Año II - Número 13/ Julio 2015
MONTAGE OF HECK LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS EL ÚLTIMO GUÍA DE LA NO VIOLENCIA
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CONTENIDO
04_ La chica de la libretita 20_ El dolor de sentirse culpables
22_ Oulipo, reglas que liberan
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Un aĂąo de historias: muestra fotogrĂĄfica de La Mirilla
28_ Los riesgos de viajar
06_
La noche de los cristales rotos
32_ Yoga: las claves de la paz
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14_ El último guía de la no violencia
Editora en Argentina Carolina Noya Diseño Jessica Conde Corrección Belén Fourment Ilustraciones LuTTe Rodrigo Díaz Consejo de redacción Diego Obispo Carolina Noya Jorge Luis Galeano Catalina López Fernández Sebastián Walch Mariana Gioiosa
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Analía Dobrov
Rwanda
Cecilia DP
Romina Cirillo, Juliana Fitzgerald
Belén Fourment Playnes Maxi Fleitas Rodrigo Spa Nicolás Marrero Javier Pérez Seveso Carlos Lazo Contacto redaccion.lamirilla@gmail.com
40_ Relatos
34_ La violencia como síntoma social
Web www.revistalamirilla.com
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Dirección Jessica Conde
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PARAÍSO NEGRO LA CHICA DE LA LIBRETITA
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Y así hasta que mamá, cansada de que la futura Chica de la Libretita llegara a casa todos los días entre la bronca y el llanto, aburrida de proponer el diálogo en buenos términos como solución evidentemente inútil, respondió: “Pegales”. La niña se fue asombrada por la nueva respuesta, y al día siguiente volvió sonriente de la escuela. “No me cargan más. Uno de los chicos me dijo algo de los anteojos y le pegué una piña en la nariz. Nadie me dijo nada más después de eso”. Aclaración: no es que esta columna defienda la violencia en ninguna de sus formas, pero esta escribiente entendió en su infancia que a veces los medios pacíficos no son suficientes. Que cuando las soluciones que apuntan a la convivencia y el diálogo —eso que todos deberíamos fomentar, particularmente en los más pequeños— no alcanzan, no queda otra que reaccionar de maneras más violentas. Esa ocasión fue de las contadas veces que tuve una reacción así, y siempre luego de varios intentos de acordar con el otro. Pasó que cuando no fueron los lentes, fueron las buenas notas, la poca gracia para las actividades deportivas, el pelo rebelde —y la sostenida resistencia a plancharlo—, y hasta la negación a pintarme los ojos con sombra
celeste —todas las muchachas que estén entre los 25 y los 30 recordarán seguramente, con mayor o menor afecto, ese celeste metalizado que se usaba en nuestra adolescencia. Pero siempre hubo motivos para la burla, para marcar al otro como diferente, para separar porque “no sos como todos”. Hubo más o menos reacciones e intentos de adaptación según el momento y el tema, siempre sin llegar a los resultados esperados, y con una frustración bastante grande. Hasta que llegué al secundario, al cambio de colegio, y en una de mis opciones escolares me recibió una chica con el pelo verde y un muchachito que parecía escapado de cualquier video hardrockero de finales de los ochenta, pelo largo, pantalones rotos, camisa escocesa atada a la cintura. No, las camisas leñadoras no estaban de moda por ese tiempo. Ese aire impensado si no eras de los más rebeldes de cada grupo me dijo algo. “Acá me quedo. Voy a estar bien”. Y me quedé, en una especie de paraíso para ovejas negras, donde gran parte de los chicos había pasado por experiencias que los separaban de sus compañeros. Desde la chica que leía libros que probablemente ni los padres de sus compañeros pudieran abordar, hasta el pibe que prefería tocar la guitarra a jugar al fútbol o pintar en sus ratos libres. Todos podían contar alguna anécdota como la que abre esta nota. A veces con situaciones que llegaban a la violencia física, como aquella a la que le pegaban por rubiecita, o este que la pasaba mal por tímido. Un colegio con una fauna particular, por así decir. Con reacciones fuera de lo común, como cuando más
o menos explícitamente todos los varones presentes se organizaron para defender —y custodiar— a un miembro de la comunidad que había recibido amenazas “por puto”. Inadaptado aquel que no entendiera que cada uno es lo que es y punto. Porque hay que decir que la orientación sexual de cada uno sólo era cuestionada en caso de chistes o corazones rotos. La única elección altamente cuestionable parecía ser si el mate es dulce o amargo. Por lo demás, hippies, metaleros, rolingas, indiferentes musicales, fanáticos del animé o futboleros acérrimos convivían en paz, hecho destacable particularmente si hablamos de adolescentes. Mientras tanto, en mi colegio anterior, se ponían de moda las peleas callejeras entre chicas. Los años pasaron y la Chica de la Libretita siguió encontrando ámbitos que pretenden uniformar discutiendo cuanto valés en función de las apariencias, y paraísos donde se celebran las diferencias y se repiten los mismos consejos hogareños y anécdotas infantiles. Y no es que sea más fácil saberse diferente, por el motivo que sea, pero con el paso del tiempo y la sucesión de estos espacios paradisíacos, esa violencia cotidiana por ser diferente fue desapareciendo, dando lugar a que cada uno sea lo que quiere ser. Desde nuestro espacio personal deberíamos luchar día a día por que esos espacios no sean islas, para que las futuras generaciones de ovejitas negras no lo sean tanto. ¿No sería lindo?
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Aproximadamente 20 años atrás. -Mamá, los chicos en la escuela me cargan por los anteojos. -Mamá... -Mamá... -...anteojos.
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LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS Recorrer nuevamente los patios de la escuela donde transcurrió mi niñez supuso todo un desafío. Cada espacio, cada centímetro del predio ubicado en la calle Rubén Darío, en el barrio Flor de Maroñas, alberga un recuerdo de mi paso por esos salones. No obstante, este reencuentro me acerca otra historia: la vivida por la comunidad que nuclean las dos escuelas que allí funcionan, tras el atentado que destruyó parte del edificio hace un año. Una historia que habla de tristeza, de sacrificio, de solidaridad pero, sobre todo, de resurgir. POR JESSICA CONDE Fotos: Jessica Conde
“¿Por qué?” era la pregunta que reinaba esa noche. Las sirenas de los bomberos fueron el presagio de un hecho que conmovió a la sociedad uruguaya. Flor de Maroñas despertaba en la madrugada del día 22 de junio de 2014 para descubrir que la escuela, corazón del barrio, ardía en llamas. Hace apenas un año, Uruguay amanecía con la noticia sobre el incendio intencional que afectó a las escuelas 173 y 196, que funcionan en el mismo edificio. Así es que el aula, ese recinto inviolable en el imaginario colectivo, fue reducido a cenizas en una sola noche, sacudiendo la fibra más íntima de una sociedad que ha debatido durante las últimas décadas el futuro de su educación. La dirección de la escuela sigue tal cual la recuerdo, aunque ahora el muro luce manos de colores a lo largo y ancho. “Los niños pintaron
ese muro por el aniversario del incendio”, dice Isabel, una de las madres que, como tantas otras personas, estuvieron desde aquella noche incansablemente junto a la escuela. “Doce menos cuarto me llamó la que entonces era secretaria de la Comisión de Fomento y me dijo ‘se está incendiando la Escuela’. Vine corriendo y encontré dos salones en llamas y a los bomberos que acababan de entrar para controlar el fuego. Enseguida llamé a Estela”, recuerda. Una maestra llama a una madre para pedirle una muda de ropa para su niño, que tuvo un ‘accidente’ en el salón; un niño entra a pedir lápices; otro a acusar a dos compañeros de haberle pegado en el recreo. Un sin fin de situaciones se dan en ese pequeño mundo que es la dirección donde Estela Massiotti, directora de la escuela 196 -que funciona en el
Escultura realizada por profesores de las escuelas 196 y 173
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“UNA DE LAS MAESTRAS RECORDABA HACE POCO LO SUCEDIDO AQUELLA NOCHE Y NOS DECÍA QUE NO SE PUEDE SACAR DE LA CABEZA EL RUIDO DE LOS VIDRIOS ROTOS, EXPLOTANDO. AHÍ PENSÁS CÓMO PUDO PASAR ESO. SE SUPONE QUE EN LA ESCUELA DAMOS LO MEJOR DE NOSOTROS Y SUCEDE ALGO ASÍ”.
turno matutino-, con paciencia y dedicación atiende a cada uno de los que acude en busca de ayuda. “Llamé a mi hija y llegué lo antes posible. Vi las llamaradas, la angustia de la gente que ya estaba afuera, gente llorando. Fue muy fuerte. No podías creer ver las llamas que realmente estaban devorando la escuela. Inmediatamente sentís tristeza, impotencia y se me instaló esa pregunta: ¿por qué?”, cuenta, con una expresión en el rostro que evidencia lo difícil que fue ese primer acercamiento durante el incendio. “Una de las maestras recordaba hace poco lo sucedido aquella noche y nos decía que no se puede sacar de la cabeza el ruido de
los vidrios rotos, explotando. Ahí pensás cómo pudo pasar eso. Se supone que en la escuela damos lo mejor de nosotros y sucede algo así”. El incendio redujo a escombros cinco salones del centro educativo y el trabajo de maestros, niños y padres fue consumido por el fuego. Es que ese mismo sábado, durante una jornada realizada en la escuela, los salones habían sido pintados y nuevos pizarrones eran colocados en las aulas. “Habíamos cambiado pizarrones, habíamos dejado todo bárbaro”, señala Isabel. “Después que se pudo dominar el fuego y pudimos tener un primer acercamiento al lugar… ese
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- La escuela tras el incendio. Foto gentileza de Isabel Pereira
momento fue muy doloroso”, cuenta la directora. “Ver todo destruido fue horrible. No lo podías creer. Cinco salones totalmente destruidos, fierros doblados. No había quedado nada”. Explicar lo inexplicable La respuesta de las autoridades fue rápida y estuvieron presentes junto a la escuela en todo el proceso, algo que Isabel y Estela valoran, a pesar de que algunos atribuyeron la rapidez a los tiempos electorales. Héctor Florit, entonces director del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) y Wilson Netto, como presidente del Consejo Directivo Central (Codicen), se acercaron a la escuela desde el primer momento. En declaraciones a diversos medios, calificaron de “atentado” lo ocurrido esa noche y Florit señaló: “No recuerdo ninguna situación en primaria de la gravedad de ésta, más allá de los dos incendios en Rivera que seguramente la gente recuerde”. Además, se llevó a cabo un Consejo de Ministros extraordinario dedicado exclusivamente al tema, donde las autoridades decidieron que las instituciones que integran el Sistema Nacional de Emergencia (Sinae) estuviesen a disposición del CEIP con el fin de coordinar acciones para la reconstrucción de los cinco salones destruidos.
