5 minute read

Editorial: Viajes asombrosos

EDITORIAL

Viajes asombrosos

Las principales portadas de los periódicos las ocupaba recientemente una pequeña nave, la Phoenix, que ha aterrizado en Marte, el Planeta Rojo, buscando agua y vida, mientras envía imágenes que nos producen asombro y emoción.

Lo mismo debió sucederles a nuestros antepasados del Próximo Oriente Antiguo, cuando oían las historias del primer héroe conocido, Gilgamesh-Indiana en busca del Arca Perdida de la vida eterna en Mesopotamia, o a los egipcios que vieron por vez primera productos exóticos como incienso y mirra, traídos por navegantes aventureros del País del Punt. Jasón-teniente Ripley y los Argonautas en busca del Vellocino de Oro con su mítica nave Argos son una referencia muy presente todavía para muchos, incluido Ridley Scott, que puso el mismo nombre a la nave futurista de Alien. Y qué decir de las multiaventuras, casi hollywoodienses de Ulises-Superman, que era capaz de pelearse con éxito contra el gigante Polifemo-Godzilla y a la vez sucumbir a los encantos de la maga Circe-Marylin. Simbad el marino, el rey Arturo, Aguirre el de la cólera de los Dioses, o el mismo Don Quijote realizaron viajes extravagantes por mares bravíos, tierras desérticas, selvas intrincadas o campos abiertos en La Mancha. Viajes extraordinarios como Colón buscando las especias o Marco Polo provocaron el descubrimiento de continentes y tierras desconocidas hasta entonces.

Comerciantes, soldados, científi cos, aventureros, pícaros y vagamundos, bandoleros, eremitas, beduinos... han viajado por caminos solitarios o transitados en una road movie histórica a lo largo de los tiempos y los espacios; tanto dan las razones como los resultados fi nales, sin los héroes, la mayoría anónimos, no comeríamos hoy pasta, chocolate o patatas y quizás no tendríamos la capacidad de creer en un mundo mejor.

En esta revista «extravagante» hemos conocido un personaje así, soñador y en el buen sentido de la palabra bueno, llamado Gonzalo Arias, que nos hizo transitar a través de un Boletín intermitente por las sendas, trochas y veredas de caminos alternativos de la geografía histórica de todos los tiempos. Por eso dedicamos en este número un par de artículos a sus refl exiones y obsesiones camineras: Madrid como nudo de comunicaciones y Tartessos como cruce de culturas.

Pero también aprovecharemos para contar otras historias increíbles y asombrosas. En este sentido no podemos dejar de hacernos eco de la aparición de un libro extraordinariamente culto, a la par que irónico y divertido, escrito por Eduardo Mendoza en Seix Barral, bajo el título de El asombroso viaje de Pomponio Flato que da título a este editorial. El argumento es sumamente original: En el siglo I de la era, un «Plinio» muy especial, llamado Pomponio Flato, viaja por los confi nes del mundo entonces conocido, en busca de unas aguas que pueden proporcionarle la vida eterna como a Gilgamesh. El azar y la precariedad de su fortuna, a pesar de ser un miembro honorable del orden ecuestre y ciudadano romano, llevan a nuestro protagonista a Nazaret, donde va a ser ejecutado el carpintero del pueblo, un tipo pacífi co y taciturno, llamado José acusado del brutal asesinato del rico Epulón. Muy a su pesar, este eminente naturalista, se ve inmerso en la solución del crimen, al ser contratado por el más extraordinario de los clientes, el hijo del carpintero, un niño superdotado para su edad, de nombre Jesús y tan listo que ya se había peleado por entonces con el Sanedrín.

Nuestro héroe se adentra de lleno en esa apasionante aventura, de desenlace imprevisible, por una razón muy clara que confi esa en las primeras líneas del libro: «Me adentré en los más remotos rincones del Imperio e incluso allende sus fronteras en busca del saber y la certeza».

Esa misma certeza, saber y suspense tendrá lugar en el número de El Nuevo Miliario que ustedes tienen en sus manos porque saldrán a la luz, por parte de

destacados y apasionados especialistas, las razones y las sinrazones sobre la misma Vía de la Plata, que han hecho correr tantos ríos de tinta en el pasado y que al parecer lo seguirán haciendo en el mañana. También y en homenaje al naturalista de fi cción Pomponio Flato, habrá sendos artículos dedicados a las mediciones de Ptolomeo en el este de Hispania y a las de otro naturalista más tardío, Villuga de la España Imperial y de sus reales caminos. También los Vasos de Vicarello, quién sabe si contenedores del «agua de la vida» serán objeto de refl exión, de este santo grial de la ruta sagrada entre Cádiz y Roma, en su tramo Cástulo-Libisosa, en pleno territorio de fi cción quijotesca y manchega.

Dejaremos para el próximo editorial y el siguiente número los detalles camineros de la sin par aventura de Pomponio Flato en Oriente y de su fi nal feliz… según como se mire. Naturalmente no vamos a descubrir la trama porque estamos seguros de que con los pocos datos del argumento y de los nombres de los personajes, todos nuestros lectores van a comprar este libro inmediatamente. Además aparecen otros personajes, de género que diríamos hoy, entre los que habría que incluir a la esposa de José y madre del niño, María, que por cierto hace un papel discreto, pero inteligente; así como «otra» María de Magdala, pero esa es «otra» historia...

Conformémonos con lo dicho y escrito hasta aquí, que es sufi ciente y si empezábamos con el hielo de Marte, es bueno que acabemos con las palabras con las que Gabriel García Márquez, nos invita a realizar un viaje extraordinario, esta vez literario:

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.».

Que la búsqueda del saber y la certeza acompañen en su camino a nuestros ilustres lectores... Valete Viatores!

Debido al exceso de original del presente número se posponen para el siguiente la sección «Lo que se dice» y la continuación de la serie de Santiago Bayón sobre la Cañada de la Plata, así como el último texto de la serie «Mansionibus supra scriptis»

This article is from: