La Gazeta
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Publicación trimestral disponible para leer y descargar en internet: https://www.rivera.gub.uy/social/cultura/museos/
Intendente
Cr. Richard Sander Darín
Secretario General Arq. José Mazzoni
Director General
Cr. Giovani Conti
Director de Cultura Arq. Leónidas Bayo
Museo del Patrimonio Regional Director
Prof. Dr, Eduardo Palermo
Equipo del museo
Silvia Saldivia Fabiana García Montejo Rosario Lara Prof. José Sampayo Prof. Mag. Alejandra Rivero Prof. Samuel Mezquita Tec. Priscila Mello Prof. Santiago Bude Prof. Dardo Velázquez Arq. Andrea L. Hamilton
Coordinación y diseño gráfico:
Fabiana García Montejo
La Gazeta 8 Año 2, Diciembre 2022. - ISSN en trámite
SUMARIO 5
Editorial 6
Historias en el Marco 49 Masoller 12 El Coloso de Avenida Italia 18 Museo Presente Museo en instituciones educativas 24 Literatura de Frontera cap. 3 30 Árboles de Piedra Escuela 52 de Cerrillada 36 Hiroshima 42 Inmaculada Concepción 48 Acervo: Algunas armas
Cerramos el año 2022 con un nuevo número de La Gazeta, el octavo de la revista trimestral del Museo del Patrimonio de la Intendencia de Rivera. Continuar con este proyecto pensado durante la etapa de pandemia, iniciado en 2021- y que hoy ya es una realidad editorial que circula ampliamente entre docentes, estudiantes e instituciones educativas del departamento y región - nos permite reafirmar la importancia de la interacción con el medio. Una de las tareas fundamentales de los museos es la comunicación, trasladar a la ciudadanía usuaria del servicio cultural y educativo que brindamos, por diferentes canales, un conjunto de contenidos que transitan desde las actividades que hemos realizado desde 2013 (con un nuevo formato de trabajo) al presente, pasando por contenidos patrimoniales, artículos con sinopsis histórico - culturales de diversos sitios, barrios, poblaciones del departamento, así como exhibir diferentes contenidos del amplio acervo que custodiamos para uso y disfrute del público fronterizo. Un capítulo destacado durante este año, y como siempre, fueron las actividades de apoyo a instituciones educativas, como parte de uno de los pilares del trabajo: la extensión y relaciones con la comunidad. Así, recibimos diferentes demandas desde Primaria, Secundaria, Escuela Técnica, Instituto de Formación Docente, Cerp del Norte, Udelar, Utec y diversas instituciones de Tacuarembó, Artigas, Livramento, entre otras ciudades de la región, con las cuales tuvimos el placer de colaborar de diferentes formas, con exposiciones, conferencias, presentaciones temáticas, préstamos de reproducciones fotográficas, cartelería, entre otros. Una mención especial a la Comunidad Israelita del Uruguay, en especial al Museo de la Shoá por el préstamo de una exposición temática específica que está recorriendo el departamento y también para la Universidad Federal de Santa María y la Cátedra UNESCO de Fronteras y Migraciones que nuevamente eligió a Rivera y al Museo como sede del primer encuentro académico post pandemia, el anterior se realizó aquí en 2019, actividad desarrollada con el apoyo de las autoridades de la Intendencia. Una vez más, el agradecimiento a persona e instituciones del departamento, la región y el país, por la colaboración y apoyo en la tarea de comunicar y difundir nuestra tarea. Todo esto es posible gracias al trabajo intenso del equipo de colaboradores de la revista, en especial de las funcionarias del Museo – Fabiana, Silvia y Rosario – que están disponibles y atentas para atender todas las demandas de la comunidad. Deseamos a todas y todos un excelente cierre de año y nos encontraremos, con la misma vocación y empeño en 2023. ¡¡¡¡¡¡¡Saludos!!!!!!!
La localidad de Masoller es reconocida nacionalmente por ser el epicentro de la ultima batalla de las guerras civiles del siglo XIX, cerrando de esa forma un ciclo de continuas luchas que más allá de los calificativos constituyeron una extensa lucha por la construcción de mecanismos de participación política plasmados en la Constitución de 1917. La muerte del caudillo nacionalista Aparicio Saravia herido durante el combate el 1 de setiembre de 1904 y fallecido en la cercana estancia de la madre de Joao Francisco Pereira de Souza, abrió un extenso período de consolidación institucional bajo la égida del Batllismo. Pero Masoller es también reconocida por otros factores. Es el punto de la triple frontera departamental entre Rivera, Artigas y Salto.
Es también un lugar de discusión diplomática en Uruguay y Brasil, pues nuestro país ha contestado desde 1934 el trazado de los limites establecidos en 1862, aduciendo una equivocación en la interpretación de las nacientes de los arroyos, concretamente el de la Invernada, determinando que un territorio extenso haya permanecido en territorio brasileño.
Durante el período de la demarcación de límites este lugar era conocido como Puntas de Arapey chico, Rincón de Artigas,
Rincón de Osorio y aún como Lunarejo indistintamente.
A partir de la instalación del Marco intermedio numero 49 en 1862 y especialmente a partir de 1870-75 el local paso a ser identificado con el apellido del propietario del principal comercio de la zona, la Casa Masoller.
CASA – COMERCIO DE FRANCISCO MASOLLER: esta construcción se encuentra emplazada frente al marco divisorio Nº 49 sobre la Ruta 30 y camino al Cerro del Lunarejo. Francisco Masoller, de origen español, se estableció con comercio en este lugar hacia 1870, la casa habría sido construída hacia 1875.El comercio se transformó en abastecedor de diversos productos a los hacendados de la zona, entre ellos a los poderosos estancieros Mascareñas. Fue posta obligada de las diligencias que unían Rivera con Salto y Artigas. Durante la guerra de 1904 fue protagonista directo de la revolución, siendo su local comercial visitado reiteradas veces por integrantes del ejercito gubernista y revolucionario, una de sus hijas, Francisca, escribió un memorable diario que relata los sucesos de la revolución narrados desde la perspectiva realista de un protagonista, entre ellos aspectos del
Prof. Dr. Eduardo Palermocombate del 1 de setiembre. Históricamente el territorio tiene una historia de larga duración. Es un amplio sitio arqueológico donde puede encontrarse innumerables testimonios, ha sido común encontrar en el propio local de la batalla de 1904 boleadoras, lenticulares y artefactos de las culturas indígenas que lo poblaron. En tiempos coloniales fue una zona de intenso tránsito de tropas de ganados, mulas y caballos y territorio de los faeneros y contrabandistas de ganado, entre ellos un tal Pepe Artigas, de hecho, no lejos de allí sobre las nacientes del Cuareim existe el registro del Paso de Artigas. Después de la derrota militar del artiguismo en 1820 los campos fueron rápidamente poblados por apropiación o compra por los soldados portugueses de Lecor y han permanecido desde entonces los apellidos de ese origen y aún las mismas propiedades.
En tiempos más recientes se constituyo la población actual a partir de los planes de Mevir y con ellos la instalación de la escuela y del liceo rural Aparicio Saravia. Con anterioridad el Instituto de Colonización había adquirido tierras intestadas de Mascarenhas creándose la Colonia de Aparicio Saravia que convive con establecimientos de origen luso-brasileño de muy larga data.
muy abundantes en la zona son una verdadera maravilla de la arquitectura criolla, los más antiguos datan probablemente del período misionero, probablemente del primer tercio del siglo 18, habida cuenta que la estancia de Yapeyú, San Miguel y San Borja, correspondientes a los respectivos pueblos misioneros, data de 1705, repoblada sucesivas veces. Posteriormente estos cercos fueron ampliados con mano de obra esclava de origen africano durante el siglo 19 y ya en siglo 20 trabajadores inmigrantes vascos realizaron su recuperación y mantenimiento, durante largos años y aún hoy, los cercos y corales son utilizados como divisoria de los campos, especialmente en lo que concierne a cercos perimetrales. Corrales como los cercanos al comercio de Masoller y el del cerro dos Cachorros fueron utilizados como protección para la artillería durante la revolución de 1904.
El término Coloso proviene desde la Antiguedad y hace referencia a las estructuras arquitecónicas o esculturas que se destacan en el paisaje por su tamaño grande,gigante, monumental. Es en este sentido que por Avenida Italia, en el tramo recorrido que unía la zona del prado riverense con el centro comercial, se encuentra una estructura colosal: el estadio Atilio Paiva Olivera.
Las primeras alusiones a esta arquitectura encontramos en el estadio griego, construido y utilizado para los juegos olímpicos entre las polis (período donde los conflictos entre las mismas cesaban). Alrededor del año 700 a.C aparece el estadio en Olimpia (Grecia) donde se realizaban actividades en honor al dios Zeus. En el año 329a.C , comienza a construirse el estadio con graderías en mármol y en forma de U promovido por Licurgo Arconte.
En el Siglo I a.c encontramos dentro del Imperio Romano los primeros anfiteatros, construídos en madera y luego en piedra y ladrillo como es el ejemplo del Anfiteatro de Pompeya. El mismo se conserva debido a la erupción del volcán Vesubio y mantiene su forma elíptica.
El inicio de los estadios estuvo relacionado a ubicar en el centro a los protagonistas principales, como corredores, lanzadores, gladiadores, entre diversos espectáculos,
rodéandolos de tribunas o plataformas con graderías para que el público pudiera observar lo que allí sucedía. En el correr de los años , precisamente en el último cuarto del siglo XIX en Uruguay , el fútbol (deporte de origen inglés) con la oleada de inmigrantes europeos, fue apropiándose de estos lugares, llegando a ser de gran relevancia y en especial en la frontera Rivera-Livramento.
El fútbol en Rivera Para comenzar a desarrollar sobre el fútbol en Rivera, es imprescindible recurrir al acervo del Museo del Patrimonio Regional para observar la prensa de la época, donde aparecen relatos de los episodios relacionados al fútbol que recogerá Eduardo Palermo en su trabajo El Grito del Canilla. Además es inevitable no consultar al referente escritor de la historia del fútbol riverense Marco Da Silva , con su trabajo 100 años de la Liga Departamental de Fútbol de Rivera donde narra la historia del fútbol riverense. Muchos saben del nombre del estadio de la ciudad de Rivera, pero pocos de adonde se toma el mismo para rendir homenaje, lo cual lleva a consultar el Diccionario Riverense de Joel Salomón de León y su obra en conjunto con Luis Abellá Cosas y Gentes de Rivera.
La primera vez que comenzó a rodar la pelota fue justamente en el predio de la actual Plaza Internacional donde anteriormente era una zona arenosa a finales del siglo XIX, principios del XX. Pero también es probable que con la llegada del ferrocarril a Rivera (1892), los trabajadores pudieran practicar este deporte. El perfil comercial de los primeros vecinos del pueblo y la conexión via ferrocarril a Montevideo alentaron rápidamente los primeros gritos de gol. Marco Da Silva sostiene el alto valor de los equipamientos para jugar fútbol , lo cual estaría muy relacionado a las clases altas en un principio. Por el 1906, en el actual zona del Cuartel de Rivera se comenzó a delimitar una cancha. Dos años mas tarde , la plaza General Venancio Flores, será el centro del espectáculo futbolístico riverense.
En el año 1911, se comienza a trazar una nueva cancha en el Prado Municipal (zona que abarca el actual estadio municipal, corralón y alrededores). Esta cancha se denominará Field Municipal ( palabra de origen inglés para denominar a la cancha o campo de juego) y estuvo administrada por el Club Lavalleja hasta 1921. Los cuatro años posteriores estuvo gestionado por el Club Peñarol.
Ya en 1924, cuando Uruguay se consagra campeón mundial de los juegos olímpicos en Colombes, el diputado Atilio Paiva Olivera presenta una iniciativa para remodelar el entorno del Field Municipal, incorporando un paseo público.
En este momento la arquitectura comienza a conjugarse junto con el espacio público, aprovechando el tramo que llevaba al denominado Camino de la Diligencia como también hacia Curticeiras. Meses mas tarde se constituía la Comisión Pro Field Municipal Campeones Olímpicos del Mundo en honor al triunfo de Uruguay. Esta comisión estaría presidida por Miguel Aguerre Aristegui (médico destacado e intendente de Rivera ) y el propio Atilio Paiva, la cual destinaría cinco mil pesos para la construc-
ción del estadio. El 25 de Agosto de 1927 se inaugura el Field Municipal Campeones Olímpicos del Mundo, con dos partidos de la selección de Rivera contra dos equipos brasileños. Al año siguiente , el miembro de la comisión Atilio Paiva Olivera fue asesinado y en 1930 Alfredo Lepro presenta un proyecto para cambiar la designación del estadio, rindiendo homenaje al fallecido, cambiándolo por Parque Municipal Atilio Paiva Olivera.
¿Quién fue Atilio Paiva Olivera? Nacido en Salto el 1 de Junio de 1882, hijo de Mauricio Correa Paiva y Esclarena Olivera se desempeñó como escritor, odontólogo, periodista y político (llegando a ser gobernante). En 1921 ya está radicado en Rivera y es afiliado a la corriente colorada del riverismo, destacándose políticamente como también como escritor. Elevó la propuesta para la creación del Field Municipal en 1925, llevándose a concretar dos años mas tarde. En ese 1927 integra el Consejo de Administración Departamental junto a Aurelio Carámbula y Abel Segarra. A la salida de una actividad benéfica en el Club Uruguay, recibe un tiro por la espalda, quitándole la vida.
En 1929, en homenaje al joven Atilio Paiva, se designa una calle con su nombre y al año siguiente por iniciativa del político Alfredo Lepro, el estadio pasa a llamarse Parque Municipal Atilio Paiva Olivera.
Las reformas rumbo a la actualidad
Trascurría el año de 1957 para que se diera paso a las reformas, las cuales llevarían hasta el año de 1966 para reabrir sus puertas al público futbolero. En ese momento se da a conocer la gran gradería o tribuna de cemento que sustituye a la antigua de madera. En su fachada, lugar que da paso de entrada al Coloso, se visualizaba una gran torre en ladrillo realizada por el arquitecto Angel del Campo con la inscripción Estadio Municipal confeccionada por ,
Eduardo Santos . En lo mas alto de la torre,ondeaba la bandera uruguaya en un mastil. En cuanto a las paredes de la entrada de la tribuna principal, se observaba un mural dedicado al fútbol realizado por el artista riverense Osmar Santos. El mismo mural era en hierro policromado en laca y barniz poliuretánico .Sus dimensiones: 16 metros de largo por 3 de altura . En el mismo mural se observaba el estudio anatómico del artista para la composición de las figuras, dándole su propia impronta. En entrevistas realizadas al artista, manifestó su principal eje de estudio y pintura, el ser humano.
Estas paredes se presentaban con una breve
circunferencia en forma de abrazo al publico riverense futbolero. En el suelo se mantenía el pasto para darle la estética correspondiente al deporte. Esta remodelación daba paso finalmente a la arquitectura de cemento y consigo la modernidad.
La segunda gran reforma se efectúa previo a la Copa América de 1995, disputada en Uruguay y teniendo al Atilio Paiva Olivera como una de sus sedes . Esta reforma levanta una gran cantidad de graderías a su alrededor, llegando a la capacidad de 27 mil personas.
En la actualidad el estadio es escenario para la liga de fútbol local, internacional y eventos culturales.
Imagen aportada por el Sr. Fredy SilvaCada día cobran mayor importancia por hacer parte del patrimonio cultural los acervos fotográficos. Las fotografías tienen un enorme valor documental pues son el testimonio, una representación viva de la vida, pues nos permiten conocer: los objetos, la vestimenta, el mobiliario, ayudan a ilustrar la memoria colectiva de un pueblo o país.
Las fotografías congelan un instante, capturan de esta manera la realidad del momento, y son un aporte fundamental para entender las características de una sociedad. De este modo las fotografías se convierten en documento histórico, en un testimonio visual y gráfico de las costumbres de una época determinada.
Las fotografías como documento histórico nos permiten comprender un período y reconstruir el pasado a través de sus personajes, de sus modas o de sus costumbres. El día 28 de octubre se realizó en el hall de la Escuela Técnica Superior de Rivera la exposición coordinada por la Sala de Historia de la Institución. En esta oportunidad contamos con la muestra fotográfica de los 50 años del Canal 10 de Rivera gracias al aporte del Museo del Patrimonio Regional de Rivera. A través de la visita a la muestra los alumnos pudieron observar imágenes del primer canal de televisión de la frontera, creado gracias al empeño de Juan Israel Paiva, Dr. Carolino
Alvez Apolo y Ariel Pereira que concretan un anhelado sueño.
La muestra despertó gran interés por parte de los alumnos quienes se asombraban de vestimenta, los peinados y la tecnología plasmadas en las imágenes.
Un 18 de mayo de 1968, se instalaba en Rivera el canal 10 que lo largo de sus más de 50 años se ha convertido en parte fundamental de la vida cotidiana de nuestra frontera.
En entrevista al diario A Plateia el Sr. Ariel Pereira expresa que la idea de crear canales de televisión en el interior del país fue promovida por parte de los canales 4, 10 y 12 de Montevideo y también por una comisión que estaba integrada por propietarios de comercios capitalinos en los cuales se comercializaban electrodomésticos y los mismos tenían la necesidad de poder acceder de cierta forma al mercado del interior, dónde uno de los caminos elegidos fue la venta de TV en los diversos departamentos del interior uruguayo, motivo por el cual la creación de canales de televisión era imprescindible.
La mayor interrogante manifestada por los alumnos es el por que el burrito es la imagen que identifica el canal.
La versión que más circula es la de que frente al terreno dónde están las instalaciones del canal se ataban a los burros que eran traídos de campaña con leña, leche, fruta, verdura, los mismos quedaban atados pastando mientras sus propietarios recorrían los comercios de la frontera.
Prof. Cristina SeveroPuede ser definido como el conjunto de elementos emanados de la actividad industrial, que son valorados por la sociedad como patrimonio cultural. Este conjunto incluye los bienes muebles e inmuebles y las estructuras sociales relacionadas con la cultura del trabajo resultado de las actividades de extracción, de transporte, de transformación.
Pueden ser fábricas, talleres, minas, molinos, puertos, almacenes, depósitos, medios de transporte, etc.
Son testimonios de actividades que tienen un importante valor histórico pues formaron parte de la vida de hombres, mujeres y familias enteras. Por tal motivo el Patrimonio industrial genera un gran sentimiento de identidad.
El conocimiento de los vestigios del pasado industrial existente en la comunidad busca potenciarse como instrumento de protección, conservación y difusión. Este proceso de concientización y reconocimiento lleva a la necesidad de preservarlos, como forma de cuidar la memoria colectiva.
Valorar y preservar son dos caras de la misma moneda. Por lo tanto hablar de patrimonio industrial, implica detenerse a mirar los vestigios de una actividad humana vinculada al trabajo y a lo productivo.
Durante los meses de setiembre y octubre en las clases de Ciencias Sociales – Economía los alumnos se han dedicado a buscar información sobre la historia y actualidad de varios emprendimientos económicos que existen o han existido en nuestra frontera. Se realizaron visitas didácticas para que los estudiantes tuvieran contacto con el espacio
físico, productos y protagonistas. La visita a las fábricas existentes en la ciudad permitió visualizar como se realiza el trabajo dentro de las mismas, como se trabaja con los materiales disponibles, modificando sus propiedades para elaborar diferentes productos, permitió, además de interactuar con diferentes máquinas, analizar los cambios tecnológicos, conocer anécdotas, observar las modificaciones que se producen en el trabajo y la organización de un proceso de producción.
Fueron seleccionados para el estudio: Conaprole, Fábrica de aceite Mandubí, Fábrica de pastas Lo Cicero, Armour, Bodega 636, Urufor, Montepaz, Fuente Oriente. Varios de esos emprendimientos funcionan desde hace varios años y han empleado a más de una generación de familias.
Otros de esos lugares permanecen en la memoria de riverenses y santanenses por el impacto económico que tuvo su apertura y posterior cierre.
La fábrica de Aceite Mandubí y el Armour que fueron fundamentales en la conformación de los barrios aledaños, hoy nada más conservan su infraestructura.
En la actualidad Fuente Oriente es la empresa más antigua de Rivera contando con más de 100 años de vida.
Luego de recolectada la información se procedió a armar una exposición en el hall de la Escuela Técnica de Rivera en el marco del mes del Patrimonio.
Estudiantes de diversos cursos y docentes visitaron la exposición dónde fueron informados sobre la historia de cada uno de los establecimientos industriales.
Dicha actividad fue de vital importancia para informar y concientizar sobre los sitios patrimoniales existentes en nuestra ciudad y frontera, pues visibilizan su impulso en el desarrollo e identidad local.
Las últimas publicaciones de la literatura de frontera en las obras de Fabián Severo, Luis Do Santos, Matías da Costa, Michel Croz y David Benavídez.
En esta última entrega sobre literatura de frontera nos centraremos en las producciones narrativas recientes de los artiguenses Fabián Severo (Viralata, 2015 y Sepultura, 2020) y Luis Do Santos (El zambullidor, 2017 y La última frontera, 2020), cuyas obras han alcanzado notoria visibilidad en el ambiente literario nacional. Junto a ellos destacaremos los nombres de dos jóvenes escritores riverenses, Matías da Costa (El humo de las leñas verdes, 2020) y David Benavídez (Custurador de barro, 2021), que inauguran su carrera literaria introduciendo en la literatura de frontera nuevos abordajes y puntos de vista. También mencionaremos al escritor riverense Michel Croz, autor de una vasta producción poética y teatral de circulación más bien local, que ha enriquecido la literatura de frontera con varios títulos, uno de ellos publicado recientemente (Política, 2021).
Estos escritores demuestran en sus obras continuidades y rupturas con la tradición literaria fronteriza, cuyo panorama se ofreció en las entregas anteriores.
La última narrativa de frontera en las voces de Fabián Severo, Luis Do Santos y Matías da Costa Viralata (Rumbo, 2015) es la primera novela de Fabián Severo, con la que obtiene el Primer Premio Nacional de Literatura en 2017, en la categoría de obra édita en narrativa. Escrita totalmente en portuñol o “español fronterizo”, trata acerca de la vida de frontera en Artigas, y su escritura fue motivada por el sentimiento de impotencia frente a la muerte de su madre.
El título de esta novela constituye el primer paso en la construcción de su imaginario fronterizo. El mismo es un vocablo tomado del portugués, que evoca a “los perros y gatos sin una raza definida” (Severo 2015: 12). Esta condición remite al carácter híbrido de la frontera y de la familia fronteriza, nombrada continuamente en la novela y representada también en la imagen del árbol genealógico que la inicia. La pobreza será la realidad fronteriza más concreta en las novelas de Severo. El narrador de Viralata recuerda cuando, en su
infancia, cada uno salía, incluso él, “a cazar la comida para poder sobrevivir en la selva de la frontera.” (Severo 2015: 49)
Esta pobreza es acompañada por la tristeza, que en la frontera “aplasta palabras, abatuma sonidos.” (92). Pero la pobreza de la frontera no es solamente material, sino también de espíritu. La violencia doméstica, por un lado, y el dejarse estar por otro, conforman la realidad cotidiana fronteriza en las novelas de Severo.
La urgencia de decir la palabra también se encuentra en Sepultura (La Canoa, 2020), novela en la que su viejo protagonista y narrador posee la capacidad de escuchar las voces de los muertos y convivir con ellos, como lo hace con su esposa e hijo fallecidos. Sepultura es un pueblo literario (como Macondo o Santa María), situado en la frontera entre Uruguay y Brasil, cercano a Ortigas y al margen de un río, ya muerto, llamado Yaguareim. Este viejo narrador interactúa con una joven que busca su ayuda con la intención de comunicarse con su abuela fallecida, para intentar desvendar el misterio del desaparecimiento de su abuelo Yoni, cuando los militares invaden el pueblo. Como padece un problema cerebral y siente la inminencia de la muerte, la joven decide reflotar su pasado y anotar sus memorias, de ahí la necesidad de entrevistarse con el anciano, que, a su vez, vislumbra en la joven la oportunidad de dar continuidad a su palabra. “Uno solo vive si pode fundar uma palabra en los otro” (36), dice. La presencia de los muertos en interacción con los vivos como ejemplo del contenido maravilloso de la literatura y que conforma, también, el imaginario fronterizo que tratamos aquí, se observa nuevamente en El zambullidor (Fin de siglo, 2017), novela de Luis Do Santos (1967), mención especial en los Premios Onetti de 2014.
La misma narra la conmovedora historia de un niño de un pueblo rural fronterizo, inmerso en un ambiente familiar violento y sumido en la pobreza, que logra ser resiliente gracias a su gran poder de aprendizaje y a la amistad que le ofrecen varios personajes que irán apareciendo sucesivamente en su vida. Producto de un hogar encabezado por un padre alcohólico y depresivo, y una madre austera y poco cariñosa, el protagonista narrador de esta historia irá tejiendo los hilos de su vida, hasta el momento de enfrentar la muerte de su padre en un hospital de ciudad, a la que el anciano acude en busca de su hijo.
La tristeza y la soledad serán las dos fuerzas que se trenzarán a lo largo de esta historia de vida, cuyo inicio se registra el día en que el protagonista, aún niño, observa a su padre realizando el oficio de zambullidor: “Entonces mi padre llegó hasta la orilla sin decir palabra, sacó del bolsillo aquel jazmín blanco de nuestro jardín y, luego de murmurar una oración entrecortada, lo arrojó al agua antes de hacer la señal de la cruz.” (Do Santos 2017: 10). El don, y al mismo tiempo la desgracia, de su padre de poseer la capacidad de encontrar ahogados en el río con la ayuda de un jazmín blanco, permanecerá en la memoria del personaje para el resto de su vida, al igual que el momento en que lo sorprende llorando desconsoladamente, junto a su madre y frente a “una flor de jazmín hecha pedazos en el suelo.” (50).
La frontera también aparece muy patente en La última frontera (Fin de siglo, 2020), segunda novela publicada de Do Santos, aunque primera en ser escrita. Toda la acción de la misma se desarrolla en Abaité, otro pueblo literario de frontera, cuyo origen se da, según lo contado por el protagonista Pedro Serpa, cuando Alcides Bentos Farrapos, apodado Didí, uno de los bandeirantes que parte de la villa de Sao Paulo de Piratininga
“buscando algún lugar dócil donde hallar esclavos, renombre y riqueza” (7576), lo halla cerca de un “arrollito saltarín, que desemboca en un gran río de monte espeso y erizado” (77). En la travesía, una de sus hijas, Abaité, que hacía un mes padecía fiebres delirantes, logra recobrar la salud cuando entra en contacto con el aire de estos parajes, por lo que su padre bautizó con su nombre a aquel nuevo pueblo, que en lengua tupí significa, según el narrador, “la eterna que siempre está buscando” (78).
Por La última frontera desfilan una serie de personajes que irán conformando la idiosincrasia particular de Abaité, cada uno de ellos protagonistas de su propia historia, que le darán a la vida del pueblo un sabor particular. Como marco ficticio de este escenario fronterizo, presenciamos el inicio y desarrollo del conflicto por ratificación de límites, culminado con la firma del “Tratado de Ñaquiñá” que reconoce el pueblo de Abaité “dentro del territorio legítimo de la República Oriental del Uruguay” (92). Para culminar este panorama de la narrativa de frontera publicada recientemente, no podría pasar por alto la novela de Matías da Costa (1989), El humo de las leñas verdes (Rumbo, 2020), en la que recrea una frontera actual y urbana, específicamente riverense, con sus característicos free shops, su línea divisoria, su índole estrictamente comercial y su vicio por las telenovelas. En su primera obra, Andares de la vida universitaria (2014), da Costa relata los contratiempos vividos por los jóvenes del interior en la capital del país, propios del éxodo estudiantil característico del Uruguay. En esta segunda obra retrata el regreso de una de esos estudiantes, Carolina, que no encuentra en la frontera una salida laboral para su formación en ingeniería, pero sí logra, en contrapartida, encontrarse consigo misma, reencontrar a su familia y sanar la angustia provocada por la duda sobre su origen.
Esta novela de frontera escrita en español, ofrece algunos ejemplos de palabras en portuñol, (carona, careca, vadía, cameló, entre otras), de las que se destaca el caso de desbarrancandise, vocablo que refiere al proceso de desmoronamiento de un terreno, y que en la novela indica la situación de descuido en que se encuentra el patio de Carmen, madre de Carolina, pero que, en última instancia, remite a la condición existencial de los personajes.
Las nuevas miradas de la ciudad y el campo en las fronteras líricas de Michel Croz y David Benavídez
La ciudad de Rivera volverá a aparecer en la literatura de frontera de la mano del libro Política (TAN, 2021) de Michel Croz. Libro escrito durante la pandemia del Coronavirus, se estructura en un formato bilingüe, en el que Verónica Loss (esposa del poeta) realiza la traducción de los poemas de Croz al portugués gaúcho, por lo que la frontera aparecerá bajo todas sus facetas lingüísticas, ya que encontraremos también poemas escritos en portuñol. Por otro lado, el universo cultural fronterizo conformado por las ciudades de Rivera y Livramento hará su aparición en varios momentos del libro.
La pandemia nuevamente se hará visible en el libro de Croz, también en conexión a los free shops, como en el poema “Se va a caer (o El legado de la peste. Pero no solamente lo comercial será destacado en este libro; también el ambiente intelectual y literario de la frontera tendrán su lugar en la crítica de Croz, como en el poema “aquí en los talleres literarios”, en el que el poeta se refiere, ácidamente, a este tipo de actividad literaria, donde él también es un blanco de ataques. La crítica al universo cultural e intelectual de la frontera también se observa cuando ese tipo de eventos sucede en la ciudad de Livramento.
El portuñol también aparece en varios poemas de Política, pero de manera más
contundente en “Olynthomarianas u Olynthianas”, homenaje al poeta de La sombra de los plátanos, en el que se realiza una intertextualidad entre la referencia a la imagen de la luna del poema “Calle Brasil” de Simões, y la luna que aparece en los cuadros de José Cúneo. No es la primera vez que aparece el portuñol en la obra de Croz, ya que se trata de un poeta con una larga trayectoria, en la que Política sobresale por la madurez de su estilo.
Por su parte, Custurador de barro (Rumbo, 2021) es el primer libro publicado del escritor riverense David Benavídez (1995). Consiste en un poemario escrito en portuñol en el que el yo lírico recrea el universo entrañable de su infancia, en medio de los montes y arroyos de Blanquillos, paraje del interior del departamento de Rivera. En la escritura íntima y sugestiva de este libro, desfilan familiares y amigos del poeta en un diálogo permanente del presente con el pasado, cuyo centro lo constituye el lugar y su lengua.
Los poemas que componen el Custurador son escritos en portuñol, salvo los cinco poemas en español que se encuentran en la primera sección del libro denominada “Tierra” y en el poema “Mis versos al principio fueron de búsqueda” que inicia la segunda sección llamada “Barro”. Lengua materna de su abuela es la base e inspiración para la creación del dialecto literario que realiza Benavídez en el libro. Su muerte, acaecida en el año 2017, constituyó el motivo central que impulsó la escritura de este primer proyecto literario del autor, por lo que el dolor será la puerta de entrada al libro y el portuñol la lengua con la cual se recreará el universo afectivo.
La recreación del portuñol de la abuela tiene como finalidad última, entonces, la unión de la familia rota y dispersa, objetivo principal del libro, cuya lectura busca “custurar” (lo que vendría a ser lo mismo que sanar) las rupturas y las
grietas del “barro seco”, metáfora del dolor y la separación. Por otro lado, el campo presente en el Custurador es aquel en el que se busca la trascendencia cósmica; es un templo en el que se comulga con el mundo espiritual y en donde se expanden los sentidos. Es un lugar de aprendizaje y comunión con el cosmos, con cualidades trascendentales y sanadoras, aspecto que introduce un componente innovador en la literatura de frontera.
Así, con minúscula al inicio. José Cúneo Perinetti (1887-1977), pintor uruguayo, cuya obra se caracteriza por la serie de ranchos, lunas y acuarelas del campo uruguayo. Mención especial en la edición del 2019 de los Premios
Vivir en la frontera y hacer parte de ella implica muchos sentimientos uno de ellos es el de pertenencia y es al cual nos quisimos aferrar como ciudadanos de Cerrillada. La investigación fue realizada con la finalidad de participar en los Clubes de ciencia. Fueron sus expositores los alumnos Mikael Piriz Rocha y Gabriela Rodríguez Bude con la docente orientadora María del Carmen Cuello Gómez. El trabajo partió de la interrogante ¿Qué historia esconden nuestros marcos? Y titulamos la tarea Una calle de por medio pues es ella quien nos separa del país vecino, estando del lado Uruguayo Rivera - Cerrillada y del lado Brasileño Dom Pedrito – Serrilhada. Para llevarlo adelante lo primero que tuvimos que hacer fue interiorizarnos sobre el tema, para lo cual recurrimos al profesor e historiador Eduardo Palermo. Ubicamos el tramo del territorio uruguayo que ocupa la frontera seca y que desde 1851 hasta la fecha ha tenido cambios con un tratado u otro. Identificamos lugares de nuestro departamento que son históricos tanto por algún episodio o por los límites mismos como Masoller. Encontramos un detalle interesante que permitió que trabajáramos más el tema desde la identidad; y fue descubrir que este tipo de estructuras son únicas a nivel mundial; donde los Marcos poseen una base en que algunos modelos es piramidal y en otros cilíndricos y después en su parte superior ubicamos el verdadero marco. En toda la extensión de la frontera que va desde el Chuy hasta la Isla Brasilera hay tres tipos de Marcos: los chicos con aproximadamente 1.460 ejemplares, los intermedios que son 49 y los principales que son 12 y de los cuales el P11 se ubica en nuestra zona. Dicha investigación nos llevo a realizar encuestas y entrevistas a vecinos de la localidad para conocer sus saberes en cuanto los Marcos. Nuestro principal interés es dar a conocer la identidad y lograr que la población valore, reconozca y preserve los marcos como patrimonio local y nacional. Descubrimos que los detalles que inicialmente habían enclavados en los marcos fueron saqueados un poco por los gitanos como cuentan los vecinos, pero también hay algún que otro ejemplar en la casa de algún vecino. Los alumnos de ciclo básico rural expositores del club de ciencia realizaron una clase para compartir con el alumnado de inicial a sexto año y así compartir con ellos los resultados de la investigación. Para darle continuidad al trabajo la inspectora de zona de educación inicial nos convoco a pensar en una actividad con mencionado nivel para proponerles que continúen dicho legado de preservación y difusión porque 9º grado culmina su ciclo en la institución. El trabajo se reformulo en mas de una instancia para concretar mejor la apropiación por parte de nuestra comunidad y el departamento. Se elaboró un folleto español-portugués e inglés para divulgar la historia que esconden los marcos como patrimonio tangible. Impartir conocimientos de Historia no es de los más atractivos por el guarda memoria de fechas y lugares, por la lectura de documentos y/o libros, por el tratar de comprender una situación en un tiempo determinado sin haber formado parte de ella, pero luego del logro obtenido con las menciones en el club de ciencias estoy convencida que la historia bien trasmitida siempre será fascinante.
El 6 de agosto de 1945 el bombardero norteamericano B.29 “Enola Gay” sobrevoló la ciudad japonesa de Hiroshima, lanzando a las 8.15 horas la primera bomba atómica sobre un objetivo civil provocando la destrucción masiva e instantánea de unas 100 mil personas y provocó daños biológicos a otros miles que fallecieron en los meses siguientes. Días después, el 9 de agosto, a las 11.15 una nueva bomba destruía Nagasaki generando miles de muertos. Se iniciaba así de forma trágica una nueva etapa en la historia de la humanidad y una carrera armamentista que nos trae a nuestros días con reiteradas voces de guerra nuclear.
La Embajada de Japón en Uruguay disponía en 2015 de una exposición en español e inglés que recogía la experiencia de ese país con las bombas atómicas a través de fotografías, diseños, paneles técnicos que explicaban todos los aspectos fisicoquímicos vinculados a la bomba y sus efectos en las personas y la naturaleza durante el período posterior. Gracias a las gestiones realizadas por Yoshifumi Shimomura cooperante de JICA en la Intendencia de Rivera el Museo pudo acceder a dichos materiales y con la autorización de la Embajadora de Japón en Uruguay, el día 6 de agosto de 2015 se recordaron los 70 años de esa
experiencia traumática y penosa de la humanidad. En el acto realizado en el Museo estuvieron presentes, además de las autoridades municipales junto al Cr. Richard Sander, la escuela Japón de nuestra ciudad, representantes de instituciones educativas de Secundaria y público.
El Sr. Yoshifumi Shimomura realizó la lectura de una nota recibida de la Embajada y expresó una reflexión sobre el uso de la energía atómica con fines bélicos.
La exposición estuvo acompañada de la exhibición de una película japonesa, “Lluvia negra” que relata la experiencia de una familia, en particular de una adolescente, con las consecuencias de la exposición a la radiación.
Un film sensible y realista, testimonial. Las paredes del museo fueron cubiertas por grullas de papel y se realizó un taller para enseñar la técnica de origami.
Posteriormente una parte de los materiales fueron exhibidos en el Liceo 7 de Rivera durante el mes de setiembre donde se realizaron talleres de sensibilización con docentes y estudiantes que culminaron con una exposición de trabajos y manualidades confeccionados por los estudiantes de ese centro y de los cursos Figari de la Escuela Técnica de Rivera.
La primera capilla de la ciudad se instaló en 1868, en una pequeña habitación sin demasiados lujos, la familia cristiana se reunía en la iglesia de Livramento. En 1869 la comunidad local solicitaba al Padre Andrés Bagnati, en Tacuarembó, dotar de más elementos necesarios para el culto. El mismo visito la población ese año, siendo adquirida en dicha instancia un terreno en la actual calle Joaquín Suarez casi Paysandú donde se erigió un altar apropiado en 1871. El dos de agosto de 1869 se registró el primer bautismo del recién nacido Atanasio Cubiló, siendo el cura Matías Penza el responsable de dicho acto y a la vez nombrado primer cura de Rivera. En 1884 con la creación del departamento de Rivera, el nuevo territorio se separó como jurisdicción eclesiástica del de Tacuarembó, nombrándose como cura vicario general a José López de Arcaute. A poco de asumir se propuso como objetivo central la construcción de una iglesia a la altura del departamento, para ello en la navidad de 1889 se colocó la piedra fundamental del edificio actual, frente a la Plaza Artigas, encargándose la obra al ingeniero Alberto Bordenave, quien realizó importantes obras en la ciudad como el Cuartel del Regimiento 3ero de Caballería, el Hospital del Cerro Marconi así como varios puentes carreteros
y diversas casas de familia. El edificio constaba de tres naves separadas por arcos sostenidos en pilastras, la nave central medía 27 metros de largo por 7 de ancho y el edificio poseía una sola torre, originalmente de madera, alineada con el frente del edificio y rematada por una cúpula colonial revestida de azulejos blancos y azules. El primero de marzo de 1891, en medio de una Santa Misión encabezada por Mons. Ricardo Isasa se bendijo y habilitó el nuevo templo para uso de los fieles. En los años siguientes se pintaron las paredes y cúpulas con diseños del artista local Teobaldo Carámbula. El primero de noviembre de 1903 fueron bendecidas las 4 campanas de la parroquia por Mons. Isasa, en ese acto se desencadenó un incidente entre la policía local y los integrantes de la policía brasilera presente que fueron la chispa que encendió la guerra civil de 1904 y se reconoce como el “episodio de las campanas”. En febrero de 1926 se dio comienzo a la construcción de la actual estructura del templo. En setiembre de 1930 se bendijo el templo remodelado faltando terminar la torre, sustituyendo la de madera culminada en 1936. El 24 de octubre de 1939 se inauguró a la media noche el reloj de la torre comprado por el Padre Lor y procedente de la casa Corralejo de Montevideo.