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Luis De la Calle: La voz de los momentos mexicanos
Por Javier Cendejas y Alejandro Fuentes Garza
El hogar de la familia De La Calle Pardo siempre estaba lleno de abogados.
“En la casa se discutía de toros, de leyes y religión… había unos pleitazos”, recuerda divertido Luis de la Calle.
El doctor en economía habla en entrevista exclusiva para Latitudex desde el estudio en el despacho De la Calle Madrazo Mancera, del cual es socio director.
“En 1976 yo estaba cursando el último año de preparatoria y pensaba estudiar leyes”.
No se imaginaba entonces que su futuro no estaría en los juzgados, sino en las cifras, datos y números económicos.
Y es que de pronto apareció la devaluación del peso mexicano en pleno régimen echeverrista. La información fluía por todos lados, pero quizá no tan claramente como él hubiera querido.
“Yo le decía a mi papá: ‘oye, todo esto que escriben aquí (en el periódico) estos chavos columnistas, no entiendo por qué se devaluó el peso”.
A partir de ahí tuvo la inquietud de explicar este tipo de fenómenos en un momento en el que pocos entendían qué estaba sucediendo.
Se enlistó en el ITAM donde formaría parte de una generación de economistas que no sólo sabían explicar una crisis o un tema complejo como la devaluación, sino que le daría forma a la política económica del país durante los próximos años.
Mientras estudiaba, entró a trabajar en la Secretaría de Hacienda cuyo titular era David Ibarra. Ahí conoció al que sería uno de sus mentores: Francisco Gil Díaz.
Pero Luis quería buscar una experiencia internacional y encontrar oportunidades fuera de las fronteras mexicanas. Solicitó trabajo en el Banco Mundial y en el Fondo Monetario Internacional. Lo aceptaron en ambos.
Y aunque su carrera lo llevó por todo el mundo y a entender y crear programas políticas económicas, la inquietud de “explicar” los fenómenos económicos lo acompañaría durante toda su vida.
Quizá su prueba más grande fue en 1993 cuando no sólo encabezó las gestiones del TLCAN, sino que se encargó de ser el “vocero” que defendería este importante acuerdo.
“En 1993 yo soy un tecno-burócrata, o sea, yo fui educado en las cifras del entendimiento profundo de los temas”, recuerda. “(Entonces) el secretario de Comercio, y el subsecretario, Herminio Blanco, me dijeron: queremos que seas nuestro vocero en Estados Unidos.
“Me echaron al ruedo. Hoy tú me dices una ciudad de Estados Unidos y yo te digo el periódico porque visitamos todos los editorial boards de Estados Unidos”.
Ahí desfiló por los estudios de cadenas como CNN, FOX, NBC, The National Public Radio, en Washington, en Nueva York, en todo Estados Unidos.
Para Luis de la Calle saltar a ese ruedo no fue fácil, sin embargo demostró que podía “torear” cualquier tipo de reto, sobre todo si se trata de un “astado” económico.
Testigo de la caída del muro
En julio de 1983 Luis de la Calle recibió un telegrama.
Todo estaba listo para que se fuera a estudiar a la Universidad de Chicago, la institución que formó a la generación de economistas llamada Chicago Boys, la cual le daría forma a la política económica mexicana en los sexenios de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.
En 1983 me iba a ir a la Universidad de Chicago, estaba aceptado y me habían dado una beca del Conacyt.
–¿Ibas a ser Chicago Boy?–, le preguntamos.
–Chicago Boy, porque trabajaba con Paco Hill. Claro. Trabajando con Paco Gil, pues eras Chicago Boy. Claro.
Pero el telegrama no tenía buenas noticias.
“El telegrama decía: su beca queda cancelada. Yo me iba en agosto. Entonces, no me fui a Chicago”.
“Me quedé sin beca y no tenía dinero para irme. Y entonces, el año siguiente, la Universidad de Virginia vino a México. Tenían interés de tener algún alumno latinoamericano en el doctorado (...) y me escogieron a mí. Entonces, la Universidad de Virginia me becó todo el doctorado”.
