PANDEMIA | Viví para contarlo | Arely Abrego Morales

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Una historia cerca a la realidad

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ARELY ABREGO MORALES MORALES



PANDEMIA: Viví para contarlo Una historia cerca a la realidad

Arely Abrego Morales

PANDEMIA: Viví para contarlo

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Hmno. Gerardo de Jesús Dávila de León Director General

Carlos Enrique de la Fuente Puga Coordinador de Sección Preparatoria Ilse Alejandra Cervantes González

Maestra de Literatura Sección Preparatoria

Primera edición, 2022 @Instituto Regiomontano Cumbres @Universidad Autónoma de Nuevo León @Arely Abrego Morales

Impreso en Monterrey, Nuevo León, México Printed in Monterrey, Nuevo León, México

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AUTOBIOGRAFÍA Arely Abrego Morales, es una estudiante del Instituto Regiomontano Cumbres, que cuenta con 16 años de edad. Actualmente se encuentra cursando su último Semestre de Preparatoria. Le apasiona el Cine, el Teatro, el Maquillaje Artístico y la Música, así como el Dibujo y la Literatura. Su pasatiempo favorito es hacer actividades físicas y leer buenos libros. Su categoría de libros favoritos son los de Fantasía los de Ciencia Ficción y los que son Aconsejadores o Reflexivos. Le gusta pasar tiempo con su familia, así como con sus amigos, sin embargo, para Arely es muy cómodo y lindo también pasar tiempo a solas con ella misma. Arely cuenta con sus padres, Raquel Morales y Arnoldo Abrego, y ellos son la vida de Arely, pues sus padres siempre las han apoyado a su hermana mayor (Maryel) y a ella a siempre seguir sus sueños y luchar por ellos, por ejemplo este libro, sin el apoyo de sus padres ella nunca habría podido hacerlo. Arely ha participado en concursos de Coros, en los que ha ganado, y grabó 2 discos para las escuelas en las que ella ha sido parte. Ha participado en diferentes obras teatrales por parte de su Colegio, así como para compañías y Universidades. Éste es su primer libro escrito formalmente y se encuentra muy emocionada por lo que les pueda parecer. Este es el primer paso de un gran comienzo.

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DEDICATORIA Este libro va dedicado con mucho cariño a la familia Olvera Morales y a todas aquellas familias quienes han luchado contra él Covid y quienes han sido fuertes, saliendo adelante de la mano de Dios. También se lo dedico a mis papás, quienes siempre estuvieron ahí para ayudarme y apoyarme en absolutamente todo lo que fué la elaboración de este libro.

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CONTENIDO >PRÓLOGO

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• CAPÍTULO 1 INGENUAMENTE REAL………………………………………………………………9 • CAPÍTULO 2 DENTRO DE UNA MENTE SIN MIEDO……………………………………….16 • CAPÍTULO 3 PESADILLA, DESESPERACIÓN Y PAZ………………………………………21 • CAPÍTULO 4 VISITAS……………………………………………………………………………………26 • CAPÍTULO 5 LA BIENVENIDA………………………………………………………………………30 • CAPÍTULO 6 LOS ÚLTIMOS DÍAS EN EL HOSPITAL………………………………………35 • CAPÍTULO 7 ME DEVOLVIERON LA VIDA…………………………………………………….41 • CAPÍTULO 8 CASA, POR FIN…………………………………………………………………………44

>IMÁGENES EXCLUSIVAS DE JOSÉ ANTONIO OLVERA >CONCLUSIÓN

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>AGRADECIMIENTOS >NOTAS

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PRÓLOGO La actual Pandemia nos ha recordado que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren y los que tienen miedo. Todos somos frágiles y, al mismo tiempo, todos tenemos un gran valor dentro de nosotros. Esperamos que lo que pasa a nuestro alrededor nos sacuda hasta el fondo de nuestro corazón y alma. Pero, ha llegado el momento de eliminar desigualdades, de curar la injusticia que está jugando con la salud de toda la familia humana (Papa Francisco). El Covid-19, es un caso mundial que ha afectado a cada ser humano de diferentes maneras, ya sea por salud o por salud mental, adentrándonos a un miedo, a un terror, en el cuál uno ya no sabe cuando será la última vez que verás a tu familia, o cuando será tu último adiós, así como aquel miedo de no salir y sobretodo de subestimarse por cualquier detalle que llegas a sentir dentro de tu cuerpo. Hoy en día cualquier cosa puede ser Covid, cualquier abrazo puede ser peligroso, en cualquier caminata por la calle puede estar en riesgo tu vida y sin duda han habido millones de casos con diferentes experiencias, pero mismo fin, incluyéndonos a ti y a mí, pero en está historia nos vamos a adentrar en uno de esos casos. Él es José Antonio Olvera Sandoval, un Profesor, Asesor, Coordinador, Investigador, un Padre de familia y sobre todo un ser humano. Pues sin imaginar, el vivía su rutina normal de ir al trabajo, estar en el metro, ir a tiendas, caminar por la calle, sin pensar que él sería una víctima más de éste tan conocido virus, que, hasta que no fue su segunda prueba de Antígenos1, pudo darse cuenta de que él ya estaba viviendo uno de los que eran sus más grandes miedos y angustias en toda la Pandemia, pero, todavía no sabemos como va a poder sobrellevar esto, todavía no sabemos lo que pasó, lo que está pasando y lo que pasará más adelante…

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CAPÍTULO UNO

INGENUAMENTE REAL Febrero 2021 El aislamiento, que no terminaría por otros 14 días, angustiaba a José hasta donde él pudo contar, con un virus que comenzó por meses de Marzo del 2020, hasta aquel día... aquel día en que José se contagió. No fue hasta después de síntomas y secretos de no querer decirle nada a su familia para no preocuparlos, cuando se hizo su segunda prueba de antígenos1 que se dió cuenta de que él, ya estaba entrando a una situación que nunca se imaginó que le hubiera podido llegar a pasar y aún así con mente positiva, él tenía esperanzas de que iba a poder salir de aquel virus fácilmente, como todos aquellos casos que se escuchaban a su alrededor y en todos los medios de comunicación del mundo -“Un poco de fiebre, un poco de tos, falta de gusto, falta de olfato y falta de un poco de aire, pero todo bien, puedo salir”-, él pensaba. Pero el destino le tenía preparado algo más, algo diferente. Él recuerda que al pasar el tiempo no solo se sentía atrapado en su cuarto entre la oscuridad, sino también se sentía atrapado en su mente de lo que podría pasar. Su único contacto era su esposa Alma, quien era la encargada de poder entregarle la comida, medicamentos y una que otra cobija, ya que, por

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esas fechas de Febrero hacía frío. En esos tiempos José, lo único que podía sentir era cómo su cuerpo se hacía débil cada día que pasaba, pues el desgano, las faltas de apetito y la falta de oxígeno, eran las razones que hacían que ya no pudiera tener fuerzas para estar despierto. Él lo único que quería era dormir, reflexionar, lamentar, pensar; -“Mi familia”, “No puedo ver a mis hijos”, “Por qué contraje el Covid?”, “¿Qué hice mal?”, “No puedo estar en mi trabajo”, “Mis alumnos”Él se sentía una carga y sobre todo se sentía un inútil. Sin embargo, hasta entonces sus sentimientos de culpa eran los únicos que lo podían mantener despierto, pero, él sabía que había hecho todo bien, él aseguraba que había seguido los protocolos tal cual los habían pedido desde que todo ésto comenzó, más, era imposible pensar que de haber escuchado noticas en países muy lejanos en el año 2019, de haber pensado que aquel virus nunca pisaría México, de haber pensado que simplemente era un juego para asustarnos, algún día llegaría y llegó, y estaba ahí, en su casa, en él.

