las alas, e intuyo al suyo tumbado ya en una nube, reposando su dolor gún funeral. A lo sumo daba unas palmaditas en la de huesos. espalda a los familiares u ofrecía unas palabras, palabras vacías, sin consuelo, eternamente escuchadas: “Designios del Señor”, “No somos nadie” , “Así es la vida” Se orgullecía de haber sobrevivido a la mayoría de sus familiares y conocidos. Había sobrevivido incluso a su propio hijo, un niño enclenque y enfermizo al que su madre desde el primer día le rio todas las gracias. Un accidente en su matrimonio, que desde que llego a su casa, le arrebató la pasión y el cariño de su mujer. Su matrimonio no volvió a ser lo mismo, y él su propio marido quedo relegado a un segundo lugar. Un niño del que según su opinión ningún padre podría sentirse orgulloso.
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Había sobrevivido también a su mujer Florentina Aguilar. Una mujer dicharachera y parlanchina que entablaba amistad “demasiado” fácilmente con los vecinos del barrio.
Fue entonces cuando se acordó de Teodoro, compañero de colegio y amigo íntimo en su juventud, de la misma edad y físicamente tan parecidos que habían pasado varias veces por hermanos. Salvo por una diferencia, la simpatía y el don de gentes. Mientras que él siempre estaba sólo, Teodoro era el centro de atención de todos. El mismo chiste que contado por él nadie escuchaba, con Teodoro a todos les hacía gracia. Era su amigo sí, pero a veces que rabia le daba.
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Teodoro tenía que fallecer antes que él. Seis meses. Seis meses tenía para ver aparecer la esquela de Teodoro en el periódico. Y apareció. Casualmente y ya sin desear. Un domingo de otoño dos días antes del Pilar.
Regresaba a casa. Por el camino volvía apesadumbrado, taciturno. Retazos de recuerdos se volcaban en su mente. Regresaban desordenados alterando le el sosiego. ¡Cuántos momentos con Teo compartidos! Su infancia, su juventud. Desde los juegos de canicas a esas largas partidas de ajedrez y qué decir de todas esas horas de estudio en la biblioteca.
Tras leerla le invadió una extraña sensación no esperada. A diferencia de lo que creía no sintió regocijo ni placer. Con ra- Se acostó al llegar a casa. No pudo dorzón se decía que la venganza se servía mir la siesta. Se levantó sin ganas a meen plato frío. dia tarde, fue a su despacho, ya sereno y Teo, su amigo. ¡No! No iría tampoco a su sentado frente al escritorio, comenzó funeral. Al fin y al cabo, tampoco Teo le pausadamente a redactar su propia eshabía invitado a su boda, aunque eso de- quela. bió ser cosa de su novia. Ese día el café se quedó a medias, el resto de las esquelas sin leer.
Clara San Miguel
La decisión
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Cuando oyó el timbre del teléfono, Carmen lo dejó sonar. No necesitaba descolgar para saber quién la llamaba. Era su madre. Después de la última discusión que había tenido con su hermana Lola, sabía que tarde o temprano iba a recibir esa llamada. Siempre llamaba para echarle en cara todo lo que habían hecho por ella y lo poco que se lo agradecía. Carmen esperaba esa llamada y sin embargo decidió no contestar.
Los padres de Carmen fallecieron en un accidente de tráfico cuando ella tenía 10 años. De eso hace 15. Hasta hace unos meses que se ha ido a vivir sola ha convivido con su tía y su prima. Llevaba casi 15 años aguantándolas y no soportaba más.
Al principio la convivencia era buena o al menos eso cree. No lo puede afirmar con rotundidad. Estaba tan triste, tan perdida, tan sola en aquella casa sin sus padres que apenas recuerda los primeros meses de su nueEstaba harta de las dos, de su va vida. madre y de su hermana. De su hermaLola y ella tenían casi la misma na y su madre. En realidad, no eran ni edad e iban al mismo colegio. Su prisu madre ni su hermana, pero la fuer- mer recuerdo es de Lola llamándole za de la costumbre le hacía llamarlas huérfana en la parada del autobús. Jaasí. más olvidara esa imagen: su prima
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con uniforme gris de cuadros, camisa blanca, chaqueta roja y sus trenzas rubias llamándole huérfana en la fila del autobús delante de sus compañeros. Lola era una mala víbora y desde aquel día lo tuvo claro. En el colegio no dejaba que jugase con ella ni sus amigos. En casa no la dejaba tocar sus juguetes ni nada suyo. Con los años la relación no mejoro y cuando Carmen se quejaba a su tía del comportamiento de su prima está siempre contestaba que no sería para tanto. Qué lo que la sucedía a Carmen es que tenía envidia de Lola. ¿Envidia? ¿Cómo iba a envidiar ella a esa bruja? ¿Envidia? ¿Por qué la iba a envidiar? ¿Porque era más rubia, más alta, más divertida que ella? ¿Porque tenía más amigos que Carmen? ¿Porque todos los chicos estaban locos por Lola? ¡¡¡Envidia!!! Su tía todo lo solucionaba con esa palabra como si con una sola palabra se pudiesen nombrar todos los males de Carmen. ¿Envidia? Su tía tenía razón. Carmen si envidiaba a Lola. La envidiaba por un solo motivo: Lola tenía padres. Por esa razón, esta mañana fría y lluviosa de noviembre, Carmen ha decidido no descolgar el teléfono. Ha decidido esperar, acurrucada en la cama, a que sus padres vengan a buscarla e irse con ellos. Casilda González Portilla RELATOS
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GENOVEVA Y CRISTINA Genoveva descubrió hace muchos años que se sentía mejor al lado de la pobre Cristina. Su excelsa cabellera rubia de peluquería y su perpetuo bronceado de solárium no tenían rival frente a aquella poca cosa pálida de pelo corto que apenas sería una discreta pieza de un museo de muñequitas de cera.