Luis de la Calle siempre buscó la internacionalización y entender los fenómenos económicos desde una perspectiva global y para eso su paso por el Banco Mundial fue clave.
“Cuando entré al Banco Mundial me di cuenta que al economista que habla francés lo mandan a trabajar a África”.
Era 1989 y realizaba actividades de comercio exterior en lo que entonces era Zaire cuando, a finales de ese año, llegó el derrumbe del Muro de Berlín, un fenómeno que habría de cambiar su carrera por completo.
Lo enviaron a Polonia, un país que sería el epicentro de la transición de la caída del bloque comunista.
“Polonia era un mercado como todos los de la antigua Unión Soviética… donde había mucha escasez, había colas en las tiendas”.
“Y de un día a otro, cuando abren el mercado, se acaban las colas y en los anaqueles empezaba a ver cosas (...) Y vimos con nuestros propios ojos el milagro del mercado. De un día a otro empiezas a tener productos que el día anterior no existían gracias a la convertibilidad del zloty, la moneda de Polonia, y a la apertura del comercio exterior”.
Ahí Luis de la Calle fue testigo de que aquellas teorías que se discutían y se estudiaban se estaban materializando en una transformación económica profunda.
“El mercado funciona. O sea, tremendo, tremendo. Se te enchina la piel nomás de pensar el cambio. Y cuando vas tú hoy a Varsovia, y lo comparas con Varsovia antes de la caída del muro de Berlín, Polonia hoy en día es un país desarrollado”.
México y sus ventajas en el mundo
Para Luis de la Calle, un gran descubrimiento de los economistas que se dio desde el siglo XVIII es la ventaja comparativa, lo cual hasta hoy tiene un gran efecto en el comercio exterior.
“Lo que importa en el comercio exterior no es el trabajar en tus defectos, sino descubrir tus fortalezas. Y todo el mundo tiene una fortaleza”, explica el especialista.
“En ese contexto, el proceso de desarrollo es un proceso optimista donde estás dispuesto a invertir en el descubrimiento de tus ventajas comparativas”.
Y ahí es donde México, para De la Calle, tiene grandes oportunidades.
“La gente no lo sabe, pero México es una potencia mundial en materia de comercio exterior. Si tú quisieras promover a México, tomarías frases de Donald Trump y harías pósters: ‘Con México no se puede competir, siempre nos gana’”.
Y es que, asegura el doctor en Economía, hay una percepción fuera de México distinta a la que algunos tienen de su propio país.
“En México hay un cierto pesimismo sobre la capacidad que tenemos de competir y fuera de México nos ven de una manera muy distinta porque ven los números”.
Y es que si alguien sabe cómo vender a México en el exterior es Luis de la Calle, quien se encargó de las negociaciones del TLCAN ante Estados Unidos y Canadá junto a pesos pesados de la economía mexicana como Jaime Serra Puche y Herminio Blanco.
“Yo creo que hoy hay más optimismo. Cuando negociamos el TLC hace 30 años hubo una cosa que se llamaba el Mexican Moment y lo que estamos viviendo hoy en términos del nearshoring es más fuerte”.
“Enrique Peña Nieto lo mostraba, como el Mexican Moment de Peña Nieto y hubo ese Mexican Moment de Carlos Salinas. Hoy hay un Mexican Moment más importante”.
Y, ¿por qué lo considera más importante?
“Porque este es estructural. El otro era un poco de saliva. Más relaciones públicas.”
Y es que para él, la economía mexicana inició desde hace tiempo una apertura comercial que generó costos importantes, pero hoy está rindiendo frutos visibles.
“Cuando tú abres, hay operaciones de comercio exterior que hacen obsoletas tus fábricas. Y entonces, digamos, la apertura comercial implica un costo. Ese costo puede ser relativamente largo si no tienes suficientes recursos para invertir y sustituir tus plantas obsoletas con plantas modernas.
