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Ante la emergencia sanitaria y la crisis económica y social. Resolución del Secretariado Político de la Unión do Povo Galego
L
a crisis provocada por la expansión de la COVID-19 está creando un nuevo escenario social y político que es preciso analizar adecuadamente también para poder dar la respuesta más acertada. Las decisiones que han ido adoptando los gobiernos, particularmente el central, pecaron desde el inicio de priorizar criterios políticos y económicos frente a la eficacia en la contención del contagio. La consecuencia más evidente es que el Estado español se sitúa, según los datos conocidos, como el segundo del mundo en número de contagios y también de personas fallecidas, a pesar de la abismal diferencia de población con otros como China o los EUA. Ha sido particularmente evidente la prioridad a razones políticas (también económicas) en la decisión de no cerrar Madrid, a pesar de que desde comienzos de marzo se situó como el principal foco de contagio. La reiterada petición en ese sentido por parte del nacionalismo gallego y de otras fuerzas soberanistas fue respondida con razones más políticas que técnicas: “el virus no entiende de fronteras” (salvo las estatales, que si se cerraron), “somos un país y este virus lo derrotamos unidos”, “es la hora de la solidaridad con Madrid”... El gobierno y las fuerzas españolas acabaron convirtiendo una de las más evidentes flaquezas desde el punto de vista sanitario para la contención del coronavirus -incluso desdeñan-
do experiencias anteriores exitosas como la de Wuhan- en uno de los principales leitmotiv políticos en su obsesiva españolización aprovechando la crisis. Eso sí, desde el punto de vista práctico, la consecuencia ha sido la centrifugación del virus al resto del Estado, un proceso que es muy evidente en lo que a Galiza se refiere. En todo caso, podemos constatar que el nacionalismo ha sido capaz de asentar socialmente la idea de que era necesario cerrar Madrid y blindar Galiza. No menos grave para la lucha contra la expansión de la epidemia ha sido la demora en paralizar toda la actividad económica y productiva no esencial, que el nacionalismo gallego venía reclamando por lo menos desde dos semanas antes, tanto en el ámbito político, institucional como en el sindical. Aquí quedaron en evidencia las razones económicas frente a las sanitarias; en vez de dar toda la prioridad a salvar vidas, pesó más intentar salvar las cuentas de resultados. También errónea, no ya desde punto de vista político, sino también operativo, fue la decisión de centralizar el “mando único” en Madrid. La falta de previsión, la improvisación, las vacilaciones y la ineficacia de una administración sanitaria estatal incapaz de gestionar con agilidad y decisión una situación de emergencia, acabaron empeorando aún más las cosas.
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