En su infancia, José recuerda que siempre tuvo problemas respiratorios y nunca los había vuelto a sentir desde que tenía 7 años, pues su madre, exageradamente cuidadosa, siempre le aplicaba inyecciones cada 6 meses, hasta que esos problemas comenzaron a desaparecer y fué un santo remedio, como dirían algunos, ya que pudo vivir tranquilamente toda su niñez y toda su adolescencia. José estando en la oscuridad de su cuarto, sabía que esto simplemente sería un lapso más, entonces el sabía exactamente lo que tenía que hacer, claro, como su madre, extremadamente cuidadoso y precavido tomando sus medicamentos con frecuencia, así como checar su Oximetro2 y su Termómetro3 a cada rato, notando que simplemente no

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mejoraba y que nada funcionaba, ni los remedios caseros, ni el Paracetamol4, ni siquiera el Vick Vaporub5. Pero aún así, él seguía con su pensamiento de no querer alterar a su esposa e hijos, él no los quería preocupar dándoles malas noticias de que no iba mejorando, no podía y a pesar de que ahí dentro de su cuarto José se encontraba medio consciente, por fuera de su cuarto, estaba su esposa Alma. Alma con la constante preocupación, día a día se comunicaba con su esposo José por vía WhatsApp6 para asegurarse de que todo se encontrará bien y en orden en cuanto a su Oxigenación7 o por si necesitaba algo; cobijas, medicina, comida, agua, medicamentos, etc. Sin embargo, ella nunca se imaginó que dentro de aquel cuarto lleno de virus y peligro, José cada vez se sentía peor y peor, pero eso no era lo que José quería aparentar, como mencioné anteriormente, él solo quería que creyeran que estaba bien. Todos los días, José le mandaba a su esposa Alma la misma imagen de su Oxigenación “98” y era obvio que los primeros días José claramente contaba con una Oxigenación estable y sana, pero al pasar el tiempo él se iba poniendo más grave y llegó a un punto de ni siquiera poder tomarse la Oxigenación solo, así que lo más fácil era mandar simplemente la misma imagen cada vez que su esposa se lo pedía. Podría decirse que José estuvo mandado esos mensajes por unos cuantos días. Hasta que a Alma le tocó, ella contrajo el Covid198, pues era evidente que de tanto ayudar a José, de tanto miedo, preocupación y de tanto cansancio, sus defensas no pudieron resistir más y tuvo que encerrarse también, junto a José. Aunque esto suene algo inapropiado, fue algo bueno que a Alma le diera Covid19, pues, si ella nunca se hubiera encerrado en el cuarto con José, ella nunca se hubiera dado cuenta de que aquellos mensajes que José le

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mandaba eran pura mentira, en realidad José ya no estaba bien, ya no s e ve í a b i e n . R e a l m e n t e é l s e e n c o n t r a b a m u y t r a n qu i l o psicológicamente pues no tenía ni tiempo de poder pensar acerca de lo que pasaba a su alrededor, sin embargo, físicamente él ya era un cadáver andante, tenía un aspecto aterrador, un aspecto pálido y desgastado, su voz ya no era la misma, su voz ya estaba moribunda, apagada, no sonaba nada a como José suele sonar diariamente y fue ahí donde Alma dejó de pensarlo 2 veces, no le importaba si ella también tenía el virus, José tenía que estar bien y al tomar la iniciativa, llamó al Hospital Universitario y se puso en pie para llevarlo. 23 de Febrero del 2021 Todavía con las pocas fuerzas que le quedaban a José, pudo levantarse de la cama, él recuerda haberse puesto por sí mismo ropa Sport limpia y cómoda -Pants, playera de mangas largas, unas calcetas largas, tenis y una chaqueta-, no llevó cambios, no llevo maletas, pues el estaba seguro que aquella visita al Hospital quedaría como eso, una visita y todo sería rápido, cómo de entrada por salida. Estando ya de camino al Hospital, Alma y José a pesar de traer puestos sus respectivos cubre bocas iban en un absoluto y profundo silencio, pues su lógica era que preferentemente la poca conversación sería mejor y más efectiva para no contaminar el auto. Ese silencio se apiadaba también de la mente de José, en todo el trayecto, él solo se aseguraba de seguir vivo, observaba vagamente lo bonita que se veía la ciudad con neblina, veía los pocos carros pasar por la calle, apreciaba como se empañaba el vidrio de su ventana, temblaba de frío, sentía sus dedos congelados, sentía como al exhalar salía vapor por su cubre bocas y él solo apreciaba del silencio sepulcral9, sentía cómo lo veía su esposa con preocupación y sobre todo sentía como su subconsciente trabajaba

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junto a la metafísica10 de todo lo que él recuerda haber sentido y visto mientras el auto avanzaba a gran velocidad. Al entrar al Hospital Universitario, y todavía en silencio, José pudo apreciar cómo habían estado modificando el edificio por términos de Covid, ya que, la atención a esta Pandemia11 se convirtió en algo inmueble12 que fue adaptado para brindar un mayor y más amplio espacio, y también un mejor servicio médico. Al bajarse del auto, le ordenaron que él entraría solo al Hospital, mientras su esposa podría encontrarse en la sala de espera, pero al entrar solo sin nadie que lo pudiera acompañar, fue donde él comenzó a sentir el verdadero terror, pues al entrar al edifico él podía observar todo como si fuera una película de miedo; muy tétrico, vacío, con la poca gente que había expresando caras de angustia, llanto, cansancio, desesperación, sintió todas aquellas vibras pesadas de penas que la gente dejaba en el Hospital mientras esperaban por horas por alguna buena noticia, pero sin embargo, al estar ahí dentro él simplemente prefirió dejar de pensar en ello no podía distraerse ni un segundo más, sentía que mientras más pasaba el tiempo menos consciencia tenía, sin embargo, gracias a Dios su atención se presentó de manera inmediata y ahora si José comenzó a concentrarse más en la auscultación13. Al minuto de estar esperando en recepción le pidieron que pasará directo a que lo checarán, así como cualquier otra consulta normal, solo que con personas vestidas como astronautas, que por ende eran los médicos y enfermeras, le hicieron exámenes de sangre, lo observaron por un tiempo y para cuando le sacaron sus resultados, ya había sido demasiado tarde... Él se encontraba muy mal, por no decir al borde de la muerte, su Oxigenación ya estaba muy por debajo y llegó el momento en el que le

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dijeron que su vida estaba en peligro, obviamente, sus pronósticos ya no podían ser positivos y su única posible alternativa era la intubación. Y aquí fue donde comenzó el debate. Le pidieron que firmará unos cuantos papeles que muy apenas se podían alcanzar a leer por lo pequeña que era la letra y aquí fue donde comenzó a dudar, pues él sabía que a las personas que llegaban a intubar, eran las personas que por lo general llegaban a despedirse del mundo y no volver nunca más, y que por lo general en el proceso se sufría mucho, por así decir que era la leyenda urbana que cargaba José consigo mismo hasta entonces. Con las dudas y los nervios apiadándose dentro de él solamente pensaba y se decía a sí mismo -“NO FIRMES! !DI NO A LA INTUBACIÓN”Y José con esto decidió hacer caso a sus miedos y negar la firma a este permiso ya que para él era muerte segura y en eso un médico decidió contestarle de manera seca y directa: -“De todas formas de algo habremos de morir de Covid señor, es mejor que probemos la intubación, a ver si logra sobrevivir...” Lo trágico de esto es que José al escuchar esas largas y duras palabras se dio cuenta de que el médico por una parte tenía razón, no podía desaprovechar la oportunidad de poder sobrevivir solo porque el miedo lo consumía, no había más tiempo que perder, así que con todas sus agallas14 decidió dejar de pensarlo dos veces y procedió a firma. A pesar de eso que él médico le dijo, José estaba agradecido por haberle hecho abrir los ojos y ver la realidad. Después de aquel duro momento, decidió hablarle a su esposa para explicarle todo el procedimiento que pasaría a continuación, así como lo

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que harían con él y más que nada cómo se sentía al respecto, pero José decidió no alargar tanto la llamada, él lo que quería era que ya todo comenzara rápido para salir rápido y al finalizar la llamada lo pasaron a un quirófano15 que era el cuarto de “cuidados intensivos”, un lugar oscuro y frío en donde se encontraban camas con equipos de Covid19 y máquinas de respiración. Ahí mismo José pudo casi ver con su poca consciencia de que a distancias medianamente separadas se encontraban camas con más personas, algo que a José le transmitió muchos escalofríos, pero en vez de pensar u observar tanto, simplemente se dejó llevar por las instrucciones de todo el personal de Salud que se encontraban cuidándolo en todo momento. Él sentía que el trato de los médicos y enfermeras era más que excelente, sin incluir aquel comentario que ese médico le dio, pero fuera de rencores todo iba bastante bien. Le comenzaron a aplicar medicamentos inyectados, algo que no preocupaba a José, pues él nunca había sentido miedo hacia las agujas anteriormente y le pidieron que contará hasta 50 para que el efecto del Narcótico16 comenzara a dar efecto sobre él.

“1, 2, 3, 4, 5…Me siento raro…10, 11, 12, 13…Quién está apagando la luz?…19, 20, 21, 22…Cuánto falta para el 50?… 27, 28, 29, 30…” Hasta ahí fue donde José perdió el sentido de la razón, de ahí él ya no sintió absolutamente nada que se tratara de su cuerpo, simplemente comenzó a sentir el narcótico haciendo efecto de inmediato corriendo por todas sus extremidades y comenzó a viajar a otras dimensiones dentro de su mente en el tiempo y en el espacio, perdiendo la conciencia de lo que era la realidad o la ficción. Y aquí es donde todo comenzó.

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CAPÍTULO 2

DENTRO DE UNA MENTE SIN MIEDO

Si tan solo pudiéramos saber o con exacto detalle todo lo que vió José en su transe alucinógeno adormecido y sobretodo todas las cosas que pudo soñar y sentir en aquellas dimensiones paralelas que ni siquiera José mismo sabe describir, éste libro sería infinitamente largo. Sin embargo, de los vagos recuerdos que José pudo recuperar de aquellos largos días y noches de estancia, nos da la posibilidad de conocer y poder adentrarnos un poco más a su mente y a lo que vivió.

