La Buena Vida Junio 2020

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HISTORIA

Cómo estalló la primera burbuja económica de la historia

E

n el siglo XVII se vivió en Holanda un aumento especulativo de precios en el mercado de compra y venta de bulbos de tulipanes. Esta especulación, que hizo que algunos bulbos se vendieran por miles de florines creó la primera burbuja económica de la historia. Una burbuja que, al estallar (en un sólo día) en 1637, dejó a miles de holandeses en bancarrota. La crisis económica generada por la caída de los precios de los tulipanes, el pánico y la ruina de muchos ciudadanos llevó finalmente a la economía holandesa a la quiebra. Es curioso cómo los tulipanes llegaron a Holanda, ya que en realidad la flor es originaria de Turquía y llegó allí de rebote. Parece ser que todo se debe a un tal Ogier Ghislain de Busbecq, que durante el siglo XVI fue embajador austríaco en lo que hoy se conoce como Turquía, por aquel entonces un territorio perteneciente al Imperio otomano. Ogier era por lo que parece muy aficionado a la floricultura, así que a su regreso a Europa se trajo unos bulbos de tulipanes para plantarlos en los jardines imperiales de Viena. Años más tarde, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Maximiliano II de Habsburgo, nombró médico de la corte y responsable del jardín imperial a Charles de L’Ecluse (Carolus Clusius para los clásicos)

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No fue la peste (negra) del siglo XIV, sino un brote posterior en el siglo XVII que, por ejemplo, en Inglaterra acabó con la vida de casi 100.000 personas y más de una quinta parte de la población de Londres. Su nuevo cargo le permitió a Charles viajar por toda Europa, recogiendo y coleccionando especímenes de plantas. Las estrellas de su colección eran, por su rareza, el tulipán y la patata. Sí, sí, la patata. Que también tiene su particular historia. Seguramente ya saben que los tulipanes se cultivan a partir de bulbos, de los que salen otros bulbos que, al cortarlos, dan lugar a una flor completa e idéntica a la producida por el bulbo original. Hay muchas variedades comunes de tulipanes y de diferentes colores, pero en todas ellas su flor tiene un único color. Sin embargo, a veces ocurre algo inesperado y un bulbo normal da lugar a tulipanes con extrañas mezclas de colores. Variedades únicas, imposibles de repetir… a no ser que se obtengan a partir del bulbo original. Ahora ya sabemos que esto se debe a un virus inoculado por el pulgón de la planta, pero claro, en pleno siglo XVII los holandeses no sabían nada de virus y el origen de estas raras y bellísimas variedades era todo un misterio. Además el tulipán sólo florece unas semanas en primavera, durante el resto del año el bulbo se puede transportar, vender, comprar o cambiar muy fácilmente. Y con todo esto en mente es más fácil comprender lo que ocurrió en Holanda en la década de 1630.

Cuando los holandeses comenzaron a aficionarse al cultivo de tulipanes las variedades más bellas y extrañas comenzaron a cotizarse a precios importantes, y los bulbos de tulipanes comenzaron a generar un mercado creciente y cada vez más descontrolado. De pronto, algunas variedades comenzaron a venderse por auténticas fortunas. Casas, campos de cultivo o granjas se pagaban a cambio de un sólo bulbo. Y no sólo eso, sino que pronto comenzaron a comprarse y a venderse bulbos que aún no habían sido ni siquiera recolectados, lo que en economía se conoce hoy en día como “mercado de futuros”. Bueno, los holandeses le dieron un nombre mucho más descriptivo: “negocio de aire”. Y llegamos a 1636, cuando un terrible brote de peste que se extendió por toda Europa y afectó gravemente a Holanda, diezmando la mano de obra. Y claro, al haber menos manos para cultivar y recolectar bulbos su precio terminó disparándose… aún más. Ya ni siquiera había propiedades suficientes para pagar el “valor” de los bulbos: se hipotecaban bienes, se pedían créditos enormes, se ofrecían años de trabajo como pago… Y muchas veces sobre un bulbo que aún no había sido ni recolectado. De pronto, el precio de los tulipanes comenzó a caer en picado: la burbuja había estallado.

El terror se apoderó de todos los inversores que tenían bulbos de tulipanes. Todos querían venderlos y recuperar su inversión antes de verse arruinados y aún endeudados durante años por algo que ya no tenía ningún valor. No hubo forma, nadie daba un florín por un tulipán. Las bancarrotas comenzaron a sucederse, primero familias y pequeños negocios, luego ricos comerciantes y grandes empresas mercantiles. Se promulgaron leyes que anulaban las compras a futuro a cambio del pago de una pequeña multa, y los juicios por incumplimientos se sucedían. Pero ya nada podía hacerse. Finalmente, a las pocas semanas del hundimiento del mercado la imposibilidad de hacer frente a las deudas y el pánico generalizado llevó a la economía de Holanda a la quiebra. Está claro que la peste no entiende de especulación y de mercado de futuros, y lo que también parece evidente, a las pruebas me remito, es que nosotros no aprendimos la lección, porque esta burbuja presentó un patrón que después se ha repetido como origen de diversas crisis económicas a lo largo de la historia. • Por Javier Sanz. Periodista


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