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COMPAÑEROS DE VIAJE
Pioneros de la alimentación ecológica
Las conservas de Cal Valls son fruto de una extraordinaria fusión de tradición, experiencia y sabiduría artesanal que permite mantener intactos el sabor y los beneficios nutricionales de los ingredientes más frescos. Además, esta empresa, lleva a cabo todo el proceso: desde la selección de la semilla y el cultivo hasta la elaboración final.
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Manuel Valls y su nieto, Aniol Valls en una de les sus fincas de verduras ecológicas en el Pla d’Urgell
Si hubiese que elegir una palabra con la que asociar Cal Valls, sería sin duda la palabra respeto, porque siempre han respetado a las personas, la salud, la tierra, los animales, los ciclos de la naturaleza, el medio ambiente, el producto… La historia familiar se entremezcla con la de la propia empresa y es larga, como explica Rubén Valls: “Mi abuelo, Manuel Valls Sanfeliu, puso la primera semilla, interesándose por la filosofía naturista, por temas de salud y haciendo huerto ecológico para consumo propio; aunque fue mi padre, Manuel Valls, quien comenzó a practicar la agricultura ecológica a finales de los años 70, en oposición al uso creciente de fertilizantes, herbicidas e insecticidas de la época”. Años después, con la constitución del CRAE (Consejo Regulador de la Agricultura Ecológica), Manuel Valls recibió el registro número uno como agricultor y el número dos fue para su empresa, Cal Valls, situada en Vilanova de Bellpuig, Lleida. Más adelante, “obtuvimos el sello internacional Demeter, que certifica la agricultura biodinámica, un sistema de cultivo que aprovecha todas las energías de la naturaleza para potenciar la vitalidad del alimento”.
De la cocina de casa al mercado
En aquella época, el manejo ecológico de la fruta era muy complicado, por lo que optaron por las hortalizas, que tampoco resultó fácil, porque el clima severo del llano de Lleida dificultaba una producción constante durante todo el año. “Sin embargo, ese obstáculo fue el estímulo para la innovación, que nos llevó a elaborar y comercializar conservas, las mismas que hacíamos para casa”. En los años 90, se incorporaron los hijos de Manuel Valls –Dani, Maria y el propio Rubén– y desde entonces no han parado de diversificar su oferta, crear puestos de trabajo en zonas rurales y luchar por conservar el entorno. Y cuando Veritas abrió las puertas, “fuimos de los primeros proveedores con los que comenzaron a trabajar y ya no hemos dejado de hacerlo, participando en campañas promocionales, programas de televisión, la revista, los días mundiales…”, continúa Rubén.
INICIATIVAS PARA UN PLANETA MÁS SOSTENIBLE
La compañía define sus propios objetivos de sostenibilidad, y su lucha a favor de la misma es un camino de esfuerzos y compromisos: “Practicar la agricultura ecológica ya es una forma de proteger el planeta. La totalidad de nuestro residuo orgánico se destina al compostaje y posterior abono de las fincas; la proximidad ayuda a disminuir la huella de carbono; ahorramos mucha agua al usar riegos localizados; la energía eléctrica que consumimos es 100% de fuentes renovables –el 70% la producimos con las placas fotovoltaicas que hay en el techo de nuestras naves– y aunque procuramos no malgastar, si tenemos excedente lo donamos al Banco de Alimentos”, concluye el copropietario de Cal Valls.
Rubén Valls
Ingredientes frescos de temporada
Elaboran la mayoría de sus productos en temporada para aprovechar la frescura de la materia prima y mantener sus cualidades nutricionales y organolépticas; “procuramos trabajar con ingredientes frescos de proximidad, de manera tradicional y sin añadir aditivos, ni siquiera los autorizados por la normativa ecológica”, puntualiza Rubén.
Conservas artesanas
La gastronomía de Lleida es un culto al buen hacer mediterráneo y desde tiempos ancestrales han practicado el arte de la conserva. Un arte que abrazan en Cal Valls, ofreciendo desde zumos de fruta hasta salsas, mermeladas y legumbres cocidas, pasando por todo tipo de conservas de tomate: entero y pelado, triturado, salsa, puré, frito… Han replicado los métodos caseros de sus antepasados a nivel industrial, garantizando siempre la máxima calidad: “Los zumos no se elaboran de concentrados, sino directamente de la fruta exprimida, lo que no es nada habitual; las conservas de tomate se hacen al baño María; el pimiento se asa en el horno de leña; la mermelada es únicamente fruta cocida triturada y endulzada con sirope de agave, y las legumbres se cuecen en agua y sal marina”.