Relatos del concurso "Una historia de desamor"

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R e l a t o s participantes del c o n c u r s o ÂŤ Una historia de desamor Âť


Migajas Charly B.

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Él la amó como a nadie, ella eligió a alguien más. Él siguió queriéndola, entre sueños, entre versos ya casi no habla de lo que siente, está cansado de escuchar que ella no le conviene, su razón lo entiende, pero en el pecho lleva su nombre. Su amor es de aquellos amores raros, amor conjugado entre fiestas y licor, amor inspirado en besos sabor a vodka. La conciencia de ambos muerta, el corazón de ella late, el corazón de él grita amor. Él la cuida, la valora, la protege, guarda un lugar especial para ella en su corazón, para ella él es su acompañante de copas, su excusa del amor. ¿De qué se habrá enamorado? ¿De ilusiones creadas bajo el efecto de un amor ingrato y un caro whisky?, ¿De cuestión carnal y no de corazones sinceros? Porque él sigue como si todo, porque ella sigue como si nada. Porque a él le duele su indiferencia, porque a ella le interesa llegar temprano a otra cita. Porque el rojo de su cabello lo tiene preso, porque ella no ve su mirada gritando amor. Porque él quiere ser correspondido, porque ella camina, tranquila, luciendo su vestido. Porque él muere en lugares recordándola a ella, porque ella mira lugares recordando cuando perdió la conciencia. Porque él tiene roto el corazón, porque ella duerme tranquila bajo el edredón. Porque él por las noches se pregunta a gritos, ¿Cuándo dejaremos de recibir migajas de amor?

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¿Victoria? Nenúfar

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e los veintitantos años que llevo existiendo en este plano terrenal, he tenido experiencias dignas de ser cantadas por bardos. Hazañas tan inmensas que dejarían a Verne con la boca abierta. O tal vez no. Pero yo creo que, con tanta historia de amor no correspondido, Shakespeare tendría material para trabajar un rato.

parejas y todo lo demás. Con el tiempo se volvió mi mejor amigo. Pasaron exámenes, prácticas, parejas, ligues, semestres y seguíamos siendo nosotros. Estuvo ahí cuando creí que iba a morir; cuando recibí excelentes noticias; y cuando terminé con mi novio y lloré horas. Lo ayudé cuando tenía problemas del tamaño del mundo; fui a sus conciertos y escuché cómo hablaba con tanta ilusión de alguna muchacha que le gustara. Todo estaba en su lugar.

Hay una en particular que, aún después de lo que me ha parecido una eternidad, me duele contar. La del mejor amigo.

Fue en una práctica de campo, durante el momento más esperado del semestre, cuando pasó. Después de trabajar en campo por horas (ya que el sol se había puesto), mis amigos y yo decidimos escalar una colina cercana. En el camino tomaba de la mano o del brazo a todos mis amigos, lo mismo hacía mi amiga y entre tropiezos y risas llegamos a la cima. Nos recostamos en el suelo, mi mejor amigo con su cabeza en mi regazo y admirando todos el cielo nocturno.

Al entrar a la universidad me rodeé de personas que, al igual que yo, estaban llenas de esperanza y fe respecto a lo que nos depararía el destino: un par de muchachos foráneos con sonrisas que podrían al sol en vergüenza, una chica bajita y muy inteligente con cierta inclinación a los momentos incómodos y un chico de lentes con una personalidad tan transparente y fresca como el agua en día de verano. Me di a la tarea de conectar con cada uno de ellos por separado, formando con todos una relación especial y muy bonita, pero fue con el último con quien sentí que encajé de manera perfecta. Compartíamos gran parte del trayecto de regreso a nuestras casas y fue en el fabuloso metro donde compartimos incontables pláticas acerca de mil y un temas. Hablábamos de la vida, de la muerte y del arte; de la escuela, de la familia, de nuestros respectivos amores o

Fue en ese momento, en ese instante en el que miraba a las estrellas y pasaba mi mano por la cabeza que tenía recargada sobre mí, cuando me di cuenta. Comprendí por qué siempre era él el primer pensamiento del día; por qué era siempre la razón de mis más grandes sonrisas y mis más escandalosas carcajadas. El por qué cuando tomé su mano al subir la colina, aún sentía la mía arder.

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Y si él es todo y ellos se tienen mutuamente, a

mí entonces no me queda nada….

Después de eso, fui llevando las cosas con discreción y traté de actuar normal. Parecía funcionar, ya que nadie cuestionó mi “nueva actitud”. Sin embargo, tenía que hacer algo al respecto- no podía quedarme en un punto muerto: o lo expresaba o lo olvidaba. Y pronto decidí que se lo diría, en persona y después de las vacaciones.

su linda figura, se presentó como Victoria. Y él, con una sonrisa y tomándole la mano, nos la presentó como su Victoria. ‘Quería que fuera una sorpresa’ -nos dijo- ’nos conocimos el año pasado, pero apenas salimos en vacaciones’. Ella rió y yo recordé los viajes en metro antes de la práctica. La chica que conoció en un concierto. Se le hacía linda. Era interesante, pues estudiaba veterinaria y cantaba con un grupo, ¡Ah!, y además tocaba la guitarra y ayudaba a su mamá en sus tiempos libres. Era una muchacha muy dulce… Victoria creo que se llamaba. La dulce Victoria que me supo tan amarga. Y él se veía tan feliz.

Una vez empezadas las clases y justo después de los calurosos saludos y abrazos de bienvenida, nos invitó a su casa el siguiente fin de semana. Supe que sería ahí donde encararía mi destino. Pero primero tenía que ponerme al día con mis amigos. Terminó la semana y mi momento llegaba finalmente. Una vez en su casa, saludamos a su familia y a los vecinos, comimos, reímos y hasta bailamos. Yo ya había decidido que después de cenar ejecutaría mi plan, cuando, de la nada, el destino entró por la puerta de la cocina usando pantalones de cuero sintético y con el cabello suelto.

¿Cómo podría odiarla cuando lo hace sonreír así? ¿Cómo podría odiarla cuando es un ángel? Y si él es todo y ellos se tienen mutuamente, a mí entonces no me queda nada…. Nada más que contar mi triste historia a unos cuantos y tratar de que no duelan tanto las charlas de metro, mientras olvido lo mucho que me encantaba hacerlo reír.

De ojos miel y luciendo una blusa que acentuaba

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30 de noviembre Minos

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ecuerdo bien como iniciamos ¿lo recuerdas? Hace un tiempo juraría que sigo presente en tu mente tanto como yo en la tuya. Sin embargo ahora, con años de distancia, no estoy seguro siquiera si me recuerdas bien. No lo sabré. Ese primer día subía la escalera para la clase de física. Chocamos. Me quedé atónito, aceleró el corazón y nos miramos simplemente una sonrisa tímida. Después me atreví a mandarte un mensaje ya que habías dejado tus llaves en la caja de tu motoneta. Fue interesante, lo admito… te veías tan ruda y tan interesante. Te volviste una amiga increíble: me prestabas atención, te preocupabas por mí y poco a poco empezaste a demostrarme cariño. Dejé una relación que no me hacía sentir bien al tiempo que te conocía, no quería fijarme en ti, te quería como una gran amiga. Lo siento, me fallé. Llegó después del primer abrazo y me hizo sentir seguro, tu aroma impregnado en mí era la sensación más placentera; casi podría jurar que también te encantaba. Nuestras muestras de cariño aumentaban, y finalmente caí. Prueba de ello fue ese Halloween. Te habías vestido de Minnie Mouse, estabas tan bonita y tras compartir un capuchino en el café Bizarro, me daba cuenta de que quería estar contigo. Aquel día que te acompañé a que arreglaras las

cosas de tu beca por la colonia Roma fuimos por material para química y llegamos a tu casa; nos abrazamos y estuvimos a punto de besarnos y no lo hice. Aunque después salimos de la prepa hacia Coyoacán y, tras un helado, nos detuvimos frente a un portal en la esquina del café Jarocho: - ¿por qué siempre te detienes? Me preguntaste mientras estábamos de frente y con los ojos cerrados. -Tengo miedo de perderte, te dije. Y solo nos besamos, nunca había sentido eso: galaxias explotando dentro de mí, me sentía capaz de conquistar el mundo. Iniciamos tan felices… o al menos yo lo era, inmensamente feliz. Aunque ya nos tomábamos de las manos, nada se comparaba con esa sensación. Qué perfecto fue para mí el vivir ese sueño. Que intenso fue haberte ido a buscar un 25 de diciembre a tu casa para regalarte unos aretes de Hello Kitty. Sabía cuánto te gustaba. Pero esas vacaciones, sin hablar tanto, ya notaba que había cambiado algo en ti. Para enero, al regresar, tu actitud finalmente estaba esquiva y distante. Sabía que habías hablado con tu exnovio, el que más te dolía. Me dolió mucho mi decisión: quería verte feliz y si no era conmigo, te prefería en libertad. Por eso te terminé. Era horrible que, en cada clase, en cada equipo, estuviéramos juntos. No sabía cómo reaccionar pues yo no te veía solo como una amiga… perdóname si te trate diferente.

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Me dolió mucho mi decisión: quería verte feliz y si no era conmigo, te

prefería en libertad.

Me causaba intriga que de vez en cuando, al intentar hablar, terminábamos besándonos. Te quería recuperar y llegué a pensar que no importaba si no me querías.... deseaba estar contigo a pesar de ello... qué estúpido era. Aún cuando te vi tomada de la mano de tu ex enfrente de nuestro salón, sentí furia, enojo y tristeza, pero no podía dejar de sentir algo por ti.

funcionado bien conmigo, o cuando preguntaste porque te había borrado de Facebook, me dolían y me hacían recordar. Desde ese momento solo nos vimos en Coyoacán una vez más, apenas con un saludo distante. Fuiste tú quien me enseñó lo que era enamorarse y sentirse querido, lo que es la obsesión, el hartazgo, la decepción, la tristeza y la importancia del amor propio. Tanto pasó. Con los años comprendí que siempre serás alguien en mi memoria, en mis canciones y en la fuerza de mis decisiones. Cuando llego a pasar por el portón en donde nos besamos por primera vez sonrío. Conservé de ti lo mejor.

Llegaba el final del año escolar y, con él, nuestra preparatoria. Así la fiesta de graduación. Tu vestido negro con ese encaje que cubría tu busto, tu cabello recogido y con la música, me quedé contigo toda esa noche; incluso recuerdo que te dije koishiteru. A los días siguientes recuerdo que te escribí un minilibro rememorando lo vivido. Se trataba de uno de mis intentos para decirte adiós.

Veo que sigues con aquél chico. Que bueno, te deseo que seas muy feliz. Yo estoy bien pues me siento seguro de lograr todo lo que quiero. Solo quería escribirte esto, la última carta que te escribiré. Gracias por haberme enseñado tanto.

Quería dejarte en el pasado, ya no quería más. Te había dado más de lo que tenía. Aún esos últimos mensajes por Messenger, cuando me dijiste que estabas arrepentida y que podría haber

Adiós fea :p.

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A veces se existe Ender Wiggin

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¿Hasta qué beso me

dejaste de querer?

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ra inicio de año cuando, a lo lejos, ella caminaba por la biblioteca. Yo la miraba como se mira una estrella que sale y, en un instante, se esconde del mundo. Así era siempre: momentáneo. En ocasiones la encontraba menos radiante y pensaba en conocerla, en acercarme y preguntar cuán grande es el sufrimiento de afuera… tal vez de adentro. Pero el sonido de los perros entraba en mi cabeza, la voz temblando frente a ella, las personas que le hacían sombra. No soy un temerario, sin embargo, ella merecía todos los cultivos del cielo infinito y eso implicaba caminar hacia su dirección, hacia su boca de estrella y decir que me sentía incompleto como quien se va a la guerra y deja algo de alguien ahí esperando, tal vez para siempre.

En tres meses los encuentros se volvieron intencionalmente más frecuentes. Disfrutábamos de nuestra compañía, de nuestros pensamientos sobre las habitaciones que deben saber mucho acerca de las personas y por eso deben tener tantas ganas de olvidar. Encontraba la juventud en ella, una isla inexplorada. Me sentía enamorado con el clásico amor desmedido: ciego. Nunca me pregunté si ella también lo estaba, pero nos besábamos y nos buscábamos como se buscan las historias de verdad y la encontraba al final del día con esos ojos de griega. Aunque yo la quería más que el primer día, una parte de ella se había ido. De repente, el fondo lucía despintado y abandonado. Los días pasaban casi escribiendo una pregunta en mí. Tenía miedo de perderla, tenía miedo de perder al amor de mi vida que era ella. Intenté lo imposible; escribí poemas, inventé canciones y dediqué mi alma tratando de animar aquello que ya estaba muriendo. La gente me decía que no dejara de intentarlo. No lo hice y me salió el tiro, me salieron lágrimas.

Creo haberme perdido en cada palabra inconsciente que dije. Me sentía pez entre cocodrilos escapando por el agua oscura, por algún camino para encontrarla, hallar al menos una palabra que me salve, que me hiciera sentir vivo. Ocurrió. Realmente todo comenzó con un vínculo que ya teníamos: la escuela. Un motivo ordinario y cuidadoso para tocar la puerta de su vida y me dejara entrar como todos hacemos con los extraños. Fue difícil pretender que nunca la buscaba y que nuestros encuentros eran casualidades, más difícil contener mi secreto que guardaba desde el primer día, cuando ella caminaba por la biblioteca.

Pero ¡ay el ahora!, ahora es más doloroso porque no somos nosotros. Soy yo y ustedes, somos las vías del tren que nunca se construyeron por los recursos que faltaban y decidiste tomar el tren con alguien más. ¿Hasta qué beso me dejaste de querer? ¿Acaso él luchó tanto como yo para amarte? Yo te quería a cualquier altura, te quería de cualquier modo, pero la soledad es de manos grandes.