Pero el desafío entonces era doble. Por un lado, reconstruir la escuela y, por el otro, entender que había sucedido esa madrugada. “Cuando logramos sentarnos con la autoridades, empezamos a ver lo que había pasado y nos dimos cuenta de que hubo una omisión del 222, que no estaba, y empezamos a hacer las primeras conjeturas. Empezamos a pensar que sí, que había sido población adolescente. Vino el Jefe de Policía y una de las estrategias que buscamos fue hablar con todos
“¿QUÉ LE RESPONDEMOS A LA SOCIEDAD CUANDO PASA ALGO TAN GRAVE COMO ESTO?”.
Reconstrucción total El recreo está en su punto álgido y los gritos, risas y pisadas de los niños invaden el ambiente. Cuando se es niño, parece más fácil dejar el dolor atrás y recomponerse. El pequeño que más temprano acusaba a sus compañeros de pegarle, corre ahora junto a ellos, olvidando las afrentas pasadas. Pero para los adultos, recomponerse no es fácil y menos tras hechos que calan hondo en el espíritu. “Ese domingo estábamos todos acá, rearmándonos, para el lunes recibir de nuevo a la comunidad. No tuvimos clase pero estábamos todos. Nos abrazamos delante de la escuela y hablamos, convocamos, lloramos
con la gente pero también dijimos: la escuela va a estar abierta. Nadie va a poder con la escuela. Fue una consigna”, dice Estela. Ese abrazo fue el puntapié y el símbolo del inicio del camino de la reconstrucción y la continuidad de las clases y del comedor que allí funciona, una señal clave para todos los uruguayos. El apoyo del barrio -tantas veces estigmatizado en la crónica roja- y de diversas instituciones fue fundamental para continuar de pie, pero enfrentar el problema y dar una respuesta a toda la sociedad era una responsabilidad enorme para el cuerpo docente de las escuelas. “Sentimos mucho el apoyo de la gente, de la comunidad, y eso nos dio mucha fuerza. Una cosa es detrás del telón y otra es la cara que hay que mostrar”, cuenta Estela. “Había que salir, había un pueblo frente a la escuela, estaba toda la prensa. Pero sí sabíamos que no estábamos dando una respuesta personal, sino desde la escuela como institución. ¿Qué le respondemos a la sociedad cuando pasa algo tan grave como esto?”. Las autoridades también lo entendieron así. En un momento en el cual las agresiones a docentes y los problemas entre alumnos en los centros educativos estaban -y aún están- expuestos ante la opinión pública, cada señal era sumamente importante para fortalecer y reparar
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La premeditación con la cual cometieron los actos de vandalismo es lo que resuena en mi mientras narran lo sucedido. “Habían sacado el alcohol en gel de las bibliotecas y habían preparado con trapos o algodón algo parecido a bombas molotov. Hubo lugares que no prendieron fuego, pero estaba todo preparado: sillas apiladas, las cortinas con el alcohol en el medio y listo para prender. Totalmente premeditado”, cuenta la directora. “Cuando nos enteramos quienes habían sido, la pregunta de por qué fue todavía más fuerte”.
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y decir que si había algún tipo de información que pudiesen dar, iba a ser totalmente confidencial”. Así fue que, con información brindada por una vecina, se llegó a los autores del atentado. La directora fue la encargada de realizar la denuncia que derivó en un operativo tras el cual se detuvo a los involucrados. La Justicia envió a la cárcel a un hombre por el delito de incendio especialmente agravado -por haberse tratado de un edificio público- y hurto, mientras que su hermana fue procesada sin prisión, imputada por el delito de hurto. En tanto, la jueza de menores Aída Vera Barreto indagó a tres menores por su presunta vinculación con el incidente y dispuso su liberación y entrega a sus padres, ya que junto con el fiscal Diego Pérez no encontraron elementos probatorios suficientes como para disponer sus enjuiciamientos. “Ahí confirmamos quienes eran los chiquilines”, dice Estela. “Uno era alumno de la escuela y su hermano también; su hermana estaba cursando en la escuela en ese momento y también habían otros ex alumnos. Y sí sabemos que estos chiquilines estaban drogados y habían tenido una jornada de mucha agresión en la cuadra. Intentaron entrar en frente, al teatro, y según algunas versiones un auto los alumbró y vinieron para el lado de la escuela”.
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el vínculo entre la sociedad y la educación en su conjunto. Según cuenta Estela, el propio Florit dijo en un momento que “en esto se nos iba la vida”. Fue entonces que la escuela decidió recorrer el camino de la reconstrucción involucrando a la comunidad e intentando dejar de lado odios y rencores, realizando también una profunda autocrítica. “Son nuestros jóvenes, son parte de la sociedad. No podemos mirar esto que pasó sólo como un ataque a la escuela. Esto es producto de una problemática social, una desintegración a nivel global y en nuestro país obviamente. Pero nosotros también somos responsables. Y tomamos ese momento de reflexión, de autocrítica, de responsabilidad. El chico que venía acá tenía problemas de conducta pero era muy contenido en la escuela, quería mucho a su maestra. Y ahí uno se pregunta ¿qué pasa entonces?”. Estela cuenta el momento en que recibió al padre de los involucrados en el incendio, ante la atenta mirada de la prensa y los vecinos del barrio. Tras una larga conversación, donde la premisa fue el perdón y la reparación, fueron invitados a trabajar codo a codo para recuperar la escuela e incluso, algunos familiares se sumaron a la tarea de quitar los escombros junto a todos los voluntarios. “Lo que no
quería era una caza de brujas”, señala Massiotti. “Si ellos se sentían de alguna manera marcados por la comunidad, también era bueno que ellos tuvieran el espacio para pedir disculpas, porque no fueron ellos pero también fueron ellos de alguna forma, son los papás. Somos todos los que estamos en esto. Es un perdón que nos debemos todos. Hay que reparar. Así nosotros ayudamos a crear consciencia”. La inversión realizada para la recuperación del centro educativo, al cual asisten alrededor de 800 alumnos, rondó los 16 millones de pesos y la inversión mayor fue realizada por la Corporación Nacional para el Desarrollo. Esa cifra comprende los 4 millones para las aulas prefabricadas donde se dictaron clases en el período entre junio y noviembre, los 11 millones de pesos para el reacondicionamiento de los cinco salones incendiados y 1,2 millones para la recuperación de los baños. Durante varios meses, sindicatos, instituciones y voluntarios colaboraron para reparar y construir los nuevos salones que hoy ocupan cientos de niños. Trabajo de hormiga Isabel me acompaña y juntas recorremos los patios y salones de la
Uno de los salones alberga una clase de preescolares, que parece ajena al alboroto del recreo. Un montón de libros apilados en una mesa esperan reencontrarse con manos y mentes ávidas de lecturas, de nuevas aventuras. Quien recorre los salones jamás podría imaginar que ese mismo lugar,
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que habían perdido sus salones, sus cosas, no querían pisar porque pensaban que se iba a prender fuego de nuevo. Había mucho miedo”. Una anécdota que recuerda la directora constituye un ejemplo de la inocencia en su máxima expresión: “Muchos chiquitos pensaban que vivíamos dentro de la escuela y estaban muy preocupados. Nos decían ‘¡Se quedaron sin casa! ¡¿Dónde van a vivir las maestras ahora?!’. Sobre esos miedos y esas preguntas las maestras fueron trabajando para contener a los niños. Y les dimos la posibilidad de mostrarle a los niños una reconstrucción”.
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“MUCHOS CHIQUITOS PENSABAN QUE VIVÍAMOS DENTRO DE LA ESCUELA Y ESTABAN MUY PREOCUPADOS. NOS DECÍAN ‘¡SE QUEDARON SIN CASA! ¡¿DÓNDE VAN A VIVIR LAS MAESTRAS AHORA?!’.
escuela. El recreo está casi llegando al fin.Un grupo de maestras conversa en el patio, vigilando celosamente a los niños que aún corren por doquier. No hay vestigios del incendio, excepto en la memoria colectiva. En el segundo patio, detrás de la tira de salones afectados, busco el sauce monstruoso que fue refugio durante tantos recreos. “Lo sacaron porque las raíces estaban levantando el piso”, me cuenta, mientras sigo inspeccionando, rememorando y atestiguando el valor de la solidaridad en cada nuevo espacio reconstruido. “Cuando tuve que decirle a mis hijos, no sabía cómo”, recuerda Isabel. “Fue muy difícil para los niños al principio entender por qué había pasado todo esto”. En este aspecto, Estela señala el importantísimo valor del cuerpo docente, cuyo trabajo con los niños fue fundamental para enseñarles el valor de resurgir. “Trabajamos con los niños, explicándoles con juegos que había pasado. Los chiquitos,
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hace un año, era escenario de uno de los peores atentados contra la escuela pública de los últimos años. Que ese mismo lugar había sido cenizas. De aquellos bancos dobles de madera, con el espacio en el medio para el viejo tintero, solo queda el recuerdo. Nuevas sillas, nuevas bibliotecas, mesas y pizarrones engalanan los salones, hechos totalmente a nuevo aunque conservan parte de las viejas estructuras. por alguna razón, encuentro esos mismos salones que alguna vez ocupé, más llenos de vida. Me despido de Isabel, en quien veo a cientos de personas que trabajaron para levantar de las cenizas una escuela… La escuela. El L41, ómnibus que se adentra en el corazón de flor de maroñas, se acerca y corro hacia la parada, no sin antes echar un vistazo más a la plaza, la escuela, la calle de un barrio que no es la sombra de lo que fue pero que resiste y lucha, que se niega a ser lo que otros creen que es. Pienso en el camino en no caer en la simpleza de recordar al ave Fénix, símbolo del renacimiento físico y espiritual, metáfora incansable del resurgir de las cenizas. Pero en este caso esa es la realidad. Estas escuelas y lo que representan, lo mejor de la sociedad, resurgieron de sus cenizas.