“Nosé sési silo lo que que soñé soñé fueron “No fueron los los primeros primeros oosubsiguientes subsiguientesdías, días,pero pero sentí como como si si hubiera hubiera durado lolo sentí durado toda toda mi mi etapa etapa de de entubación”entubación”palabrasdichas dichaspor porJosé. José. palabras

La primera noche despertó en su sueño, José se encontraba en una ciudad, pero no cualquier ciudad, era una ciudad tenebrosa, oscura y

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descuidada, en la que José se veía rumbo a la cremación pero para llegar a eso José tuvo que verse obligado a enfrentar con 3 fases. La primera fase consistió en lidiar con un grupo de policías y militares, estos con una sonrisa comenzaron a dispararle a José, hacían chistes y hasta eso le pedían que se preparara para recibir los balazos, pues para estos oficiales era un acto de bondad, ya saben, en buena onda. José más que sentir miedo sentía confusión, la verdad él no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, ni siquiera tuvo idea de porque le querían disparar en buena onda y ni siquiera tenía idea de porque las balas que atravesaban su cuerpo no le dejaban marca alguna… ESPERA QUÉ?, exacto, no tenía ningún rasguño en su cuerpo y esto era algo que tanto a los oficiales como a José les causaba impacto, pues José no sentía ningún tipo de dolor pero cuando vió que los oficiales comenzaron a correr hacía él, José inmovilizado cerro los ojos y cuando los abrió le sorprendió darse cuenta de que ya se encontraba en la segunda fase. La segunda fase consistió en un juicio, José sentado ahí, se dió cuenta de que traía puesto un traje, se sentía aseado y bien perfumado. Pudo notar a su alrededor como sus familiares y seres queridos se encontraban sentados detrás de él. El juicio comenzó y consistió en algunos temas de política, realmente José no entendía nada de lo que ocurría pero al terminar de hablar el juez, pudo notar que el tema que seguía de debatir era el mal trato en el Hospital a lo que José quiso pensar que se debía a lo que aquel médico le había comentado, pero curiosamente José comenzó a entrar a un estado de desesperación y frustración, pues todas los argumentos que lo atacaban era sobre su vida, su madre, su padre, su niñez, su juventud, su familia, su trabajo y la mente de José giraba y giraba y solo empezó a sentirse derrotado, José ya no podía más, las voces retumbaban en sus oídos y las caras de todos los que se encontraban en el juicio aparecían una y otra vez frente a él, hasta que

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ya no pudo más y comenzó a gritar mientras apretaba los ojos, con deseo a que todo eso terminara. Los abrió nuevamente, por tercera y última vez, y ésta era la última etapa, José se encontraba en un cuarto oscuro, que novedad, pero cuando alguien le abrió la puerta pudo notar a un hombre a la distancia, tenía forma de un verdugo, pero José con su misma confusión comenzó a caminar por una plancha de madera que rechinaba en cada paso que daba como si se fuera a romper en cualquier momento y José caería hacia un abismo negro sin nada que se pudiera distinguir en él, ésta plancha era un “puente” que dirigía hacia un mediano escenario, pero ese escenario no estaba vacío, al empezar a caminar él veía su ambientación y no distinguía el abstracto fondo en el que consistía aquella ciudad, pero al estar caminando él podía ver como muchos de sus conocidos con vestimentas medievales se encontraban amontonados en la parte baja del escenario de madera gritándole cosas sobre la muerte, sobre lo poco que valía su vida y lo alentaban a que su mejor opción era morir, pues ahí todos sabían que era el mejor camino, le pedían que se rindiera y aplaudían por ver como se llevaría a cabo la ejecución que le iban a hacer a José. José con lagrimas y sollozos17 decidió posicionarse y dejar que el verdugo hiciera su trabajo, pues ya no tenía otra opción. Cerró los ojos y a punto de sucumbir18, sintió un respiro al lado de su oído y con una curiosa voz simplemente escuchó: "Hágase tu Voluntad y no la mía” (Lucas 22:42) y en eso todo comenzó a desvanecerse, José estaba vivo y él lo sabía.

Paz, tranquilidad, Dios. José se encontraba en un transe de relajación, sentía como su cuerpo flotaba y su mente vagaba, sabía que después de esa mala pesadilla, todo estaba bien, sabía que él estaba bien y que Dios estaba con él, supo que

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nada lo podía tocar o atacar si se mantenía encomendado a Dios, hasta que se escucho ese ruido.

6:00 A.M. José con impacto abrió los ojos, era de día y el sol le daba directo al rostro, al querer tapar la luz de la cara con su mano se dio cuenta de que no podía mover ni un centímetro del cuerpo, se sentía atrapado, preso, estaba conectado pero ya no estaba en el cuarto de los cuidados intensivos, -“Dónde estoy?”Se preguntaba y al querer fijarse veía cómo una enfermera y un doctor platicaban sospechosamente volteando a verlo, José al hacer contacto visual con ellos comenzó a quererles hablar, pero con el tubo en su garganta y las agujas en su piel le dolía, no podía y con burlas y risas el personal de salud se pusieron alrededor de él y le comenzaron a cuestionar -“Dónde está tú Dios? No eres nada sin Él, deja de creer y te vas a recuperar, Quién es ese Dios?”Y seguían y seguían, pero José no sentía miedo, era fuerte, hasta que de fondo comenzó a escuchar una voz y se despertó. -“Buenos días”- Le decían Cuando abrió los ojos frente a él se encontraba una enfermera y un médico vestidos de astronautas que se encargaban de checar absolutamente todo lo que pasaba en el cuerpo de José, pero José con susto comenzó a moverse de un lado para otro, no dejaba de temblar, sentía su corazón en sus oídos hasta que lo empezaron a calmar. José ya

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no distinguía lo que era real o no, pero lo único que sí sabía era que ahí seguía en el Hospital. Si me preguntas qué era lo que José veía en los días cuando la pesada noche pasaba, no te sabría responder con exacto detalle. Los días se basaban en el mismo tiempo cronológico en el que vivía José por las noches, y no te voy a negar que de vez en cuando al despertar el podía saber que era de día, pero aquellos lapsos de consciencia eran lapsos confusos para José, pues como mencioné anteriormente, José se confundía constantemente en que si lo que estaba viendo estaba pasando en la realidad o era simplemente un engaño más de él para él.

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CAPÍTULO 3

PESADILLA, DESESPERACIÓN Y PAZ

Para cuando cayó la noche nuevamente José se encontraba ya dormido, pues realmente era lo único que podía hacer mientras estaba ahí. La mayor parte del tiempo José se mantuvo en estado adormecido, ya que los medicamentos que le aplicaban eran demasiado fuertes, algo de lo que su cuerpo no podía resistir como para poder estar despierto. Esa noche José sentía dolor, él sabía que algo lo estaba lastimando, pero no estaba seguro de lo que era exactamente hasta que escucho gritar a un paciente, compañero de habitación, que se encontraba a unos metros lejos de él diciendo adormecidamente: -“Ayuda! Bájenme a los perros de la cama!”Perros? José se cuestionaba, creo que era algo lógico, los enfermeros que se quedaban a hacer guardia en las noches les encantaba llevar a sus perros Bull Terrier. Estos, los perros, entraban a la habitación en las noches y se ponían a oler a los pacientes, a veces a jugar con ellos, subirse a sus camas y sobre todo morderlos.

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Esto fue algo que no era del todo agradable para José, pues cuando despertaba de vez en cuando se daba cuenta de que contaba con muchos moretones, así como mordidas y claro dolor en todo el cuerpo y por esa misma razón no podía verificar si en realidad eran mordidas o rasguños, pero prefirió esperar a que el personal de salud le recuperaran sus heridas.

Una mañana que despertó y vagamente pudo abrir los ojos, vio a una enfermera entrar, ella contaba con varios vasos de agua sobre un carrito de metal, como el de las azafatas en los aviones, con los cuales pasaba frente a los pacientes por en medio y se comenzaba a burlar de que ellos no podían tomar agua ni comer nada mientras ella le daba un sorbo enorme a uno de los vasos de agua que traía ahí, mientras se comenzaba a reír burlonamente, algo que causaba a José y sus pocos compañeros de habitación que murmurarán e hicieran ruidos y gestos de desesperación, pues José tenía hambre, sentía sed y cuando pedía cosas, por ende no se las daban y eso a José le molestaba mucho. Hasta que José despertó y abrió los ojos nuevamente, viendo así exactamente a la misma enfermera con la que había alucinado unos segundos antes, pero empezó a darse cuenta de que cuando alucinaba los enfermeros NO contaban con sus trajes espaciales. -“Claro, como puedo ser tan tonto?”- Se decía José a sí mismo Pudo caer en conclusión de que todos aquellos malos tratos que le habían dado a José eran simplemente pura alucinación, gracias a Dios! La enfermera con su traje espacial le decía términos a José que la verdad no pudo describir con exactitud, solamente recuerda poder ver vagamente cómo iba y regresaba, todos los días, todas las mañanas,

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todas la pocas veces que José se despertaba y ahí estaba o más bien ahí estaban todas aquellas valientes enfermeras, médicos e intendentes que luchaban por estar ahí teniendo también una vida privada, teniendo también miedo, familia, nervios, todo, pero siempre al servicio de los demás. Con esa gente tan valiosa te das cuenta que en la vida queda mucha gente buena y que hacer el bien siempre será lo más importante en el mundo. Creo que José y yo no somos los únicos que pensamos que aquel personal de salud son una imagen de Dios, un ejemplo a seguir y son dignos de admirarse.