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El ocĂŠano en tu cabello Quiubo

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A

ún recuerdo con claridad aquél día en que se acercó por primera vez. Todo empezó cuando estábamos en segundo semestre: Cálculo Integral de 1 a 3 pm. A pesar de estar en el mismo grupo, yo nunca lo había visto. De hecho, yo no quería ese grupo ni ese profesor, pero llenaba las horas libres que tenía los martes y jueves. Además, en ese mismo grupo estaba mi mejor amiga. ¿Qué podría salir mal?

Como era de esperarse, el siguiente jueves faltó a clase y me escribió. Comenzamos a hablar, no sin antes pasarle los apuntes que tanto necesitaba. La verdad no me explico cómo suceden estas cosas, ¿quién diría que los sentimientos pueden cambiar tanto y tan rápido? No tengo idea, pero para las siguientes clases de los martes y jueves comencé a observarlo cada vez más y más, pensando siempre: “No, no me gusta para nada”. Y en realidad era así, hasta que de repente me encontré hablando con él diario durante horas, regresando con él después de clases, ¡saltándome con él la clase! y, finalmente, aceptando salir a dar un paseo juntos un sábado por la tarde.

Fue en una tarde cualquiera de un martes de marzo saliendo de esa clase. Pierdo de vista a mi amiga y comienzo a buscarla, cuando de pronto siento que alguien me toca el hombro. Sobresaltada, volteo y ahí está él: un poco más alto que yo, grandes mejillas y un montón de rizos que llegaban hasta su frente.

Recuerdo muy bien ese sábado. Fuimos a un parque muy grande (que más tarde se convertiría en el lugar a donde siempre íbamos cuando salíamos temprano o no entrábamos a clase), nos sentamos sobre el césped y platicamos horas y horas, todo el tiempo mirándonos a los ojos. Digo que recuerdo bien ese día porque de repente detuvo la conversación sólo para decirme, así sin más: ¿Sabes?, me gustas mucho.

¡Hola! –dijo- No podré venir el jueves a clase y quería saber si me puedes dar tu número para pedirte los apuntes de ese día…- Claro que fue la técnica menos original que se le pudo haber ocurrido, eso sobra decirlo, pero sobra aún más decir que no fui muy lista en ese momento, porque aquél martes él se fue a casa con mi número y yo sin la menor idea del error que acababa de cometer. Sí claro, los apuntes…-me dijo mi amiga, que terminó presenciando todo lo ocurrido ese día.

No parece tener nada de especial, tienes mejores pretendientes. –decía mi amiga cuando le hablaba sobre él. Y tal vez era verdad, pero meses más tarde, a mis ojos, ese era el chico más especial de todos los que había conocido en la Facultad

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¿Qué podría salir

hasta ese momento. ¿Qué hizo? Sinceramente no tengo idea, pero ahora que veo fotos con él de ese entonces, me sorprende lo feliz que me veía en ellas. Nada pude hacer, en estas situaciones uno no decide: cuando alguien te gusta, te gusta y punto, y yo no me esforzaba en hallar una explicación.

mal?

al momento. Al día siguiente lo busqué para regresarnos juntos después de clases y sin muchas explicaciones me dijo que no podía. Así pasaron los siguientes días hasta que simplemente dejó de contestar. Cuando por fin logré hablar con él para pedirle una explicación, la única respuesta que me dio fue: -¿Sabes? Aún no estoy listo, creo que debemos esperar un poco más-.

En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en cuarto semestre. Todo marchaba normal y seguíamos saliendo. Después de casi un año, llegó el momento en que me pidió que fuera su novia, una tarde saliendo de clases. Para ese entonces yo ya estaba muy enamorada de él, así que, sin dudarlo, acepté.

Sus razones habrá tenido para haber tomado esa decisión, y aunque no sentí nada bonito en ese momento ni en los meses siguientes, después de un año ya me atrevo a contar esta historia por primera vez y hasta con el riesgo de que sea publicada.... o que no lo sea; mientras ya conté ese triste y penoso episodio de mi vida. Lo único que puedo decir de todo esto es: Nunca acepten andar con alguien que se les declara un 14 de Febrero.

Y fue a partir de ese día que no supe lo que sucedió. Un día después del tan esperado momento (al menos para mí), tardaba horas en contestar mis mensajes cuando antes lo hacía casi

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La espontaneidad de un amor raro, asĂ­ como de un corazĂłn roto Sir. Black soul

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ormalmente cuando uno está en proceso de enamorarse, cree que todo será como un cuento de hadas. También cabe mencionar que los clichés siempre van a ser esperados, pero ¿Qué hay de lo espontáneo? ¿Del romanticismo de antes? ¿El cortejo a la antigua? ¿Cómo es que una persona curiosa guste de una persona criptica? Bueno mi historia no tiene clichés, se basa en lo espontaneo, en el caballerismo, en los poemas escritos de madrugada, en lo raro que es, que dos chicas por azares del destino o la espontaneidad de la casualidad se conocieron en una reunión, ambas con un interés en común, una con una curiosidad tan grande que iba aumentando conforme el ser críptico de la otra hacia su mejor acto de presencia, creando así una química inmediata. Lenny, como solía decirle, fue quien con su sed de curiosidad me enamoro, ella y su curiosidad un tanto rara por ser demasiada, a tal grado de comprender mi yo críptico. Todo empezó cuando se mencionó un libro que para las dos es considerado uno de los mejores

libros románticos, “Orgullo y Perjuicio” de Jane Austen, así iniciando una plática que empezaría a forjar una gran amistad que, quizá con el tiempo llegaría hacer algo más que eso. Conforme hablábamos, ella solía hacer demasiadas preguntas, pero ¿Cómo contestas a todo lo que te preguntan si no tienes la confianza suficiente? Bien para que la confianza llegase, ella me conto su vida, ese pasado oscuro que la mayoría prefiere esconder y no contar por miedo de ser rechazado por los demás, me entere de cosas que aun a la fecha me sigo peguntando si fueron ciertas o solo fueron parte de su juego, quizá en un futuro lo sabré o tal vez será con la duda con la cual tendré que vivir el resto de mis días. Con forme ambas nos contábamos nuestros secretos, vivencias, pasiones, y gustos culposos que uno llega a tener en la vida, solo hacía que me enamorase más y más, aun sabiendo que lo mejor era alejarme, pues una persona curiosa jamás es buena, pues suelen absorber cada parte de ti, no sé si agradecer que yo sea una persona criptica, ya que su partida después de haber jugado conmigo, no dolería como pensé.

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¿Qué hay de lo espontáneo? ¿Del

romanticismo de antes? ¿El cortejo a la antigua?

Recuerdo que ella siempre me decía que parecía un caballero de la familia inglesa, debido a que siempre la trataba con gran respeto al igual que ella a mí. Yo era su caballero y ella era mi damisela, ella amaba el Té, odiaba el café y decía gustar de mí, así como yo de ella y el café.

ta que no importaba las veces que llamara su celular, ella no me iba a contestar, ella no me daría una explicación, ella no me regresaría la parte de mí que se llevó, ella no me regresaría el tiempo que le dedique, ella no me quería ni amaba como una vez me juro hacerlo, ella no cumpliría las promesas que me hizo, ella llego para hacerme cuestionar las simplezas de la vida, para crear un nuevo caos en mi mente, ella se llevó mi poca confianza, ella se llevó parte de mi rareza, así como yo me lleve parte de ella, de su curiosidad por el mundo, de su tiempo y ahora no sé qué es de ella , no sé si me extraña, si me piensa, si aún me sueña, porque yo aún le pienso, le extraño, la sueño y mi yo críptico aún espera por su curiosidad.

Quien diría que un miércoles en la noche todo terminaría, ese mensaje en el cual la persona que ella si amaba realmente me abriría los ojos diciéndome que ella no podía ser mi porque él ya era su dueño, ella simplemente me dejo, no medio ninguna explicación, creí que él la había dañado, como las veces que me lo contaba, pensé que el mensaje era falso, creí que le había pasado algo, pero no, con los días me di cuen-

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Mi primer amor decepciรณn E&A

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U

n inexperto en el tema, solo un chico de secundaria, un chico pasando por una etapa extraña en su vida, cambios de escuela por el trabajo de sus padres, un nuevo lugar cuando apenas y me acostumbra al anterior. Después de un tiempo con estos cambios, por fin nos establecimos en una ciudad. Otra vez una nueva escuela. Estaba cansado de hacer amigos y, al poco tiempo, irme. Opté por no hablar con nadie, pero nunca imaginé que ese día conocería a una persona que se volvería especial. El receso comenzaba y, en lugar de salir a comer como todos los demás, decidí quedarme en el salón. Para mi sorpresa no era el único que se quedó, ahí estaba ella con un comic en la mano. De pronto noté que se acercaba a hablar y me preguntó el porqué no hablaba con nadie; le hice un resumen de lo que pasaba conmigo y me dijo que mejor evitáramos tocar el tema, así que empezó a contarme sobre su comic. La verdad quedé fascinado y ella lo notó, tanto que al día siguiente me regaló mi primer comic. Las semanas pasaban y cada día esa niña me gustaba más. Había una conexión extraña pero muy bonita, así que me decidí a pedirle que fuera mi novia. Con lágrimas en los ojos ella aceptó e incluso me dijo que ya me estaba tardando, todo parecía un guión de película, me sentía tan feliz... después de mucho tiempo volví a reír y a disfrutar las cosas, en especial su compañía.

Los primeros meses fueron muy hermosos, ella inspiraba tantas cosas en mí. Decía que le gustaba que fuera un chico tan soñador y con grandes planes a futuro: era la primera vez que quería tanto a alguien. En todos los planes familiares ella estaba incluida, al igual que yo era incluido en su familia. Todo marchaba tan bien, todo era un sueño hecho realidad… sentí que había encontrado el verdadero amor en la primera relación. Pasó el tiempo, faltaba solo un día para cumplir dos años juntos, tiempo en el que aprendí a querer incondicionalmente a una persona, y aunque había peleas y disgustos, supimos resolverlos para seguir adelante con lo nuestro. Claro está que a esa edad las peleas son ocasionadas, muchas veces, por tonterías. Al día siguiente recibí un mensaje de texto donde ella me dijo la hora y el lugar donde quería verme. Supuse que me tenía preparada una sorpresa así que elegí el atuendo más bonito que encontré. Si tan solo hubiese visto el desorden que dejé en mi closet aquella vez, apuesto a que hubiera muerto de risa. Fui tan puntual como me lo pidió. A pesar de que teníamos ya dos años de estar juntos, nunca dejé de sentir nervios y emoción cada vez que iba a verla. Llegué al lugar acordado y, para mi sorpresa, ella me contemplaba con una mirada perdida y un poco nostálgica. Se acercó lentamente como dudando de estar junto a mí y me

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Se acercó lentamente como dudando de estar junto a mí y me dio un

beso tan frío que se me congelaron los labios. dio un beso tan frío que se me congelaron los labios. Pude darme cuenta de que algo malo estaba pasando, así que le pregunté sobre qué era lo que pasaba; aquella pregunta la dejó helada, como si estuviera repasando todo un libreto en su mente. Permaneció callada y me miró fijamente. Dijo que últimamente había pensado en nosotros y que lo mejor era darnos un tiempo, que tenía que poner en orden muchas cosas en su vida, que había cosas que tenía que resolver y decisiones que tomar. Nunca se dio cuenta de que solo habla de ella y de ella, dejándome de lado a mí. Pude entender todo, excepto el ¿Por qué no resolver esos problemas juntos?, ¿por qué no permitirme estar a su lado para apoyarla y ayudarle en lo que fuera necesario?, respondió que lo mejor era hacerlo por su cuenta, sola. Me atreví a preguntar cuáles eran esos problemas, esos tan graves que no me permitía enfrentar junto con ella. Solo respondió que necesitaba tiempo y espacio para resolver todo el lío de su cabeza, que no quería lastimarme, con la voz entrecortada exclamé: ¿y con esa decisión no lo estás haciendo?, ¿acaso piensas que no me estás lastimando?

Su mirada mostró enojo, diciendo que no entendía, que era lo mejor para “ambos”, que no había otra salida. Reproché que solo pensará en ella, porque en ningún momento me tomó en cuenta, en ningún momento me preguntó qué pensaba yo o qué sentía. Ella pensó por mí, por los dos, sin importarle que con aquella maldita decisión me estaba partiendo en dos. Quise mostrarme tranquilo y fuerte, pero lo cierto es que esas palabras tan duras retumbaban en mi mente una y otra vez. Su estocada final fue decir que debía irse, que tenía prisa y no había más por decirme. Apenas pude preguntar cuánto tiempo estaríamos separados, cuánto me tendría esperando por ella. Ni siquiera esa respuesta merecí, dijo simplemente que no sabía cuánto y que no hiciera más grande y difícil todo, que su decisión ya estaba tomada y que con suerte sabría de ella pronto. No hubo un beso de despedida, aunque fuese frío. Tan sólo pronunció un “cuídate” y se marchó del lugar sin voltear, dejándome a mí detrás. ¿Lo peor? lo peor es que al día siguiente ella ya era feliz en los brazos de otra persona, mientras yo tenía miles de preguntas que me atormentaban antes de dormir, la más presenté era: ¿Qué fue lo que hice mal?

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Nueva parte de nosotros Pajarillo Silente

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A

los 16 años yo era un prototipo de sabelotodo, me creía en control y experto. Como a muchos, me tenía harto estar cerca de parejas, manejaba cierto recelo y, aunque no poseía la más básica idea de sus vivencias, era capaz de juzgarlas con actitudes egoístas que falsamente inventaba sobre ellas en mi cabeza. Inesperadamente, sin contar con mi consciencia temporal, una singular muchachita me reinventó. Entró a escena con uno de los más gastados clichés en donde más que el hecho de amar por primera vez, el shock vino debido a los momentos que cambian la dirección de tu vida.