DESDE LA ESCUELA ESTÁN TRABAJANDO PARA LOGRAR INSTITUCIONALIZAR EL 21 DE JULIO COMO DÍA DEL ABRAZO A LA ESCUELA PÚBLICA, COMO FORMA DE RECORDARLE A LA COMUNIDAD EL VALOR DE LA ESCUELA PÚBLICA Y RECOMPONER LAZOS CON LA SOCIEDAD.
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EL ÚLTIMO GUÍA DE LA NO VIOLENCIA POR DIEGO OBISPO FOTOS: RAFAEL EDWARDS Tolstoi, Gandhi, Luther King fueron los maestros de esta filosofía que en plena dictadura argentina reapareció a los pies del Aconcagua y lleva más de 4 décadas resonando en diferentes círculos sociales.
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Silo
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¿Cómo es que se piensa acabar con la violencia? Prendo la televisión el día después del clásico y la escucho. Suena en el Parlamento cuando la oposición increpa al gobierno y también en la radio cuando comentan la noticia policial del día y piden más y más policías. Pero escucharla en boca de un tipo hablando en un acto en el medio la Cordillera de los Andes, es un poco surrealista. Ese hombre se hace llamar Silo, pseudónimo de Mario Luis Rodríguez Cobos, y está parado en un punto muy especial de la cordillera, donde confluyen los cordones del Aconcagua, del Plata y de Chorrillos. Es uno de los siete puntos del mundo que su escuela denomina chakras. Al parecer, vino a anunciar su fracaso frente a un montón de gente que lo mira con profunda atención. Es, sin dudas, su guía. Habla de la no violencia, del cambio interno y social, y sus palabras son traducidas a más de 40 idiomas. Tiene un millón de seguidores en 155 países. Es el fundador de una corriente filosófica llamada Nuevo Humanismo y su
prédica lleva casi medio siglo recorriendo el underground filosófico del mundo. Su historia comienza en 1969, en un inhóspito paraje llamado Punta de Vacas. Allí se aisló durante meses; eso era una especie de corolario del trabajo de reflexión que venían desarrollando algunos grupos humanistas. Aunque nadie entendía muy bien qué hacía ese hombre ahí, a medida que pasaba el tiempo su imagen se hacía cada vez más famosa. El 4 de mayo Silo reunió allí a 300 personas y a mucha prensa extranjera que, asombrada por el extraño fenómeno, llegó sorteando las dificultades del clima, el terreno y, sobre todo, los militares. En plena dictadura, alguien iba hablar de la no violencia y del fin del sufrimiento. Era el nacimiento de un mito rodeado de misticismo y registrado en la mente de miles de personas. Algunos de sus seguidores se referían a él como un nuevo Mesías. Mientras tanto, dentro de sus detractores todos formaban una opinión diferente. Para los militantes comunistas Silo era un agente de la CIA; para los integrantes de
Aunque sin desmerecer las acusaciones de “nuevo Mesías”, “reencarnación de Jesucristo”, o “nuevo Buda”, que le fueron impresas por la prensa en 1969, el Negro se definía “como una suerte de escritor”, y acotaba:
“Únicamente puedes acabar con la violencia en ti y en los demás y en el mundo que te rodea, por la fe interna y la meditación interna (…) Lleva la paz en ti y llévala a los demás”.
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“no creo que alcance la definición para totalizar a una persona; ese podría ser el aspecto más público, más comprensible de mi actividad. Soy escritor, escribo algunas novelitas, cosas livianas”. Dentro de esas cosas livianas se encuentran Cartas a mis amigos, Humanizar la Tierra, Experiencias guiadas, Contribuciones al pensamiento, Mitos y raíces universales, El día del león alado, Diccionario del Nuevo Humanismo, Habla Silo, entre decenas de ensayos, discursos y ponencias. Sus palabras, cuando no fueron acalladas, fueron sometidas a un riguroso cuestionamiento por los medios de comunicación y el poder político. Ya en 1969 se lo trató de anacrónico y subversivo. El régimen se preguntaba: ¿por qué hablar de violencia cuando el país está pacificado? Apenas 25 días después de su arenga, estallaba el Cordobazo, una rebelión popular espontánea montada sobre la acción conjunta de sindicatos y estudiantes. “Únicamente puedes acabar con la violencia en ti y en los demás y en el mundo que te rodea, por la fe interna y la meditación interna (…) Lleva la paz en ti y llévala a los demás”, terminaba diciendo Silo en su primer aparición pública, marcando así una de las primeras líneas del accionar humanista Pero esta violencia no nace espontáneamente del ser humano; es producto de “la apropiación del todo social por una parte del mismo. La violencia se manifiesta como despojo de la intencionalidad del otro y, por cierto, de su libertad”, afirmaba Silo, que añadía: “ha de pasarse de la prehistoria a la verdadera historia humana recién cuando se elimine la violenta apropiación animal de unos seres humanos por otros.” Silo dedicó su obra a profundizar sobre el tema de la violencia, su forma de accionar y las formas de limitarla eliminándola de la acción humana como un avanzado
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la derecha liberal un oscuro gurú con tendencia a lo sedicioso e inmoral; para las agrupaciones nacionalistas un disolvente de la juventud; para la iglesia un hereje. Los militares lo prohibieron y persiguieron, y ya en democracia se lo redujo al silencio. Maximiliano Guerrero es uno de los integrantes de la Comunidad del Mensaje de Silo y a él acudí para que me aclarara algunas cosas de la figura de ‘el Negro’, como le dicen sus seguidores. “En esa época no era fácil acceder a los grupos de estudios que organizaba Silo, pero a su vez eran muy famosos dentro de ciertos ámbitos, entonces se fue formando un halo de misterio en torno a ellos. Después, el hecho de la montaña y la similitud con ciertos hechos mitológicos formaron un trasfondo que quedo impregnado en aquel momento y se arrastró para futuro”. El titular “Silo bajó de la montaña” fue el más difundido por la prensa en aquella ocasión. Todo este coctel de prejuicios y silencios rodearon a Silo pero no llegaron a incidir en su mensaje, que captó adeptos de la más diversa orden, entre ellos: Sandro, Gorbachov, Evo Morales, el presidente zambio Kaunda o el mismísimo Indio Solari, quien participó de los operativos humanistas en la década de 1970, en donde conoció a Pepe Fenton (primer bajista de los Redondos), que lo condujo hacia Guillermo Beilinson, el hermano mayor de Skay. Luego los hermanos Beilinson también se sumaron a los grupos de meditación en torno a Silo y allí se germinó la primera semilla que daría origen a los Redonditos de Ricota.