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El viernes que Genoveva tuvo cena con los antiguos compañeros del instituto, llegó al restaurante a bordo de su Minicoupé amarillo de techo negro y pegatina de HelloKitty. Sobre la bandeja trasera, su perrito de peluche movía atropelladamente la cabeza anunciando la llegada de la reina de la fiesta. Del asiento del copiloto se bajó la pobre Cristina. El banquete transcurrió con normalidad; pulseras a juego con la ensaladilla rusa; el vino espumoso, contento de tenerla enfrente, burbujeaba de la emoción, y el vestido de cuero rojo marcaba sus glúteos de gimnasio dándoles una forma similar a las esculturas que jalonaban la entrada al comedor. Tras los postres, selfi con Paco, selfi con Adrián, selfi con todas las chicas, ella en medio, y en un extremo, la pobre Cristina. La noche estaba reservada para disfrute y lucimiento de la diosa. El pub de moda, con su vitrina llena de botellas de colores, barra de cristal con su cuenco de nubes de algodón, camarero guapo y música de bachata. Las clases de bailes de salón merecen la pena; Genoveva es la reina de la pista. De repente suena “Balada para una viuda” de Burning. Genoveva apoyada en la barra, Paco a un lado, Adrián al otro, y de frente,
el camarero guapo; seis ojazos solo para ella. Genoveva nota el sudor resbalando por su cara y los zapatos apretándole los pies. Y en una esquina, la luz delatora de neón descubre a la pobre Cristina convertida en leve marfil. El azul de las ginebras se torna gris. Los seis ojazos abandonan un instante a la guapa y se clavan en la mota de polvo brillante de la inocente Cristina. Instante eterno para quien acapara todo el tiempo, para quien no soporta la comparación. Genoveva coge a Cristina y van juntas al baño. La mira fijamente; los labios rojos de Cristina parecen la cotizada firma de un artista. Genoveva sujeta entre sus manos la cabeza asustada de Cristina y la besa apasionadamente, esparciendo el carmín por el entorno de sus bocas. Cristina parece una absurda colegial que acaba de chupar una piruleta. Batalla ganada, la pobre Cristina está fuera de combate. Volviendo a casa, con el amanecer confundiéndose con las últimas luces de las farolas, Genoveva le pide perdón. Cristina no se siente ofendida. Por un instante se sintió privilegiada de recibir un beso de la diosa de la noche. Genoveva detiene el Minicoupé amarillo frente al piso de Cristina. A ella aún le queda media hora para llegar a su casa. Cristina la nota cansada, muerta de sueño, y la invita a dormir. Suben juntas en el ascensor; Genoveva, con su melena de leona vieja y el torrente de maquillaje desecho resbalando por la piel de su cara artificial; y la pobre Cristina, con la espalda recorrida por la hilera de huesos de su columna vertebral, que termina en la
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base del cuello, allí donde aparece el y lo clava siete veces en la espalda nacimiento de su pelo. desnuda de Cristina. Sentada en el Genoveva no puede con la pre- borde de la cama, mira el cadáver resión de no alcanzar el nivel; siente el corrido por siete hilos de sangre; himiedo, como esas personas que no- los con que tejer la soga de la condetan el pánico rodeándoles hasta pro- na. vocar asfixia. Por eso prefieren la Genoveva cumple doble. La muerte; o la suya propia porque son primera, quince años en una cárcel incapaces de vivir cada día, o la del donde siempre fue la reina; y la seotro, que suele ser el arma peor. gunda, cadena perpetua. Ayer, día de todos los santos, quince años y una semana después, Genoveva fue al cementerio a ver el nicho de la pobre Cristina. Había un ramito de margaritas mustias; al lado puso las flores que ella traía, un enorme ramo de flores con olor a ambientador de espray. Al salir, se dio la vuelta y vio que mientras las margaritas reverdecían, el aroma de sus floCristina se desviste res se esfumaba. frente al espejo de su cuarto. Detrás, Genoveva saca Juan Diego Cavia el cúter de su bolso de Louis Vuitton
UN ASPIRANTE A ESCRITOR Cuando escribe piensa en ella, en su mujer; en sus noches de pasión desesperada, en su figura quijotesca paseando por entre abedules desnudos; y la convierte en Ana Karenina arrojándose al amor sin salida de un andén de estación; en Ana Ozores cayendo rendida en los brazos del Magistral. Ella le inspira ver, sobre la superficie turbia de un charco, un puñado de estrellas tiritando; o en mo-
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Cándido Pérez es un aspirante a escritor de los que llaman blando, sentimental y chapado a la antigua. Es normal; comenzó leyendo novelas del diecinueve y ahí sigue, enfrascado en historias de mujeres vaporosas que descienden por escaleras forradas con terciopelo rojo y de caballeros de bigotes perfectos que las esperan abajo, mientras se les desmigaja el corazón.
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mentos de angustia urbana, al caer la tarde, la aparición entre dos edificios, de una ventana con vistas al campo; entonces se cogen ambos de la mano y se imaginan huyendo de la ciudad. Y las frases le salen así, sin más, quizás algo edulcoradas para los tiempos de hoy en día. Pero Cándido tiene su público, femenino en su mayor parte, aunque también cuenta entre sus lectores con un puñado de hombres de esos que denominan sensibleros.
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Y cuando ella falla, aparece otra ella. Y recuerda, siendo niño, a su madre, paseando juntos por enfrente de la catedral, poco más alta que los edificios de alrededor; entonces ella, transformando sus manos en tijeras, recorta el hotel Bahía y el banco de España, los convierte en cromos y los pega uno encima del otro, sobre el techo de la pequeña catedral, convertida de repente en el mayor ejemplo gótico que sus ojos vieron jamás.
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Los textos de Cándido han ido evolucionando del realismo romántico hacia un naturalismo influenciado por sus lecturas de novela francesa, transformando sus folletines en relatos de más calado; no siguiendo un patrón establecido sino bebiendo del cuenco primitivo que de ellas aprendió; mostrando la capacidad humana de amar, de sufrir y de perdonar. Así, el aspirante Pérez, viendo caminar a una chica entrada en carnes, se imagina a su Naná peligrosa, a su Bola de Sebo toda repleta de ternura, y sueña con ser Emile Zola o Guy de Maupassant. Hasta que por fin se convirtió en escritor profesional; su primera novela se tituló “Ellas”. La presentación que hizo en el ateneo fue digna de recordar. A su lado, el editor, y frente a ellos, una sala repleta. Contó cómo se fraguó aquella historia de amor correspondido entre un hombre y una mujer. Ella, al principio, se entregaba a oscuras, casi sin mirarse; más tarde, con las cortinas descorridas y con la luz de la luna alumbrando los ojos de los dos; mirándose cuando estallaban de placer. Y mientras sus lectores le escuchaban embelesados, anticipó que luego vendría el hastío, el adulterio cometido, el engaño recibido, y quien sabe si la reconciliación; porque si, en las novelas románticas siempre solía haber un final feliz. Tras una ráfaga de aplausos entusiasmados, llegó el turno para las preguntas. Y allí, en la segunda fila, una chica cogió el micrófono y dijo:
─Señor Pérez, se le acusa de que es su mujer quien ha escrito la novela. ¿Tiene algo que decir?
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La sala se quedó muda; solo un grupo de señoras de la penúltima fila cuchicheaba entre risitas. El editor iba a salir en defensa del señor Pérez, cuando Cándido se acercó al micrófono y contestó: ─En efecto señorita, es ella quien me dicta las historias; ella y otras mujeres como ella, mi madre, su madre seguramente también; las veo ir y venir con esa feminidad incrustada, donantes y receptoras de cariño y amor, y al seguir su rastro delicado, me dejo llevar pensando que pensaran, y ya está, yo solo escribo… como Juan Ramón Jiménez. La novela va por la tercera edición. Está recopilando ideas para la siguiente. Quiere dar un paso más. Se le pasa a menudo por la cabeza introducir nuevos personajes; por ejemplo uno feo, muy feo; como un espantapájaros con chepa y todo, que en vez de dientes de marfil tenga pendientes en la lengua, incapaz de sonreír, que en vez de sedosas melenas rubias tenga el pelo lacio, de mirada sucia y esquiva, que al caminar mueva los brazos como los cuervos agitan sus alas negras; y sobre todo que represente la falta de lo que sus lectores llaman romanticismo. Y piensa en ella, claro, también en la otra ella; porque cualquiera que pase por la calle es digna de aparecer en una novela. Solo es cuestión de imaginación. Juan Diego Cavia RELATOS
Llegado el momento de las firmas, Cándido Pérez levanta un instante la mirada y ve a la chica levantarse; chocando sus piernas, vestidas con un chándal dos tallas más grandes, con las piernas del resto de la gente. Y al verla pasar frente a él, se fija mejor; llevaba la chica un pendiente en la oreja izquierda, tres en la derecha y uno con forma de aro en la nariz; y a Cándido se le vino a la mente el recuerdo de aquel toro del pueblo que llevaba un arigón en el morro. Le hizo burla también, y al abrir la boca dejó ver el brillo de otro pendiente en la punta de la lengua. Ella se alejaba por el pasillo, con paso de ganso, la cabeza rapada, por un lado, y por el otro, un mechón de pelo de color morado. Al final del pasillo, la esperaban las señoras de los cuchicheos y las risitas, y todas a una hicieron una peineta y gritaron algo con voz muy poco femenina.