Nos hicimos amigos con base en bromas y las típicas pláticas de clase. Entonces empecé a nadar en aguas desconocidas. Vaya sorpresa que haya resultado un desastre. Lo más profundo en nuestra relación era enseñarle cálculo ya que ella era no era nada hábil en las ciencias exactas. Para culminar mi gran obra, me declaré enamorado de ella vía WhatsApp, con mensajes apresurados e inentendibles. Fue como si me ahogara en un charco. Afortunadamente, ella fue tan amable como para comprender y no huir de mis aberraciones. Así que con una nueva vida, al estilo de Scott Pilgrim, rondé lejos de frivolidad para entender su maravilla de persona.

Su nombre: Zoraida. Con origen árabe que refiere a ser cautivadora, al menos en mí hizo honor tal provenir. Pasó medio año para que se corriera el rumor de mi enamoramiento por ella, y así fue como yo mismo me enteré; ni siquiera pude darme cuenta debido a la espléndida conmoción que aterrizó en mi cabeza. Las horas de clase caminaban sin que yo pudiera negarme a atisbar su lugar, tal vez por eso memoricé tan rápido su rostro pizpireto, con esos detalles que siempre embelesan al más distraído. No hay comparación a las mañanas que me daban sus gestos: al ver levantarse sus mejillas, estas creaban hoyuelos y mostraban puntiagudos colmillos entre labios. Complementaba aquello con un entrecierre de ojos para la sonrisa más real que he recibido, un seño cálido de amanecer.

Me gustaba ver cómo imprimía pasión en cada actividad a la que se dedicaba. Mi favorita era verla bailar con libertad y destreza, su sello de arte kinestésico, mientras que yo, obsoleto, no soy capaz de hilar tres pasos de baile. ¿De dónde venía esa inusual forma de vida? Entonces fue que conocí el principio más preciado por ella: su Dios. Como practicante religiosa ponía por encima de todo a su deidad; cierta decepción me creó ya que no comparto tal idea de un dios personal, ¿y acaso podría tener algo serio conmigo? No quise rehusarme a intentar, con mi más sincero actuar, hacerla ver que un sutil creyente de la ciencia como yo puede ser espiritual e indicado para estar con ella. Lo que continuó fue una seguidilla de días cambiantes, con plena dicha cuando la pasábamos bien y total desilusión en

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Negativamente, como a muchos les sucede cuando consigues algo hermoso, el

dolor de perderlo es latente.

momentos que ni me notaba; días con desvelos, obsequios, cumplidos sinceros, dibujos, comida, música, ciencia y religión en los que me esperancé para lograr el mínimo avance a su cariño. Los días se convirtieron en dos años que valieron todo segundo de consternación porque me gratificaron con un par de momentos en los que sentí su suave mano apretando nerviosamente mi brazo y sus labios rojos abrazados a los míos, provocando detonaciones en cada receptor posible. Negativamente, como a muchos les sucede cuando consigues algo hermoso, el dolor de perderlo es latente. Y en un día como tantos, buscando su sonrisa, me supe terminado. Un muchacho de características atractivas ciertamente, con mismo nombre que yo, de baile alegre y, sobre todo, con la misma doctrina de ella, arrancó en semanas lo que me fue imposible en años: su amor. Fue

muy doloroso que tan bella persona se volviera ciega, que juzgase con palabras vacías del judeocristianismo, y a sabiendas de mi amor por ella, sólo lo hizo a un lado con esa débil moral y me nombró amigo. Del amor perdido yo murmuraba siempre sueños donde acogía su religión y aún la veía lejos de mí. A final, desahuciado de cualquier esperanza, conseguí una novia a la siguiente semana, hambriento de reciprocidad. Pero sólo conseguí herir a una emproblemada chica y a mí mismo. Según la tesis borgiana que dice que cada quien es, en cierta proporción, las personas que conoce, yo aún contengo una parte de ella: retengo sus hermosas cualidades y sus vetustos dogmas. Y aunque no sé el tamaño de mi ser en ella, espero que pueda escucharlo decir: “aún te amo”... porque yo ya nunca más lo diré.

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Recuerdo que solĂ­as ser otra... La Mamba Blanca Poison

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T

ras un duro semestre en el bachiller, comencé a tomarle la importancia que nunca tuvo a una bella mujer de mi grupo. Todo comenzó con una plática sobre una tarea que ninguno de los dos hizo y que se extendió a más. Tras esa charla, comenzamos a compartir vivencias nuestras y gustos, lo que llevó a conocernos más y más, además de contarnos de todo un poco. Ella tenía novio, por lo que en ese momento no la veía como algo más, pero aún así le tomé un gran cariño y aprecio. Esa mujer era más que una amiga: era mi baúl de secretos, consejera, psicóloga, apoyo en los buenos y malos momentos, y todo lo que una mejor amiga podía ser. Todo era bonito y perfecto hasta que mi relación con ella evolucionó. El tiempo avanzaba y mi amistad y confianza con ella se hacían cada vez más grandes y fuertes, además de algunos sentimientos hacía ella adquirían una forma distinta a lo planeado. Comencé a verla de una forma distinta a tal punto de quedar flechado. Estar con ella era lo mejor pues me divertía mucho, me sentía cómodo, el estrés de alejaba y ella era muy cariñosa conmigo. Así como ella me apoyaba, yo también lo hacía. Comenzaron a aparecer de manera frecuente otras formas de afecto, como abrazos o palabras bellas como «te quiero». Todo eso se sentía tan sincero y de corazón.

Pasó un tiempo y ella terminó su relación con su novio, lo que le causó una tristeza que también me acongojaba cuando la veía así. Además, ella empezaba a desviarse y convertirse poco a poco en una persona diferente, lo que me preocupaba y provocaba que tuviéramos diferencias que causaban peleas, y aunque no era frecuente, sí resultaba muy doloroso porque, después de todo, ella seguía siendo mi amiga y debía apoyarla. Cada vez la amistad era más difícil y hubo un hecho en la escuela que hizo que nos separemos de clases, por lo que me era aún más complicado verla de forma seguida, como era antes. Conforme transcurría el tiempo, ella y yo seguíamos siendo amigos aunque mis sentimientos ya eran muy intensos. Ella conoció a otra persona y rápidamente cayó enamorada. Yo desconocía eso y continuaba teniendo los mismos sentimientos y pensamientos. Sentí que finalmente debía decirle todo lo que sentía hacia ella, así que me armé de valor y un día fui a buscarla. Iba completamente entregado a decirle todo, incluso si no correspondía aquello. Llegó el momento en el que todo saldría a la luz. Era una noche fría y sola en el bachiller. Yo caminaba derecho y decidido con la esperanza de encontrarla, y así sucedió, la encontré, aunque no fue nada de lo que yo esperaba. Nunca antes había sentido un dolor igual, pues sentía como si algo se partiera dentro de mí. La confusión de

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Nunca antes había sentido un dolor igual, pues sentía como si algo

se partiera dentro de mí.

ese momento no ayudaba en nada. Dudé sobre lo que veía. Estaba sentada con el otro chico, abrazados, demasiado juntos y con sus labios tocándose. No sé si ella ya sabía lo que sentía o si lo ignoraba. Tampoco supe si en ese momento me ignoró por completo o si simplemente no se percató de mi presencia. Pasé de largo, pues no supe cómo actuar ante ese hecho, además que de tal vez pudo ser lo mejor que debía hacer. Llegó el día siguiente y ella me confesó que ese chico ya era su pareja. Seguía pasando el tiempo y sentía que ella ya era otra persona. Las discusiones sobre sus decisiones y el cómo cambiaba se volvían constantes. En una de esas discusiones entendí que

ya no era la misma chica, que nada volvería a ser igual y que sólo me haría daño de ahora en adelante. Por lo que le dije adiós y me fui. Los días pasaban y yo la veía de manera seguida en la escuela, pero ya no había una cruzada de miradas ni un saludo… solo quedaban los recuerdos de lo que alguna vez fue. Tras unos años, llegó un momento donde ambos nos reunimos. Maduramos y nos disculpamos. Dejamos todo atrás y volvimos a hablar. A día de hoy seguimos charlando, pero no es nada parecido a como lo fue en un principio; solo es una amistad común y corriente. Aunque a veces pienso en las experiencias que viví con ella y me acuerdo de las muchas lecciones que aprendí en esos bellos tiempos. Fui feliz con ella por algunos momentos y no lo valoré.

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Siempre serás tú Niamh

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¿

Has oído que dicen que a veces conoces a la persona adecuada en el momento incorrecto de tu vida? Es lo que he estado pensando los últimos ocho años.

Yo tenía 14 años la primera vez que hablé contigo, eras lejano y el mejor amigo de mi hermana. Estoy segura de que no hay peor idea que enamorarse del amigo de tu hermana mayor, eso siempre sale mal. Y a pesar de ello, no pude evitar deslumbrarme por tu brillante ingenio y por esa sonrisa tuya que llamaba la atención apenas entrabas a la habitación, y aún con el alto riesgo de que esta parezca una novela romántica, realmente pensaba aquello cuando te conocí. Pero claro, ¿qué puedo decir? Si yo estoy enamorada del amor. Mi fiesta de XV años se acercaba entonces y yo me negaba rotundamente a bailar con un montón de extraños, necesitaba bailar con un amigo o los nervios me iban a destrozar. Sin embargo, mi mejor amigo siempre fue un trapeador con piernas y ni siquiera tuve que preguntarle para que me dijera que no, así que mi lista de posibles candidatos se redujo a cero. Recuerdo que nuestra maestra de historia de aquel colegio prácticamente me obligó a preguntártelo. Estaba tan avergonzada que sentía que te iba a pedir matrimonio a las puertas de la escuela. Nunca te dije nada de eso. Solo necesitamos un ensayo y una breve conversación para volvernos amigos, y sentí esa

chispa que solo existe en las películas, la que todo el mundo ve, excepto nosotros. Cada periodo libre bajabas corriendo a mi salón para contarme del libro que ambos leímos al mismo tiempo y yo subía a la hora de la salida con el pretexto de esperar a mi hermana para contarte mi nueva teoría sobre el final del libro. Cargabas mi mochila antes de irnos a mi casa a ensayar y me abrías la puerta del coche de mi mamá… era tan cursi que hasta parecía ridículo. Pero yo tenía quince años, ¿qué sabía del amor entonces? Nos hacíamos muecas mientras ensayábamos y perdíamos el paso cada dos por tres. Nos reíamos de todo. Fueron los dos meses más felices de mi vida, y no creo estar exagerando, aún ahora. Mi fiesta fue un 18 de febrero y, días antes, fue San Valentín. Entonces estaba decidida a decirte que me gustabas, pero entonces te vi con ella: una niña que claramente podías decir que era mucho más linda que yo. Y no me malinterpretes, no me considero fea, pero era la clase de chica de la que si niegas que es linda, es porque estás celosa de ella. ¿Me había imaginado todo? En ese momento no pude más que sentirme una niña lo bastante inocente como para creer que solo por unos cuantos detalles alguien se iba a enamorar de mí. El último día de ensayos mi hermana y tú salieron antes y se sentaron afuera de mi salón a hablar. Tiempo después me contó que tú dijiste que habían dos niñas que te gustaban y que

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Ahí estaba ese sentimiento guardado desde hacía tanto tiempo. Otra vez no era el momento, ...

no sabías a cual escoger. Aún no creo que haya sido verdad, quizá mi hermana me lo dijo solo para hacerme sentir mejor, pues no fui yo a la que escogiste. Cuando te graduaste, ella seguía siendo tu novia y ese año decidiste sacarme por completo de tu vida. Creo que ella no me soportaba y aún no entiendo por qué pudo verme como una amenaza si dejaste claro que yo era la hermanita que nunca tuviste. Me habría conformado con eso porque era la única manera de mantenerte en mi vida. Pero te fuiste. Un par de años más tarde recibí un mensaje tuyo pidiéndome una disculpa por haberme apartado. En ese momento supe que ella no estaba más. Bastó con que dijeras que no podías permitirte perderme para que no dudara en perder por completo mi dignidad. Ni siquiera pretendí pensar si aceptaba tu disculpa. A partir de entonces, cada vez que mi hermana volvía a casa de la universidad, nos veíamos como viejos amigos y cada tarde yo volvía con un mal sabor de boca. Jamás pude considerarte solo un amigo.

El San Valentín de mi vigésimo cumpleaños, yo llegaba a casa con un peluche que mi novio me había regalado, y en una plática con mi hermana acerca del amor, ella me preguntó si creía ya haber conocido al amor de mi vida. Respondí que sí y le dije sin dudar que eras tú. Aunque nunca hubiera habido nada, aunque nunca habrá nada. No he sentido por nadie lo que sentí por ti. Estar lejos de casa es complicado, y ese año fue particularmente difícil. Cuando volví ese diciembre, te vi una vez más. Era una noche cálida y mientras caminábamos en el parque yo te hablaba de mis penas. ¿Lo recuerdas? Solo me abrazaste y me dijiste que lo único importante era que estuviera bien. Ahí estaba ese sentimiento guardado desde hacía tanto tiempo. Otra vez no era el momento, ahora era yo la que estaba con alguien y tú estabas a punto de irte a tu primer trabajo fuera del estado. Te vi de nuevo un año después. Yo ya no tenía a nadie y tú no tenías a nadie... y aún así fui cobarde. No hice nada, no dije nada, pero ¿sabes? No importa, siempre serás tú.