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salto cultural y social posible. Él consideraba que “tal estructuración de conciencia no violenta podría llegar a instalarse en las sociedades como una conquista cultural profunda. Esto iría más allá de las ideas o de las emociones que débilmente se manifiestan en las sociedades actuales para comenzar a formar parte del entramado psicosomático y psicosocial del ser humano”. Es el camino para “configuraciones de conciencia avanzadas en las que todo tipo de violencia provoque repugnancia con los correlatos somáticos del caso”. Respecto de otro tópico que se esgrime cuando se afirma que la violencia es inherente a la naturaleza humana, Silo señalaba: “no es el caso, ahora, de discutir acerca de la supuesta naturaleza humana. Tal idea se opone al progreso humano. Lo cierto es que la paz es posible en este momento crítico y en los momentos inmediatamente futuros si los pueblos advierten que la violencia es parte de la metodología del sistema. Consecuentemente, la crisis podrá superarse oponiendo la metodología de la no violencia”. En aquellos tiempos convulsionados, la guerrilla parecía la única opción de lucha frente a las dictaduras. En ese marco se cuestionaba la eficacia de la no violencia para enfrentar a dichos regímenes, y Silo argumentaba que la raíz de esos regímenes estaba en la violencia social que ya existía antes que ellos. “No se puede aislar a un fenómeno de su contexto. Si se toma al nazismo una vez desarrollado y se le opone luego un medio no violento, se equivoca el planteo intencionadamente. Las cosas son
a la inversa: en un medio no violento las dictaduras no pueden desarrollarse”. Pero para que un sistema no violento prospere, se requiere en principio “una estructura que sea montada en base a centros de comunicación directa entre las personas y en la cual cada partícipe pueda asumir una postura frente a la vida inspirada en la no violencia”. Esa postura se rige bajo ciertos principios: “ubicación del ser humano como valor y preocupación central; afirmación de la igualdad de todos los seres humanos; reconocimiento de la diversidad personal y cultural; tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado como verdad absoluta; afirmación de la libertad de ideas y creencias y repudio a la violencia”. Este conjunto de ideas terminan configurando un camino de salida a la violencia. La pregunta es: ¿por qué si la violencia es un grave problema en la actualidad, las palabras de Silo no son tenidas en cuenta como parte de la solución? Maximiliano, de la Comunidad del Mensaje, piensa: “el tema de la no violencia exige compromiso, y para aplicarlo hay que atacar la raíz del sistema y del ser humano. Plantea un cambio muy radical en el trasfondo cultural y obviamente es mucho más fácil pedir más policías o exigir soluciones externas, de ahí la poca prensa”. A las organizaciones humanistas se les hace especialmente difícil conseguir espacios en la prensa. En Uruguay las más activas son el Partido Humanista,
SILO: LA PELÍCULA “Una película sobre un personaje desconocido, perseguido y subestimado, vale la pena darle una oportunidad” Comenzó a recorrer el mundo una película documental sobre Silo. El proyecto encarado por la productora argentina 300film, ya se proyectó en España, Bolivia y Ecuador y en los próximos días se estrenará en Hungría, México, Alemania, Italia, Chile, Perú y Filipinas. “Si bien en principio la idea era estrenarla en Argentina, la película quedó atrapada en la burocracia del Instituto de Cine (INCAA) que no quiere entregarnos la calificación y se está postergando su estreno y difusión acá, así que optamos por dar vuelta el plan y empezar la difusión en distintos parques humanistas del mundo” nos comenta Leandro Bartoletti, el director de este proyecto que le ha llevado años de trabajo. “De todo los proyectos que tengo empecé por el más difícil, lo cual es un desafío interesante, tuvimos muchísimo material filmado, muchas entrevistas con muchas diversidad de voces, caras, lenguajes, lo que le da un ritmo muy lindo. Por otro lado tuvimos más de 100 horas de material sobre Silo, charlas, conferencias, entrevistas, videos de todo tipo. Hacer un guión con todo eso fue un trabajo muy arduo. Fueron largos meses de edición intentando encontrarle un sentido a todo ese material.” Empezar una carrera no es fácil, a sus 36 años Leandro, había participado de varios cortos y proyectos que no salieron “me sentía un poco fracasado con eso, entonces la posibilidad de hacer una película sobre un hombre que dijo que su enseñanza no es para triunfadores sino para los fracasados, tenía lógica.” “Nos asombra la cantidad de gente que no sabe nada de Silo, ven imágenes de sus arengas, de la India, o de Rusia y se sorprenden mucho. Hay una especie de impacto inicial que nos juega a favor. Creo que la gente está en búsqueda de algo y las respuestas que se ofrecen en el sistema son muy superficiales, hay una sensación de que algo no funciona en este mundo, de que algo se derrumba y el siloismo brinda muchas herramientas para afrontar eso, yo creo que parte del impacto pasa por ahí también. No buscamos hacer un panfleto, ni propaganda, simplemente poner el tema en escena, que se conozca a Silo y a su obra que no fue algo pasado ni circunstancial, sino que dejó muchas herramientas políticas, espirituales y sociales. Tampoco buscamos una película muy didáctica porque si no es un embole, la idea es captar la atención, generar interés y que después la gente busque y profundice sobre el tema. Sabemos que el género documental no es muy masivo y que no estamos haciendo una película muy masiva, pero ya el hecho de que se difunda en salas, en festivales, en dvds y en la tv abierta, es todo un logro.” El proyecto que se plantea como una trilogía entra en su segunda etapa y ya se trabaja en la próxima película que se llamará “Kronos”, centrada en los orígenes del siloismo “Ha llegado el momento en que necesito tomar distancia. He visto esta película unas veinte veces, en sus diversas etapas de montaje. Ahora le pertenece al público, y que ellos saquen sus propias conclusiones. Es gratificante notar que todos se han emocionado y disfrutaron plenamente el film. Y aquellos que no conocían a Silo sienten el impulso de saber más.” Afirma Leandro para cerrar esta breve charla sobre una película que próximamente llegará a Uruguay.
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un hombre que dedicó su vida a una utopía y que logró que cientos de miles de personas lo acompañaran. La devoción que creó en algunos de sus seguidores se transformó en repudio por algunos de sus detractores, que no escatimaron esfuerzas en difamarlo. Vivió una vida intensa y generalmente las vidas intensas despiertan emociones intensas. Sus palabras quedaron de este lado. En este mundo, y si esta época no es la del fin de la historia -como auguraba Fukuyama-, bien vale seguir sumando personas que enseñen caminos para, por lo menos, tener una posibilidad de intentar algún cambio.
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integrante de la Unidad Popular, y La Comunidad del Mensaje de Silo. “En El mensaje no hay funciones se van formando comunidades, hay reuniones semanales, una especie de encuentro de amigos interesados por un mismo tema (Silo)”. Actualmente se los puede encontrar los viernes de mañana en la puerta del Hospital de Clínicas. “Le entregamos a la gente una fotocopia del ceremonia de bienestar que es una ceremonia para pedir por el bienestar de la gente y los seres queridos”, agrega Maximiliano. Silo falleció el 9 de setiembre de 2011, en su casa, en un pueblo cercano a Mendoza. Moría así una leyenda,
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EL DOLOR DE ASUMIRSE CULPABLES Montage of heck, el documental sobre Kurt Cobain, revela c贸mo su entorno fue responsable de su destino, y confirma una triste verdad: la violencia gusta, siempre que sea ficticia. Director: Brett Morgen Pa铆s: Estados Unidos Duraci贸n: 132 minutos Lanzamiento: 2015
La violencia es un factor común en el cine taquillero. Nos hemos acostumbrado a ver villanos maquiavélicos o a disfrutar de las explosiones y múltiples asesinatos que condimentan las películas de acción. La televisión no es ajena a este fenómeno, teniendo en cuenta que Game of Thrones es la serie que ha batido todos los records de audiencia con apenas 10 capítulos por año de intensa agresividad. Cortar cabezas, apuñalar o despellejar son monedas corrientes. Entonces, ¿por qué cuesta tanto digerir las dos horas que dura Montage of heck, el documental sobre la vida de Kurt Cobain? ¿Por qué “insoportable” es la palabra más recurrente en la mente mientras se proyecta esta película? Las sociedades están preparadas para opulentas historias de mentira, en las que hay tiburones asesinos, monstruos, extraterrestres sedientos de sangre humana, vampiros, hombres lobo y así se podría seguir llenando párrafos. Pero no están listas para ver cómo una de las personalidades más influyentes en la historia del rock terminó suicidándose por culpa de un entorno tóxico que se preocupó siempre por marginarlo. Aquella teoría conspirativa (que curiosamente acaba de plasmarse en un documental) que apuntaba a Courtney Love como la homicida del exlíder de Nirvana se desmorona absolutamente después de comprender, con la ácida visión del realizador Brett Morgen, que la vida de Cobain fue un camino constante hacia un final trágico. Cobain era un chiquillo digno de
publicidades cuando se le diagnosticó hiperactividad y comenzaron a medicarlo con metilfenidato, lo que popularmente se conoce como Ritalin. Tenía siete años. Cuando cumplió 11 sus padres se separaron, y el mal manejo de esa situación dio inicio a su condena. A partir de ahí, el que luego se transformaría en ídolo de millones, se convirtió en un estorbo, un paquete del que había que deshacerse. Su madre no lo soportó más y lo mandó a casa de su padre, quien ya vivía con otra mujer y otros niños. Luego fue al hogar de su abuela, luego al de su tía, volvió al seno maternal, sintiendo siempre que nadie lo quería. Una de las imágenes más desgarradoras de Montage of heck la protagoniza su progenitor, Don Cobain, quien desde su físico refleja una infinita culpa por la suerte que corrió su hijo mayor. Las drogas y el juego de seducción con la muerte fueron las escapatorias que encontró Cobain a una realidad que lo asfixiaba. Sus tendencias suicidas comenzaron cuando era un adolescente y se reflejaron en todas sus manifestaciones artísticas. Además de ser un notable cantante, músico y compositor, se desempeñaba muy bien como artista plástico. Sus obras tenían como denominador común la oscuridad, el dolor, la rabia contenida. La muerte. La realidad de Cobain fue y es la de muchos alrededor del mundo, una realidad que obliga a ser víctima. Lo fue de su familia, de su entorno, de sus adicciones y de los medios de prensa, que a medida que se acrecentó su fama acrecentaron su agresividad. Algunos pensarán: “él eligió consumir” o “él eligió matarse”, repasando esta historia de trascendencia mundial o viendo en los noticieros informes sobre anónimos que son capaces de agredir a sus padres para proveerse de ciertas sustancias o terminar con sus vidas por sufrir bullying. El resultado de Montage of heck es la complicidad de familiares, amigos y parejas en su suicidio; todos sabían que pasaría, pero prefirieron no involucrarse. Es más sencillo que la historia diga que Cobain se suicidó a que lo mataron sus seres queridos. Mejor aún: es más fácil hacer zapping y quedarse viendo Inocencia interrumpida. Total, es una película.
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Jurassic World, cuarta entrega de la franquicia de dinosaurios Jurassic Park, fue estrenada en junio y arrasa con la taquilla en todo el mundo. Ha alcanzado cifras de recaudación similares a las de Avengers, la superproducción que reúne a los mejores superhéroes. Al parecer, son millones los que disfrutan de ver en 3D cómo animales prehistóricos corren a los humanos tratando de devorarlos, o cómo personas con dones fuera de lo común destruyen ciudades y se cobran vidas en una lucha surreal entre el bien y el mal.