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Caminando sobre una inmensa pátina de abstracto silencio, deslizándonos como pececillos faltos de oxígeno e inmersos en viscosos estereotipos de una inefable música, nos dirigíamos plácidamente hacia la inconclusa transformación otorgada y dirigida por el sabio proceder del entorno carismático y lúgubre del citado empíreo. Maltratados e ignorados, consentimos acercarnos al averno estructuralmente deshidratado y anodino que nos inspira todo este avatar magnificado, no sin antes percatarnos de la fragante presencia de aquel ser omnipotente y majestuoso dotado de una luz maravillosa, pero tenue al mismo tiempo. Repique de tambores, melifluos sonidos, suaves murmullos por doquier, excéntricas situaciones agolpadas en un tántrico diluvio de sofisticados enlaces platónicos conllevan hilarantes y angustiosos gemidos de esperanza salvadora para el todo orquestado presente. Horas angustiosas, agolpadas y locas, presencian interminables pensamientos contradictorios que tratan de asimilar bellas representaciones kafkianas, subyugadas por un ligero coqueteo con los mantras sugeridos por nuestros ancestros. Rumian y perforan nuestros locos pensamientos como un neutrino trataría de estabilizarse en su alocada carrera subatómica en busca de su energía cuántica inconmensurable y a veces imposible de dominarse. Contamos tres y avanzamos con paso titubeante y resbaladizo por la pradera del mal manifiesto, dañino e inoperante, no sin antes tropezar y caer en esa incongruencia de lo vivido y lo representado, que no coinciden en prácticamente nada, pese al ímpetu derrochado.
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Contamos seis y deshacemos lo vivido o representado, concatenándonos con sentimientos encontrados, sin ofrecer soluciones, pese a saber los resultados negativos vividos, no sin antes mostrar malestar fingido, debido a las ofensas producidas por nosotros, o a pesar de nosotros mismos, en la mayoría de los casos. Ofensas, envidias, estoicos comportamientos, amenazas, logros aparentes, situaciones comprometidas, conflictos, escarceos, miedos ancestrales, ignorancia, incultura por doquier, críticas destructivas, zancadillas a la inteligencia, egos encontrados, belleza, inoperancia, mala fe, abusos de poder, estatus social, amalgama conjunta no asimilable de inmenso espectro, imposible de digerir debido a su difícil cirugía para discernir lo positivo de lo negativo, lo representado por lo difícilmente vivido. Juan Antonio Salcines Santa Cruz
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TEODORA PEDRAJA CARRIEDO Nació en Valladolid en 1583 y falleció en Madrid en 1647 a causa de una neumonía. Hija de nobles castellanos, recibió una exquisita educación y desde muy joven mostró una gran inclinación por la lectura lo que le llevó a escribir pequeños cuentos de héroes y heroínas. Podría decirse que fue una adelantada a su época empoderando a la mujer en sus escritos, que hoy tildaríamos de feministas. Entre sus obras más destacadas se encuentran: Andanzas de Marina, donde relata las vicisitudes de Marina, una joven que se hace pasar por hombre para enrolarse en un barco Juan y Juana, novela en donde hace una crítica a la sociedad machista de su tiempo. De toda su obra, no obstante, destaca un libro de poemas fechado entre 1608 y 1615. En el libro se reúnen 53 poemas de corte amoroso-erótico.
Ana Rosa López Peña:
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***** A continuación se incluyen dos ejemplos de su poesía escogidos al azar.
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I Revestida de tu lengua te sueño Siento que me envuelves y me has vencido Gozándonos sin tregua adormecidos Con mi entraña desgarrada, ¡mi dueño! Me abres húmeda y suave y te domeño Mis pechos se yerguen por ti mecidos La muerte se va con un alarido Envueltos en un aroma Abrileño Tú, mi Templo sagrado del amor MI canon de belleza inigualable Bebo tu cáliz de espuma y calor
Lujuria concupiscente insaciable Lleno todo mi ser con tu sabor Cabalgando por un mundo insondable
II No tengo paz ni puedo hallar sosiego Mi vientre fuego, mi corazón nieve Por yacer contigo sobre el espliego Voto a Bríos porque el diablo me lleve Presa en esta cárcel donde reniego
Mas si te tuviere un instante breve Moriría en este lance de juego Así es el amor, a todo se atreve Mi flor en la tierra seca afligida Envuelta con su manto de blancura
La muerte me das, me quitas la vida En tránsito de mi inocencia impura De este terrible absurdo que es vivir
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A otros amé, mas tú me haces morir
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ALBERTO LAVÍN En un viaje a Madrid asistí a la presentación del libro del escritor Alberto Lavín. Recuerdo que me acerqué a él y lo saludé. Me pareció una persona muy cercana, como un personaje sacado de sus textos. Un tipo robusto, campechano, alejado de esa pedantería tan propia algunas veces de los escritores. Yo llevaba su libro y me lo dedicó. Le dije todo lo que había disfrutado con su lectura. Para que os hagáis una idea, el autor narra un viaje por los vericuetos de Cantabria hasta que la acción se detiene en un pueblo que recuerda a la Tablanca de Peñas Arriba. Pero, a diferencia de Pereda, Lavín no idealiza la vida rural. La suya es una Cantabria en la que el sol se esconde casi siempre entre las nubes y los personajes se preguntan por el futuro de una tierra en la que solo deambulan turistas de fin de semana.
Delfina Gutiérrez-Dosal Martínez
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Paradójicamente, Alberto Lavín nació en Madrid en 1950. Pero, a diferencia del Marcelo de Peñas Arriba, cuando se afincó en Cantabria nunca echó de menos la vida de la capital. Como escribe en uno de sus libros, “mi Puerta del Sol ahora es un rectángulo de montañas por el que transita el aire puro”. Aunque frecuentó los círculos literarios, siempre confesó a sus íntimos que tanta palabrería le asfixiaba. En sus Memorias escribe: “éramos jóvenes, tanto que lo único que podíamos hacer era disfrazar las ansias que teníamos de vivir con palabras que no significaban nada”. Precisamente esa ha sido la labor de su vida: encontrar palabras que signifiquen, que “vuelen libres como los pájaros, como las rocas que se desploman desde lo alto del abismo”. ¿Novela costumbrista? Tal vez. Que lo decidan los críticos.
