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Transilvania, el corazón de los Cárpatos
from Revista de Antropología y Tradiciones Populares Nº7
by Sociedad Española de Antropología y Tradiciones Populares
TRANSILVANIA, EL CORAZÓN DE LOS CÁRPATOSPor María
Enrique Moreno Alvarado
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Varios han sido los viajes en moto que he hecho por el mundo y solo hay uno donde las carreteras que desafían a todo tipo de conductores y pilotos, se mezclan con la historia prehistórica y época medieval llevándonos a tiempos remotos.
Transilvania, la región más legendaria de Rumanía. Ubicada en el centro, como un corazón que late encajado entre las cordilleras de los Cárpatos Meridionales y los Orientales.
Colonizada por romanos, eslavos, mongoles, sajones, tártaros y hunos, e incorporada a Rumanía en 1918, hoy presume de ser un mito viajero gracias a su atractivo histórico, paisajístico, monumental y legendario. Sus ciudades medievales, castillos e iglesias fortificadas se erigen en un área de colinas arropada por los espesos hayedos y encinares que le dieron el nombre de Transilvania, más allá de los bosques La capital de Rumanía, Bucarest, apodada a inicios del siglo XX como La Pequeña París , ofrece una interesante mezcla de arquitectura soviética, avenidas nobles, iglesias ortodoxas y museos de arte. Pero vayamos a su región más enigmática y viajemos al condado de Brasov.
Durante cualquier ruta o viaje a Transilvaniael viajero se introduce plenamente en la Rumanía medieval. Transbucegi, una de las carreteras más concurridas de la zona obliga a una parada obligatoria en la estación balnearia de Sinaia, conocida con el sobrenombre de la Perla de los Cárpatos .
Lo primero que se ve de Sinaia son los palacios de Peles y Pelisor, construidos a finales del siglo XIX por el rey Carol I, que emergen en lo alto de una colina. Sus jardines y estatuas de piedra recuerdan
a las construcciones palaciegas germanas, mientras que en el interior destaca el artesonado ricamente labrado de los apartamentos imperiales y los salones de música, así como un pequeño teatro con aforo para sesenta personas.
Sinaia es uno de los mejores lugares del país para adquirir los tradicionales huevos pintados, normalmente realizados en madera o plástico, además de algún que otro icono ortodoxo de madera o cristal.
Durante el transcurso del viaje, el turista podrá disfrutar de hermosas ciudadelas y fortificaciones medievales que remontan al visitante a tiempos feudales. Al norte, flanqueada por cuatro torres, en la cima de la colina Cetatii, se erige la ciudadela de Rasnov del siglo XV. Hoy en día este antiguo recinto militar acoge conciertos de música clásica. Fue construida por los Caballeros de la Orden Teutónica hacia el 1225, aunque la primera referencia documentada es de 1335 y está relacionada con las invasiones tártaras. Por su estratégica ubicación, en el paso entre Valaquia y el corazón de Transilvania, fue asediada numerosas veces, pero solo fue conquistada en 1612. En el interior se encuentran los edificios que en su día sirvieron como casas, talleres artesanales, etc además de varias torres de defensa y un pequeño museo. Próximo a los talleres se ubica un curioso pozo que alberga la leyenda de dos prisioneros turcos que fueron sepultados dentro por su capataz, sin darles su libertad prometida. En las frías noches se puede oír aún los lamentos de esos esclavos que emergen desde lo más profundo del pozo.
De camino al legendario castillo de Bran se encuentra el monasterio de San Bartolomé, y tiene la iglesia más antigua de Brasov, construida en el siglo XIII por la orden de los Caballeros Teutónicos. Es el primero de los enclaves relacionados con el príncipe Vlad pues cerca del templo se halla el lugar donde éste empalaba a sus enemigos.
Tan solo a 13 km se encuentra el mítico castillo de Bran. Todo su enfoque turístico es entorno a los vampiros y en muchas ocasiones se le ha vinculado a Vlad Tepes hasta el punto de denominarlo El Castillo de Drácula .
Castillo de Pelisor
Su carácter es histórico, aunque fue Bram Stocker el encargado de darle éste aura de misterio. Recalcar que el príncipe de Valaquia en ningún momento residió en el castillo, únicamente se alojó durante dos noches tras utilizar el paso de Valaquia camino a una de sus batallas contra los turcos.
El castillo de Bran, fue construido en el sitio donde se encontraba una fortaleza de la época de los Caballeros Teutónicos de 1212, y fue documentado por primera vez en una acta que emitió Luis I de Hungría en 1377 en la que concedía a los sajones de Kronstadt (Brasov) el privilegio de construir la Ciudadela.
El castillo alberga unas 60 habitaciones a las que se llega a través de sinuosas y estrechas escaleras, y muchas de estas habitaciones están conectadas por pasajes subterráneos en los que hay colecciones de muebles, armas y armaduras de los siglos XIV a XIX. En los años de 1920 a 1957, Bran sirvió como residencia real, ya que el pueblo de Brasov se lo regaló a la reina María de Rumanía. Ahora es un museo abierto a los turistas, donde se puede admirar los muebles y el arte que rodeaba a la reina. El Castillo se alza sobre el pintoresco pueblo de Bran, digno de visita.
Situado junto a la espectacular carretera Transf g r an se encuentra la fortaleza real en la que vivió Vlad Tepes, El castillo de Poenari que, por su mal estado, ha quedado en un segundo plano. El acceso al castillo se hace subiendo por una alta escalinata que cuenta con casi 1500 escalones. Los arteles nos alertan de que es una zona frecuentada por osos, algo que no deja muy tranquilo al visitante, sobre todo si se considera que la mayor población de osos de Europa está en Rumanía.
