Índice No soy más que un transmisor de noticias mundanas, de las que a casi nadie importan más allá de dos o tres piradas. ¡Que nadie me llame poeta! Que yo no sé más de letras que las que me enseñaron, en una escuela de monjas, quienes escondían la eñe de varias sucias palabras. ¡Que nadie me llame poeta! Que los poetas no mienten y yo aprendí a engañar al mar bajo la luna de mi playa y le vendí la arena entera por las bragas de una sirena. Millones de grandes poetas se suben al púlpito de las alharacas para regocijo de sus huestes que con ardor guerrero aclaman porque poseen eso que llaman 20 One Stop