“Entonces, México ya pagó ese costo. Hoy 30 años después tenemos una base industrial. Las empresas de Monterrey o casi de cualquier parte del país hoy no tienen nada que ver con las de hace 30 años”.
Hoy, a décadas de que se negoció un Tratado de Libre Comercio que se mantiene más vigente que nunca, Luis de La Calle encuentra una relevancia que se mantiene a través del tiempo.
“Todo el mundo nos decía que México necesitaba un trato asimétrico porque somos un país en desarrollo y, por lo tanto, Estados Unidos y Canadá tienen que comprender que México es un país en desarrollo y, por lo tanto, hay que tratarlo de una manera un poquito distinta”.
Sin embargo, el equipo negociador siempre defendió un piso parejo y que se le tratara a México como un socio más.
“Estados Unidos insistió y nos convenció. a México, a los negociadores y luego eventualmente al presidente de la República y luego al Senado de la República, de que México debería tener el mismo trato que Estados Unidos y Canadá.
“Entonces, negociamos por primera vez un tratado donde nos tratamos igual que Estados Unidos y Canadá, el mismo conjunto de derechos y obligaciones. El TLC original es un trato simétrico”.
El comunicador vuelve a la carga Aprobado el TLC, Luis De La Calle se regresó al Banco Mundial y de ahí pasó al Gobierno mexicano.
Pero en plena crisis del 94’, sus habilidades de explicador fueron requeridas por las autoridades: le pidieron que explicara que la crisis de entonces iba a tener solución.
“A la misma gente que iba yo a explicarle antes: México es un gran socio. Ahora tenía que explicarles, por qué va a pasar rapidito”.
Y es que sabía que México podía salir de la crisis sobre todo porque tenía algo clave: una gran clase media que empujaba al crecimiento.
“La gente obviamente no me creía al principio… entonces empecé a hacer una colección de evidencia de que México se estaba convirtiendo poco a poco en un país de clase media”.
La idea se convertiría en un libro que alcanzó un gran impacto: Clasemediero, pobre no más, desarrollado aún no.
“Tuvo un impacto tremendo porque tuvo una reacción ideológica muy fuerte de todos los ‘pobretólogos’, ¿por qué? Porque en México la pobreza se utiliza como un pretexto.
“Pero si tú te consideras un país pobre, te consideras un país perdedor. Y si te consideras que eres perdedor, nunca vas a dejar la pobreza. Y entonces esto tuvo un tremendo impacto porque le estaba diciendo a mucha gente, sociólogos, pobretólogos y eso: ‘Oye, espérate, hay una forma distinta de ver las cosas’”.
El especialista proponía una nueva forma de ver las cosas. Un nuevo lente para observar a México y eso generó reacciones en todos los niveles.
“A lo mejor México no está tan mal como creemos y sobre todo México tiene futuro, porque vamos a ir creando una clase media y vamos a ir superando la pobreza.
“Y entonces se armó un debate tremendo sobre si la pobreza estaba bien medida o mal medida. Y yo le dije: ‘Mira, tú mírala como tú quieras, pero tú entras a una casa y si la gente tiene refrigerador y sus padres no te nían, ya dieron un brinco’”.
Y así quizá sin darse cuenta Luis De La Calle se volvería a convertir en un vocero que explicaba los procesos económicos desde un punto de vista distinto.
Y es que junto con el estudio serio de la economía siempre le ha acom pañado la vocación de comunicador.
“Yo hoy en día soy un comunica dor economista o economista comu nicador”, reconoce.
Hoy Luis de la Calle participa en un exitoso podcast llamado La Tajada del Pastel en el que aborda desde una forma didáctica y entretenida grandes fenómenos económicos.
Después de 30 años sigue expli cando lo que sucede a su alrededor.
Eso sí, no le tiene miedo entrar le al ruedo aunque el toro económico vuelva a salir “bravo”.