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POR BELÉN FOURMENT PLAYNES
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OULIPO, REGLAS QUE LIBERAN POR MAURICIO CONDE PUBLICADO ORIGINALMENTE EN COOLTIVARTE.COM
PO significa potencial. Literatura en cantidad ilimitada, potencialmente producible hasta el fin de los tiempos, en cantidades enormes, infinitas para todo fin práctico.” (…) “¿Y qué es un autor oulipiano? Es una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propone salir. ¿Un laberinto de qué? De palabras, sonidos, frases, párrafos, capítulos, bibliotecas, prosa, poesía y todo eso”. Estas palabras de Marcel Benabou (actual Secretario Provisionalmente Definitivo del OuLiPo que visitó Montevideo en 2007) y Jacques Roubaud pueden leerse en el propio sitio del Oulipo cuando intentan describirnos, de lo que se trata este grupo. El Oulipo, en francés Ouvroir de littérature potentielle, fue fundado según cuenta el propio Marcel Benabou en septiembre de 1960, durante un congreso dedicado a Raymond Queneau, en un seminario de Cerisy titulado “¿Una nueva defensa e ilustración de la lengua francesa? Algunos de los asistentes vieron la necesidad de ocuparse de la experimentación literaria, formando el 24 de noviembre del mismo año un grupo de una decena de miembros en torno a Raymond Queneau y a François le Lionnais llamado Seminario de Literatura Experimental (o Selitex). Este grupo, al que la historia ha adjudicado a Queneau su fundación, devino en el Taller de Literatura Potencial. Del mismo formaron parte entre otros, Italo Calvino, Marcel Duchamp, Julio Cortázar o George Perec, éste último quizá el máximo y más célebre de sus exponentes. Raymond Quenau había sido surrealista en sus comienzos, pero ya distanciado de André Breton buscó ubicarse en la vereda de enfrente. De ese modo los autores oulipiananos niegan que la génesis de la creación artística (literaria en este caso) esté en lo irracional o lo inconsciente, sino que opinan que ese origen parte de métodos, reglas, juegos, donde los lineamientos a seguir sean claros y sumamente rigurosos. Esas reglas son las que verdaderamente potencian la creatividad y la estimulan infinitamente. “En el fondo, me doy reglas para ser totalmente libre”, decía George Perec, ideólogo de obras de ingeniería literaria que hacen flamear la bandera de este grupo. Allí, está el verdadero objetivo del Oulipo, que en palabras del propio Quenau es la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca. Son esas reglas, esas barreras, esas aparentes restricciones, las que efectivizan la libertad, imaginando caminos que lleven al objetivo final, aún teniendo que sobrepasar ese conjunto de leyes que el Fuentes consultadas: http://www.oulipo.net/ http://www.elhablador.com/ Imagen portada: http://a.parsons.edu/
Es Perec quien colabora con una de las obras oulipianas más prestigiosas: La vida, instrucciones de uso, una novela donde se narra la vida de todos los habitantes de una propiedad de Paris a través de 99 capítulos que se ordenan según los saltos de un caballo de ajedrez. Se fija una serie de intrincadas reglas, tantas que se publicó a la postre un libro donde son explicadas todas las combinaciones, normas, y fórmulas que utilizó. Otras de las obras más importantes del Oulipo es Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino, novela de novelas, que está formada por diez inicios de novelas interrumpidas: “Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea”, así comienza esta obra donde el lector es el protagonista principal. Pueden dividirse en dos grandes tareas las que el Oulipo como grupo se propone. Primeramente, rescatar del olvido aquellos textos pertenecientes a quienes consideran los antecesores de la literatura potencial, a quienes sin nunca perder el sentido del juego se atreven a llamar “plagiarios por anticipación”. La otra gran tarea es lo relacionado con el estudio y el descubrimiento de nuevos recursos, y la puesta en práctica de otros ya en desuso que impliquen siempre el desafío de las reglas como impulso de la creatividad. Ejemplo de esto último, es la utilización del lipograma, que consiste en la producción de un texto en el que se omiten deliberadamente todas las voces que contienen determinada letra o grupo de letras. Fue una vez más George Perec quien se tomó el fino trabajo de escribir la novela “El Secuestro” sin usar la letra “e” (vocal más usada del francés), para luego contestarse y publicar “Las que vuelven”, donde la “e” es la única vocal que utiliza. Es saludable para aquellos que creemos que la vuelta de tuerca está siempre por el lado de exprimir al máximo las potencialidades del razonamiento humano y que somos algo así como apasionados de la razón, valga (o mejor no) la paradoja, encontrarse, o redescubrir, o releer sobre movimientos como el del Taller de Literatura Potencial. Es que sin duda este tipo de literatura potencial no sólo se agota en sus inquietos creadores, sino que requiere de un lector activo y sabedor de que tras la primer lectura se esconden un sin fin de guiñadas que hacen aún más rico el texto. Un lector abierto a la búsqueda, que se proponga de igual forma el desafío constante de su razón.
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LI es Literatura, lo que leemos y tachamos. ¿Qué tipo de LI? LIPO.
mismo autor se impuso. Existe un concepto clave para los oulipianos, el de contrainte (en español: restricción o coerción); que atañe a la regla obligatoria que el escritor se impone libremente como puntapié creativo. Haciendo referencia a este concepto, Hervé Le Tellier (miembro del grupo desde 1992) señala que la restricción es ante todo una palanca del lenguaje, ya que la escritura sin restricción está llena de costumbres y es la restricción quien ayuda a evitarlas.
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“¿Oulipo? ¿Qué es esto? ¿Qué es eso? ¿Qué es OU? ¿Qué es LI? ¿Qué es PO? OU es Taller (Ouvrier) o atelier. ¿Para fabricar qué? LI.
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CRÓNICAS VIAJERAS_
LOS RIESGOS DE VIAJAR POR NICOLÁS MARRERO
El viajar es peligroso. El mundo está lleno de gente hostil, tierras desconocidas, países en guerra, armas disparando contra inocentes. Todo es una gran injusticia, de la cual uno puede ser víctima. Basta con mirar el noticiero para darse cuenta que te matan por dos pesos. Hay que hacer caso de esos mandatos que nos daban de pequeños, de no hablar con extraños ni que aceptar nada de lo que nos regale alguien que no conocemos. Nos pueden raptar, envenenar o, incluso, drogarnos para robarnos algún riñón. Tenga cuidado con el adolescente que usa sombrero de visera, cuide su bolso si se cruza con algún afrodescendiente, no confíe en el chino del almacén de la esquina porque seguro mata perros para hacer las hamburguesas, tírele piedras a la policía, mande a laburar a los anarcos, denuncie al vecino por ruidos molestos, insulte al negro de mierda ese o al comunista mugriento aquel. Sea parte de la violencia diaria. Tenga miedo, mucho miedo. O puede seguir leyendo este artículo y descubrir cómo donde muchos ven hostilidad otros vemos hospitalidad, cambiamos miradas filosas por sonrisas amable. Donde algunos ven peligros, otros vemos personas, historias, vidas.
Simplemente controlan y ejercen una violencia cruda y transparente. Como manadas de animales salvajes, controlan su territorio y matan a aquellos que están en la vereda de enfrente sólo por pertenecer a otra pandilla. Una violencia desnuda y explícita donde el pueblo se pone en el medio como testigo, víctima y carne de cañón. No es mi intención escribir un estudio histórico ni sociológico de todo esto. Solo déjeme decirle que el problema de las maras es real, eso no lo discute nadie. Aún así, y esto es algo que he visto en todo Centroamérica, la violencia, traducida en inseguridad, genera algo peor: la paranoia. A modo de ejemplo, déjeme contarle que una noche, en la capital de este país, iba yo siendo transportado en un auto cuando escucho: “Ya sal de aquí, por Dios te pido Daniel. Esto está lleno de mareros. Yo no sé cómo puedes hacer para vivir aquí”. Yo miraba por la ventana y no veía más que casas, patios, muros, árboles y almacenes. El barrio era de lo más normal, hasta iluminado estaba. Pero Sussy, una de mis anfitrionas en San Salvador, no paraba de decirle
de la Mara18 y esta zona es de la Mara MS13. Si lo ven con ese ocho, lo matan”, me dijo con tono normal, como quien está anunciando que está lloviendo o que el dólar aumentó 0,11 por ciento. “Pierda cuidado, si alguno me confunde deberé explicarles más rápido que la bala”, le contesté. Me lo tomé con calma; era sólo la paranoia que genera el miedo, como la vez que anduve en la capital de Guatemala.
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La historia reciente de El Salvador es sangrienta. Aún se huele la pólvora de una guerra absurda ¿Cuál no lo es? No lo quiero aburrir con clases de historia (esa información usted la puede encontrar en Wikipedia) pero este conflicto que se gestó en la década de 1970 tuvo su época más sangrienta en la de 1980 y finalizó en la de 1990, dejó a un país fracturado que recién hoy ha comenzado a mirar con luz su porvenir. Al igual que sus vecinos, esto dejó consecuencias que viven a los pies de la sociedad, con fracturas sociales que dieron luz a infinitos hechos violentos e historias manchadas de muertes. Hijos huérfanos de estructuras familiares y sociales que los contengan, muchos se han criado en grupos de pertenencia que tienen a la violencia como medio y fin de vida. Sí, usted las ha escuchado: las maras. Pandillas donde su poder no reside en fines políticos o económicos. No manejan cárteles de narcotráfico, ni negocios turbios, ni empresas clandestinas.
a Daniel que debíamos salir cuanto antes de ahí porque nos esperaría una muerte segura a merced de las maras que dominaban esta parte del territorio. ¿Quién era yo para juzgar ese miedo cuando minutos atrás Sussy me había contado que cuando era niña iba agachada en el camino a la escuela por la balacera de la guerrilla contra el ejército? Viajando y caminando por el país, en las calles me cruzaba con grupos de personas que a todas luces eran maras. Nunca me dijeron nada. Ni siquiera me torcieron la vista o tiraron alguna mueca intimidatoria. Solo una vez estaba esperando un bus local en Santa Ana, un muchacho se me acercó y me dijo: “Oiga ¿tiene un ocho en su brazo tatuado?” “¿Cómo?”, le pregunto. “Si, tiene un ocho en su antebrazo dibujado”, me vuelve a decir. “No, es el símbolo del infinito que tiene la palabra ‘Travel’ siguiendo la línea del trazado. Significa el viaje infinito”, le contesto. “Bien, pero tenga cuidado porque aquí se dibujan el ocho en un brazo y el uno en el otro. Eso hacen los
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LAS MARAS Y EL TATUAJE
EL GUETTO DE LA PARANOIA
Es mediodía y la ciudad está encendida. ¿El 79 dónde era que paraba? Le pregunto a una mujer: “Señora, señora, disculpe: ¿dónde para el 79 que me dijeron que me dejaba en el centro? (…) Sí, al centro pero yo voy a la zona 16 ¡Ah, el 66! Bajo en la quinta con tercera, camino para arriba y me tomo el cuatro. ¿Y después bajo y me tomo el que va a San Gaspar? Ahí pregunto. Genial, gracias”. Hay calor. Llegó al centro, mucha gente en la calle mezclada con los
LAS MARAS ESTÁN INSTALADAS CON FUERZA EN HONDURAS, EL SALVADOR Y GUATEMALA Y POSEEN NEXOS EN MÉXICO Y PRESENCIA EN AL MENOS 35 ESTADOS DE EE UU. SE INSTALARON HACE MÁS DE 22 AÑOS EN ESOS PAÍSES TRAS LA MASIVA DEPORTACIÓN DESDE SUELO ESTADOUNIDENSE DE MIGRANTES.