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Nació en Guatemala (ciudad de Guatemala). Hijo de Pablo Buendía (terrateniente dedicado al cultivo del café). Desde muy pequeño le gustaba escribir cuentos e historias, cuando iba con su padre al campo, pero no le interesaba como negocio por más que se empeñaba la familia. En 1944 se licenció en Periodismo y Derecho. Siempre comprometido con los trabajadores, escribió artículos que no casaban mucho con su posición social y le enfrentaban con su padre. Su novela más famosa, publicada en varios idiomas, la escribió con tan solo 22 años, Aerín y Lía; en ella narra la historia de un perro y un médico, expresa sentimientos muy logrados de los protagonistas, con un final inesperado. Acabados los estudios y para suavizar las relaciones familiares, decide viajar a España a conocer a sus abuelos, pero también muy interesado por la situación española en aquellos años. En Madrid escribió esporádicamente artículos en los diarios Ya y ABC, algunos no publicados debido a la censura de la época. Por las tardes frecuentaba las tertulias del café Gijón, esas tertulias con Camilo José Cela, Fernando Fernán Gómez, Gerardo Diego, Luis Cernuda y muchos más escritores… Allí se palpaba el Madrid de miseria y desesperanza de postguerra. Escribió varias novelas ambientadas en el Madrid de los Austrias, entre ellas, Razón o Verdad, La Corrala silenciosa, Nostalgia y Realidad. Su novela Mentes perdidas en el vacío narra hechos tristes, pero a la vez anécdotas entrañables, que hacen de un tema tan duro y crudo una lectura en algunos momentos, incluso divertida. Hacia el año 1950, mantuvo una relación intermitente y muy conflictiva con Teresa Moscoso, que apenas duró tres años. Durante ese tiempo, debido a las crisis emocionales de Teresa, conoció el mundo de los psiquiátricos y la locura “in situ”. Mercedes Burgos Baquero
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DARÍO BUENDÍA DÍAZ (1920—1972)
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ÚRSULA URIBE Úrsula Uribe (1990) escribe bajo el seudónimo de Gabrielle de Felice. De origen cántabro, nace en Andorra adonde sus padres se trasladan por motivos de trabajo. Graduada en Psicología (2012) por la Universidad de Salamanca inicia su carrera profesional como terapeuta infantil. Compagina esta actividad con la publicación de los primeros cuentos infantiles. El paraguas del abuelo Federico. Un cuento publicado en esta época queda finalista en el concurso que Gloria Fuertes organiza para escritores nóveles. En el 2016 viaja como voluntaria con la cruz roja a los campos de refugiados en la isla de Lesbos en Grecia. Permanece seis meses trabajando con la población infantil. A su vuelta a España escribe su primera novela titulada Un campo sin amapolas. En ella recoge sus experiencias allí vividas y donde los principales protagonistas son los niños. Su segundo trabajo, Mi madre está en las nubes. Una novela escrita en clave de humor, alegre y divertida. En la que narra las anécdotas y peripecias de su vecina, una azafata de vuelo con dos niños pequeños, y las dificultades del día a día para compaginar su vida familiar y laboral. La novela ha tenido muy buena acogida por el público femenino que, apoyado por algunos partidos políticos, presiona al gobierno para un cambio en la normativa laboral femenina. Ajena a todo protagonismo, actualmente vive en Roma. Su trabajo está centrado en la literatura infantil. De su último libro de cuentos publicado, extraemos este relato, Un millón de estrellas, una carta de despedida de una madre enferma a su hija pequeña. Clara San Miguel
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Un millón de estrellas Voy a decirte un secreto que nunca a nadie antes conté, robo estrellas en la noche cuando nadie me ve. Tengo muchas, cientos, miles, millares tal vez, muy guardadas y escondidas ¡no las quiero perder! No las quiero perder o no vaya a ser, que la Osa Mayor me las quiera coger. ¡El otro día note que me faltaba una estrella fugaz! ¿Dónde las guardo? ¿Dónde están? Tapadas bajo la manta, en mi carroza de cristal. Busco un unicornio alado que me quiera llevar, hasta la luna y más allá. Volare por el firmamento al ritmo de un vals, un dos tres, un dos tres, do re mi fa, do re mi fa, … ¿Me regalará la Osa Menor su Estrella Polar? Soltaré por el camino las estrellas, de una en una, de dos en dos, de tres en tres… Irán formando una senda, que tú con la mirada podrás recorrer. Vendré a darte un beso todas las noches, cuando dormida estés. Deja siempre un vaso de agua, por si mi unicornio tiene sed. Y ya lo sabes, donde más estrellas veas, ¡allí estaré!
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Gabrielle de Felice
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“El olor de los gases anestésicos que impregnaban el aire, revolvió el estómago del joven juez de guardia del juzgado provincial. Tras varios años como abogado de oficio en una ciudad local, se había estrenado en el cargo tras aprobar recientemente las últimas oposiciones. Poco acostumbrado a escenas dantescas y más a los dosieres mecanografiados de su mesa del despacho, nunca se hubiera imaginado que el primer levantamiento de cadáver lo habría de realizar en los quirófanos del hospital de la ciudad” Gabrielle de Felice dejó de escribir. Le gustaba iniciar la narración así, tan directa y bruscamente. Atrapar al lector desde el primer renglón de sus relatos. Recolocó mejor los cojines hasta encontrar una posición en la que escribir más cómodamente y continuó.
“Había salido a la calle aún bajo el sopor caliente tras una noche cargada de sueños inquietos. Nada le hubiera hecho imaginar cuando se levantó de la cama, las imágenes que tendría que soportar minutos después”
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Gabrielle de Felice dejó nuevamente de escribir. El ordenador anunciaba bajo de batería. Lo enchufó a la red, acomodó nuevamente los cojines en el sofá y se tapó con la manta. Tenía el estómago revuelto, se encontraba destemplada y aún somnolienta a pesar de ser ya más de las once y media de la mañana.
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“Desde la puerta de entrada al hospital, alguien uniformado le acompañó por el laberinto de pasillos (un subterráneo claustrofóbico que daba acceso al área quirúrgica). Al llegar al lugar de los hechos continuó sólo. El joven juez atravesó las puertas metálicas que daban acceso al quirófano. La primera imagen le impactó de lleno. Sobre la mesa de quirófano yacía desnudo el cuerpo sin vida de un hombre, en color blanco marmóreo, abierto en canal y bañado en sangre. Bruscamente, una profunda arcada vació de forma incontrolada todos los fluidos de su revuelto estómago”.
Gabrielle apartó el portátil, se levantó bruscamente para ir corriendo al baño y vomitó de nuevo. Toda bilis y algo de agua. Hoy era ya la tercera vez. En el quinto mes de embarazo y seguía vomitando todas las mañanas. Había perdido ya siete kilos. De perfil ante el espejo, apenas una incipiente curva insinuaba su vientre. Poco más que si se hubiera tragado el hueso de una aceituna. Prosiguió escribiendo.
“Evitó volver a mirar el cadáver. Con la cabeza bajada, observaba las pisadas
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sobre el chapapote rojo que embadurnaba el suelo. Rojo, rojo, azul, rojo. Parecía un óleo abstracto de un pintor demente. La obra improvisada de un alumno de Kandinsky atormentado. Un fotógrafo tomaba las instantáneas. Los flashes fortalecían el rojo, azul, verde, rojo, rojo, rojo…No pudo continuar. Atravesó de nuevo apresuradamente las puertas metálicas de salida del quirófano. Afuera difícilmente se pudo sobreponer. En los pasillos, la policía interrogaba a los componentes del equipo quirúrgico”.
A Gabrielle de Felice le costaba redactar el relato. No se encontraba a gusto con él, pero se veía moralmente obligada con la editorial. Como graduada en Psicología, le habían pedido que aprovechara sus conocimientos para crear un protagonista con un perfil psicológico alterado. Pero ponerse en la piel de alguien que sufre un problema mental no le era tarea fácil.
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En tus manos está”, “En tus manos está“ Por su aspecto lo reconocerás”. “¡Sólo en tus manos está!”
Las semanas avanzan, el embarazo también.
Hoy Gabrielle de Felice se encuentra mejor de salud. Las náuseas han ido cesando. Por la mañana aprovecha su bienestar para salir a pasear por las callejuelas. Se acerca a la plaza del Campo de Fiori para comprar un rico queso parmesano e incluso se da el capricho de entrar en “Venci”, su bombonería favorita. Regresa a casa.
Aprovecha su buen estado de ánimo y comienza nuevamente a escribir.
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Desde la ventana de su apartamento en Roma, contempla la fontana de Trevi. Después de dos semanas de lluvia continua sobre los mármoles pulidos, hoy luce espectacular. Los rayos del sol intensos del mediodía, poco frecuentes para un mes de febrero, magnifican a Neptuno.