El tiempo para José era una pesadilla sin fin, pues realmente sentía que cuando caía la noche nunca acabaría, lo malo aquí es que no acababa porque los días se sentían exactamente igual, es decir, de su conciencia no tenia escapatoria que por ende de sus pesadillas tampoco. Era un constante luchar para José porque cuando sentía que ya todo se estaba viendo realmente bien, todo terminaba siendo una gran alucinación y engaño, y eso cansaba el doble a José de lo que ya estaba. José ya no tenía ni una idea de en qué día estaba, cuánto tiempo había transcurrido o cuánto tiempo le faltaba para salir de esa desesperación que lo consumía a cada segundo. José ya no tenía idea de qué hacer, qué pensar, José sentía que la vida se le iba de las manos y eso siempre lo alteraba. José seguía sin saber buenas noticias de su salud y eso lo desesperaba, le desesperaba que él no pudiera controlar la situación de lo que estaba pasando a su alrededor, le desesperaba seguirse sintiendo un inútil como el primer día en que le dió Covid19, le desesperaba que no podía ver a su familia, no podía hablar con su esposa, con sus hijos. Le desesperaba no saber nada.de su trabajo, le desesperaba estar solo

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otra vez, sin nadie de confianza que lo pudiera cuidar, porque si lo pensamos bien, desde el primer instante que a alguien le da Covid, es un viaje largo de soledad en el cuál no sabes cual va a ser tu destino, no sabes a donde llegarás, no sabes ni siquiera si aguantarás ese viaje, no sabes lo que te esperará, si un buen y sano aterrizaje o simplemente un viaje en el que ni siquiera llegarás a tu destino. Claro que José quería aterrizar, pero. tenía que ser fuerte, debía ser fuerte, tenía que resistir un poco más. De repente todo el ruido que retumbaba en su cabeza, gracias a todos esos pensamientos de desesperación, comenzó a calmarse y el volúmen de aquellos fuertes golpes que pegaban en las paredes de su cabeza iban disminuyendo poco a poco, pero mientras este disminuía otro sonido aumentaba. Éste sonido pertenecía a las dulces voces de unas mujeres que contaban con diferentes edades, poco a poco se iban acercando más a José y cuando abrió los ojos pudo ver al rededor de su cama a muchas mujeres, y algunos hombres también, pero éstas ya no eran como los de sus pesadillas anteriores que le obligaban a abandonar a Dios y a morirse, éstas personas eran todo lo contrario, vestían de una manera muy elegante, traían puestas camisas blancas de botones, con algunas mangas arremangadas por ahí, así como pantalones deslumbrantemente blancos y pues la verdad, José no les alcanzó a ver los pies, ya que él estaba acostado, pero algo que pudo notar fue que cada una de esas personas tenían un brillo intenso que salía con gran potencia de las siluetas de aquellas personas. Se encontraban con las manos pegadas una a la otra y posicionadas cerca del pecho, con una pequeña inclinación hacia abajo con la cabeza. José no pudo distinguir con exactitud quienes eran aquellas personas, quizo pensar que se trataban de las personas que él sabía que formaban parte de grupos de

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oraciones, así como grupos de Rosarios, alguno que otro de la Iglesia y claro, pero algo si pudo descubrir inmediatamente fue que estaban pidiendo por él, estaban pidiendo por su pronta recuperación, pedían porque Dios no lo abandonará, pedían porque saliera pronto de aquella prueba en la que se encontraba, algunos otros pedían por su fuerza y por su salud, y a su vez por la sabiduría y compasión del personal de salud para que pudieran tratar con cuidado y constancia a José. Era como un coro de ángeles, era cómo estar en el lugar que más te hace sentir bien y que más te relaja en el mundo, que aunque tengas miles de cosas en la cabeza, sabes que en ese lugar te vas a sentir bien y te vas a olvidar de todo lo malo por un rato. Para José era como estar en el cielo, solo que José sabía que no se dirigía a él, sabía que todavía no era su tiempo, sabía y pudo descubrir que esto que estaba viviendo era por algo, era una prueba de Dios para él y José iba a dejar que su voluntad se dejara llevar por Dios. José no sabía lo que le esperaba, pero si sabía que Dios estaba con él en todo momento. Y en ese preciso instante José se relajó y con mucha paz pudo descansar, aquella noche.

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CAPÍTULO 4

VISITAS José se encontraba dormido, que novedad, no pudo describir con exactitud que día era o que hora era, solamente recuerda que él se encontraba en completo descanso, incluso menciona creer que fue un momento de descanso para su mente, ya que no recuerda haber visto o sentido algo cuando paso lo siguiente. -“Josée”- Se escuchaba suavemente. Comenzó a escuchar una tierna, dulce y conocida voz. -“José soy yo”- Se escuchaba susurradamente. José no sentía miedo, sentía algo muy bonito. José sabía exactamente quién era. José sabía que su madre estaba ahí. Menciona que no recuerda con exactitud haberla visto como un típico fantasma vestido de túnica y flotando por todos lados, al contrario, él solo veía la hermosa imágen de su madre cuando era jóven y se volvió a sentir como un niño chiquito, se volvió a sentir apapachado, cuidado, amado. Con lagrimas entre los ojos José intentaba comunicarse con su madre, pues ya habían pasado unos cuantos años desde que su querida madre había dejado este mundo y con mucha desesperación ansiaba gritarle

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cuanto la amaba, cuanto la extrañaba, pero por obvias razones, José no podía. Se movía pero su cuerpo dolía. Hasta que sintió una pequeña brisa en su frente, su madre le había puesto una de sus delicadas manos en su frente, o al menos José así lo recuerda, y simplemente sintió cómo su madre le decía que lo amaba sin decir una sola palabra, simplemente lo sentía, lo sabía. Por un rato sintió como su corazón latía rápidamente y ni siquiera José sabe describir la desesperación que sentía para querer quitarse todos los cables de encima y darle un inmenso abrazo a su madre, era una desesperación comparada a cuando era tu primer día de clases en la primaria y tu mamá con mucho amor desde la mañana te hacía tu lonche, te ayudaba a vestirte, te dejaba con un beso en la mejilla en la entrada de la escuela y mientras las maestras te llevaban de la mano al salón, solamente volteabas a ver a tu mamá con lagrimas entre los ojos porque no sabías en donde estabas, a donde ibas, no sabías lo que seguiría y tu única protección, que es tu madre, no estaba contigo ahí. Pero a pesar de esa desesperación, José se sentía satisfecho, él veía a su madre feliz, la sentía feliz, José sabía que su madre estaba bien, su madre estaba con Dios y eso fue algo que comenzó a hacer sentir a José seguro. José sabía que la vida tiene que continuar y en algún momento su madre lo iba a dejar pero siempre iba a estar ahí acompañándolo, y no perdía la esperanza de que en un largo futuro la volvería a ver. Y a pesar de que tenía esa inquietud de querer abrazar a su madre, él concluyó que ella no se lo permitía porque si lo hacía, José no la iba a soltar, no la iba a dejar irse y eso era peligroso para José como para su mamá, pues su madre tenía que irse a descansar en paz y José tenía que quedarse a seguir viviendo para cumplir la misión a la que lo mando

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Dios, entonces todo se desvaneció otra vez y con el corazón lleno y satisfecho José de repente se quedó dormido. Pero las visitas no acabarían con eso. Podría decirse que aquellas visitas, eran completamente iguales a las típicas visitas que solemos hacer cuando un ser querido está en el Hospital, solo que aquí lo que cambiaba es que esas personas que iban a visitar a José eran sus familiares ya fallecidos, sus tíos, abuelos, conocidos, entre muchas otras personas. Lo bueno aquí es que José en ningún momento sintió miedo, pues él sabía que aquellos seres queridos iban a darle más bien amor y fuerzas para que no se rindiera. No se podría decir con exactitud que José los veía hablar realmente, era como un tipo de comunicación por telepatía. José los veía y los escuchaba mientras estos queridos espíritus se quedaban simplemente viéndolo, frente a él, con sonrisas y tiernas miradas de cariño y José en todo ese trance se sentía como un niño chiquito, sentía que poco a poco su corazón se recargaba y se llenaba de energía, cada que veía a sus familiares al rededor de su cama sentía que cada vez le daban más fuerzas y motivación de tener que salir adelante. Pero claro que donde hay bondad y está Dios, el diablo acecha y trata de atacar. Entonces los seres queridos de José comenzaron a desaparecer al mismo tiempo que su tranquilidad, pues mientras éstos espíritus desaparecían unas horribles criaturas “malignas” comenzaban a aparecer. José comenta nunca haber visto con exactitud al diablo, pero sabía exactamente cuando estaba molestando a José y cuando no, la verdad la mayor parte del tiempo lo molestaba, pero curiosamente, José

