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Dos corredores de fondo

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Dos corredores de fondo

Dos corredores de fondo, de los que habitualmente nunca llegan a ninguna parte.

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Eso eran.

Viejo y cansado él; sin hermosura ni colores ella.

Con su aire de perdedor, pantalones grises caídos, la cara gravemente enferma por el aburrimiento, juntando palabras que conformaran pensamientos.

Fíjense ahora en ella.

Extraña en su propia tierra. Quizás es que hablase una lengua confusa o tuviera dificultades de oído.

Perdida en ninguna parte.

Mañana, se decían los dos a destiempo y en distintos lugares. Cuando no vacile mi suerte algo sucederá agradable. Cuando deje de traicionarme el destino. Cuando el porvenir toque a mi puerta para detenerse.

Mañana. Pero mañana, lamentablemente, se vuelve hoy al día siguiente.

Un día anodino. El mismo paisaje.

Los mismos bostezos durante la semana.

El bochorno del atardecer antes que rebrote el cierzo.

Se encontraron. Por fin. Esa casualidad que entre trago y trago se despierta.

Sólo necesitaron mirarse. En los ojos de él estaba ella. En los silencios de ella aparecía él.

En una maleta vacía cabe mi ilusión, susurró él. En mi bolso sobra espacio para la esperanza, dijo ella.

Compraron libros de viajes, visitaron agencias, se armaron de folletos y buenos mapas.

A esa edad en que las cosas se tornan difíciles, ¿por qué no recuperarse jóvenes?

Alquilaron una habitación.

Antes de bajar la persiana y de apagar la luz compartieron el descubrimiento de aquellas ciudades siempre lejanas.

Luego, se amaron envolviendo sus sentimientos en sábanas limpias.

Se amaron en el Cuerno de Oro, en Iquite, en el Gran Mendoza. ¡En tantos sitios se amaron!

Se amaron hasta la extenuación lo mismo en imaginados hoteles de cinco estrellas que en pensiones de buhoneros.

En sitios donde el tiempo lamenta su existencia.

E s c á n d a l o La felicidad crea resentimiento. Por eso fue un escándalo cuando ella dijo y dijo él (radiante expresión hasta entonces desconocida)

que concluida la primera vuelta al mundo, con la misma embriaguez y en esa misma noche daban comienzo de inmediato a la segunda.

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