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“La familia Monterroso regentaba un modesto restaurante a la orilla del mar en
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el pintoresco pueblo de Vernazza, en la Cinque Terre italina. En el exterior del local nueve mesas con mantelitos a cuadros rojos y blancos se disputaban los turistas pasajeros desde primera hora de la mañana. El trasiego era continuo en la terraza. Unos venían de Australia, otros de Francia, algunos de Argentina y otros llegaban hasta de Corea y Japón. Unas jardineras con vistosas flores de temporada colgaban de una barandilla de forja que en veinte metros cuadrados abrazaban al mundo. En frente se alzaba la iglesia de Santa Margherita con su reloj, su campana y su campanario. Cuatro barcos de pesca adornaban una pequeña cala de arena desgastada, donde solían jugar los niños. Éste abigarrado pueblo rodeado de montañas que caían al mar era todo su mundo y el hogar de la familia Monterroso.
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Francesca, la madre de Carlo Stefano, había heredado el negocio familiar. No había paladar que se resistiera a sus raviolis al pesto ni a sus ñoquis al queso. La nona María se encargaba de la masa de las pizzas. Encima del restaurante, en las dos primeras plantas del edificio, vivía la familia. Era una familia de arraigada tradición católica. En el hall de entrada de la vivienda colgaba la foto de boda del matrimonio rodeada de las de los tres hijos el día de la comunión. En el salón, la foto del hermano de Francesca el día que tomó los hábitos del sacerdocio. Sobre el cabecero de la cama de matrimonio, un retablo bien hermoso de la Madonna. Y adornando las mesitas de noche, las imágenes de San Pietro y San Venéreo. Carlo Stefano era el menor de los tres hermanos. Durante el verano ayudaba a sus padres sirviendo en la terraza y a veces a su tío, los domingos en la iglesia. Y de frente el mar, siempre mirando al mar. Un mar en el que los reflejos del sol sobre el agua azul del Mediterráneo nunca llegaron a cegar sus sueños. El estudio de la medicina”.
Gabrielle de Felice ha introducido ya al protagonista principal de su novela. Debe de seguir el relato sobre él y lo hace con todo el cariño y respeto que se merece una persona ejemplar.
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“Todo empezó en los primeros años de la universidad. Las primeras voces de fondo. Al principio eran sólo susurros leves al oído. Murmullos casi inaudibles que ignoraba sin problemas, como el ruido del tráfico o una conversación ajena. Se esforzó por ignorarlo y en estudiar con ahínco, al igual que desde niño un expediente brillante del que siempre sus padres estuvieron orgullosos-. Las voces habían ido aumentando con el tiempo en intensidad. Ya no descansaba ni dormía bien. Le criticaban su comportamiento, su falta de decisión. Hasta escuchar lo que la gente le hablaba le resultaba a veces difícil. También habían aumentado su frecuencia de aparición. Unas veces le despertaban en la noche,
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otras no le dejaban dormir. Se acompañaban de ruidos de puertas que se abrían y cerraban. Se colaban timbres, campanillas, pitidos… Seguía intentando aislarlas, tenía experiencia. Al igual que hacía cuando repartía los menús en la torre de Babel de la terraza su restaurante. No recuerda cuando empezaron las primeras órdenes tajantes. “Tú eres el elegido”. “En tus manos está”, “sólo en tus manos está”. “Debes de salvar al mundo del diablo”. “La reencarnación del diablo en forma humana”. “Por su aspecto lo reconocerás”.
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Gabrielle de Felice se está encariñando con el personaje. Quizás el instinto maternal que se está fraguando dentro de ella sea el responsable. Se siente afligida por él. Por su padecimiento. Siente la necesidad de salir a la calle e ir a su encuentro. Baja a la plaza. Le busca. Le busca entre cientos de rostros desconocidos. Busca sus ojos tristes, su mirada perdida, su semblante vacío. Se pierde entre cientos de callejuelas tras una búsqueda infructuosa que le llevan hasta la plaza del Pópolo. Regresa a casa decepcionada, cansada, con los pies doloridos de pisar sobre tanto adoquín maltrecho. Y escribe. Escribe para decirle que quiere estar a su lado, que hay tratamiento y solución a su sufrimiento. Que ella le apoyará, le protegerá y le cuidará como va a cuidar de su bebé.
“Carlo Stefano se levantó cansado y ojeroso. Arrastraba muchas horas de desvelo. Por fin ya era viernes, llegaba Semana Santa. Había solicitado unos días de vacaciones. Deseaba aislarse de los demás, encerrarse en casa y descansar. Huir; del trabajo, de los amigos, del peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Y además ahora la misión. ¿Él, el elegido? ¿Por qué él? ¿Por qué esa carga de responsabilidad ahora?
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Por suerte el programa quirúrgico de hoy era sencillo. Un par de operaciones que no revestían importancia, no más de media hora cada una. Pan comido para un cirujano de su experiencia. Iba de camino. Llegaba tarde. Mejor. Su ayudante seguro que había empezado ya con los preparativos.
Se quedó paralizado ante de la mesa de quirófano. Varón, edad media, pelo rizado. ¡Tatuaje en el pecho! Se volcaron en su mente las órdenes tanto tiempo soportadas. “La reencarnación del diablo en forma humana”. “Por su aspecto lo reconocerás”. ¡Lo tenía delante!
Se jugaba lo que más le gustaba en esta vida, su profesión, su gran pasión. No le permitirían volver a ejercer. Si no aceptaba, ¡el fin del mundo y de la humanidad!
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Dejó de escuchar las indicaciones del equipo quirúrgico. Dentro de su cabeza solo podía oír la misma voz de siempre atormentándole. Cada vez más fuerte, más alto, con más insistencia. Ordenándole actuar. Imposibilitándole pensar con claridad. Doblegando su voluntad. “Sólo tú eres el elegido para llevar a cabo la misión”, “solo en tus manos está”. Aceptar la misión significaba la violación del juramento hipocrático.
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¡Nunca se lo podían haber puesto más difícil! ¡Ni más fácil! Con el bisturí firme en su mano derecha, se debatía sobre qué decisión tomar. De repente saltaron las alarmas en el monitor. El sonido brusco le recordó el repique de campanas de la iglesia de Santa Margherita donde se casaron sus padres. Volvió a su pueblo. Vio a sus sobrinos jugando en la playa, a los turistas en la plaza, la gelateria donde trabajaba su hermana, las casas de colores… Regresó a su infancia. Le invadió el aroma de la masa recién horneada de las pizzas de la nona María, del salitre en las redes del malecón, del olor fresco del pescado que traía su padre al mediodía. Volvió a su hogar. El viento de poniente le curtía la tez. Podía sentir el vaivén de las olas golpeando el casco del barco a sus pies. Navegaba hacia el Golfo de los Poetas en un atardecer de fuego. ¡Todo acabó! La vela temblorosa se despliega a la brisa del mar, y yo dejo esta playa … Y rompiendo las olas de los mares, a tierra extraña, patria iré a buscar; mas no hallaré consuelo a mis pesares, y pensaré desde extranjeros lares...
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¡Oh, Byron! ¿Sigues ahí?