Cuenta la leyenda que la fortaleza de Poenari fue mandada reconstruir por Vlad Tepes, como parte de su venganza contra los boyardos (nobles eslavos) que traicionaron a su familia. Vlad sometió a sus enemigos obligándoles a trabajar día y noche en la reconstrucción de la fortaleza hasta que sus ropas quedaron hechas pedazos y muchos de ellos perecieran en la montaña.
Castillo de Bran
Castillo Poenari
Muralla del Castillo poenari
Otra leyenda cuenta que en 1462 el castillo de Poenari fue asediado por las fuerzas otomanas de Mehmet II. Vlad consiguió huir por el valle hasta la cercana ciudad de Arefu. Fue aquí donde se reunió con sus hermanos herreros que le ayudaron a escapar poniendo las herraduras de los caballos al revés. De esta manera, consiguió desorientar a sus enemigos y volver para reagrupar su ejército. Distinta suerte corrió la esposa de Vlad Tepes, Jusztina Szilagyi de Moldavia, quien optó por saltar al vacío antes de ser capturada por los turcos durante el asedio. Desde entonces al río Arge se le conoce como El río de la Princesa .
La siguiente etapa del viaje es la encantadora Sighisoara, ciudadela declarada Patrimonio de la Humanidad y cuna de Vlad Tepes. La casa que vio nacer al Príncipe de Valaquia guarda una sorpresa a quien decida visitarla. Se encontrará un restaurante en el primer piso y una concurrida cervecería en la planta baja.
Es preferible dedicarle tiempo a la Torre del Reloj y a pasear entre el centenar de casas del siglo XVI que se despliegan a su alrededor. No hay que dejar pasar la Torre del Consejo, símbolo de la ciudad, que fue erigida en 1676, mide 64 metros de altura y desde 1898 es la sede del Museo de Historia. Este museo permite ver las figuras del carrillón, las cuales representan los días de la semana, así como documentos y obras que trazan un recorrido por la historia de la ciudad. Tras descender de la torre apetece sentarse en alguno de los cafés que se abren a la plaza Hermann Oberth o, más adelante, en la plaza Cetatii, rodeada por edificios renacentistas y barrocos.
Desde el centro de la plaza principal se abre paso la avenida Scolii, que desemboca en una escalera cubierta de 1642 y con casi 200 escalones llegando a la iglesia luterana de Berghirche (siglo XIV). Desde lo alto se avistan los tejados multicolores y el dédalo de sinuosas callejuelas de la ciudad medieval, salpicada de tascas y patios secretos, empedrados y calles empinadas dedicadas a diferentes gremios de comerciantes y artesanos. A pesar de su origen sajón, en la ciudad no vive ningún descendiente de los alemanes que la fundaron y plantaron las cepas que tapizan las colinas cercanas.
Casa donde nació Vlad dracul
Lo que más caracteriza a la ciudadela de Alba Iulia, es su forma de estrella, construida entre 1714 y 1733, y en la que apenas hay algo en pie de la fortaleza erigida por los romanos, cuando hicieron del asentamiento de Paulum el cuartel de su XIII Legio Gemina. Alba Iulia, fue la capital de la provincia de Dacia durante el Imperio Romano, capital medieval de Transilvania, durante los siglos XVI y XVII, la primera capital del Reino de Rumanos en la Edad Media, el lugar donde a principios del siglo XX Rumanía fue definida como una nación moderna y donde el primer rey de Rumanía fue coronado. Alba Iulia reúne sus tesoros arquitectónicos dentro de los 12 kilómetros de perímetro que encierran la ciudadela: los palacios Unirii, Babilon y Apor, la biblioteca Bathyaneum, la soberbia catedral Católica y la igualmente bella catedral Ortodoxa.
Transilvania encierra una gran riqueza natural y unos hermosos paisajes montañosos. El Parque Natural Apuseni es una cadena de montañas que forma una enorme meseta cortada en dos por el río Arge . Las crestas de las montañas esculpidas, los misteriosos ríos subterráneos, y la delicada decoración de las cuevas son sus principales atractivos. En el parque hay más de 200 cuevas, que se convierten en el principal destino para los espeleólogos aficionados y profesionales, así como para los curiosos que pasan sus vacaciones en Rumanía. En varias de ellas se han encontrado fósiles de animales que vivieron durante la Edad de Hielo. Las cuevas más accesibles son la «Pestera Ursilor» (La Cueva de los Osos), la mejor acondicionada para esta actividad, y la «Pestera Scarisoara» (Cueva del Helero de Scarisoara).
En cuanto a la fauna, las enormes montañas ofrecen refugio para el oso pardo, el lobo y el lince. La mejor época del año para ver los osos es durante la primavera, cuando les acecha el hambre después de su largo sueño invernal. En los meses de verano, se desplazan a zonas remotas, para intentar evitar el contacto con los seres humanos. Durante los meses de invierno, los lobos pueden verse durante el día. El resto del año se mueven por la noche.
Otra opción es adentrarse en lo que es la vida rutinaria en las montañas Apuseni, pasando por el valle del Arge , donde se encuentran los hermosos pueblos de Albac, Garda, y Arieseni. Los habitantes de la región han aprendido a construir sus casas con madera local de forma que se conserven por muchos años.