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siempre sentía que alguien estaba detrás de él, como una luz, como una especie de fuerza que literalmente hacía que José no sintiera un pánico peor al que sentía para poder lidiar con aquellos monstruos que veía y era obvio que se trataba de Dios, algo que igualmente, en ningún momento lo pudo apreciar exactamente con sus ojos, pero José sabía que estaba ahí, él estaba seguro que aquella luz era Él, sabía que esa fuerza se trataba de Dios y creo que esa fué la base por la que José siempre podía salir victorioso de sus batallas constantes con sus pesadillas, porque siempre veía lo bueno dentro de todo lo malo. Con el paso del tiempo sus pesadillas dejaban de atormentarlo porque sabía que siempre terminaría ganando el bien, como siempre lo ha hecho. Lo último que recuerda José de aquellas visitas fué una simple indiferencia a lo que estaba ocurriendo con las pesadillas del diablo. Comenzó a rezar y se durmió.

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CAPÍTULO 5

LA BIENVENIDA

6:00 A.M. Ruido; signos vitales, respiración, una escoba arrastrando por el piso, sprays desinfectantes, susurros del personal de salud, zapatos rechinando, entre más, eran cosas que hicieron que José se despertara aquella mañana. José no estaba seguro de cuantos días habían pasado ya, pero de lo único que se pudo dar cuenta fue de que lo habían cambiado de habitación, pues José recuerda haber abierto los ojos y muy borrosamente pudo distinguir que su habitación ya no era tan oscura, tenía un color amarillento y lleno de vida en el cuál queriendo verlo con detalle dirigió su mirada hacia una gran ventana que contaba con una delgada cortina y por ahí detrás de aquella cortina que la cubría se alcanzaba a ver un hermoso cielo azul con unas cuantas nubes, una antena de señal y algunos aires acondicionadores que se encontraban por encima del techo, por lo que llegó a suponer que se encontraba entre el último o penúltimo piso del inmueble Hospital, pero no estaba tan seguro. Al desviar su mirada de la ventana pudo ver borrosamente a un señor con su vestimenta extremadamente evitada de virus, limpiando con

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esmero y cuidado el cuarto en el que José se encontraba, pues ahí mismo también había un paciente más, un compañero de habitación, José menciona aquel paciente era el mismo que decía asustadamente en ocasiones que le bajarán los perros de encima. La duda le seguía llegando a José, la verdad el seguía creyendo que aquellos perros eran reales, incluso afirma que los llegaba a ver, pero claro que con todo lo que los médicos y enfermeras les hacían a los pacientes a la hora de inyectarlos o moverlos de camilla a camilla, así como todos los efectos de los medicamentos que les aplicaban, era lo que les causaban sus pobres moretones y sus dolores del cuerpo. Entonces no, por más que hubiera querido, los perros no eran reales, pero José no supo eso hasta un poco después.

Al tener los ojos entre abiertos, pudo sentir como una enfermera con su traje de astronauta se le acercaba para poder checar que todo estuviera bien y fué cuando ésta dulce chica le dijo con entusiasmo a José: -“Señor, ya se encuentra en su cuarto de rehabilitación”Y José con emoción abrió más los ojos de los que los tenía. Comenzó a mover su brazo y muy extrañado de que la enfermera no lo regañará se toco la cara y pudo darse cuenta de que ya no traía puesto el aparato de la intubación y con exaltación volteó a ver a la enfermera que con unos ojos alegres lo veía y le comentó que sus 10 días de intubación habían sido un éxito, espera, 10 DÍAS?! José ya había pasado 10 días dentro del hospital y sin embargo no sabía cuánto tiempo más duraría ahí. Al intentar comunicarse con la enfermera su voz simplemente no salía, pero la mujer le decía calladamente:

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-“No se desespere señor Olvera, su voz volverá”-hizo una pequeña pausa y continuó- “La intubación fué todo un éxito, su oxigenación sorprendentemente subió bastante y ahora lo único que tiene son estos pequeños tubos que le van a seguir ayudando a respirar en lo que se encuentra en rehabilitación19”Creo que es evidente que a la gente le gusta escuchar buenas noticias, pues después de días eso fue lo que José pudo vagamente entender y por la emoción no sabía si llorar o gritar, claro, gritar todavía no, pero era la intención. Mientras José estuvo en recuperación, batalló para distinguir la realidad y lo que había soñado, pues él no lograba discernir20 entre una realidad u otra y ese dilema lo mantuvo pensando toda la etapa de rehabilitación en la que se encontraba y aunque José comenzaba a sentirse mejor con el transcurso del tiempo su proceso de mejora se seguía sintiendo extremadamente lento, pero él ya tenía una idea que en aquella habitación lo que le empezaban a pedir que hiciera eran cosas que se llevaban a cabo en una rehabilitación cómo pararse a caminar, comer por sí mismo, mover los músculos, ejercicios de respiración, entre otras cosas, solo que como al principio José no era capaz de moverse al 100%, el personal de salud era el encargado de limpiar, vestir, alimentar y darle de tomar a José directamente a su boca, pues ni siquiera con cubiertos o popotes José era capaz de atinarle a los alimentos y bebidas que le daban.

Aún con poca habla, las primeras cosas que José comenzaba a decir eran simples favores como pedir cobijas, agua, jugos, a lo mejor un poco de más gelatinas, pero hasta ahí era lo único que podía salir de él.

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Mientras los días pasaban lentamente, José comenzaba a recuperarse físicamente, pero en su mente las cosas seguían rodando en un laberinto que parecía que no iba a tener ningún fin, pues cuando hallaba una salida, se daba cuenta que su mente seguía jugando con él y José corría y corría sin escapatoria. Para ese entonces parecía que José ya había ganado mucho poder, sin embargo, seguía perdiendo y seguía perdiéndose en aquel laberinto sin fin. José recuerda que cuando en su mente estaba a punto de dirigirse a una salida del laberinto, acercó su mano a su rostro tapándose de la inmensa luz que cegaba directamente sus ojos y cuando abrió sus ojos, tuvo la sorpresa de ver a su familia, su hermosa esposa Alma y sus tres queridos hijos Alejandra, Paola y Antonio, detrás de ellos se encontraban más familiares, amigos y conocidos. José recuerda que todas esas queridas personas que vió aquella vez, fueron su pase final a aquel laberinto sin salida, José ya sabía que ésto pronto acabaría, sabía que estaba cerca de la victoria, solo hacía falta un poco más de paciencia, un poco más de fuerza. José recuerda que en ningún momento esas personas le dijeron algo, solamente recuerda que todos estaban muy felices de poderlo ver, algunos se encontraban pidiendo por él y otros estaban posicionados con una mano extendida a José, algo que le hacía entender a él que ya lo estaban esperando, que ya le estaban dando la bienvenida a volver a vivir y continuar con su misión de vida. Pasó tiempo y poco a poco todos sus seres queridos comenzaban a desvanecerse poco a poco, uno por uno y casi al final quedaron únicamente en primera fila su hermosa familia, hasta que los hijos de José se desvanecían con una sonrisa y una tierna mirada de “Nos vemos pronto”, pero José se dio cuenta que su esposa Alma seguía ahí y solo estaba ahí, parada, viéndolo con una sonrisa y lágrimas entre los ojos, mientras que con sus manos juntas, pegadas al pecho se ponía a rezar y

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ahí estuvo por un buen rato, algo que a José no le molestaba, pues en ese tiempo, José pudo reflexionar lo absolutamente afortunado que era, porque Dios le dio la oportunidad de tener como esposa a una mujer cómo Alma, que a pesar de las canas verdes que de vez en cuando se suelen sacar, ella lo amaba incondicionalmente. José sabía qué Alma, era eso, su alma. Fue la única que se mantuvo firme en absolutamente todo momento y etapa que vivió José, desde el primer día, hasta en los largos días que José se encontraba en el Hospital, pues él cuenta que a Alma la contactaban todos los días para avisarle cada movimiento y cambio que hacían con José, también por ahí se enteró que Alma estuvo involucrada en absolutamente todo lo que consistían los debates en el Hospital, ella estuvo involucrada en todas las oraciones que hacían por José y sobre todo, claramente, estuvo involucrada en la salud de José. A como lo pudo observar, José no puede expresar las palabras correctas para describir lo infinitamente agradecido que está con su esposa y sé que muy dentro de él siente una infinita deuda con ella, pero lo que José no sabe es que Alma lo haría una y otra vez con el simple hecho de que él este bien, al igual que sus hijos. Lo que José no sabe es que gracias a Alma sus hijos no perdieron la cordura de caer en depresión, ansiedad o incluso alguna enfermedad peor que el Covid19, porque aunque Alma hubiera estado estallando por dentro, ella sabía exactamente lo que tenía que hacer.

