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Superpeso... ¿bueno o malo?

Hoy quiero compartir con ustedes una breve reflexión de lo que ha significado últimamente enfrentarnos al efecto del superpeso para quienes nos encargamos de manejar el tema de logística internacional, sin profundizar a detalle en el tema y respetando en todo momento el análisis que nuestros amigos economistas nos puedan compartir, mi reflexión es solamente como un simple mortal.

Por Reynaldo C. Gómez Leyja Presidente & CEO México de Servicios de Transportación Jaguar

Es bien sabido que últimamente nuestro peso se ha fortalecido por encima de lo esperado llegando a cotizarse en niveles por debajo de los 18 pesos por dólar, hecho que en ocasiones nos ha emocionado ya que en teoría nos permite comprar más dólares, mismos que llevaríamos a gastar a Laredo o a McAllen haciendo más eficientes nuestras compras.

En el ámbito logístico tenemos que tomar en consideración lo que esto puede llegar a significar, ya que si este fenómeno se prolonga por más tiempo puede representar una amenaza en el comercio internacional, lo que afectaría principalmente al volumen actual de nuestros embarques de exportación y provocaría a su vez un efecto inmediato en el aumento en los embarques de importación, lo cual no es precisamente malo para quienes nos encargamos de operar embarques internacionales, pero sí nos podría preocupar el que no logremos tener el balance perfecto entre los volúmenes de importaciones y exportaciones. Dicho desbalance provocaría la falta de capacidad de equipo para poder surtir las necesidades del mercado actual y mover oportunamente las mercancías.

Existen productos manufacturados en nuestro país, que fácilmente pueden encontrar demanda para su venta, escogiendo el mejor aparador en donde se pueden ofrecer, es decir, al tener un “dólar barato” ciertas compañías podrían vender sus productos en el mercado doméstico, lo que disminuiría de inmediato el volumen de sus exportaciones. Mismo efecto se vería reflejado en aquellas empresas que podrían fácilmente sustituir sus importaciones, lo que abastecería al mercado doméstico, dándole vuelta a la tendencia en la balanza comercial.

Sabemos también que el nearshoring estará presente para empujar los productos manufacturados en México. Sin embargo, con un dólar barato esto nos mantendría tristemente en el concepto de país maquilador y no como país exportador que agrega valor adicional a los productos manufacturados.

También tenemos que considerar el efecto que el superpeso está provocando en las familias que dependen de la recepción de remesas, es decir, el dinero que les envían sus familiares desde el extranjero y que hoy significa recibir menos pesos por dólar al momento de su conversión. Esto, aunando el efecto inflacionario de más del 7.5 por ciento según la cifra acumulada en el año 2022, hace imposible poder comprar los productos de la canasta básica a los mismos precios que se compraban antes de la pandemia.

Mi comentario final es tratar de estar alerta sobre las variaciones que empezaremos a experimentar, enfrentando una disminución en los viajes de exportación y un incremento en el volumen de los viajes de importación.

Preparemos para enfrentar este cambio y tratemos en la manera de lo posible cerrar la brecha que pudiera existir entre los volúmenes de importación y de exportación a fin de evitar en lo posible el factor inflacionario que pudiera traer consigo un aumento en el precio de nuestros fletes internacionales.

La clave estará en lograr empatar ambos lados de nuestra balanza comercial.

¡Nos leemos pronto!

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