Edición 68

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Libertad

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na vez más quiero hacerte participe de mis desvelos querido lector, y no se me ocurre mejor manera que hacerlo a través de esta carta, como siempre, sin acuse de recibo. Después de tanto tiempo atravesando momentos muy difíciles debemos volver a ser conscientes de algo que últimamente está en desuso, nuestra libertad, la individual y la colectiva. Con sus pros y contras, con sus enormes beneficios pero también, con sus obligaciones, individuales y colectivas. La libertad es algo que todos ansiamos: queremos ser libres. Pero, me pregunto yo, ¿qué es ser libre? Pensándolo bien, la libertad es algo peculiar, constantemente nos provoca sentimientos de felicidad y casi al mismo tiempo, miedo. Aunque parezca una paradoja, la libertad nos obliga a elegir, nos da un amplio abanico de opciones, pero debemos ser nosotros mismos los que elijamos. Y si somos consecuentes con nosotros mismos, después debemos hacernos cargo de esa elección y ser consecuente con ella. El ejercicio de la libertad supone, para todos, una gran cuota de responsabilidad, debido a que es importante que el individuo sea consciente de sus propios actos, pero tenemos que estar preparados para asumir las consecuencias y los resultados de las decisiones. Eso no quita que podamos actuar libremente, siempre y cuando nuestra elección, no sobrepase ni coarte la libertad de los demás. Y como podemos ser más libres, creo que algo fundamental para poder ejercer completamente nuestra libertad, es ser poseedor de información, mirar, reflexionar, investigar, y sobretodo, conocernos a nosotros mismos y nuestros desvelos. Todas estas pequeñas o grandes cosas son puntos muy importantes para tener más posibilidades a la hora de elegir correctamente y poder hacer un mejor uso de nuestra libertad personal. La libertad es aquella facultad que tenemos las personas de poder actuar de acuerdo a nuestra propia voluntad. Libertad es ser y no dejar de ser al mismo tiempo. Libertad es no coerción, más allá del debate filosófico de si los humanos somos libres o estamos predeterminados. Libertad en su máxima expresión es decisión, tiempo, amor, emo-

ciones e ilusión de elegir tu vida. Para ejercer nuestra libertad plenamente, debemos respetar los derechos de los demás, ser cómplices a la hora de entender las decisiones, aunque sean diferentes a las nuestras, de aquellos quienes conviven en nuestro alrededor. Para ello es importante, yo diría, fundamental, inculcar valores y respeto en cada uno de nuestros hogares, en los colegios, en las universidades, desde las instituciones, desde los medios de comunicación. Además de la libertad individual, debemos mirar más allá, en los sistemas democráticos, libertad debería equivaler al «derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas», algo que solo podremos conseguir entre todos juntos, sí querido amigo, entre todos, a través del respeto, de la condescendencia, y de la aceptación de la igualdad de valor entre unos y otros, con diálogo, y sin imposiciones. Únicamente a través de esta libertad colectiva, que siempre irá de la mano de la libertad individual, conseguiremos una identidad como pueblo, como grupo, como familia, y a partir de ese momento podremos disfrutar completamente de la felicidad que da el poder elegir camino, color, teatro, libro, lectura, moda, o lo que nos apetezca o no hacer, sin cortapisas, sin restricciones, sin miedo a equivocarnos, y con la posibilidad de rectificar siempre en nuestras decisiones. Aprendamos de nuevo a ser libres, seamos libres.

Miguel ADROVER CALDENTEY


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