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’¿CÓMO LLEGASTE?’, ME PREGUNTÓ LUEGO MI ANFITRIÓN. “ME TOMÉ TRES AUTOBUSES Y UN MOTO TAXI”, LE CONTESTÉ. ÉL QUEDÓ SORPRENDIDO, COMO SI ALGUIEN TE DIJESE NATURALMENTE: “ESTABA EN LA CASA DE MI ABUELA Y DE REPENTE PASÓ LA NASA Y ME INVITÓ A DAR UN PASEO. FUIMOS A LA LUNA, NOS SACAMOS UNA SELFIE AL LADO DE LA BANDERA ESA QUE PLANTARON, HICIMOS UN ASADO Y VOLVIMOS PARA LA NOCHE”.
autos y un caos igual al de un hormiguero cuando es atacado por niños curiosos del comportamiento de la naturaleza. Mi mochila me hace vulnerable. Me siento frágil frente a tanta urbanidad. ¡Paranoia! Guatemala City se me presenta salvaje, gris, hostil. Hacía muchos meses no estaba en una ciudad grande. Unos días atrás había salido de estar 10 días en un centro de meditación en silencio absoluto. Antes de eso, los pueblos de las rutas que había visitado siempre eran nidos cálidos, con un paisaje sonoro arrullador. Ya me había desacostumbrado a capitales y tanto cemento. Me pongo a conversar con dos jóvenes, me preguntan de dónde soy y qué estoy haciendo en Guatemala. Me indican el camino para llegar a la parada del otro bus. Nos despedimos con el típico saludo de la calle: diciendo la palabra “vivo”, que funciona como un “chau” o “adiós”. No es más que la abreviación del “te quiero vivo”, algo así como un sinónimo del “cuidate”. Usted sabrá interpretar el significado social que representa ese saludo, a modo de deseo que no pase algo que todo el mundo ve probable que pase en Guatemala: morir en algún hecho violento y común ¿Paranoia? Ese autobús a San Gaspar era como estar en medio del agite de un concierto de Sepultura o alguna de esas bandas de heavy metal de las
cuales poco he escuchado. Yo, tan sapo de otro pozo, que la ruta me ha hecho hippie a los golpes, sentía el peso de una ciudad cruda y sin ninguna memoria. Una anciana me saluda, conversamos trivialidades. Me indica donde me tengo que bajar. Me bajo en medio de la nada; hay unas casas fortificadas con muros de tres metros, alambres de púa y cercas eléctricas como un campo de concentración. Una estación de servicio arruinada y una enorme avenida desierta. Pregunto por mi destino a un diariero, conversamos sobre algo de fútbol en la que estaba incluido Luis Suárez, el Mundial y Chiellini. Me dice que debía tomarme una moto taxi. A los tres minutos, un veterano que me estaba escuchando para una y me avisa que me va a salir 10 quetzales y no 20 como el chofer me va a decir, sólo por ser extranjero. Me deja en la dirección de quien me iba alojar luego de pagarle los 10 quetzales correspondientes. Es una zona residencial, barrios privados con puestos de policía en la entrada principal, barreras de seguridad, muros y vigilancia. Dejo mis datos e ingreso. En el interior de ese gueto, por si no fuese suficiente tanta seguridad, cada casa tiene esos muros de tres metros y sus correspondientes alambrados, enormes portones de hierro inviolables y guardias armados custodiando cada entrada. La zona parece (o es) una cárcel de
alta gama. “Una prisión de la paranoia”, pensé. “¿Cómo llegaste?”, me preguntó luego mi anfitrión. “Me tomé tres autobuses y un moto taxi”, le contesté. Él quedó sorprendido, como si alguien te dijese naturalmente: “estaba en la casa de mi abuela y de repente pasó la NASA y me invitó a dar un paseo. Fuimos a la Luna, nos sacamos una selfie al lado de la bandera esa que plantaron, hicimos un asado y volvimos para la noche”. Mi estupefacto anfitrión me contó que nunca se había tomado un autobús, o, al menos, hacía muchísimos años que no lo hacía. “Son súper peligrosos, te roban, te matan ahí arriba”, me acotó, a lo que prosiguió: “no se puede estar en la calle, porque te asesinan por nada. Incluso si uno para en el coche en los semáforos, no hay escapatoria”. Con los días, caminé la ciudad ya sin la carga de las mochilas, liviano y sin muchos rumbos ni lugares de interés por visitar. Pude observar una ciudad triste y decaída por los estigmas de una sociedad que desprecia la marginalidad y, a la vez, ésta desprecia a quienes los marginan. Algo parecido a la marginalidad de los Gitanos en Rumania. ¿SOS GITANO O QUÉ TE PASA?
“Oh, my God! Vivís en Rumania, ¿cómo es que estas vivo?”. Está frase no es del todo real, simplemente es una caricatura del sentir de mucha gente que me cruzaba en la Europa esa que conocemos todos: la de la zona ibérica, de Francia, la nórdica, italiana o alemana. Aún recuerdo la cara de asco que puso una danesa al contarle que trabajaba con las minoridades de un pueblo rumano. Muchos me hacían notar al Este europeo como una zona de peligro constante donde uno podría ser víctima de rapto y terminar drogado en algún burdel de la Siberia. Más aún, Rumania es un país donde vive una de las mayores colectividades gitanas de Europa. Muchos emigran al occidente en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, algunas de estas personas siguen siendo marginales en aquellos países. Es así, que los rumanos se han hecho una fama
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negativa por cargar con todas las culpas de un orden que los estigmatiza y los deja a un costado del mercado laboral, el sistema educativo y del estado de bienestar. Una violencia simbólica de una sociedad que lava sus culpas en los migrantes de esas otras culturas, que no logran encajar en los estándares de una sociedad tan hipócritamente perfecta. Pero, más aún, me tocó vivir varias veces escenas en la misma Rumania, donde algunos rumanos se insultaban diciéndose: “¿eres gitano o qué?”, a manera de desprecio por el otro. Incluso dentro de su sociedad el gitano es mala palabra y tiene en su legado todos los males de la delincuencia, tráfico de drogas, prostitución y asesinatos. Europa margina al rumano por ser rumano y, a la vez, el rumano margina al gitano en su propia tierra. He visto que en ciertas ciudades los barrios gitanos tienen enormes muros que los separan de los demás. De un lado ellos, del otro lado los otros. Un apartheid invisible que vive a la luz de cualquiera que quiera verlo. Yo pude probar de primera mano la vida de esa sociedad marginada, trabajando en escuelas, charlando
con las comunidades y compartiendo bares. Si hasta vendí ropa en las grandes ferias que hacían todos los domingos en la calle. Y, aunque esta mujer danesa siga con su cara de asco y se sorprenda, sigo vivo. A MODO DE CIERRE En lo poco que he aprendido en la vida de viaje, he podido concluir que el mundo puede ser menos violento de lo que aparenta y, por supuesto, es mucho menos peligroso de lo que nos cuentan. Pero no porque no pasen las cosas que nos dicen; es cierto que mataron aquellos estudiantes, que pandillas matan personas, que robaron a aquel en la esquina o que violaron a aquella otra en tal lado; sino porque pasan muchas más cosas buenas que malas. Solo que las últimas tienen más prensa. Vende mucho más un asalto a mano armada que una familia abriéndole las puertas a un viajero desconocido. La violencia simbólica que esto supone inserta en nuestra mente el miedo como sentimiento principal y como nexo para el vínculo en sociedad. Desde esa persona que pide que matar a todos los delincuentes por miedo a que lo
maten a él, hasta ese país que invade al otro por miedo a que el otro gane más poder. Todo se reduce al miedo, que conlleva intolerancia, inseguridad, marginalidad, odio. Pura y simple violencia. Está bien, yo divago querido lector, pero desde que ando pateando en la ruta nunca me ha pasado nada grave, salvo que una vez me detuvieron en una frontera por sospecha de narcotraficante -es una historia bastante larga que algún
día le contaré, salvo que quiera comprar mi libro de viajes donde hay un capítulo exclusivo para eso y muchísimas historias más (www.letrasdeviaje.com; ahí le paso para que busque cómo hacerse del libro. Haga de cuenta que lo dije bajito y rápido para que no interfiera con todo este artículo y que la gente de la revista no me recorte esta parte de la nota que nada tiene que ver con nada). Y vamos cerrando por acá, una porque ya se ha hecho muy largo el artículo y me pasé de caracteres; y otra, porque así usted se queda con esa última imagen de mi libro y me lo compra y yo puedo seguir viajando y le seguiré relatando viajes y cosas por el estilo. Solo recuerde en confiar en el que no conoce, parta desde ahí. Comenzará a ver un mundo más sano y ameno.
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LAS CLAVES DE LA PAZ POR MANUELA MOYANO
El yoga puede ayudar a las personas a transitar el largo camino de la vida. Es una disciplina oriental, pero si se desechan los preconceptos del mundo occidental es posible considerarlo una vía alternativa para vivir en armonía con el mundo.