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CAPÍTULO 6

LOS ÚLTIMOS DÍAS EN EL HOSPITAL 8 de Marzo del 2021 Ya habían pasado 4 días desde que a José lo habían sometido21 a rehabilitación y cada vez más sentía como iba progresando en su mejora. José se encontraba aliviado de que por fin sabía que día era y en qué fecha estaba. Era Lunes, estaba un poco soleado, por lo tanto de vez en cuando José podía ver uno que otro rayo de luz que pegaba a su cama. Veía con atención a su compañero de cuarto mientras dormía profundamente, al cual muy dificultosamente le podía distinguir la cara por la distancia de separación que tenían uno del otro, pero a pesar de eso, José le pedía a Dios por él, porque sabía que aquel hombre también necesitaba la fuerza para poder salir adelante. Cuando José se encontraba en su etapa de recuperación el personal de salud lo trataban de la mejor manera, eran muy atentos en todo lo que José necesitaba y siempre eran puntuales en absolutamente todas las cosas programadas que tenían pendientes con José. Sin embargo, las indicaciones iban variando confor me José iba mejorando, principalmente en el consumo libre de alimentos y más que nada en la cuota de oxígeno que le iban reduciendo poco apoco a José.

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Físicamente, José seguía con leves dolores en sus extremidades, sentía una que otra parte del cuerpo dormida y con alguna que otra llaga en su cuerpo por estar acostado. Por otro lado, mentalmente ya se encontraba mucho mejor, sus delirios22 eran menos y sus alucinaciones seguían entre esa pequeña línea de sueños o realidad, pues en un día pasado mientras le realizaban a José una serie de ejercicios para que pudiera caminar, de repente comenzó a dudar de lo que estaba haciendo ahí, muy pocas veces se le iba la onda de porque lo tenían caminando ahí con un andador, o de porqué le daban de comer directo a la boca. José de repente se cuestionaba de porqué lo cargaban y lo limpiaban, o incluso a veces se ponía de malas porque no entendía porqué no lo metían a bañar, se encontraba a caso en un lugar de caridad?, él no lo entendía, pero todos aquellos tormentos poco a poco, se desvanecían, ya no lo frustraban, ni mucho menos lo asustaban.

José se encontraba en ese momento tranquilamente quieto, hablaba con Dios, reflexionaba de la vida y agradecía por ella, en eso un grupo de doctores y enfermeras entraron a interrumpir los profundos pensamientos de José. Pero algo que le extraño es que éste personal de salud se encontraban muy emocionados, a pesar de traer puestos sus trajes de astronauta y sus enormes mascaras, se les, podía sentir una vibra diferente, una vibra alegre. Algunos doctores traían consigo una tabla de las notas que habían estado haciendo de José en su transe de estancia. Las enfermeras entraron directamente a checar a José y con todo el movimiento que sentía a su alrededor unos de los doctores se acercó y le comenzó a explicar:

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-“A lo largo de tu estancia nos estuvimos comunicando con tu esposa para avisarle absolutamente todo lo que pasaba contigo aquí adentro”Continuó- “Acabamos de hablar con ella hace unos momentos, hemos estado viendo que por milagro te haz estado recuperando de una manera rápida y es por eso que venimos a informarte que a más tardar para el Jueves 11 de Marzo vas a poder salir, los días que siguen te haremos un par de terapias de respiración y dependiendo de eso te daremos indicaciones”O algo así me comentó José que le dijeron, claro que si había algún cambio de planes ya sean buenos o malos, inmediatamente le iban a avisar, pero le dijeron que por ese momento, José podía tranquilizarse, todo se encontraba en orden. Con el corazón casi de fuera agradeció a todo el personal y poco a poco se fueron retirando. Acomodó su cabeza en la almohada y mirando hacia el techo comenzó a sonreír, se encontraba con un brazo extendido, pues una enfermera se había quedado más tiempo ahí aplicándole algunos medicamentos, cuando en eso ella le preguntó algo que hizo a José pensar en el transcurso del día: -“¿Qué piensa hacer cuando salga señor Olvera?”Tremenda pregunta. José en ese momento no le contesto nada, pero volteó a ver a la enfermera y le lanzó una dulce sonrisa. La enfermera al terminar se paró y se retiró, dejando ahí a José, pensando. -“¿Qué rayos voy a hacer cuando salga?”- Se preguntaba José. Y él mismo se respondía. -“Obviamente tengo que descansar, casi se acercan las vacaciones de semana santa, es una oportunidad perfecta para poder tener energías y volver a trabajar”-Y seguía- “Tal vez termine de escribir mi libro, iba

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justo en la mitad, lo bueno es que podré tener suficiente tiempo para continuarlo”-Paró por un momento y se puso a filosofar24- “Voy a pasar tiempo con mi familia, disfrutaré cada momento que pase junto a ellos, no todo es para siempre y por suerte Dios me dio una oportunidad más de estar aquí, tengo que aprovechar y simplemente vivir”Con eso José cerró los ojos y aunque el sol todavía no se ocultaba completamente, él ansiaba con que los días pasarán rápido y cayó en un sueño profundo.

9 de Marzo del 2021 Sintiendo mucho movimiento alrededor de él, José abrió los ojos y se dió cuenta de que a su lado izquierdo se encontraba una charola enorme de comida y a su lado derecho había un doctor programando un extraño aparato respiratorio que era para que José pudiera llevar a cabo su terapia personal. Cuando el doctor notó que José había despertado le comenzó a decir que intentara desayunar por sí mismo, algo que José todavía no dominaba al 100%, pero fue algo que no le importó, al quererse acomodar se dió cuenta que una enfermera a su lado le comenzó a acomodar la cama para que estuviera en una cómoda posición para poder comer, y ésta misma enfermera espero a un lado de José hasta ver que él fuera capaz de comer por sí mismo, algo que victoriosamente logró y la enfermera con mucho gusto pasó a retirarse. Mientras José comía lentamente de bocado en bocado, escuchaba cómo el doctor le daba indicaciones sobre lo que procedería a pasar con sus terapias de respiración. -“Estas terapias durarán todo el día hasta cierta hora de la noche”-El doctor pausó y procedió a llamar a una enfermera para que le ayudara a

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terminar de instalar aquel aparato, y continuó- “En diferentes horarios vendrán doctores o enfermeras a checar como te va con tu respiración y mañana por la mañana te daremos los resultados”Pasó un pequeño rato y José había terminado de comer, así que el doctor procedió a aplicar todo lo necesario con ayuda de una enfermera. Fue impresionante lo rápido que le pasaba el tiempo a José en el lapso de aquella terapia. A cada rato entraban doctores y enfermeras y de alguna manera recibía siempre halagos de lo muy bien que iba avanzando, algunos le decían que a cómo iba lo más seguro es que iba a salir para el siguiente día, algo con lo que sospechaba José ya que habían varios del personal de salud que ya le habían estado diciendo eso, sólo que se extrañaba de que nadie se lo confirmara. Hasta que cayó la tarde-noche. José se encontraba en su cama entre dormido y despierto cuando de repente entró el doctor que le había aplicado su terapia respiratoria y le comentó con un teléfono en mano que su esposa Alma estaba esperando en la línea. José se acomodó en su cama y atendió el teléfono. Alma le comentó que el día Miércoles 10 de Marzo, iba a ser el día que iba a salir del hospital. Se pusieron a arreglar trámites de su salida y entre esa plática un doctor le informó que una ambulancia lo llevaría a su respectiva casa. José muy contentamente colgó el teléfono y con una enorme sonrisa se lo entregó al doctor. El doctor procedió a retirarle sus aparatos de terapia respiratoria y lo volvió a conectar a su tanque de oxígeno. El doctor se despidió de José y se retiró.

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Esa noche José casi no pudo dormir, sentía que el corazón le estallaba y que en cualquier momento se le iba a salir del cuerpo, estaba tan emocionado que cuando cerraba los ojos ansiaba abrirlos para que ya fuera de día. Pero el tiempo pasó muy lento y José solo se intentó relajar, respiraba incómodamente profundo por los tubitos de su nariz y de repente todo se apagó dentro de él.

Sus últimos sueños aquella noche, fueron incoherentemente 24 irrelevantes25. Al abrir los ojos dentro de su mente se dió cuenta que todo su alrededor estaba oscuro, hasta que comenzó a caminar hacia ningún lado y se dió cuenta que poco a poco se aproximaba a una luz enorme, corría y corría pero simplemente no la podía alcanzar, hasta que de repente sintió que muchas personas lo comenzaron a seguir, se veían algo enojados y no dejaban de gritar. “QUE NO SE ESCAPE” Pero José corría cada vez más rápido. No quería ni siquiera mirar para atrás porque él sabía exactamente quiénes eran esas personas, él sabía qué eran esos monstruos y si se le ocurría mirar para atrás no iba a haber escapatoria, así que José corrió y corrió hasta que por fin se empezó a acercar y justo cuando llegó a la luz, se despertó.

