la mirilla / junio 2015
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SOCIEDAD_
LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS Recorrer nuevamente los patios de la escuela donde transcurrió mi niñez supuso todo un desafío. Cada espacio, cada centímetro del predio ubicado en la calle Rubén Darío, en el barrio Flor de Maroñas, alberga un recuerdo de mi paso por esos salones. No obstante, este reencuentro me acerca otra historia: la vivida por la comunidad que nuclean las dos escuelas que allí funcionan, tras el atentado que destruyó parte del edificio hace un año. Una historia que habla de tristeza, de sacrificio, de solidaridad pero, sobre todo, de resurgir. POR JESSICA CONDE Fotos: Jessica Conde
“¿Por qué?” era la pregunta que reinaba esa noche. Las sirenas de los bomberos fueron el presagio de un hecho que conmovió a la sociedad uruguaya. Flor de Maroñas despertaba en la madrugada del día 22 de junio de 2014 para descubrir que la escuela, corazón del barrio, ardía en llamas. Hace apenas un año, Uruguay amanecía con la noticia sobre el incendio intencional que afectó a las escuelas 173 y 196, que funcionan en el mismo edificio. Así es que el aula, ese recinto inviolable en el imaginario colectivo, fue reducido a cenizas en una sola noche, sacudiendo la fibra más íntima de una sociedad que ha debatido durante las últimas décadas el futuro de su educación. La dirección de la escuela sigue tal cual la recuerdo, aunque ahora el muro luce manos de colores a lo largo y ancho. “Los niños pintaron
ese muro por el aniversario del incendio”, dice Isabel, una de las madres que, como tantas otras personas, estuvieron desde aquella noche incansablemente junto a la escuela. “Doce menos cuarto me llamó la que entonces era secretaria de la Comisión de Fomento y me dijo ‘se está incendiando la Escuela’. Vine corriendo y encontré dos salones en llamas y a los bomberos que acababan de entrar para controlar el fuego. Enseguida llamé a Estela”, recuerda. Una maestra llama a una madre para pedirle una muda de ropa para su niño, que tuvo un ‘accidente’ en el salón; un niño entra a pedir lápices; otro a acusar a dos compañeros de haberle pegado en el recreo. Un sin fin de situaciones se dan en ese pequeño mundo que es la dirección donde Estela Massiotti, directora de la escuela 196 -que funciona en el
Escultura realizada por profesores de las escuelas 196 y 173