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Sobre la cabeza de Carlo Stefano colgaba la lámpara de quirófano. Levantó la cara. Su mirada se enfrentó a los focos de luz. Una explosión de calor irradio todo su cuerpo. Ante él se abrió el techo de la Capilla Sixtina. Se iluminaron los frescos. Se vio claramente retratado en uno de ellos. Desnudo, musculoso, bien dotado. Reclinado ante las barbas pobladas de un Dios enérgico creador del universo, y su brazo fiero señalándole con determinación directamente a él. Solamente a él. ¡A él! ¡Lo vio! ¡Lo tuvo claro! Él era el elegido por Dios para salvar el mundo del diablo. “En tus manos está”, “en tus manos está”. Repetía continuamente el eco de su agonía. Tenía que tomar una decisión. “Alea jacta est”. La suerte estaba echada. Salió la carta del tarot maldita”. Gabrielle de Felice nota una patada brusca en el interior de su vientre. Por su vitalidad, el bebé evoluciona bien. Aparta el ordenador. Da unos paseos por la casa. Picotea algo en la cocina para saciar un par de antojos y prosigue escribiendo. Sabe que debe acabar el libro antes de dar a luz, después los cuidados del bebe no le dejarán tiempo para escribir.
“Fue rápido, preciso, eficaz. Una disección limpia, tajante. Seccionó la arteria elegida, en el punto exacto donde no había posibilidad ninguna de reparación. Era bueno. Él lo sabía. El mejor.
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Ante el estupor de los profesionales del quirófano, incapaces de comprender lo que había sucedido, la sangre comenzó a manar a borbotones sin control. Desbordados. De nada sirvió la rapidez de actuación. Atónitos. De nada sirvió la experiencia de años adquirida. Perplejos. De nada sirvió la atropina, la adrenalina en vena, el stress, los nervios, el sudor…De nada sirvió. ¡De nada! Aquello había sido una disección limpia en el punto clave de la anatomía humana sin posibilidad ninguna de resucitación. En breves minutos la línea plana en el electrocardiograma diagnosticaba el fatal desenlace. Lo había hecho. Por fin. Él había salvado al mundo y se había liberado a la vez de su pesadilla.
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La llegada del forense fue una tabla de salvación para el joven juez. Le permitió momentáneamente abandonar el macabro lugar. Necesitaba sentir el aire fresco y la luz del exterior. En su intento de huir, torpemente volvía a perderse por los sótanos. Tropezó con el personal. Todos uniformados por igual, sin distintivo de identificación. Clones verdes, con gorro y mascarillas. Reunidos en grupos de a dos o tres. Escuchó conversaciones entrecortadas. Frases sueltas como en secreto de confesión. -…Le han oído hablar solo, ¿por qué yo el elegido? Lo decía enfadado…Sí, muy raro
-…Sí, sí, últimamente tenía aspecto descuidado… -…Parecía que no te escuchara cuando le hablabas. Decía cosas sin sentido. - ¿Te acuerdas lo que me contestó las Navidades pasadas, cuando le pregunté si le gustaba cómo había quedado decorado el árbol de Navidad? -…Sí, sí, evasivo. Ya no tomaba el café con los demás.
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*** “Ajeno a todo revuelo externo, sentado sobre un pequeño taburete en una esquina del quirófano, permanecía aún el joven cirujano. En un compás de espera, casi desapercibido y sin reparar nadie en él. Se retiró la mascarilla. Tenía una mirada serena, casi dulce y una total sensación de paz”. ***
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Desde su apartamento Gabrielle de Felice se asoma a la ventana atraída por el rumor del agua. Como todos los días, abajo en la plaza docenas de turistas ruidosos. Una marea humana que nunca cesa. En la recta final de su embarazo se cuestiona traer un nuevo ser vivo al mundo. ¿No somos ya demasiados en él? A la luz de una farola, sobre la escalinata de la derecha, ve a una joven parejita haciéndose un selfi. Torpemente, como quién no quiere la cosa, el chico posa la rodilla derecha en el suelo, toma la mano derecha de la chica y sacando del bolsillo de la chaqueta un anillo se lo coloca en el dedo anular. Presencia una declaración de amor eterno. La chica no repara en el anillo. A esa edad, ¿qué importaba si tenía brillantes o no? ¿Qué importaba si era de oro, de plata o de latón? La chica responde impetuosa. Se lanza y le planta un besazo en los labios. Ajenos a las decenas de turistas de alrededor, la joven pareja se funde en un largo beso. Un beso fresco y limpio, como el agua que mana a borbotones por los caños de la fontana de Trevi. Gabrielle siente cómo de su vientre comienza a manar un líquido también. Un líquido tibio y cálido que discurre resbaladizo por la cara interna del muslo y moja sus piernas. Se forma un pequeño charco en el parqué. En lo alto del cielo una luna terriblemente llena, blanca y luminosa sonríe pícara y le anuncia que la hora del parto se acerca.
Gabrielle de Felice
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“El joven juez contemplaba al cirujano. Recordó sus años de ejercicio como abogado de oficio. ¿Cómo se posicionaría la defensa? ¿Aquello había sido una mala praxis? Carlo Stefano, ¿era un enfermo? ¿Un homicida? o ¿Un héroe?”
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CENA DE NAVIDAD SIN GLUTEN Cada vez son más las personas intolerantes al gluten, por lo que hemos preparado una selección de platos aptos para celíacos y fáciles de preparar, de forma que todos puedan disfrutar de los menús de Navidad.
Chips de alcachofa crujientes Alcachofas en un delicioso aperitivo de chips.
Crepes de pavo con salsa de pimienta verde
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Unos crepes rellenos de pechuga de pavo y tomate con un toque de salsa de pimienta verde
Sopa de verduras de temporada con flautas crujientes Receta de sopa de verduras de temporada con pechuga de pollo y flautas crujientes aptas para celíacos.
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Paletilla de cordero asada con gratín Receta de paletilla de cordero asada acompañada de patatas gratín a las finas hierbas elaboradas en el horno, un plato perfecto para la comida de Navidad .
Semifrío de plátano y macadamia Postre helado o semifrío de plátano con nueces de macadamia.
Piedad Díez Colsa
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COCIDO MONTAÑES Ingredientes: 400 gramos de alubias blancas 200 gramos de tocino fresco o panceta de cerdo 100 gramos de chorizo casero fresco 250 gramos de costilla de cerdo fresca y adobada 1 morcilla de arroz 1 morcilla de año 1 berza (muy importante) 1 patata mediana. Pimentón Dulce Aceite de Oliva Sal
Preparación: Las alubias las ponemos a remojo la noche anterior. Al día siguiente las echamos en una cazuela con los chorizos, la panceta y la costilla. Cubrimos con agua fría y cuando empiece a cocer añadimos un chorro más de agua fría para cortar la cocción. Repetiremos esta operación dos veces más. Dejamos cocer a fuego muy lento durante una hora y media aproximadamente. (Hasta que las carnes estén tiernas) Limpiamos bien la berza, hoja por hoja, y la enrollamos. Cortamos en juliana. Pelamos y lavamos la patata y la cortamos en cuadraditos pequeños.
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Lo añadimos a la cazuela junto con las morcillas de año (las pinchamos con un cuchillo para que no se abran) y lo dejamos cocer otra media hora aproximadamente. Transcurrido este tiempo echamos la morcilla de arroz y el refrito hecho con el aceite, el ajo y el pimentón y cocemos otra media hora. Servimos caliente. Receta de Julia Rodríguez
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CONEJO ESTOFADO INGREDIENTES: 1 kg de conejo 1 pimiento verde 1 pimiento rojo 1 cebolla 3 dientes de ajo 1 vaso de vino blanco 2 cucharadas de harina 2 cucharadas de tomate perejil PREPARACION: Troceamos el conejo, lo sazonamos y lo sofreímos. Cuando este dorado añadimos las verduras cortadas en brunoise, dejamos sofreir hasta que dichas verduras cojan color y le echamos una cucharada de harina. Revolvemos para que no se queme la harina. Añadimos el vaso de vino. Dejamos reducir el alcohol y seguidamente echamos las dos cucharadas de tomate y removemos y añadimos caldo de verduras. Dejamos que se haga unos 45 min a fuego lento. Probamos el punto de sal y espolvoreamos con perejil picado.