La no violencia es el principio rector de esta práctica ancestral y aún vigente. Esto significa no violentarse, no autoagredirse, no forzar en la práctica física posturas a las cuales uno no está preparado aún. En la vida personal, este principio pasa por observar las acciones propias y así mejorar la convivencia con los demás. Como los 10 mandamientos de la fe católica, el yoga cuenta con 10 virtudes y su correlativo negativo; es decir, las no virtudes. Las mencionadas virtudes consisten en las acciones de cuerpo, las acciones de palabra y las del pensamiento. Son acciones y no acciones del cuerpo cuidar la vida y matar; respetar la propiedad de los demás y robar; mantener pureza sexual o llevar adelante una conducta sexual incorrecta, respectivamente. Son acciones y no acciones de la palabra decir la verdad y mentir; hablar para unir y hablar para dividir; decir palabras suaves y palabras duras; o
hablar sobre cosas con sentido y hablar en vano. Por último, son y no acciones del pensamiento celebrar el éxito ajeno y tener codicia; compadecerse por el fracaso ajeno o actuar con mala voluntad; tener una visión correcta del mundo o una incorrecta. Una de las acciones del cuerpo se refiere a no atentar contra la vida, ya sea cruzando mal la calle, usando el celular mientras se maneja o cualquier otra forma de no darle valor al “regalo de la vida”. Al igual que el el mandamiento cristiano “No robar”, esta virtud se refiere también a no robar el tiempo ajeno, a respetar los plazos de pago, las ideas y opiniones de los demás, entre otras situaciones. La acción de palabra tiene que ser muy cuidada, porque puede dañar a los demás. Siempre con cierta flexibilidad, el buen yogui (así se llama a quien practica yoga a nivel físico y mental) aspira a usar palabras suaves y a hablar para unir a
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Dentro de esta filosofía, el hecho de regocijarse por el bien realizado es muy importante y actúa como un “fertilizante” para que esas buenas acciones crezcan y se multipliquen. En última instancia, se trata de construir una sociedad mejor, en donde las personas estén más en paz consigo mismas y con los demás, y así serenarse, sonreír y vivir una vida más tranquila.
El pasado 21 de junio se celebró por primera vez el Día Internacional del Yoga, con miles de yoguis ejerciendo la disciplina alrededor del mundo. El primer ministro indio, Narendra Modi, estuvo al frente de la fiesta del yoga en uno de los actos más masivos de la jornada, organizado en el centro de Nueva Delhi, con unas 37.000 personas. “No es sólo el primer Día Internacional del Yoga, sino el comienzo de una nueva era que inspirará a la Humanidad en su busca de paz y armonía”, indicó Modi antes de bajar del escenario para encabezar la sesión de yoga. El Ministerio de Turismo indio gastó cerca de un millón y medio de dólares para promocionar en el exterior este primer día mundial del yoga, con actos de saludo a los primeros rayos del sol en la Tierra en lugares emblemáticos como la Torre Eiffel en París o el Times Square en Nueva York, así como en 251 ciudades de 192 países.
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las personas, lo contrario a criticar y darle valor a la palabra; es decir, hablar sobre cosas con sentido. Una de las más frecuentes acciones de pensamiento es la codicia; por ejemplo, un mal pensamiento donde se sufre por el bien ajeno, o la mala voluntad donde nos alguien se alegra porque a otro que no aprecia le fue mal. ¿Cuántas veces lo vemos o nos pasa? Lo cierto es que el cambio es posible, a partir de revisar los pensamientos y “ponerse sutiles”. Un buen ejercicio es, a la hora de dormir, revisar el día y las acciones que hicimos y ver cómo hacer para solucionar las actitudes que no suman, y así ponerse contento por las buenas acciones hechas.
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LA VIOLENCIA COMO SÍNTOMA SOCIAL POR ANALÍA DOBROV VASILIEFF
Hablarle a un niño no es sólo dirigirle la palabra, es mucho más que un hecho discursivo o de comunicación. Hablar con un niño requiere mirarlo, destinarle un tiempo concreto, escuchar qué le sucede y responderle. Nuestros niños están solos, los hemos dejado solos, muy solos. La tecnología y todos los vínculos que se ordenan alrededor de los dispositivos tecnológicos -como los celulares, las computadoras, entre otros- han transformado los vínculos de los padres con sus hijos, y de los adultos en general con los niños de esta sociedad. Los vínculos de la madre y del padre con su hijo son pilares de su subjetividad. Un hijo precisa para su constitución subjetiva ser mirado, escuchado y hablado. Nos enteramos todos los días de sucesos de violencia entre niños pequeños, entre compañeros de colegio, entre niños y sus docentes -y también con sus
Devolverle el lugar a la palabra La palabra ordena y regula las relaciones, es la intermediaria de la que disponemos para comunicarnos, para expresar lo que sentimos y pensamos, para pensarnos a nosotros mismos como únicos y diferentes al resto de los mortales. El lenguaje permite habitarnos y, a la vez que nos atraviesa, nos otorga la categoría de seres hablantes. La violencia que vivimos en estos días nos muestra el destierro de la palabra. No hay nada que hablar, ya no nos entendemos hablando. Le pegan a una niña porque es linda o porque es fea, porque es gorda o flaca. Y le pegan porque no hay palabra para pronunciar, allí donde no existió ese vínculo primario y primordial que enseña a expresar y diferenciarnos del otro a través de la palabra. La palabra permite poner distancia con el otro y nos permite decir: “no quiero esto” o “no pienso como vos”. En su lugar,
La violencia verbal a la que asistimos en estos días parece no tener límites, con ánimos crispados de seres humanos que se niegan a esperar o perder un segundo de su tiempo haciendo una cola en un banco (pero que irónicamente no padecen eso mismo si la cola es para comprar con descuento, por ejemplo). La ausencia de palabra, como quienes hacen silencio cuando debieran alzar su voz, provoca violencia y deja a los más vulnerables desprotegidos. ¿Acaso no es violento el silencio cuando nuestros niños necesitan nuestras palabras y nuestra presencia? Pienso que asistimos a un desgarro de la malla social en la que vivimos y la violencia es cada vez más intensa y frecuente. ¿Cómo podemos osar pedirle a un niño a los gritos que no le pegue a otro niño? ¿Cómo podemos pensar que los niños no ven a sus padres maltratando a un vendedor, un mozo e incluso a su propia maestra? Subir al banquillo de los acusados a los niños y declararlos culpables por su violencia, es dejar de asumir la responsabilidad que tenemos como adultos por estos niños. Ningún niño nace violento.
Uruguay: Dos vídeos de peleas entre estudiantes dentro de centros educativos se viralizaron a través de las redes sociales en mayo de 2015. Uno ocurrió en la UTU de Canelones, en la capital canaria; el otro en el liceo N° 3 “Dámaso Antonio Larrañaga”, en Montevideo, generando preocupación en las autoridades, quienes ordenaron la investigación urgente de ambos casos. Colombia: Según una encuesta realizada por la fundación Stop Bullying Colombia, el acoso escolar no está limitado a la educación secundaria. Las situaciones detectadas en universidades sorprendieron y van desde apodos despectivos, la exclusión de los grupos, hasta la agresión verbal. El 32% de los jóvenes dijeron haber sido víctimas de bullying. Argentina: Un adolescente de 17 años fue asesinado de una cuchillada en el corazón dentro del aula donde cursaba sus estudios, en un colegio de la localidad salteña de Enrique Mosconi. Según datos de la UNESCO, cuatro de cada diez estudiantes de secundaria en Argentina admiten haber padecido el acoso escolar. El 18% de los chicos dice sufrir burlas de manera habitual.
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encontramos la agresión sobre el cuerpo del otro, sin posibilidad de mediar a través de la enunciación un sentir o un pensar. Violento como el silencio
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directivos-, entre padres de los niños entre sí, de los padres con los docentes y directivos. Los niños que asisten a clase todos los días son nuestros hijos, los niños que nacen, crecen y viven en nuestras familias. Entonces ya es hora de que miremos para adentro de nuestros hogares y reflexionemos sobre el espacio y el tiempo que destinamos a escuchar y a conversar con nuestros niños, sin el celular en la mano.
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MÚSICA_
CON UNA CANCIÓN COMO LANZA POR BELÉN FOURMENT PLAYNES FOTOS: ROCK BOOK
Portada del álbum de Rwanda
- Lalo Pasek y Alejandro Borgarello
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LA BANDA URUGUAYA DE ROCK LATINO RWANDA ACABA DE CERRAR LA ETAPA DE SU ÓPERA PRIMA, SANTAFIXIÓN, Y SE PREPARA PARA EMPRENDER NUEVOS RUMBOS. EN LA TRANSICIÓN, LOS MÚSICOS LALO PASEK Y ALEJANDRO BORGARELLO CONVERSARON CON LA MIRILLA, Y REFLEXIONARON SOBRE LOS CONTRASTES SOCIALES ENTRE UNA CIUDAD DEL INTERIOR Y LA CAPITAL, Y LA RESPONSABILIDAD DEL ARTISTA.
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Puede decirse que Rwanda es una banda montevideana, y no está mal. Pero su raíz es más profunda; es del interior profundo. Lalo Pasek, guitarrista, cantante y principal compositor, se crio en Young, una pequeña pero populosa ciudad del departamento uruguayo de Río Negro. Es una localidad desarrollada, de las mejores posicionadas a nivel económico en el país, limpia y activa, que duerme una rigurosa y extensa siesta cada tarde. A simple vista es una ciudad muy verde, con abundancia de plazas y una central sobre la que se recuestan en las noches de sábado los vehículos, ocupados por jóvenes que instalan sus sillas (playeras, de plástico; lo mismo da) y escuchan cumbia a volumen alto. Un agradable lugar para vivir en calma. Pero la sociedad es rígida y eso se nota tras pocos días de visita. Mira de reojo, murmura y señala. Al parecer, siempre fue así. Lalo llegó solo a Montevideo en 2007, y allí conoció a Alejandro Borgarello y Pedro Viera, quienes a ocho años de aquel encuentro siguen siendo el “núcleo fuerte” de Rwanda, una banda que hoy es integrada por una decena de personas y que se encuentra cerrando la etapa de su primer disco, Santafixión, editado a fines de 2013. A Borgarello le sorprende que el nombre del álbum parezca oscuro, a Pasek no. Lo cierto es que la palabra, como la pensaron ellos, es bastante luminosa y va bien acompañada por el arte de tapa: tiene que ver con el don que tienen los artistas para crear cosas, es casi místico. Santafixión, un disco de música mestiza o rock latino, fue grabado con toda la banda junta en una semana, y reúne la esencia de su repertorio. Su propio sello, Soldado Búfalo, lo produjo y editó en formato físico, y los argentinos de Porley Records se encargaron de llevarlo a plataformas digitales. Con notorias y variadas influencias que van desde Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota a Manu Chao, este trabajo los tiene enormemente satisfechos. Todas las canciones les gustan, pero ambos coinciden en elegir, quizás, “la menos radiable”: “El arte del buen vivir”. -¿En algún momento sintieron alguna presión propia para sacar este disco? Alejandro: (Piensa) ¡¿Presión?! Lalo: Yo sí, yo sentí presión. Pero era más que nada que, una vez grabado, había que sacarlo. Lo más difícil de todo eso es tener plata. Nos habíamos
preparado para eso durante cinco meses, pero una vez terminada la grabación vino la edición y después juntar plata para mezclarlo y masterizarlo. Queríamos tener un disco que realmente sonar bien. -¿Qué cosas influyen en la composición? Lalo: Miro mucho a las personas, a los grupos, cómo se manifiestan, qué hacen. Sobre todo su parte egoísta. Y sobre esas cosas escribo. Me gusta observar. Alejandro: Planteamos realidades y no dejamos la poesía de lado. -¿La diferencia entre Young y Montevideo inspira? ¿Qué cosas contrastan? Lalo: Todo prácticamente contrasta. Young es tan tradicional que es hasta ignorante. Se sigue tildando a las personas, clasificándolas; entonces tener una crianza en un pueblo así te hace diferente. Te marca, y más si sos consciente y no olvidás. A barras
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HAY UN MOVIMIENTO EN YOUNG QUE ES EL IMPULSA, QUE ESTÁ TRATANDO DE REVALORAR LA CULTURA Y LA INSERCIÓN DE LOS GURISES EN LA PINTURA Y LA MÚSICA. NOS INVITARON A DAR TALLERES DE MÚSICA ALLÁ Y VINO GENTE HASTA DEL CAMPO”.