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Todo un proceso A Sad Song

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C

reo que una historia de desamor debe empezar en el momento en que la historia de amor termina. Es por esta razón que mi historia no inicia en el momento en que lo conocí, en nuestro primer beso, en nuestro primer “Te amo”, en cómo eso fue en declive hasta llegar al hoyo negro en el que nos encontramos, sino en lo que viene luego de la caída. Ahora que ya terminé de llorar, continuaré escribiendo. Es fácil decirlo: “Supéralo”, “sigue adelante”, “mereces algo mejor”, “trata de no pensar en eso”..., ahora que lo vivo quiero disculparme con todas las personas a las que les dije aquello durante un duelo amoroso. Es completamente inútil dar ese tipo de consejos; es como tratar de pegar una copa rota con gelatina. Esta es mi historia de desamor: de cómo este largo proceso inició y, por desgracia, aún no acaba. Cuándo terminamos, los ojos del amor de mi vida (hasta ahora) estaban tristes, tan tristes que no supe qué era lo que me dolía más: verlo de esa manera o el hecho de que estábamos terminando una relación de cinco años. Ninguno de los dos quería, no deseábamos separarnos pero, ¿entonces porqué lo hicimos? “Dependencia emocional”, dijo. ¿Eso era?, ¿así lo veía él?, ¿en serio?. ¿Saben lo difícil que fue escu-

char todas esas palabras cuando pensaba que todo iba de maravilla? ¡Fue un cubetazo de agua fría! Algo que los ingenieros mecánicos solemos ver son los ensayos destructivos para probar las propiedades mecánicas de algún material. ¿Han visto un ensayo de impacto? Pues mi corazón fue la pieza ensayada aquel 15 de enero. Desde ese día todo ha sido un caos en mi cabeza, ¡un verdadero martirio! He hecho cosas que no pensé que haría antes con un mismo objetivo: olvidarlo. Salí a beber muchas veces, bailé con desconocidos, besé tres chicos en menos de seis meses, fui al psicólogo y terminé escribiendo historias narrando el cómo ese bonito amor terminó, todo eso para intentar sacar los sentimientos estancados en mi pecho. ¡Es ilógico que luego de todo este tiempo aún no pueda superarlo! El que siga pensando en él no quiere decir que no lo he hecho... ¿o sí? ¡Pero es que un amor así no se olvida! Morat dice: “Te hacen falta tantas noches en vela de esas que al doler solo te hacen más fuerte”. Hasta hoy llevo 319 noches en vela. ¿Me han dolido? Unas más que otras. ¿Me han hecho más fuerte? Sí, un poco, pero no lo suficiente. Curiosamente dos de mis viejas amigas habían terminado sus relaciones de más de cinco años.

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¿Han visto un ensayo de impacto?

Pues mi

corazón fue la pieza ensayada aquel 15 de enero.

¿Qué estaba pasando? Parecía un mal chiste del destino. Pero no, no lo era.

todas las fechas especiales sin esa persona, la desconfianza… Afortunados los que se libran de este dolor pronto.

Si hay algo que agradezco de ese acontecimiento tan duro es que volví a ser cercana a mis amistades. Las tres nos apoyamos como podíamos. Éramos tres ciegas tratando de ayudarnos entre nosotras a caminar por un sendero empedrado. Luego de varias situaciones (mismas que no clasificaré como afortunadas o desafortunadas) volvimos a vernos.

Hay veces en las que logro dejarlo atrás y seguir por mi cuenta, pero al día siguiente probablemente despertaré con ganas de ir a verlo y decirle que aún lo amo. En la noche puedo decir que fue un impulso, porque “no es amor, es sólo costumbre”. ¿Qué tipo de vida es esta? Estoy en el limbo, un limbo que me está matando. Incluso, sabiendo que puede sonar exagerado, creo que nadie puede comprender este dolor hasta que llega y toca a la puerta de su vida.

Pensaba que no había pregunta más difícil para mí que la que reza: “¿Qué quieres cenar?”... hasta que él volvió. ¡Rayos! Esos ojos cafés siguen siendo mi debilidad. Claro que quiero regresar con él, mejor dicho, mi corazón quiere volver. Pero hay una cosa que lo detiene: “cerebro”, le dicen.

No voy a decir que el amor es un asco porque no es así. El amor es precioso cuando se está con una persona especial, incluso si no es la correcta. Lo que sí es un asco es tener que limpiar el desastre que queda después.

Lo más duro es ver las heridas que quedaron: la culpa, las dudas, las promesas rotas, pasar

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Un mundo lleno de hĂŠroes Batman

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C

reo que el amor es lo más complejo que existe y uno simplemente se deja guiar por impresiones y palabras. Dicen que únicamente los más osados son los que se atreven a aventurarse a ese camino lleno de colinas, donde días estás en la cima pero, cuando menos te esperas, vas atravesando la bajada más empinada del mundo. ¿Osados dije? O tal vez los más ingenuos. Les voy a narrar mi experiencia. “Batman”, un chico de tan solo 16 años, inexperto, pero (como se los dije) ¡osado!... y con el amor más sincero, puro e inocente que a su corta edad tiene y ofrece. Batman es amante de la música. Nada mejor que conocer a lo que crees es el amor de tu vida en una firma de autógrafos a los 14 años. Reflectores y un ventilador detrás de ella; la miras y lo único que quieres es saber todo de aquella chica formada esperando el autógrafo de la misma banda que te encanta. ¿Será el destino? Después de cuatro largas horas esperando, Batman se tomó de valor y le preguntó su nombre y su Facebook. Ella accedió con una gran sonrisa. Han pasado 6 meses y Batman y “Venus” han tenido platicas a diario. Él quiere verla pero vive muy lejos, y a ella no le dan permiso. Además hay otra cuestión: ¿de dónde sacará tanto dinero para llevarla a algún lado y para sus pasajes? Dudo que este sea un impedimento para nuestro héroe. Pasados dos meses en los cuales nuestro intrépido protagonista se dedicó a diario a vender dulces en su colegio, enfrentándose a esos villa-

nos a los que llamaremos profesores y cuidando de que no lo atraparan, todo con tal de juntar dinero para ver a su amada Venus, él bien sabe que es mucho de pasajes, además de tres horas de camino y tres de regreso (sin contar el poco tiempo que tendrá para verla y así poder llevarle un precioso ramo de rosas de papel por las que llevaba tantas noches de desvelo). Batman está listo para emprender camino, pero él nunca imaginaria que en un tiempo, sería su perdición. El día fue perfecto, ese primer beso que nunca se olvida, tan cálido y tranquilizante, como si toda tu vida te hubieses preparado para ese momento. Y con las agallas que todo héroe puede tener, le pidió que fuera su novia. Al recibir ese “sí” como contestación, sabíamos una cosa: que todo el esfuerzo del mundo lo había valido por esa palabra. Desafortunadamente no todo fue flores. Como sabemos, nuestra querida Venus no solo es conocida por hermosa, sino también por infiel y cruel. A ella parecía no importarle las cosas tanto como a nuestro protagonista. Una seriedad terrible y seca como una flor marchita era su estado natural hacia él, además de ocultar la relación como si nada pasara, soportar frente a él cómo trataban de robarse a su amada otros “amigos” de ella. Y bueno, era más que obvio el porqué ocultaba la relación. Se fue ya un largo año lleno de tragedias y de buenas y malas peripecias (más malas que buenas). Entre ellas, se puede mencionar el que se olvidara hasta del cumpleaños de nuestro héroe.

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Así es, todo superhéroe tiene

debilidades.

Por fin llegó el momento que sabía que algún día pasaría: ella, así como así, decidió terminar con él. Tan desechable como una envoltura. No pasaron ni 30 días y esa amada y preciosa mujer ya estaba con alguien más, con otro simple mortal. Ver tantas cosas que pasaban entre ellos, donde darías lo que fuera por ser aquel chico, contemplar aquel pastel de cumpleaños que ella muy amablemente se tomó la molestia de hornear para él, esas salidas, esas sonrisas, esas fotos, esos momentos que en algún momento soñaste que pasarían y no están… ni estarán. Transcurrieron ya cuatro meses desde la tragedia. Es difícil para él y no se imaginaba que ese día sería la derrota más desgarradora de su trayectoria amorosa. En una de sus grandiosas aventuras en CCH, el asombroso Batman regresaba a su guarida, cansado y hambriento. Muy contento y bien merecido se preparó el manjar de su vida: dos enormes hot dogs con tocino y queso derretido cayendo por los bordes, exquisitamente bien preparados y acompañados con un agua de piña. De sólo verlos eran perfección ante su voraz apetito, pero no llevaba ni tres mordidas cuando le llegó un mensaje. Así es,

era Venus diciéndole que lo extrañaba, que lo amaba y que no había dejado de pensar en él, que había sido difícil para ella y que sólo quería recordárselo, que estuvo en su primer encuentro íntimo con aquel mortal y que hubiese querido que esa persona hubiera sido él. Le dijo que lo extrañaba pero que no podía estar nunca más a su lado, que lo sentía; que aquello era un mensaje de despedida y que nunca más sabría de ella, que era lo mejor. Batman, con el corazón partido, el estómago revuelto y los ojos en llanto corrió al baño, a sacar todo aquello que apenas había podido comer, a recostarse en el piso y a llorar como nunca antes lo había hecho... llorar y quedarse con mil dudas que nunca más resolvería. Así es, todo superhéroe tiene debilidades. Por más fuerte, hábil y osado que sea, en algún momento se puede quebrar así de fácil, quedar tan expuesto y por más que quieras levantarte, no puedes. Pero, ¿qué es un superhéroe sin derrotas y aventuras para contar? Su trayectoria debe tener altas y bajas, sino qué chiste tendría salir victorioso siempre. Así es esto del amor, esas caídas son las que te enseñan y le dan ese condimento a la vida. Continuará…

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Yo mĂĄs, fin, ganĂŠ El del nombre italiano

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E

n un día cualquiera de quinto año de preparatoria, me metí en un salón de dibujo para platicar con el profesor, pero mi misión se vio interrumpida cuando un haz de luz solar iluminó a la mujer más bella del planeta Tierra. Me acerqué a ella sin pensarlo, comenzando la plática más estúpida que he tenido en la vida, no tardaron las risas nerviosas por parte de ambos. Al final, ella me dio su número de celular y, a partir de ese día, mi vida cambiaría. Esa misma noche le envié el primer mensaje de lo que sería una gran historia. Ella siempre me respondía alegre, optimista y cariñosa. Me enamoraba un poco más con cada mensaje y yo era el hombre más feliz del mundo. En nuestra primera cita todo fue raro: los temas de conversación eran malos y los silencios incómodos resultaban eternos. Si algo podía salir mal, salía. Pensé que era el final. Después de la cita, los mensajes eran escasos. Cada día se apagaba más ese fuego que

nació espontáneamente. Pero ocurrió algo mágico: un día, a la salida de la preparatoria, nos encontramos de nuevo por casualidad. Nuestras miradas se enlazaron, nos acercamos, le tendí la mano y ella la tomó. Fue la sensación más hermosa que he tenido en la vida, fue como si la energía de dos galaxias que colisionan estuviera dentro de nuestras manos. La conversación fluida y genuina renació. La segunda cita permanecerá inmortal en mis recuerdos pues fue donde nos besamos por primera vez. Ese beso fue el inicio de una gran relación. Al poco tiempo, la relación se formalizó. Las grandes anécdotas y experiencias suscitaban una tras otra. Parecía no tener fin, era como buscar el término del universo. Los días pasaban, los meses corrían y los años volaban; las risas y el amor nunca faltaban. Cuando mi corazón hablaba, mis labios externaban un: “Te amo”. A lo que ella sonrojada, respondía: “Yo más, fin, gané”. Desencadenando una pelea de besos, cosquillas, risas y caricias. Ese era nuestro juego. En poco tiempo construimos toda una vida juntos, nuestros sueños se habían fusionado. Teníamos un presente y un

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Todo lo que un día construimos se empezó a quebrantar, a deshacer.

Se acercaba el ocaso.

futuro, hombro con hombro, codo con codo. Eramos ella y yo contra el mundo. Pero un día todo cambió. Ella empezó a ser cortante, algo pasaba, lo intuía. En mi había una gran impotencia y no sabía qué hacer. Todo lo que un día construimos se empezó a quebrantar, a deshacer. Se acercaba el ocaso. Ese día que pensé no existiría, llegó. Ella me dijo: Sabes, no sé cómo decirlo, me duele mucho, pero… Conocí a alguien más y le quiero dar

una oportunidad. No dije nada, solo me fui. En mi mente solo había caos, confusión, enojo y tristeza. Pero el corazón me dio la respuesta, la amaba más que a nadie y si para que ella fuera feliz, yo me tenía que hacer a un lado… ¿Por qué no hacerlo? La última vez que la vi, le regalé un libro que quería desde hace mucho. En una página, cuyo número era importante en nuestra relación, le deje unas palabras…”Yo más, fin, gané”.

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Obsesiรณn Star Platinum

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A

ún recuerdo el intenso Sol de aquel día en el que te conocí. No me lo esperaba, en lo absoluto, pero qué iba a saber un adolescente que, como de costumbre, perdía el tiempo en las canchas del área deportiva en la preparatoria. Cómo iba a saber que llegaría a tener una obsesión tan grande con una chica.

bas a tal punto que no sabía qué hacer y, puesto que no era una persona libre, no podía haber nada más que una amistad entre nosotros. No querías que lastimara a nadie por ti, pero tampoco estarías conmigo mientras tuviera a alguien más, solo seguirías ahí, matándome con total conocimiento y totalmente a propósito, como si te complaciera hacerme sufrir.

Me dirigía a la salida cuando mis ojos no pudieron evitar prestarle atención a aquella chica que jugaba voleibol con sus amigos. Grandes y brillantes ojos, cabello lacio que rebasaba los hombros, unos labios finos y pequeños y unas pecas que abarcaban la mitad superior de su cara... juro que jamás las olvidaré. Esa diminuta nariz, pero que era perfecta en ti, y esa envidiable figura esbelta, pero perfectamente bien definida con cada curva.

Así, con el tiempo, comencé a entender esa faceta que no conocía de ti y que, a decir verdad, no quería ver. Prejuiciosamente asociada al género masculino, te gustaba jugar y disfrutar del libertinaje y así alimentar tu ego y engrandecer tu autoestima. Pero, ¿quién era yo para juzgarte por eso? Aun con ese pensamiento en mi mente difícilmente hubiera podido soportar mucho tiempo ese tipo de relación, tan bizarra pero tan común, de la cual no a muchos escucharás hablar. Así que tras una pelea totalmente provocada por mí con intención, decidimos separarnos para jamás volvernos a hablar... o eso era lo que yo pensaba.