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CAPÍTULO 7

ME DEVOLVIERON LA VIDA 10 de Marzo del 2021 Al abrir los ojos, José se dió cuenta de que un rayo de luz estaba apuntando directo a su cara, algo curioso, pues fue lo que hizo que se despertara, José dolorosamente se movió un poco de lado para que el rayo de luz no apuntara directo a su cara y procedió a cerrar los ojos. No pasaron ni 5 minutos cuando una fila de doctores y enfermeras entraron con una silla de ruedas y le indicaron que lo iban a meter a bañar. -“Por fin”- José pensó. Pues él sentía que ya había sido mucho de no poder sentirse limpio. Así que procedió a levantarse con ayuda de muchas enfermeras y lo sentaron en la silla de ruedas, lo dirigieron al baño que se encontraba ahí mismo en la habitación y procedieron a comenzar a limpiarlo. El agua tibia cayendo sobre el cuerpo de José era cómo sentirse en el paraíso, se sentía relajado y sobre todo aliviado. Procedieron a colocarle un poco de shampoo, un poco de jabón y a tallarlo con cuidado para que sus heridas no le dolieran. Incluso cayéndole jabón en los ojos, él se sentía muy satisfecho con lo que estaba volviendo a vivir después de 16 días.

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Al terminar de bañarlo, las enfermeras procedieron a vestirlo con la misma ropa que llegó al hospital, pero José en su transe de relajación les comentó. -“Esa ropa esta llena de virus”- Moviendo la mano débilmente para apartarla de su vista. A lo que las enfermeras le comentaron. -“Señor Olvera, sus ropas ya han sido lavadas y desinfectadas cuidadosamente, están completamente limpias”Con eso José accedió, dejó que le colocaran la ropa y al sentir la suave tela de su camisa se dió cuenta que olía a flores, así que si, las amables y atentas enfermeras si le habían lavado su ropa. Ya vestido lo sentaron de nuevo en su silla de ruedas y antes de salir del baño decidieron darle a José una bella y última atención. Procedieron a sacar una espuma, un rastrillo y una toalla, colocaron a José en una posición cómoda y se pusieron a rasurarle la barba que le había crecido en sus días en el hospital.

Cuando José salió del baño vió la sorpresa de que su cama ya estaba como nueva, bien tendida, acomodada y desinfectada, o bueno, seguían en proceso de desinfectarla, sin embargo, las enfermeras le colocaron su tanque de oxígeno, le pusieron un cubre boca encima y procedieron a acomodarlo en un espacio del cuarto que daba justo a la ventana. José dirigiendo su mirada hacia el cielo simplemente disfrutó de la tranquilidad que sentía en ese momento, disfrutó de que por fin todo lo difícil había terminado y ahora seguía lo más fácil, cuidarse.

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A continuación, un médico llegó y le comenzó a dar indicaciones en lo que se lo llevaba en silla de ruedas hacia la salida. Estas indicaciones consistían en tomarse sus medicamentos, ponerse constantemente su tanque de oxigenación, portarse bien y seguir todos los protocolos de salud. Se dirigían de pasillo en pasillo, entraron a un ascensor y el médico oprimió el botón de planta Baja, ahí fue donde pudo darse cuenta de que efectivamente, José había estado internado en un penúltimo piso. Esperaron un rato, las puertas del ascensor procedieron a abrirse y al sentir que la silla de ruedas avanzaba podía sentir cada vez más adrenalina y emoción. Hasta que al dar la vuelta en un pasillo pudo ver de lejos cómo a través de unas puertas de cristal se encontraban su esposa Alma y su hija Paola, ambas se veían con mucha emoción e inquietud y al cruzar aquellas puertas de cristal lo primero que José pudo apreciar fueron a los camilleros, a la ambulancia y los exteriores de el Hospital. Se escuchaba un intenso ruido urbano y podía sentir el seco calor que se sentía ese día a través de sus mangas y pantalones. Saludó a su hija y esposa en lo que lo pasaban de la silla de ruedas a la camilla y antes de que lo metieran a la ambulancia volteó a ver al médico que lo traslado y en pocas palabras recuerda haberle agradecido diciendo: -“Nada más me devolvieron la vida”A lo que a esto él médico todo cubierto con su traje de astronauta simplemente sonrió y se despidió. Subieron a José a la ambulancia y junto a él se subió su hija Paola, la cual lo acompañaría en el traslado del hospital a su hogar, mientras que Alma se quedaría un poco más para encargarse de toda la tramitología26 con la salida de José del Hospital.

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CAPÍTULO 8

CASA, POR FIN De camino a casa José se sentía extraño, sentía como si estuviera en una película, pues él nunca había vivido la experiencia de ser trasladado por una ambulancia en camilla hacia algún lugar anteriormente, entonces, definitivamente eso era nuevo para él. Podía ver cómo en las ventanas de la ambulancia se veía a máxima velocidad todo lo que pasaba en el exterior, lo que hacía que se mareara un poco, sin embargo, al mismo tiempo podía apreciar a su hija Paola, ella iba viendo las ventanas de la ambulancia sin apartar la mirada ni un segundo, y para José era una señal de que Paola no lo podía ver y no por desprecio, simplemente José presentía que estaba nerviosa y algo apenada, pues ni siquiera a él se le ocurría que tema sacar de plática, pues al fin, era una situación delicada de confrontar, pero no importaba, tanto Paola como José sabían lo mucho que se extrañaban uno al otro y la emoción que sentían en su interior al saber que José por fin iba de regreso a casa. Al estar cerca de donde vivían, Paola comenzó a darle indicaciones al conductor acerca de cómo llegar y le daba ideas de cómo y en dónde podía estacionarse.

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El vehículo se detuvo y José sintió como abrían las puertas de la ambulancia por la parte trasera, la cual era la parte en la que los pies de José daban directamente. Paola se bajó del vehículo en cuanto abrieron las puertas y le dió la sorpresa a José de que entre todas la voces que se escuchaban también estaba incluida la de Alma. -"Que rápido llegó"- José pensó. Y en eso , sintió cómo empezaron a cargar la camilla para poderla sacar del vehículo con mucha delicadeza. Cuando se encontró completamente fuera del vehículo, lo pararon de la camilla y se lo llevaron cargando hasta la puerta de su casa, algo que incomodó a José, pues él sabía que ya estaba entrando a un transe de bulto el cuál ya tenía la idea de que iba a ser en ese modo bulto por unos cuantos días más. Vió que Paola fue corriendo hacia la puerta de la entrada para abrirles y al pisar su casa sintió como la paz y la tranquilidad abundaba en su cuerpo. Y suspirando pensaba. -“Aah, casa, por fin”Se sentía agradecido infinitamente con Dios porque él sabía que todo lo que había vivido no retornaría27 y por ende valoró tener un hogar y sobre todo poder estar de nuevo ahí con ganas de seguir existiendo para así poder seguir realizando sus sueños y seguir en pie para continuar disfrutando su vida como debe de ser. Cuando su familia lo vio los camilleros se retiraron. Tanto sus hijos como su esposa lo recibieron con muchísima alegría, todos lloraban de emoción y se saludaban con todo el cariño del mundo. Tanta emoción se sentía en ese momento que incluso la Golla (su mascota) se puso a llorar de emoción también saltando sin parar y subiendo a las piernas de José una y otra vez, pues por fin José estaba en casa y eso era lo único que importaba en ese momento.

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José comentó que se sentía algo hambriento a lo que por suerte ya tenían una deliciosa comida de bienvenida lista para servirse en la cocina, así que procedieron a sentarse todos juntos en la mesa y se pusieron a comer mientras que José les platicaba todo lo que en ese momento recordó haber vivido dentro del hospital y así estuvieron por un buen rato. Partieron un delicioso pastel de pan de vainilla con betún de chocolate y trocitos de nuez encima, y de ahí los hijos y esposa procedieron a llevar a José a su cuarto para que pudiera descansar después de todo el ajetreo28 que vivió los días pasados. Al caer la noche, José se sentía extraño al estar de nuevo en su cuarto, pues al estar aquellos días completamente en privado, era raro volver a sentir esa emoción de estar en su casa, vivo, otra vez. También se sentía nervioso, pues le inquietaba pensar en que en cualquier momento aquellos seres malignos que veía en el Hospital se le aparecieran, pero por suerte, se quedaron allá, lejos de José y espera que así se queden lejos y que nunca los vuelva a ver.