Pd. Podemos acompañar el conejo con una ensalada mixta o patatas fritas a cuadros. CULTURA
Enrique Ruiz
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Se dice que procede de Palencia, aunque no está confirmado. Lo que, si se sabe, es que es una receta del norte de España, la cual, se ha expandido por el resto de la península Esta, que comparto con vosotros, es la que hacían nuestras abuelas. Buen provecho
Ingredientes:
Masa 1 litro de leche 60 gramos de maicena 40 gramos de harina floja 125 de azúcar 3 yemas de huevo 1 bolita de mantequilla del tamaño de una avellana 1 rama de canela, corteza de limón.
Rebozado Aceite huevos harina Azúcar Canela en polvo
Preparación:
En un cazo se ponen tres cuartas partes del litro de leche, la rama de canela, la corteza amarilla y los 50 gramos de azúcar. Se pone a hervir y, una vez hervido, se deja durante 15 minutos tapado para que se haga una infusión de la canela, el limón y la leche. A continuación, se retira la canela y el limón. En otro cazo, se ponen las dos harinas mezcladas con el azúcar restante y con la leche que queda sin usar (aquí la leche se irá echando a la harina y el azúcar poco a poco, sin dejar de remover, para que no se formen grumos). Esta mezcla se vierte en el cazo donde está la infusión muy poco a poco y sin dejar de remover (bien con espátula de madera o varilla). Si se observa algún grumo, se pasará por el colador al ir echándolo a la infusión.
CULTURA
Reunidas las dos mezclas, se pone a fuego lento durante 5 minutos removiendo constantemente. Pasado ese tiempo, se añaden las 3 yemas, la bola de mantequilla (para que la pasta quede más fina) y la vainilla. Se remueve sin parar y, cuando esté cocida la pasta (hay que tener cuidado para que no se pegue), se verterá sobre una fuente -a ser posible cuadrada o rectangular- previamente engrasada y se dejará enfriar. Una vez fría, con una puntilla o cuchillo afilado, se corta en la forma deseada Ya cortadas las porciones, se pasan por harina, huevo batido y se fríen lentamente en abundante aceite caliente. Al sacarlas de la sartén, se ponen sobre papel de cocina y se rebozan en azúcar. Mª Begoña Minteguiaga
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Dentro de la gastronomía española no deja de sorprendernos la cantidad de postres y dulces tradicionales que hay, y lo más increíble es lo que tienen en común: los ingredientes son básicos y sencillos. Leche, harina, azúcar o huevo son la base de una gran cantidad de postres caseros, y si a ello añadimos los aromatizantes como las especias, las semillas, los frutos secos o los vinos y licores nos encontramos con una gran cantidad de combinaciones posibles. Aprende a elaborar unos riquísimos roscos de vino caseros al horno, sencillos y listos en un momento y lo mejor de todo es que aguantan semanas (e incluso diría que meses) por lo que puedes prepararlos con antelación para Navidad. El sabor de las semillas de sésamo tostadas y el vino le dan mucha personalidad, y la capa de azúcar glas hace las delicias de lo más golosos.
Ingredientes (alrededor de 20 roscos, dependiendo de su tamaño):
Elisa Abad
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300 gr de harina de trigo. 70 gr de azúcar glas y más azúcar glas para rebozarlos. 110 gr de manteca de cerdo. 40 gr de semillas de sésamo o ajonjolí tostadas. 1/2 cucharadita de canela en polvo. 130 ml de vino dulce tipo moscatel o Pedro Ximénez. La ralladura de 1/2 naranja.
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Ingredientes : Miel 130 g Azúcar 100 g Almendra cruda 225 g
Clara de huevo 1 Azúcar glas 50
Tiempo de preparación: Elaboración 20 m Cocción 20 m Reposo 20 m
Cómo hacer turrón de alicante o turrón duro: Tostamos las almendras en una sartén untada con una pizca de aceite y removemos continuamente hasta que se doren. No debéis uilizar las almendras tostadas que venden hechas porque suelen tener sal y afectaría al sabor de nuestro turrón de Alicante. Tostamos las almendras en una sartén untada con una pizca de aceite y removemos continuamente hasta que se doren. No debéis uilizar las almendras tostadas que venden hechas porque suelen tener sal y afectaría al sabor de nuestro turrón de Alicante. Ponemos la miel a fundir, y tras un par de minutos ya estará líquida. Añadimos el azúcar y removemos continuamente hasta que Consejos: Es preferible no hacer una capa muy alta de almendras para que después se pueda cortar mejor. En lugar de papel sulfurizado podéis usar las tradicionales obleas o pan de hostia para forma a vuestras tabletas. (Yo este año no las encontré en el supermercado)
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tome un punto de caramelo blando. Apagamos el fuego. Preparamos un merengue batiendo enérgicamente la clara de huevo con el azúcar glas. Incorporamos la mitad del merengue y mezclamos. Repartimos las almendras en un molde para hacer turrón y vertemos sobre ellas la mezcla de miel, azúcar y merengue. Colocamos encima una hoja de papel de horno y apretamos para que se quede bien plano. Cuando se enfría, el turrón queda sólido y con un color blanco o crema claro. Sacamos del molde y recortamos cuando ya está frío para que la forma quede perfecta. Rosario Fernández
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En primer lugar, es necesario aclarar dos conceptos que, si bien están estrechamente relacionados, con frecuencia se toman de manera errónea como sinónimos: el cambio climático y el calentamiento global. Existe una importante diferencia, y es que el calentamiento global es la causa del cambio climático, es decir, el aumento de la temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad del ser humano, están provocando variaciones en el clima que de manera natural no se producirían. AUMENTO DE GASES EFECTO INVERNADERO DEFORESTACION AUMENTO DE LA POBLACION DESTRUCCION DE ECOSISTEMAS MARINOS
Este aumento global de la temperatura trae consecuencias desastrosas que ponen en peligro la supervivencia de la flora y la fauna de la Tierra, incluido el ser humano. Entre los impactos del cambio climático destacan, el derretimiento de la masa de hielo en los polos, que a su vez provoca el aumento del nivel del mar, lo que produce inundaciones y amenaza los litorales costeros. Así quedaría afectada parte del litoral de nuestra región por la subida del nivel del mar (en rojo las zonas que pueden quedar inundadas).
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Para el año 2050, el nivel medio del mar seguirá creciendo, lo que provocará inundaciones graduales en las costas de todo el mundo, especialmente en las sedimentarias y deltaicas, más vulnerables a la erosión. A esta inundación permanente hay que sumarle la altura del oleaje en los casos de fuertes temporales que se prevén cada vez más intensos, frecuentes y sometidos a fuertes dinámicas de cambio en su dirección. A continuación, detallamos algunos ejemplos de lo que menos se habla (trastornos nuevos o agravados):
Los expertos coinciden en que una de las amenazas que el cambio climático tiene para la salud es el aumento de enfermedades que no teníamos como propias se instalen en España, como las transmitidas por mosquitos. El mosquito tigre, capaz de transmitir enfermedades como el chikunguña, el zika o el dengue, está cada vez más presente en España y se teme que enfermedades que no teníamos como propias se implanten pronto en España. Villalbí, experto en Calidad de la Gestión Sanitaria, subraya que el calor propicia que estos mosquitos tengan más ciclos reproductores y consigan aumentar sus poblaciones.
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El calor influye también en el envejecimiento prematuro de la piel.
Las alergias se van a duplicar de aquí a 2050 por culpa de la contaminación. El cambio climático no crea nuevas enfermedades pero las intensifica, enfermedades respiratorias, el aumento de los trastornos del sueño, hasta el aumento de enfermedades mentales, gastrointestinales o renales que se relacionan con la sequía extienden en todas direcciones las consecuencias que tendrá el cambio climático.
La contaminación provoca no sólo un envejecimiento de la piel que pueda producir arrugas, también manchas, secreción de sebo y puede fomentar el desarrollo de enfermedades típicas como la rosácea o los eczemas y cáncer cutáneo, para el que habrá que extremar las precauciones.
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¿CÓMO EVITAR EL CAMBIO CLIMÁTICO? Después de haber visto en qué nos afecta el cambio climático, es importante dejar claro que el cambio climático no se puede evitar. Podemos reducir sus efectos y adaptarnos a sus consecuencias, es decir, podemos combatirlo mediante la aplicación de medidas a pequeña y gran escala que ayuden a frenar el cambio climático. Estas acciones se conocen como medidas de mitigación y adaptación al cambio climático. Los esfuerzos internacionales van encaminados a que las temperaturas no suban más de dos grados las próximas décadas. Toma medidas hacia una vida más sostenible, mediante muchas acciones que están en nuestra mano: promover las energías renovables, regular medidas como un correcto etiquetado de productos (método de pesca al consumir pescados, etiquetados que especifiquen origen de productos, si son o no transgénicos, etc.), promover un transporte público más sostenible, motivar el uso de la bicicleta y otros transportes no contaminantes en ciudad.
Movilízate para evitar la ocupación del suelo de nuestro litoral -ni un metro cuadrado de cemento más- y rediseñar nuestras Costas desde la resiliencia, prioritariamente con medidas basadas en la naturaleza, abandonado, en la medida de lo posible, las infraestructuras rígidas.
Pon en práctica las 3 ‘R’ de la sostenibilidad - Reduce: consume menos, de manera más eficiente (agua y energía).
- Recicla: envases, residuos electrónicos, etc. Llegan a los océanos destruyendo la vida marina y los envases tardan en desintegrarse de 100 a 1000 años.
CIENCIA
- Reutiliza: aprovéchate de los mercados de segunda mano, para dar otra oportunidad a aquello que ya no usas o hacerte con algo que necesitas y que otra persona ha desechado. Ahorrarás dinero y conseguirás reducir el consumo. Practica también el intercambio.
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CUMBRE DEL CLIMA Fue un evento celebrado el pasado mes de diciembre en Madrid, en el cual se abordó la emergencia climática que está empeorando cada día y tiene efectos negativos sobre las vidas de las personas en todo el mundo, ya sean olas de calor extremo, polución, incendios forestales, inundaciones o sequías. Es nuestro mayor desafío, ya que nos encontramos en un momento decisivo para hacer algo al respecto. Una joven activista llamada Greta Thunberg ha pronunciado un discurso para someter a mayor presión a los gobiernos para que se tome en serio la emergencia climática.
Nuestras reflexiones: Cuidar el medio ambiente no requiere grandes acciones. Desde tu propia casa puedes hacer muchos pequeños gestos para contribuir a su protección. Proteger el planeta para las generaciones futuras no significa renunciar a nuestras vidas o abandonar las actividades diarias, al adoptar hábitos sencillos y de sentido común, cada uno de nosotros puede ahorrar energía, disminuir la contaminación que afecta a la temperatura de la tierra y conservar nuestros recursos naturales limitados.
CIENCIA
Nuestra participación es muy importante y debemos tomar medidas al iluminar nuestras casas y al conducir nuestros autos, los cuales emiten gases al aire que hacen que la tierra se convierta en un gran invernadero y aumentan las temperaturas. Este calentamiento provoca cambios profundos y perturbadores en el planeta. Si no tomamos acciones para combatirlo, las siguientes generaciones tendrán que vivir en un lugar muy diferente al que conocemos. Mayerling, Gelines, Vanesa, Oscar, Raymara y Leti
“Piensa en global, y actúa en local. Tus acciones son necesarias en la lucha contra el cambio climático”
C.E.P.A. DE CAMARGO
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CAMBIO CLIMATICO Y CONSUMO ¡Actúa con tu consumo! Adoptando unas sencillas medidas de eficiencia energética en tu casa ahorrarás dinero y contribuirás en la lucha contra el cambio climático. Aquí te proponemos algunas.
#1 Bájate la factura de la luz, bájate la potencia #2 Pon tu electrón verde, produce tu propia energía. Participa en proyectos individuales o colectivos de energías renovables. #3 Adquiere electrodomésticos de mayor eficiencia energética #4 Haz un favor a tu ordenador y déjale que descanse. Utiliza el modo de ahorro de energía del sistema operativo. Cuando acabes de trabajar, apágalo y no olvides desconectarlo también de la fuente de alimentación. #5 Usa bombillas y lámparas LED #6 Pon fin a las pérdidas de energía de reposo. Desconecta los enchufes de televisores, vídeos, ordenadores... #7 Evita dejar enchufados cargadores y transformadores #8 En la cocina, piensa siempre en términos energéticos #9 Coloca el frigorífico en un lugar fresco y Descongélalo con regularidad si el aparato no lo hace de forma automática #10 Las calderas eléctricas para calentar agua son muy ineficientes #11 Date una ducha rápida en lugar de un baño #12 Puedes instalar captadores solares térmicos #13 Ahorra en la colada. Lava en frío y olvídate del prelavado. #14 Tiende la ropa para que se seque #15 No utilices electrodomésticos a pilas #16 La temperatura ideal: no calientes ni enfríes más de lo necesario #17 Instala un doble acristalamiento aislante #18 Ventila las habitaciones rápidamente #19 Evita el uso de aire acondicionado #20 Haz revisar tu sistema de calefacción ¡Súmate a Greenpeace! Sé parte de nuestra organización para exigir a gobiernos y empresas que adopten políticas y prácticas sostenibles. Donde una persona no llega, un colectivo sí. ¡Escanea este código QR para hacerte socio o unirte a Greenpeace! CIENCIA
Elisa Abad
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El sector energético, debido a su uso de energías sucias — petróleo, carbón y gas—, es uno de los mayores contribuidores al calentamiento global. Unas 90 empresas son responsables de casi las dos terceras partes de las emisiones mundiales. En España, las grandes eléctricas —Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP y Viesgo— siguen generando buena parte de su electricidad usando fuentes no renovables, por eso trabajamos para que este modelo insostenible cambie y se acelere la transición a un sistema energético eficiente, inteligente, 100% renovable y democrático.
CIENCIA
Piedad Díez
C.E.P.A. DE CAMARGO
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El cambio climático es el mal de nuestro tiempo y sus consecuencias pueden ser devastadoras si no reducimos drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, los impactos del cambio climático ya son perceptibles y quedan puestos en evidencia por datos como: •
La temperatura media mundial ha aumentado ya 1,1°C desde la época preindustrial
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El período 2015-2019, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), será probablemente el quinquenio más cálido jamás registrado
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La tasa de subida del nivel del mar ha ascendido a 5 mm al año en el quinquenio 2014 -2019
Pero hoy también estamos viendo los impactos económicos y sociales, que serán cada vez más graves, como: •
Daños en las cosechas y en la producción alimentaria
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Las sequías
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Los riesgos en la salud
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Los fenómenos meteorológicos extremos, como danas, tormentas y huracanes Julia Rodríguez y Rosario Fernández
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