Conseguí hablarte gracias a nuestro gusto común por el voleibol. Cada vez nos conocíamos más y yo disfrutaba de esas risas, de esos momentos jugando cualquier juego de pelota cuando las canchas estaban ocupadas y de esas miradas que se cruzaban entre tantas personas, incluso de aquellos disimulados labios tuyos rozando los míos durante el beso de despedida. ¡Vaya forma de coquetear!, sí que me mataba. Físicamente ya me encantabas, pero esa personalidad tuya me derretía: indomable, alegre, espontánea, agresiva e intensa. Me arrincona-

Ahora han pasado 2 años y te vuelvo a encontrar. No es un encuentro fortuito que pude haber evitado pues has venido a estudiar a la misma facultad que yo. Estoy en parte orgulloso de ti, aunque también me encuentro totalmente aterrado. ¿Debo saludarte?... corrección: ¿Puedo saludarte? No hay tiempo para pensarlo, estás pasando justo delante mío y dentro tengo la esperanza de que hayas cambiado esos aspectos. Te has sorprendido, dentro de mi estoy tan ale-

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El color del

oscuro

cielo es más justo antes del amanecer.

gre de que no guardes rencor ni que me hayas evitado. No puedo evitar sonreír. Y así se reanudaron nuestras pláticas y encuentros constantes. Me contaste que conociste a alguien, que te enamoraste y que finalmente te rompieron el corazón. Al menos ahora sé que tienes uno (JAJAJA). Volvimos a vernos más seguido, incluso iba a visitarte a tu salón entre clases, justo como antes. Creí que este instante de la vida sería aquel en el que se me diera la revancha, en donde por fin podríamos estar juntos, pero nuevamente solo fueron falsas esperanzas. En esta ocasión fuiste más directa: “no podías evitar jugar conmigo”, esas fueron tus palabras exactas y en ese instante sentí un enorme golpe dentro de mí. Todas esas imágenes ficticias generadas en mi mente sobre un futuro entre tú y yo se quedarían solo en eso, en imágenes. Pero eso no era lo que dolía, sino el hecho de que pensaras así y más aún cuando yo había mostrado progresos de mi madurez; el hecho de saber que todo seguía ahí, como la atracción mutua, el gusto por compartir tiempo uno con el otro, la profunda comodidad e, incluso, la confianza de que mutuamente nos teníamos. Y sin embargo no podía dejar de ser

denominado como un juego. Esta vez no buscaré pretexto alguno para alejarnos, sin embargo debo hacerlo. Te he idealizado demasiado, no estoy decepcionado de ninguna forma, pero no debo ni puedo seguir con esto… te has vuelto una completa obsesión. Lentamente, pero lo haré, de manera gradual para que desaparezca como si me fuera caminando lentamente dentro de una espesa niebla. Desprenderé todos mis lazos contigo. Podría sonar exagerado pero no quiero que esto se vuelva un bucle insano y que cualquiera de los dos pueda salir lastimado e, incluso, destrozado. Debo darte las gracias: gracias por todos esos buenos momentos. Puede sonar genérico, pero de verdad gracias. Gracias por escuchar, gracias por hacerme reír, gracias por acompañarme cuando necesitaba compañía, gracias por cada contacto con tu piel, gracias por dejarme perder mirando esos ojos, gracias por caminar junto a mí, incluso gracias por la ilusión, porque ¿Qué es la realidad sin la ilusión? El color del cielo es más oscuro justo antes del amanecer. Antes, tan arriba tocando nubes; ahora, tan abajo, sepultado, putrefacto.

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Una mรกs El Caballero de Antares

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E

scribir este relato es algo hilarante, pues ayuda a que me de cuenta de la forma errónea en la que he afrontado situaciones de naturaleza similar en el pasado.

No es la primera vez que soy rechazado en el amor, sin embargo, hay algo en aquella historia que me obliga a repetirla una y otra vez. Me parece apropiado comenzar esta historia el día que la conocí, pero antes he de dejar en claro que soy un gran admirador de la literatura de Dan Brown, sus historias me parecen fascinantes, así que comprenderás mi sorpresa cuando vi a esta chica (a quien solamente llamaremos A) sentada fuera de mi clase con un libro de este autor. En ese momento supe que debía entablar una conversación con ella, digo, ya tenía un punto de partida: compartíamos gustos literarios. Nuestra primera conversación no fue de lo más fructífera, pero al menos ahora ella tenía conocimiento de mi existencia. Seguimos charlando por un tiempo hasta que entablamos una bonita amistad, y pues pasó lo que debía pasar: me enamore de ella perdidamente. Todos los días la veía pasar, admirando su belleza y su encanto; era una chica muy ocurrente, podía sacar un chiste en cualquier momento de una conversación, sin importar de lo que estuviéramos hablando. Cada día que pasaba solo pensaba en cómo declarar mis sentimientos, y no pasó mucho

tiempo para que me enterara de que A tenía novio, vaya sorpresa. Sin embargo, nuestra amistad marchaba bien, a pesar de los celos y envidia que me invadían, así que ella no dudó en confesarme algo: su relación no marchaba nada bien. Cada día, una pequeña parte de la historia llegaba a mis oídos, y como toda persona enamorada, puse toda mi atención a cada una de las palabras que salían de sus labios. Resulta que su novio era una persona muy celosa, muy posesiva, y claro, ahí estaba yo, haciendo de consejero y de oído comprensible para dar una señal de que yo podía ser una mejor pareja. Mis intenciones de iniciar una relación con A, sin siquiera haber hablado de mis sentimientos, llegaron a tal punto que yo le di el peor consejo que un hombre le puede dar a una mujer. Un día nos encontrábamos sentados uno al lado del otro, conversando rumbo a nuestro hogar. A me confesó que su deseo de separarse de su actual pareja tenía que ver también con el hecho de que ella se había enamorado de alguien más. Para ese punto yo la conocía mejor que nadie, y nunca dio indicios de conocer a alguien más, o de estar interesada en otro hombre. Con todos estos hechos sobre la mesa, entenderás por qué mi primer pensamiento fue que yo era esa persona por quien ella quería dejar a su actual novio. Lo siguiente es algo que al día de hoy no me enorgullece, le di el único consejo que se me ocurrió en ese momento: «Deja a tu novio y sigue a tu corazón, corre a los brazos de este otro hombre». Por supuesto

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... yo le di el peor consejo que un hombre le puede dar a una mujer.

que su primera respuesta a mi consejo fue una negación rotunda, sin embargo, noté un aire de consideración en su rostro. Nuestras vidas siguieron su curso normal a partir de entonces; éramos inseparables. Hacíamos todo juntos y nunca fui capaz de expresar lo que de verdad sentía, en parte por mi gran timidez. Nuestra amistad y la friendzone en la que me encontraba me parecían de lo más cómodo, ya que estaba con ella la mayor parte del tiempo... parecíamos una pareja de verdad. Sin embargo, sabes que la felicidad no es para siempre y llegó un punto en el que ya no hablábamos como antes, ya no éramos tan cercanos, sólo en contadas ocasiones. Mi corazón sufrió un poco el alejamiento repentino que tuvimos, pero más aún cuando me entere de lo que ella había hecho. Sucede que durante el intersemestral ella había hecho justamente lo que yo le había aconsejado: dejó a su novio para poder, finalmente, ser feliz con esta persona de quien se había enamorado, pero, al parecer, esa persona no era yo. Resulta que había un chico a quien A conoció tiempo antes de que yo llegara a su vida, alguien de quien

me había hablado en contadas ocasiones, pero a quien nunca vi como amenaza. Al final ella y yo comenzamos a distanciarnos, hablábamos cada vez menos hasta que finalmente dejamos de hacerlo. Me sentía muy solo y traicionado, pero a la vez culpable ya que yo fui quien le dio la idea, la iniciativa para hacer lo que hizo. Por supuesto, mi dolor fue tal que al cabo de un par de meses me le declaré, como un último acto de amor, o al menos eso pensaba. No esperaba nada menos que un rechazo de su parte, sin embargo, su respuesta fue aún más enigmática de lo esperado. A no dijo nada, no me rechazó, pero tampoco me aceptó; solo se quedó ahí, de pie, tenía el rostro de alguien que solo se dedicó a escuchar, sin mostrar interés en el contenido de la charla. Han pasado ya algunos años desde que esta historia ocurrió y mis sentimientos por ella disminuyeron, aunque nunca se fueron. Aún entablamos conversación de vez en cuando, pero hasta el día de hoy no logro superarlo, ya que bien pudimos haber estado juntos de haber actuado con mayor iniciativa y asertividad, algo de lo que me arrepiento en cada oportunidad.

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¿Por qué no me miras a los ojos? Sol

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T

e encuentro algunas veces en mis pensamientos, te saludo y te dejo ir.

Subía las escaleras de la biblioteca, muy preocupada por tener que cursar de nuevo una materia con una maestra a la que no le entendía. Pensaba en un libro para estudiar y, al levantar mi rostro, ahí estabas, en una mesa, leyendo un libro. Por un impulso desconocido, me acerqué y te pregunté a qué grupo pertenecías, a lo que respondiste que ambos estábamos en el mismo grupo. Te pregunté acerca del libro que leías y justamente era de la materia que me tenía totalmente preocupada; aprovechando, te pregunté si eras bueno en la materia y me contestaste que sí. Rápidamente te pedí tu número de celular para comparar los problemas que la profesora había dejado de tarea, y como no le hablaba a nadie del salón vi mi oportunidad de hacer un amigo y un compañero de estudio. A veces pienso que no debí preguntar nada y pasar de largo, pero después me da igual, porque cuántas veces intenté alejarme y ninguna resultó... siempre terminábamos juntos. Aquel día tuvimos dos horas libres porque la profesora no fue y por eso te encontré en la biblioteca. Después de esa clase, seguía otra. Llegué tarde y al entrar me percaté de que había un lugar vacío a tu lado. Creí que era suerte porque podríamos platicar y hacernos amigos.

En los ratos libres intentaba hablarte, probé con todos los temas que, a mi consideración, resultaban buenos para conversar con alguien desconocido. Tú no contestabas mucho, me dabas pequeñas respuestas. Creí que eras tímido y que después de un tiempo tomarías confianza. Con ese pensamiento seguí todo el mes, y por fin tuvimos una plática medio normal. Tú no eras como los demás: me resultabas tan extraño y tan inteligente, tus gestos y gustos eran algo fuera de lo normal. A pesar de estar en una escuela que tenía a los mejores alumnos (que entre más sabían, querían lucirse más), tú no lo hacías, eras un foco que prefería estar apagado. Nunca te parabas de tu lugar y solamente hablabas con tu amiga del año pasado y con un tipo que jugaba los mismos videojuegos que tú. Siempre era yo la que en sus horas libres te visitaba en tu lugar. Me impresionabas cada vez más, pero había algo raro; casi nunca sonreías y eras muy distante. Un día sentí que te quería, pero para saber dónde me metía, debía investigar. Primero te pregunté si tenías novia, después te pregunté si te gustaba alguien y en ambas respondiste que no. Pregunté por qué no te gustaba alguien; contestaste que hace un año te habías sentido enamorado, pero que después de pensarlo resultaba tonto y ahora no estabas interesado en ello. Al oír eso, traté de minimizar lo que comenzaba a sentir, pero no pude, conforme pasaba el tiempo te quería más y más.

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¿cómo hacerle para dejar

sentir?

Tomé la determinación de intentar que me quisieras, que te dieras cuenta que podíamos hacer un buen equipo. Un día, mientras platicábamos, te pregunté por qué no me mirabas a los ojos, y contestaste que si mirabas a alguien mucho tiempo a los ojos, significaba que estabas enamorado. Quería ser sutil en mis movimientos y pensé que el contacto físico podría ayudar. En clase me pediste un lápiz y vi mi oportunidad de tener un roce con tu mano; fue un gran error, porque en cuanto tuvimos contacto me dijiste que no te tocara, que no te gustaba.

de

dejabas en “visto”, buscaba la forma y el momento pero nada daba resultados. Se me ocurrió preguntar quién era la chava que te había gustado el año pasado, me dijiste quién era. El día de muertos íbamos los dos caminando, te la encontraste y ella te saludó. Te pusiste muy nervioso, lo noté y traté de ocultar la tristeza de mi corazón con algunos comentarios divertidos, pero te enojaste. No sé qué pasaba en tu vida, pero yo tampoco la pasaba bien, incluso, trataba de no llevar los problemas a la escuela. Tú, de manera contraria, estabas cada día más gruñón, te molestaba que sonriera y me decías que no había razón para hacerlo.

Intenté decirte que me gustabas con la típica historia de que a una amiga le parecías muy interesante y, como respuesta, me dijiste que le dijera a mi amiga que no estabas interesado en nadie, que perdía su tiempo. También te dije que mi amiga quería una cita y respondiste que no querías nada. ¿Cómo acercarte a una persona así?, ¿cómo hacerle para dejar de sentir? De verdad lo intentaba, te mandaba mensajes, me

Poco a poco, el amor tan grande que te tenía se iba cansando de tanta frialdad. Decidí alejarme cuando hice un comentario y te enojaste mucho... dolió lo que dijiste. Ahí fue la primera vez que dejé de hablarte. Todo iba bien, hasta que una de las profesoras dijo que era tiempo de

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Esa fue una de

rompió len constante mi

presentar un trabajo en equipo y yo estaba en el tuyo. Hice lo posible por salirme pero no pude. Te hablé de nuevo. Siempre estaba seria. Tú no cambiabas e, incluso, aceptaste que algo estaba mal dentro de ti y que no querías arreglarlo. Me alejé de nuevo, pero otro profesor nos pidió una exposición y los dos pertenecíamos al mismo equipo. Te hablaba lo necesario. Recuerdo que me pediste un plumón y como sabía que no querías que nadie te tocara, lo tomé de la punta y sin verte, te lo acerqué; sentí un calor extraño en mi mano: era tu mano sobre la mía. Te miré seria, mi corazón no se aceleró. Ya no teníamos más compromisos juntos, entonces, creí que definitivamente ya no te vería y tampoco te hablaría, porque a tu lado me sentía seca.