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UN MES DESPUÉS

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Las vacaciones de Semana Santa ya habían terminado José ya se sentía muchísimo mejor, sin embargo, quizo darse un poco de más tiempo para poder regresar con mucha energía al trabajo. En todo lo que duró su descanso, tuvo la oportunidad de atender sus consultas en el Hospital para ir viendo su progreso de recuperación en lo que estaba en casa, que por cierto cada vez iban siendo mejor con el paso del tiempo, pues las primeras consultas José iba al Hospital aún en silla de ruedas y su tanque de oxígeno, cosa que hacía que la gente lo viera con una especie de extrañeza, lástima y ternura combinadas, más con el paso de los días José en su rápida recuperación comenzaba a atender el Hospital caminando con un andador, hasta llegar al día en el que entró caminando por su propio pie al Hospital, saliendo de ahí siempre contento por las buenas noticias de mejora que le daban cada vez que asistía y sabiendo así que poco a poco su vida estaba volviendo a la normalidad. Entonces, el primer Lunes de trabajo, José se levantó muy temprano para poder meterse a bañar y empezar a arreglarse para poder conectarse por línea con sus alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, los cuales al entrar a la reunión con sus cámaras encendidas solamente se veía donde todos con cara de impresión comenzaban a pelar los ojos y agachar las miradas, dando a entender de que estaban hablando unos con otros por mensaje y José lo sabia, sólo que no quizo mencionar nada al respecto, procedió a encender su micrófono y les dijo: -“Buenos días alumnos, ¿Como amanecieron?”

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IMÁGENES EXCLUSIVAS DE JOSÉ ANTONIO OLVERA

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CONCLUSIÓN Ésta es mi primera vez escribiendo un libro, y sinceramente resultó siendo más difícil de lo que pensé, creía que iba a ser sencillo- “Claro, tema, categoría, lluvia de ideas y a escribir, lo tengo!”- Yo pensaba, pero no fue nada parecido a eso. Quizá sea porque me gusta ser muy detallista y dedicar todo mi esfuerzo a las cosas que hago, pero por alguna razón tardaba horas, incluso días en saber qué poner después del primer capítulo. Sin embargo, ésta experiencia me dejó demasiado sorprendida, porque cuando agarraba inspiración, nadie me detenía, incluso llegaba a escribir la historia como si yo misma fuera José, como si yo hubiera vivido todo eso, que loco! Pero mientras iba avanzando en la historia más iba aprendiendo, no solo sobre José, sino también sobre la vida y me hacía reflexionar muchísimas cosas muy interesantes. Con éste libro pude aprender que no hay que tener miedo porque el miedo es la ausencia de Dios y sin Dios con nosotros el mal siempre buscará alguna forma de atacarnos. No hay que dejar que los sentimientos nos ganen y nos engañen, porque tristemente, eso es la perdición. Pero, además de eso aprendí a disfrutar la vida y creo que es algo que ya debemos de saber realmente, pues el Covid nos enseñó no solo a lavarnos las manos y ponernos cubre bocas, sino también a valorar cada respiro que damos, a valorar cada día que vivimos, a amar a las personas que nos rodean y a aprovechar nuestra vida, porque tristemente se nos puede ir en un abrir y cerrar de ojos. Y esa es mi intención con este libro, poder darnos cuenta como de un día para otro la vida se va y bueno, gracias a Dios en el caso de José, Dios le dió una oportunidad de cumplir su misión en este mundo, de enseñar, amar y predicar la Palabra sin condición. Dios le dió la oportunidad de vivir y eso es exactamente lo que va a hacer, eso es lo que está haciendo.

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AGRADECIMIENTOS Quiero comenzar dando un enorme agradecimiento a Dios, por darnos la posibilidad de estar aquí, específicamente el día de hoy, con vida. Le doy gracias por demostrarnos día con día que no estamos solos. Le doy gracias por darnos fuerzas cuando más lo necesitamos y le doy gracias por el amor incondicional que día con día nos regala a través de las personas, a través de los buenos actos, de los buenos pensamientos, a través de los hermosos amaneceres y atardeceres, y a través de su Palabra. Quiero agradecer a mi querido tío José Antonio Olvera Sandoval, por darme la oportunidad y el apoyo de escribir este libro y sobre todo por ayudarme en las dudas que tenía cuando no entendía algo que me decía! Tío, estoy infinitamente feliz y orgullosa de ti, me llena el corazón que tú hayas sido un guerrero más con este Virus y que gracias a Dios pudiste salir para contarlo, algo lastimado obviamente, pero con mucha fuerza. Sé que fueron momentos muy difíciles para ti y son experiencias con las que te quedas en tu corazón por siempre. Pero algo que admiro de ti es que a pesar de la lucha, las pesadillas, las angustias, la desesperación y las tragedias que vivías en aquel Hospital, siempre mantuviste tu fé puesta altamente en Dios. Quiero agradecer infinitamente a todo el Personal de Salud. Gracias por tener la fuerza y la valentía de siempre estar ahí para servirnos. Gracias por la paciencia y dedicación que nos brindan, incluso sabiendo que ustedes también contaban con una familia, un hogar, incluso sabiendo que contaban con pánico y terror, tuvieron el corazón de estar ahí en todo momento. Todo el mundo está en deuda con ustedes.

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Quiero agradecer a mis padres y a mi hermana, por siempre estar ahí para apoyarme en absolutamente todas las cosas que hago, gracias por siempre estar junto a mí alentándome y teniendo fé en mí. Los amo infinitamente. Por último, pero no menos importante. Quiero agradecerte a ti lector por llegar hasta aquí, gracias por haberte tomado el tiempo de leer mi libro y por haber vivido junto a mí esta experiencia de José. Espero que hayas disfrutado mucho leer este libro tanto como yo disfruté escribirlo.

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NOTAS

1. ANTÍGENOS: Cualquier sustancia que provoca que el sistema inmunitario produzca anticuerpo contra sí mismo. 2. OXÍMETRO: Aparato médico, en forma de pinza y con una pequeña pantalla, que emite de manera directa la saturación de oxígeno en la sangre de un paciente. 3. TERMÓMETRO: Instrumento que sirve para medir la temperatura. 4. PARACETAMOL: Medicamento para tratar la fiebre y el dolor leve y moderado. 5. VICS VAPORUBU: Ungüento creado para aliviar la congestión nasal y síntomas en situaciones de gripe y resfirado. 6. WHATSAPP: Aplicación que ofrece mensajería y llamadas de forma simple, segura y confiable. 7. OXIGENACIÓN: Proceso de difusión pasiva del oxígeno

desde el alveolo al

capilar pulmonar. 8. COVID19: Derivado de Coronavirus. Es una familia de virus que causan enfermedades desde un resfriado común hasta enfermedades respiratorias más grave. 9. SEPULCRAL: Muerto, sombrío, fúnebre. 10.METAFÍSICA: Filosofía que trata del ser, de sus principios, de sus propiedades y de sus causas primeras. 11.PANDEMIA: Enfermedad epidémica que se extiende o que ataca a casi todos los individuos de una localidad ó región. 12.INMUEBLE: Que no puede ser trasladado o separado del lugar en que se halla.

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13.AUSCULTACIÓN: Intentar averiguar el pensamiento de otra persona o su disposición acerca de un asunto. 14.AGALLAS: Valor, determinación. 15.QUIRÓFANO: Sala hospitalaria especialmente para realizar operaciones quirúrgicas. 16.NARCÓTICO: Sustancia que produce sueño, relajación muscular y pérdida de la sensibilidad y conciencia. 17. SOLLOZOS: Movimiento que se realiza en ocasiones al llorar. 18.SUCUMBIR: Rendirse o ceder, dejando de oponer resistencia. 19.REHABILITACIÓN: Acción de rehabilitar. Habilitar de nuevo a una cosa o persona a su antiguo estado. 20.DISCERNIR: Distinguir una cosa de otra. 21.SOMETIDO: No poder tomar decisiones libremente y debe subordinarse. 22.DELIRIOS: Desorden de ideas y alucinaciones. 23.FILOSOFAR: Pensar o meditar sobre algo con razonamientos filosóficos. 24.INCOHERENTEMENTE: Que no tiene lógica o coherencia. 25.IRRELEVANTE: Que carece de importancia. 26.TRAMITOLOGÍA: Estudio de los trámites y procesos de negocio. 27. RETORNAR: Volver. 28.AJETREO: Actividad o movimientos intensos. 29.INTUBACIÓN: Acción de introducir un tubo por la tráquea para permitir la entrada de aire a los pulmones.

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El Coronavirus llegó a nosotros en un abrir y cerrar de ojos y se volvió parte de nuestra rutina diaria, quizás ya hasta de nuestras vidas, viendo constantes noticias por los medios de comunicación de todos los casos que entraban y salían por todo el mundo. Pero en este libro é vamos a hablar sobre un caso en específico. Él es José Antonio Olvera Sandoval, un padre de familia que vivía tranquilamente su vida siguiendo todos los protocolos de salud, hasta que un día le sucedió lo que en ese momento absolutamente todos temían.


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