-¿Es diferente Montevideo? Lalo: Lo que veo acá es que hay gente que se está cagando de hambre en la calle, que la pasa realmente mal, y eso en mi pueblo no pasa. La parte económica siempre estuvo bien, y viene creciendo. Pero se dejó de lado la parte humana, cultural. Cada cual vive como quiere, como puede. Yo tengo esa especie de amor y odio con el pueblo que va a durar siempre, y funciona de esa forma. Está descuidada la parte más humana de las personas, está olvidada. Ahora tenemos un gobierno de izquierda, algo que jamás en la historia se hubiera pensado, y por lo menos vamos a barajar y a dar de vuelta. Pero los
-¿Qué pueden hacer ustedes como artistas ante esa realidad? Alejandro: Hay un movimiento en Young que es el Impulsa, que está tratando de revalorar la cultura y la inserción de los gurises en la pintura y la música. Nos invitaron a dar talleres de música allá y vino gente hasta del campo. Porque claro, se pierde toda esa parte. Lalo: Hacemos talleres para darles a los gurises una referencia linda de la vida. Esa es mi tarea personal con la sociedad de Young, porque yo no puedo enseñarle a vivir a nadie. -Pero tienen una herramienta, que son las canciones. Lalo: Exactamente, tenemos esa herramienta.
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gurises vienen para acá y no se quieren ir más, porque nadie los señala.
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de chiquilines las personas los tildan de manera innecesaria, sólo para satisfacer el ego. Cuando vine para acá era un gauchito, y me tuve que adaptar. Pero a mí nadie me daba pelota, entonces me sentía más libre.
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RELATOS_
PRIMERA FÓRMULA DE LA LOCURA: PARTE I POR SEBASTIÁN WALCH
No sabían bien qué estaba pasando, pero ellos volaban. Llegado el momento podía pasar. Uno quiso agarrarse de un tejido y logró levantarlo. No entendían nada, igual. La duda se parecía a la misma que aparece cuando se llega a un lugar sin saber cómo, o cuando nos saluda por nuestro nombre una persona desconocida. Eran tres, y conversaban como si nada pasara. Uno le consultaba a otro sobre los números de la quiniela, y el otro insistía en que se debía implementar línea de cinco con volantes rápidos para que Villa Teresa comenzara bien su participación en Primera división. Los demás saltaban y los gritos se hacían escuchar desde la esquina. El lugar tenía una geografía parecida a la de Villa Serrana, pero era una metrópolis. No había luces en el cielo que hicieran levitar a los tres. Levitaban solos. Caían preguntas de cómo estaban, si querían una frazada o si les acercaban el diario. Parecía normal, pero las acciones eran muy exageradas. Uno comenzó a contar una historia de cuando los autos tenían ruedas y caminar era algo saludable. Todo volaba, y todo estaba hecho para ser consumido en el momento -en cualquier café no demoraban más de un minuto en servir un chivito canadiense para dos. Mientras contaba su historia comenzaban, los tres, a descender, al punto de volverse a sentar en sus respectivas sillas. Siempre con su mesa en el medio y sus vasos vacíos. El hombre lamentaba lo sedentaria que se había vuelto la sociedad, pero no se obligaba a cambiarla. Sin embargo, él caminaba, igual que sus dos acompañantes. La gente los miraba raro. Los tres no creían que los demás supieran arreglar cosas, no desecharlas. Por eso conservaban lo auténtico de las relaciones. Los demás estaban de a uno. A lo sumo de a dos, pero no dejaban de consumir su elixir milagroso, ese que solo se vendía en cafés amigos de lo antiguo. “El día que lleguemos a entender cómo funcionamos ahora, podríamos comprender porque actuábamos de tal o cual manera en el pasado”, declaró uno de los levitadores de turno (claro, esto casi no era necesario, porque todos sabían cómo iba a proseguir los cinco minutos futuros). “Ahora sos filósofo. Pelotudo”, irrumpió otro con un grito que lo hizo sacudirse en el aire. Al terminar sus copas, los tres amigotes caminaron hasta el cementerio de recuerdos de la ciudad. Era muy parecido a un camposanto, pero no se enterraban personas. Se enterraba lo que se dejaba atrás. Allí, todos morían por lo mismo. Esa poción llenaba el corazón y ahogaba. Después de esa noche, todo seguía igual. Las levitaciones no eran casuales allí. Se anunciaba la partida a sus recuerdos, para vivirlos toda la vida. Aquellos que van a ese lugar, cuenta la leyenda, levitan en algún tugurio perdido y vuelven a ser quienes eran por un rato, para luego continuar con su trabajo de ayudar a personas caídas en desgracia por el amor, la lujuria y el temor de que nadie encuentre a nadie.
POR MAXI FLEITAS Foto: Misha Gordin
“Hoy cerraron la Biblioteca Municipal”, dijo Esteban mientras se ponía el saco. Vinieron dos tipos del Ministerio, pusieron el candado y un cartel de “Se vende” de la inmobiliaria de Adolfo. En el diario el gobierno declaró que no había otra cosa para hacer. “Espero levanten un edificio”, dijo. “Me vendría bien comprar un apartamento para poner un estudio”. Esteban sale a tomarse el bus todas las tardes. En la misma esquina espera tres minutos, sube, se sienta, se pone los auriculares y escucha una playlist diseñada para viajes que no duran más de media hora. No tiene problemas interesantes, hace seis meses que no mira una película que le gusté, es adicto al chicle de menta y café. “Creo que no existe el chicle de menta y café”, piensa Sonia, que es novia de Esteban. Ella bosteza 23 veces por día, va a votar porque es obligatorio, se pone nerviosa cuando dos personajes de una novela mexicana se miran mucho rato sin hablarse, odia el fútbol y ama el flan cero calorías. “Pero Esteban no contesta los mensajes”, piensa Sonia; “quedamos en encontrarnos a las 03:08”. Ella cree que Esteban se va a perder. Esteban se pierde. No teme caminar y preguntar cómo hace para tomarse el 125, pero todo el mundo duerme la siesta y sólo se cruza con una señora que pasea a sus nietos. “El gobierno cerró las bibliotecas para que la gente viva tranquila, en espacios cómodos”, le comenta la señora que no sabe dónde para ese bus. Esteban usa la ciudad, pregunta, se pierde, pero nunca usó una biblioteca. Sonia ni se sorprendió cuando esta mañana hablaron del cierre; capaz podían juntar algo de plata y comprarle a Adolfo el local, era bien iluminado. Pero la oferta de una empresa de construcción supera cualquier oferta. Por eso Sonia entra a una tienda y se compra una cafetera, mientras espera a Esteban. Sonia mira el reloj y ya es tarde, se va caminando y se encuentra con Germán. Este le dice que vayan a su casa, así tienen sexo, y después de terminar se toman un par de cafés. No se los toman desnudos porque queda mal. Germán se preocupa porque Sonia bostezó mientras lo hacía (al café). Y en teoría ese es colombiano, salió caro y la cafeína tendría que mantenerlos alerta. Germán no sabía que había cerrado la biblioteca, nunca había ido, mucha gente no fue nunca a una. Sonia dice que la gente no va sola a esos lugares, que los ladrones se esconden entre los estantes y por eso el gobierno la cerró. Ahora van a tener que salir cuando tengan hambre. No va a quedar uno suelto. Esteban llega al punto de reunión y se encuentra con la caja vacía de una cafetera y una dedicatoria de Sonia. Le pregunta a un tipo del Ministerio si la vio. El tipo no conoce a Sonia, además está preocupado porque se le terminaron los carteles de la inmobiliaria de Adolfo. Esteban no tiene carteles para prestarle, nunca tiene. Entonces se van caminando los dos hasta la parada; el del Ministerio para un taxi. El taxista está aburrido y sin mirar se lo lleva. Esteban los filma con el celular, nunca usó la cámara y hoy pensaba grabar a Sonia mientras bostezaba. Le juega una mala pasada el pulso, pero no importa, el teléfono tiene una herramienta que lo paraliza, permite tomar videos profesionales, la activa. El taxi se pierde en el camino y Esteban quiere recuperar sus signos vitales, pero el teléfono se tranca, reinicia pero fallece en el acto. Sonia se va bostezando de lo de Germán, no le da las gracias. Llamaron del Ministerio para confirmarle que Esteban se había muerto; tenía planeado probar la cafetera. Si se sentía de humor, pasaría después a despedir a Esteban.
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EL CIERRE DE LA BIBLIOTECA
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@_lamirilla
La Mirilla