A otro profesor se le ocurrió terminar el ciclo con una exposición en la cual él elegiría a los miembros, es decir, equipos de cuatro personas. Pensé que de 59 alumnos, había tres posibilidades de trabajar contigo, confiada creí que no pasaría, pero cuando el profesor me dijo los nombres de los integrantes de mi equipo, ahí estabas tú. Ya no podía, me resultaba incómodo, la vida y sus problemas habían hecho de las suyas. En una sesión para practicar la exposición, estabas sentado frente a mí, era tu turno de hablar, y como les dije, destacabas por tu inteligencia y dominabas el tema al cien por ciento. Te miraba mientras explicabas, cuando terminaste, te seguía viendo, me desconecte y después de tiempo regresé a mí y me percaté que nos mirábamos a los ojos, no me emocioné.

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tantas cosas que nto pero de manera

corazón.

Después de esa exposición volví a retomar el plan de ya no hablarte, pero dos semanas antes de salir de la escuela, tú, que nunca me enviabas mensajes, mandaste uno preguntando por qué dejé de hablarte, me dijiste que faltaba poco para salir y que no debíamos terminar mal. En ese momento, una pequeña luz, muy tenue, salió y me iluminó. Al siguiente día te hablé, pero todo seguía igual o incluso peor, eras más distante y más grosero, y yo no estaba dispuesta a soportarlo, incluso recordé aquel día que platicábamos acerca de la universidad, pues faltaba poco para entrar, pero me dijiste que apenas nos acabábamos de conocer y que no creías que yo estaría mucho tiempo en tu vida, que dejara de hacer planes. Esa fue una de tantas cosas que rompió lento pero de manera constante mi corazón. A una

semana de salir de la escuela, contaba los días para terminar y nunca más verte, porque nada nos uniría. Durante esa semana seguía con mi rutina, ir diario a la biblioteca a estudiar. En uno de esos días no podía concentrarme, levanté mi rostro y miré hacia los libreros, me percaté de que alguien me observaba, eras tú, fingí no verte y regresé a mi libro. Yo sabía que tal vez había un pasado doloroso en tu vida y era algo que debías arreglar y no era sano que yo estuviera ahí. Sólo sé que hubo una época en la que estaba dispuesta a estar en las buenas y las malas, pero en ese momento ya no. Comprendí que te amaba, que te quería con todo mi ser cuando dejé de hablarte, pero lo hice porque definitivamente estabas mejor sin mí y yo sin ti.

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Antes que nada somos amigos La niĂąa de Jo

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E

l primer día que lo vi no fue nada especial, estaba sentado ahí sin más al igual que muchos días después de ese, pero en cuanto comenzó la clase supe que ese chico me agradaba, no hablamos ese día o al día siguiente, ni siquiera recuerdo cuándo fue, sólo recuerdo la forma en que me hizo sentir, tan pequeña pero llena de vida, era demasiado brillante y se veía en sus ojos la pasión con la que hablaba, éramos amigos desde ese entonces y así debió de quedarse. Él tenía novia, una chica interesante y bonita que en realidad me agradaba, aunque no la conociera, parecía ser su sueño hecho realidad y lo hacía tan feliz que nunca me imaginé lo que pasaría cuando aquello terminara. Al final terminaron, naturalmente, y él buscó consuelo en mí, me sentí bastante triste al ver que la persona que estaba conmigo ya no era la que conocí y me entristeció aún más cuando me besó por primera vez. Me comenzó a usar como consuelo y yo estaba tan cegada de preocupación que accedí, sin notar la barrera que estábamos cruzando y de la que no podríamos volver. Seguíamos siendo amigos, pero ahora había algo más, algo diferente que no había visto antes, o al menos eso quise creer. Antes éramos unidos, pero después de eso fuimos inseparables, nos abrimos ante el otro de una manera en que no lo habíamos hecho hasta ese momento y, mientras yo pensé

que él comenzaba a sentirse de la misma manera que yo, él sólo pasó de llamarme amiga a decirme mejor amiga y ahí fue cuando todo acabó para mí. ¿Por qué me llamó mejor amiga? ¿no se dio cuenta de lo mucho que me dolía? Por su puesto que no lo hizo, estaba tan concentrado en él y su sufrimiento que no se dio cuenta que me hundió con él, que me regresó al hoyo del que tanto trabajo me había costado salir y lo peor es que yo se lo permití. A veces pasábamos días maravillosos riendo y jugando, pero de repente todo se volvía oscuro, él sólo guardaba silencio y buscaba algún rostro conocido entre los extraños para voltear a verme decepcionado, seguía anhelando estar con ella mientras yo anhelaba estar con él, ¿Cree que no supe que pensaba en ella cuando nos estamos riendo y de la nada guardaba silencio? Yo también extraño a alguien, alguien que alguna vez me rompió el corazón, pero nunca fui tan mala como para llamar mejor amiga a una chica justo después de haberme acostado con ella. “Antes que nada somos amigos”, nuestro grandioso lema para cuando las cosas se ponían más serías de lo que a él le gustaba, sólo me besó sin importarle que sucediera con nuestra amistad, pensando que nada cambiaría, ¿cómo hizo para no sentir ni una pizca de cariño o por lo menos de culpa?, ese día empecé a verlo de una manera distinta sin percatarme, había dejado de ser sólo un chico brillante al que le tenía aprecio,

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...sólo buscaría en mí sombras de la persona con la que solía estar.

poco a poco se convirtió en la persona que hacía mis días más brillantes, y yo me esforzaba tanto por hacer lo mismo por él que jamás me di cuenta que me estaba consumiendo, con todas mis fuerzas intenté que no se sintiera solo, ¿y que conseguí? Sentirme más sola que nunca, porque, ¡Demonios¡, él me hizo sentir tan sola, sólo me hacía recordar que cualquier chico que llegara a conocer podría ya haber encontrado a su alma gemela, podría estar profunda e irreparablemente enamorado de alguien y entonces sólo buscaría en mí sombras de la persona con la que solía estar. Por eso me dolió aún más aquella última vez que discutimos, yo traté de explicarle lo mal que me hacía sentir con sus acciones y que prefería que

todo volviera a ser cómo antes y él sólo me pidió tiempo para pensar, incluso se atrevió a decir que después de todo nuestra amistad no era tan auténtica como parecía. ¿Por qué no quiso admitir que había posibilidad de que regresara con ella y que eso lo hacía inmensamente feliz? Más feliz de lo que jamás fue conmigo, pero claro, yo sólo fui su amiga cuando él tenía un mal momento, ¿y quién era mi amigo cuando yo tenía un mal momento por su culpa? ¿quién me va a ayudar a salir de esta? No lo sé, demonios, no lo sé, sólo quisiera olvidar que todo esto alguna vez pasó, es algo dramático, pero desearía jamás haberlo conocido, o tal vez desearía que jamás me hubiese buscado como su apoyo emocional, ¿por qué pensó que podría ayudarlo cuando no puedo ni ayudarme a mí misma?

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Desencuentro Zirot

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¡

El frío está insoportable!, mis piernas tiemblan incontrolablemente al verse expuestas por un despreciable vestido y el insensato encargado que prefiere dejar ambas puertas ,,, del minisuper abiertas como si el calor fuera prisionero nuestro y necesitara huir desesperadamente. De saber todo el tiempo que me tomaría comprar un nuevo desodorante hubiera dejado a mis compañeros aguantar el aroma natural de mis axilas a medio día ¿Por qué no avanza esta fila? ¿Será que el mismo encargado insensato considera algo cruel separar esta tierna fila al llamar otro cajero y agilizar nuestras compras? Para la próxima exposición buscaré el pronóstico del clima para no equivocarme de ropa otra vez. ¿Por qué esta espera me parece tan larga? Si me pareciera una cuestión de instantes, evitaría este estrés y pronto estaría en mi casa descansando envuelta en… ¿Ese cajero no es…?, ¡Claro que no! ¿O sí? En todo caso ya no debería de importarme, ¿Debería? Sólo nos separan cinco personas, bueno, seis, la señora de enfrente tiene el carrito repleto. ¿Se acordará de mí? Yo no he cambiado mucho desde la secundaria. Pero él… él luce un traje de cuerpo entero hecho de cansancio. Antes, su piel era más brillante y no tenía esa joroba, casi imperceptible que provoca el peso de la vida. No lo hubiera reconocido si sus ojos no conservarán el mismo brillo, la misma paz que encuentro cada vez cuando me hundo en ellos, en su profundidad, en la ex-

traña tregua entre la crueldad de su pasado y la tenacidad de su inocencia. ¡Volteó! Se nota que nunca aprendí a disimular mis miradas invasivas, nadie creyó esa actuación mediocre intentando decir: “no te estaba mirando fijamente, sólo estoy viendo cuántas personas están antes de mi en la fila”. Cuatro, por cierto. Estamos a cuatro compras de última hora de reencontrarnos. ¿Tan pronto? ¿Debo saludarlo? “Hola, ¿qué frío tan horrible no Arturo?”, o: “Buena noches, disculpe, ¿nos conocemos de otro lado?” ¿Me servirá de algo hablarle? Es decir, me traía loca en la secundaria, pero ahora estoy en el cuarto semestre de la carrera, ya no me conmueve un gesto de aprobación o interés a mi pseudo arte, en especial porque ahora estudio ingeniería eléctrica ¿Realmente entendía lo que escribía? Nunca leyó ninguno de los “libros del rincón” para literatura ¿Por algo reprobaba no? ¿Diría que le gustaban mis cuentos sólo por agradarme? No, eso no tiene sentido, nunca fui capaz de saludarlo como a un buen amigo. Sin embargo, era capaz de usar un camino en donde cada semana aparecía una chica muerta con tal de poder coincidir con él una mínima parte del trayecto a casa después de clases, con tal de verle cinco minutos más de los que me regalaba la escuela. Pero si él me dirigía la palabra para preguntarme la tarea, “matemáticas y literatura” salía de mi boca y cruzaba velozmente la calle, ni adiós

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Sin embargo, es miserable el desenlace de todo mi amor

psicópata.

decía, un acto cobarde que lamentaría el resto de la semana. Incluso llegué a meterme al taller de danza folclórica con mis dos pies izquierdos, únicamente porqué él lo había escogido, menos mal que mi mamá me cambió a dibujo técnico después del fatídico siete en mi boleta, sin saberlo paró una de mis tantas locuras de amor adolescente. Ya no tengo frío, entonces, ¿Por qué me siguen temblando las piernas?

vechar el tiempo, me dijo que te le hacías bonita y muy inteligente, se te iba a declarar el pasado 14, pero como empezaste a salir con Marcos no lo hizo” ¿Qué culpa pude tener yo de hacer un mejor amigo y pasar con él todos los recreos? ¿Qué estólida culpa pude haber tenido?

Sin embargo, es miserable el desenlace de todo mi amor psicópata. Maldito Marcos y su amistad inoportuna. Más bien, estúpido Arturo y su mente perversa. ¡Mejor! Compañeros morbosos y haraganes autores de parejas imaginarias. Cómo olvidar la rabia cuando Paula, después de pasar media hora de castigo junto a él por llegar tarde, como buena amiga al servicio de mi amor paciente, me contó: “te saqué al tema para apro-

- Efectivo -

- Son treinta y siete pesos con noventa centavos ¿Efectivo o tarjeta? -

- Recibo cien pesos y son… sesenta y seis pesos con diez centavos de cambio En realidad, no he cambiado, sólo conteste la pregunta y nada más, supongo… supongo que … que debo darme prisa o este frío me congelará las piernas.

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DesINTEGRAN el amor AlexCuini9

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Ndo

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E

sto paso hace ya unos años, aproximadamente unos 3, cuando metí la materia de cálculo integral, de ahí el nombre de la historia. Todo iba bien, como en cualquier materia, inició el ciclo escolar con algunos amigos en la misma asignatura, al principio de semestre me gusta sentarme hasta en las primeras filas de salón para prestar más atención, entonces fue cuando una chica entra y se sienta a lado mío, comenzamos una conversación, no recuerdo quién la empezó, pero el primer día fue un día muy lindo, nos dimos cuenta que teníamos muchas en común (la misma carrera, el mismo gusto musical, vivíamos muy cerca uno del otro). Al terminar la clase ella salió y esperó a alguien, yo seguía platicando con ella mientras esperaba, en eso llegó un chico y se comenzaron a besar, recuerdo que en ese momento no me gustaba ni me interesaba, pero fue el primer paso de esta historia. El tiempo pasó, todo se hizo rutinario, la veía todos los días ya que estábamos juntos en dos materias, cálculo integral (lu,mi,vie) y algebra lineal (ma y jue), así que todos los días nos veíamos y cada día me comenzaba a gustar un poco más. Creo que ya con esto podemos comenzar con la parte triste. Llegó el fin de semestre pero no por eso nuestra relación, ella seguía con su novio y yo tenía una relación complicada con una chica, para suerte o desgracia como le quieran llamar, los dos terminamos nuestra relación en la vacaciones, entramos a 3er semestre metimos varias materias juntos, comenzamos a ir a clase juntos pero al mismo tiempo a salir solo los dos, íbamos a comer, salíamos al cine, íbamos a fiestas y muchos lugares juntos.

Todo parecía un poco más que una amistad normal, ya que de vez en cuando nos dábamos besos y la mayor parte de los días que estábamos juntos nos tomábamos de la manos. Pero siempre en toda historia pasa un acontecimiento que cambia el rumbo de esta y el 15 de septiembre fue ese día, decidí invitarla a tomar, únicamente ella y yo, las cosas comenzaron a ponerse algo romántica, pero aquí cometí lo mejor que pude haber hecho pero al mismo tiempo lo peor. Regresó a lo que estaba, todo comenzó a subir de tono, la manos dejaron de estar en la cintura o en la espalda para pasar a un poco más abajo, cualquier persona que pasara por ahí no hubiera encontrado nada extraño más que una simple pareja teniendo un poco de intimidad. El tiempo comenzó a pasar pero los besos y las caricias aumentaban, aquí en dónde todo se arruinó, ella me dice: vámonos a un hotel, a lo que yo le respondí: ya estás tomada mejor vámonos te llevo a tu casa, se preguntarán qué tiene que ver esto con la parte triste pues ese día fue la causa de todos los problemas que vendrían después, la llevé a su casa y regresé a la mía, toda esa noche nos la pasamos platicando de lo que habíamos hecho y lo que ella quería que hiciéramos pero yo no quise. Ahora sí comenzaremos con la verdadera historia, después de ese día todo fue lindo, comenzamos una relación después de estar unos 3 meses solteros, creo que debimos haber esperado un poco más. Como yo ya lo había mencionado yo estaba enamorado de ella, pero ella de mi no. Se preguntarán cómo sé que no estaba, fácil, ella me negaba. Salíamos con varios amigos y ninguna vez me tomó de la mano con alguien conocido enfrente. Todo era lindo siempre y cuando estuviéramos solos, pensé que con el tiempo ella

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“sabes por qué no te puedo amar por lo que hiciste ese día”

entendería que lo que yo sentía por ella era de verdad, pero todo era en vano. La llevé con mis padres a una reunión, cuando la iba a presentar, ella me interrumpió y se presentó ella misma como una amiga de la escuela. No le tomé importancia, tal vez aún era muy rápido todo. Siguieron pasando los días y comenzaron la peleas, no era por celos ni por alguna otra persona, simplemente por que ella se hartaba de estar conmigo, yo no hacía nada fuera de lo normal, solo darle besos y tomarla de la mano cuando caminábamos. Entonces pasaron 3 días los cuales arruinaron está relación. Después de tanta pelea, decidí hablar con ella para arreglar todos los problemas, a lo que ella respondió: “sabes por qué no te puedo amar por lo que hiciste ese día” (refiriéndose al 15 de septiembre). No puedo andar contigo por que si haces eso con tus amigas, aparte yo no quería hacerlo y tú me obligase, si yo fui quién se había negado a algo más. Pero ella nunca lo entendió, que no quise hacerlo por que de verdad quería algo lindo con ella, pero su versión era distinta, en dónde yo me había aprovechado de ella por la condición en la que estaba.

Luego el día de mi cumpleaños yo esperaba algo de ella, algún regalo o un simple mensaje, cuando fue el suyo, me esmeré mucho, haciendo que fuera un día especial para ella, tratando que nunca dejaré de sonreír y que fuera uno de sus mejores cumpleaños. No sé si lo logré pero de verdad lo intenté. Bueno, fue el día de mi cumpleaños y no supe nada de ella, hasta que me marcó y solo fue para pelear. El día que todo cambió, ella fue a una fiesta con un chico que yo solo conocía de vista, era el cumpleaños de este chico y la invitó, ella fue y cometió lo que yo nunca esperé que me hiciera, se acostó con él. Al otro día yo me enteré por otros amigos y ella solo me pudo contestar que sí, que ella estaba enamorándose de él. Para terminar algo bonito, después de esto terminó el semestre, yo pasé mis materias y ella no, ella me echó la culpa solo por que si, que como era posible que aunque hayamos faltado a las mismas clases y entregado las mismas tareas ella no pasó, lo que no sabe es que ella reprobó varios exámenes y yo los pase con 9 y 10. Entonces en resumen, yo le di mi tiempo, mi esfuerzo, mi amor. Pero para ella nunca fue suficiente así que se acostó con alguien más.

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Día común ECHH

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Q

uerido ECHH de verdad ¿te nace contar esto? Necesito hacerlo, necesito que alguien pueda sentirme, que pueda ponerse en mi lugar, pero lo que más quiero es que sea capaz de abrazarme a través de mis pensamientos. El odio del corazón fue latente por mucho tiempo. Recuerdo bien la manera en cómo la conocí, iba en tercer grado de secundaria, ella es la prima de mi único y mejor amigo, no la conocía en persona, sin embargo, siempre tuve esa curiosidad. Pasó el tiempo hasta que la dicha llegaría, fue en una fiesta; portaba un vestido blanco con café, ella alegraba la noche de aquel lugar de tal manera que no se podía sentir frío en el exterior. Quedé atónito y paralizado al verla, mi impresión fue tal que no pude hablarle. La fiesta finalizó, y mi corazón estaba enloquecido. Observaba el panorama que me rodeaba dirigiéndome a casa, a unos cuantos pasos de llegar, la noche cambió, un frio desolador rodeaba mi cuerpo, volteé al cielo y dirigiéndome hacia algo ficticio, hablé con algo que nos acercaría íntimamente, sin ninguna explicación. Tiempo después de la fiesta, lleno de nervios como un niño en día de reyes, la invité a salir a través de una carta, ella aceptó.

Fuimos a una pista de hielo, parecía venado recién nacido ya que era la primera vez que andaba en una. Un grupo de jóvenes se burlaron por mi inexperiencia, ella volteó tras este suceso y dirigiéndose con ira me defendió... me impresionó como una persona tan pequeña se impuso ante un grupo de jóvenes que casi le doblaban la estatura, cuando le pregunté por qué lo hizo ella sólo me sonrió y me llevó a recorrer media ciudad... Pasaron las “citas” hasta que un día me llené de valor y tragándome mi orgullo le pedí que fuera mi “noviecita” a lo que accedió con una gran sonrisa de mejilla a mejilla. Fue entonces cuando comenzó mi historia de la mano de ella; fueron noches de ir a bailar danzón, ir a las ferias de los pueblos, tardes de ir apresurado de su mano debido a que se moría por recorrer la ciudad completa, desvelos de risas, regalos y abrazos, mañanas de ir a encontrarla, simplemente fueron aquellos mejores años de mi vida. Recuerdo bien que le volví a preguntar por qué me defendió aquella tarde en la pista de hielo. De nuevo sonrió y después de hacer un silencio me dijo: -Me hiciste sentir fuerte, me hiciste sentir poderosa, capaz de enfrentar cualquier cosa en mi camino, me hiciste olvidarme del miedo y de las consecuencias y ahora me doy cuenta de que no me equivoqué. Eres el amor de mi vida, eres la luz que invadió mi oscuridad y es por eso que te odio tanto tremendo muchachón porque el amor no me alcanza para sentirte...

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lo que te dio una vez vida también sería capaz de quitártela... ...quién diría que

...Fue la primera vez que derramé una lágrima de alegría, fue la primera vez que me sentí protegido y amado por alguien fui feliz por un momento... Recuerdo bien que pasó un mes desde aquellas palabras que me cegaron, que me hicieron creer en el matrimonio y que me invadieron. Esas palabras serían mi mayor perdición, quién diría que lo que te dio una vez vida también sería capaz de quitártela, y, de una manera abrumadora ella solo me dijo: -Las palabras más importantes son las más difíciles de decir, perdonadme amor mío, pero ya no podré andar de tu mano... Ella se alejó de una manera que pareciera que hubiese muerto, ella simplemente se alejó sin despedirse, haciendo uso de todos mis recursos logré verla por última vez, pude volver a sentir ese nerviosismo que te da cuando tu mayor mie-

do te afronta. Ella me vio y agachó esa mirada de niña pequeña, me dijo: -maldito desgraciado infeliz, te amo tanto, te odio con todo mi corazón, mi buen amor mío, mi sol que ilumina, te tengo que decir adiós. No soy lo suficiente para ti, te tengo que ver partir porque te amo, porque no fui nada a lado del mejor poeta que he leído, no soy nada ante el chico más inteligente que he conocido, y no seré nada a lado del ser que me devolvió la vida y fe en la misma... Me quedé mudo ante sus palabras, mis fuerzas se desvanecieron en el momento, quedé de rodillas ante aquella pequeña deidad, ella salió huyendo de aquel lugar, yo comencé a quebrarme en lo más profundo de mi alma, comencé a gritar agonía mientras ella me tomaba de las mejillas y me susurraba al odio: es lo mejor mi amado sol, solo quiero que me prometas...

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Dulce y tierna pelirroja OrneyFramery

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E

n mi gusto por las matemáticas y la enseñanza, recurría a mi ex-preparatoria a impartir clases con el afán de enseñar y distraerme, pues soy foráneo y en mis vacaciones ya no encontraba distracción en mi pueblo. En una de esas tardes de clases que impartía vi pasar a una chica que llamó mi atención de manera inexplicable. Me dejó con la boca abierta, mi mente dejó de responder. Recuerdo ese momento con tanta exactitud. Recuerdo cómo su cabello volaba mientras sonreía. De cabello rojo, de piel blanca, sonrisa perfecta, un cuerpo a detalle. Era la chica más bonita y tierna que mis ojos habían visto. Ese día regresé a casa muy feliz, mi mente no dejaba de pensar en ella. Ansioso porque el tiempo pasara y la volviera a ver al día siguiente, dormí hasta tarde, pues no dejaba de pensar en ella en ese fragmento de tiempo.

El día terminaba, comencé a sentirme triste, pues era el último día que daba clases. Esa noche dormí hasta tarde pensando nuevamente en ella, imaginándola, suponiendo qué era lo que le gustaba y qué no. Mi mente no podía dejar de pensar en ella y recordar ese pedacito de tiempo aún me pone muy feliz. Los días pasaron y regresé a la Facultad. Así pasaron dos años sin saber nada de ella y recordándola de vez en cuando. En unas vacaciones me encontraba en mi pueblo, aburrido de estar en casa decidí salir a tomar un café. En esa cafetería entré a mi Facebook y me percaté de que me aparecía una chica en sugerencias. Su perfil no decía mucho pero concordaba con su tono de piel y de cabello. Las esperanzas volvían. Sin nada qué perder la agregué. El tiempo pasó y yo estaba sin respuesta. Al paso de semanas llegó una notificación de que ella había aceptado mi solicitud. Tenía dudas de si era ella, yo solo requería verla en persona; esa sonrisa era inconfundible.

Al siguiente día llegué y la intención ya no era dar clases, sino encontrármela, solo verla. No quería nada, solo verla. Al llegar hice un recorrido por los supuestos salones donde ella podría tomar clases pero pasaron unas horas y no la encontré. Me senté en el mismo lugar que el día anterior suponiendo que volvería a pasar frente a mí pero no, no fue así. Pregunté para saber si alguien la conocía, pero nadie me dio respuesta.

Tras medio año de seguimiento ella publica que busca alguien para practicar inglés. Yo soy poco hábil en el idioma pero sin una oportunidad más antes vista, me armo de valor y le escribo. Comenzamos a platicar, todo empezó a fluir de

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...soy lo que ella busca tarde, pues ella am de su corazón a es

maravilla. De pronto la comunicación se cortó, dejó de responder y yo no entendía qué pasaba. Después de un mes ella vuelve a responder y retomamos la plática. Olvidamos el porqué habíamos iniciado la conversación. Hablábamos más seguido, cualquier pretexto era bueno para iniciar la plática. El cariño por medio de letras se fue dando: no conocía absolutamente nada de ella y ya me causaba sensaciones. Un día decidí contarle sobre aquella chica que me llamó la atención y que se parecía a ella; se sorprendió, pues describió a sus amigos y era exactamente como los que la acompañaban ese día. Me comentó que era pelirroja natural, aclaró unas dudas y todo embonó perfectamente. ¡Feliz por encontrar a la chica de mis sueños! Hicimos planes, acordamos vernos, fijamos fecha pero, como todo en la vida, las cosas no pueden ser perfectas a la primera. Ese día de la cita me surgió un contratiempo y no tuve de otra que cancelarle. No sé si ella empezó a du-

dar pero al día siguiente no quiso salir conmigo. Su mamá se enteró de nuestra amistad y ahora le prohibía salir. No había forma de verla. Me armé de muchísimo valor y decidí ir a visitarla a su casa, pues ella ya me había comentado donde vivía. Muy tímido pero lleno de valor toqué el timbre y ella me reconoció de inmediato. Nos sentamos en la banqueta, la plática empezó a fluir, las miradas eran precisas y las palabras se volvían correctas. Platicamos por cuatro horas. Observaba el movimiento delicado de sus manos, las miradas eran constantes, nos decíamos muchas cosas sin tener que decir ni una palabra. Me despedí de ella, el abrazo de despedida fue como un “te he encontrado”, “yo también te he encontrado”. Perdí la cabeza, una inmensa alegría estaba en mi cuerpo. No me había dado cuenta de que alguien ya tenía poder emocional sobre mí. Esa noche texteamos hasta la madrugada y acordamos una nueva cita, ahora cerca de su casa.

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a pero he llegado muy ma y no puede sacar

sa persona.

Fuimos a la cafetería, la plática empezó a fluir nuevamente, ella me observaba y yo a ella. Saliendo de la cafetería nos besamos; no dijimos nada, solo nos besamos. Y así fueron las demás citas hasta que el problema comenzó. Ella se enojaba cuando yo le decía lo mucho que me encantaba y yo no entendía qué pasaba. Me decía que no la podía entender, pero ella no explicaba nada. El poder sentimental que tenía sobre mí me afectaba en cierta forma, me ponía triste y a pensar. Pensaba todo el día en ella. Las ojeras salieron, su rechazo comenzaba. Seguía sin entender nada. Cuando estábamos de frente solo nos abrazábamos y nos dábamos cariño. No sabía qué pasaba. En una plática llena de coraje y tristeza ella decide confesarme que aún ama a su exnovio. El corazón se me vino abajo. Esa era la respuesta que tanto buscaba y no la veía. Me dijo lo mucho que le atraigo, pero que también le muevo los sentimientos y cada que pasaba eso ella se enojaba conmigo.

Hemos pasado poco tiempo pero debo decir que me siento algo enamorado de ella. Sabe todo lo que estoy dispuesto a hacer, pero se aferra a seguir con la idea de volver con su exnovio. Queriendo forzar algo he terminado por alejarla aún más. Quise aprovechar de esos sentimientos que le moví y fue la peor idea. Dice que soy una excelente persona, tierno, amable, listo; soy lo que ella busca pero he llegado muy tarde, pues ella ama y no puede sacar de su corazón a esa persona. Lo intenta pero termina cerrándome las puertas a mí. La adoro demasiado pero ya he comprendido, he decidido dejar que vuelva con su exnovio y que lo intente, y si las cosas no le funcionan, aquí estaré esperándola con un inmenso amor guardado. Me ha pedido que no la espere, que busque a alguien más. Le he dicho que sí, pero mi corazón sabe que la esperaré.

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El malquerido Aureliano BuendĂ­a

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B

ueno, contemos esto por última vez:

Esto me ocurrió en 6° de prepa. Yo llevaba más de un año sin pareja. En las vacaciones conseguí un empleo y cuando comenzaron las clases mi jefe me permitió trabajar sin descuidar mis estudios. Todo parecía ir perfecto para mí: conocí nuevos amigos, ganaba mi propio dinero, buscaba independizarme y me iba bien en las materias. Un viernes platicaba con mi mejor amigo y notamos que una compañera estaba sola afuera del salón, así que fuimos a hacerle plática. Me pareció una chica muy linda e hice todo lo posible para que dejara de notar a mi mejor amigo y se concentrará en mí. Y así fue. Lo increíble es que apenas comenzamos a hablar sentí que nos entendíamos bien y al parecer ella sintió lo mismo. Transcurrieron casi dos meses hasta que la profesora de Literatura nos mandó a ver una obra al teatro el domingo próximo a la clase; ella y yo quedamos entonces en ir juntos. Todo marchó bien ese día, íbamos entre muchos amigos pero aun así parecía que solo estábamos ella y yo. Platicamos y nos tomamos fotos en la larga fila que había. Al entrar compramos muchos dulces y durante la obra nuestras manos rozaban constantemente pero ambos nos sentíamos cómodos

con eso. Me armé de valor para pedirle que fuera mi novia. Al salir, mis amigos intuyeron mi intención y se alejaron para dejarnos solos. En ese momento la detuve, me puse frente a ella y le confesé que me gustaba. Ella me correspondió con las mismas palabras. Le pedí que fuera mi novia y ahí terminó la magia, pues ella dijo que no, que se sentía cómoda conmigo y que yo le gustaba mucho pero que sentía que íbamos muy rápido y que teníamos que conocernos más. No dejé que eso me afectara y le robé un beso que ella correspondió con otros más. Nos quedamos esa tarde platicando pero al final solo quedamos como amigos; sin embargo, a mí me bastaba con lo que pasó ese día, pues me daba señal de que lo nuestro podría llegar a ocurrir. El lunes siguiente todo marchó normal. Conversábamos como siempre y no tocábamos el tema de lo que había sucedido aquel sábado. Ese día tuvimos una hora libre y fuimos a sentarnos en una jardinera. Nos abrazábamos y tomábamos de las manos y parecía que fuéramos más novios que amigos, así que por impulso, y sin tomar en cuenta lo que habíamos hablado acerca de conocernos, le pedí nuevamente que fuera mi novia y sorpresivamente me respondió que sí. En ese momento me sentí el más feliz. No sabía todo lo que me esperaba...

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Ha pasado más de

(¿felizmen

Transcurrieron tres meses y todo iba bien con ella, porque en ese tiempo me alejé de mis amigos sin consideración. Ya no iba con ellos a ninguna parte, pues ella era el centro de mi vida y todo lo demás pasó a segundo plano. Un día de noviembre no hubo clases, así que yo fui a trabajar medio día, ella me mandó un mensaje diciéndome que iría por mí en la tarde para platicar y pasear un rato, a lo cual yo acepté. Saliendo del trabajo estaba listo para verla. Fuimos a comer y después a caminar por Reforma. Mientras hablábamos ella me dijo que había recibido un mensaje de su ex en días anteriores, en el cuál decía que la amaba. Esto la había confundido mucho. Hasta ese entonces, me contó, antes de mí ella estuvo a punto de casarse y que la razón por la que aquel sábado me había dado un “no” por respuesta al noviazgo era que esa semana le entregarían los resultados de una prueba de embarazo y con ésta, al ser negativa, su noviazgo con su ex “terminó”,

así que decidió andar conmigo. Pero ahora él quería volver y ella no sabía qué hacer, por lo que sería mejor terminarme. Yo no lo tomé muy bien. Había pasado poco tiempo pero yo estaba obsesionado con ella. La convencí para que siguiera conmigo y, entre lágrimas de ambos, volvimos. Sin embargo, esa tarde algo cambió: yo me obsesioné aún más. A partir de ese día trataba de estar hablando siempre con ella; la llevaba a comer a los mejores lugares que pudiera y le compraba muchas cosas en las que antes de la quincena me acababa mi dinero; le comencé a pedir dinero a mis papás, al principio aceptaron pero conforme pasaba el tiempo más rápido se acababa mi sueldo, así que ellos me cuestionaban y yo comenzaba a tener peleas con ellos; al salir de mis clases ya no iba directo a mi trabajo, todos los días la llevaba hasta su casa que quedaba a dos horas del despacho, comencé a tener entonces muchos retardos y lla-

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e un año y ella está nte?) casada.

madas de atención; me alejé totalmente de mis amigos y no aceptaba sus consejos, pues ellos se daban cuenta de que mi relación me estaba arruinando. Entré en un ciclo en el que terminábamos y regresábamos y, para desahogarme, tomaba alcohol que transportaba en botellas de jugo durante el día; faltaba a clases por ir a pasear con ella y mis calificaciones bajaron. Pasó medio año y se acercaban las vacaciones a las que tenía miedo, pues sabía que durante ese tiempo me distanciaría de ella. Yo tendría que dedicarme al trabajo de tiempo completo y temía que eso hiciera que ella se inclinara por regresar con su ex (al que seguía viendo). La idea más rápida que tuve para evitar esto fue la de presentarla con mis padres, pues antes habíamos hablado de esto como algo especial para ambos. Días después de empezadas las vacaciones la llevé a casa y mis papás la recibieron. Fue un gran día y creí que eso bastaría para que se que-

dara conmigo, pero unas semanas después me terminó. La cosa no acabó ahí. Después de llorarle, inconscientemente, entró en mi la idea de convertirme en “el otro”. La busqué para quedar como amigos sabiendo que ella había vuelto con su ex, y cada vez que nos veíamos nos terminábamos besando e incluso llegábamos a tener relaciones sexuales. Hasta que me di cuenta que el enojo y la tristeza me habían cambiado comencé a alejarme de ella. Conocí tiempo después a otra chica y cuando mi ex se enteró quedó indignada y ese fue el motivo de que ella tomara la decisión de casarse con su ex, el que había vuelto con la promesa de esta vez sí cumplir con la boda. Ha pasado más de un año y ella está (¿felizmente?) casada. ¿Y yo? Yo estoy aquí contando mi historia.

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Esto ocurrio hace tres aĂąos Christoffel Yvar

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C

ierras el mensaje y sientes un escalofrío que recorre tu cuerpo. Mañana es tu cumpleaños, y se supone que hoy en la noche saldrían a festejarlo paseando en bicicleta por la ciudad. Sin embargo, él ahora te ha citado a medio día en aquel concurrido parque, el mismo donde se vieron por primera vez. Sabes que algo anda mal, no se han visto en una semana y la única comunicación que han tenido es por mensajes que son secos, distantes. Por alguna razón ya sabes qué es lo que sucederá, sabes para qué te ha citado, sabes que hoy terminará todo. Estás en el autobús en camino al lugar donde han acordado verse. En el trayecto intentas racionalizar la situación y convencerte de que esté imaginando cosas, que él no va a terminar contigo, sencillamente estás siendo paranoico. Pero de repente te encuentras pensando en por qué lo hará, qué es lo que has hecho mal para que todo se acabe tan pronto. Lo conociste hace un mes, han sido novios por dos semanas, y aun así puedes decir con mucha facilidad que no te habías sentido tan feliz en mucho tiempo, quizás años. La ansiedad se incrementa y sientes un vacío creciente en el estómago conforme el tiempo pasa, hasta que al fin llegas a aquel parque y lo único que quieres hacer es salir corriendo. Lo ves a la distancia y te saluda con un gesto con el que intenta aparentar felicidad de verte,

pero su semblante es todo lo contrario y casi sientes como su cuerpo empieza hablar para darte las malas noticias antes de siquiera dirigirte la palabra. Cuando llegas con él no hay un beso, y si aún intentabas hacerte creer que imaginabas cosas, en ese momento sabes que todo acabó e intentas recordar la última vez que lo besaste y no sabías que sería la última ocasión en que probarías sus labios. Te saluda tímidamente, e intentas hacer de cuenta que no sabes lo que va a ocurrir. Hace un cumplido sobre tu camisa y por dentro pides que no lo haga más difícil. Te pide que se sienten y, en aquel lugar donde tuvieron su primera cita, comienza a hablar: Han sido días increíbles, nunca había conocido a un chico como tú, todo lo que te ha dicho hasta ahora es verdad, pero siente que lo quieres más de lo que te quiere a ti. Dice que ha intentado enamorarse más de ti, pero que sencillamente no puede. No sabe si te aprecia a ti o a lo que haces por él. Y entonces, tal cual fuera un tiro de gracia, te dice que no te merece. No sabes en qué momento comenzaste a llorar, y sólo te das cuenta porque sientes el frío de las lágrimas secándose por el viento. Él sigue hablando: te pide perdón y te dice que no quisiera que las cosas terminaran así y menos en esa fecha. Pero no quiere lastimarte más en el futuro, y prefiere terminar todo antes de que te pueda hacer más daño. Te pide que te enojes

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Dice que ha intentado enamorarse más de ti, pero que sencillamente

no puede

con él, que le grites, que le digas lo mala persona que es; pero lo único que quieres decirle es que te hizo el hombre más feliz en el momento en el que aceptó estar contigo. Te das cuenta de que ambos están llorando, y a pesar de que están rodeados por una multitud de gente, no puedes evitar sentirte solo.

lo que siente, pero que es la verdad; inclusive maldice a la verdad. Te limitas a responder que la verdad duele. Se levanta del asiento y se para frente a ti. Te dice que si en algún momento quieres buscarlo para desahogarte y decirle todo lo que sientes simplemente lo busques. Le respondes que si él necesita cualquier cosa también puede buscarte. Te dice que no te quiere dejar así sentado, pero le dices que te encuentras bien. Entonces se da la vuelta y empieza a caminar alejándose del lugar, entonces te levantas y ves cómo se empieza perder a la distancia. Él voltea la mirada hacia ti tímidamente y sientes el impulso de correr tras él y alcanzarlo. Te limitas a sonreír lo más que puedes mientras ves cómo se pierde entre la gente.

Entonces eres tú quien habla: tú no quisieras que ello terminara, le dices que sólo has intentado corresponder a todo lo que te ha dado. Y aunque se te desmorona el alma y no estás de acuerdo con su decisión, la respetas, la aceptas y no vas a hacer nada para que cambie de opinión. ¿Pero qué estás diciendo? ¡Deberías pedirle que no se vaya! Tal vez no lo hagas con palabras, pero con seguridad tus ojos le están pidiendo a gritos que se quede. Él nuevamente te pide perdón por

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Huir Ziggy

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F

uimos amigos durante mucho tiempo, realmente fue una historia que llevaba años. Incluso antes de ser algo, él llamaba mi atención cuando lo veía pasar, era diferente. Nos conocimos gracias a nuestros acompañantes en una fiesta decembrina en nuestro pueblo, a ambos nos abandonaron sabiendo que no conocíamos a nadie más que a ellos dentro de ese lugar, quizá el destino quiso que nuestros caminos se unieran. Surgió la charla con la música de fondo y a pesar del bullicio parecía que en ese momento no existía nada más que nosotros dos, me maravilló encontrar a alguien así, el tiempo se fue volando con él a mi lado y tristemente llegó la hora de partir, no sin antes intercambiar nuestros números. Desde ese día seguimos hablando y compartiendo tiempo juntos. No siempre era posible vernos porque estudiamos en ciudades distintas. Mi cariño aumentaba y con ello mis celos, no podía concebir que otras personas pudieran estar más tiempo con él, pero, qué derecho tenía yo de sentirme así, sólo éramos amigos. Sin embargo ese sentimiento se apoderaba de mí cada día más, al ver sus gestos y peculiaridades, me di cuenta que me estaba enamorando. Decidí invitarlo a la ciudad, tras un día maravilloso juntos, ocurrió una hermosa tragedia: nos besamos. Sentí que esa era la boca que yo quería besar el resto de mi vida y entre esos brazos

quería despertar cada mañana. Pero estábamos en el limbo y eso me aterraba porque solamente éramos amigos, además se convirtió en la persona en la que más confiaba. Mi amor por él crecía y crecía, así como mi temor que al tratarme más se decepcionara o que al terminar las vacaciones todo se derrumbara, cobardemente me alejé, con pretextos absurdos. Estaba convencida que tarde o temprano mi carácter terminaría por hartarlo y me dejaría, quise ahorrarme eso. Cuán mal estaba, sufría por no tenerlo porque decidió no hablar conmigo, lo busqué por meses y no encontraba respuesta a sus mensajes, pensé que lo había perdido, mis días eran insulsos sin las pocas horas que solíamos pasar juntos los fines de semana. No añoraba su cuerpo aunque era algo que me encantaba, me hacia falta su alma, su compañía, no encontraba nada que pudiera llenar ese vacío. Mi vida no tenía sentido y mi sonrisa se había esfumado. Llegó de nuevo el invierno, me martirizaba recordar que en esa época nos habíamos conocido. Perdida ya toda esperanza, decidí resignarme, quizá era más feliz sin mí. Pero un fin de semana recibí un mensaje suyo, invitándome a un concierto en el pueblo, yo no pensaba en nada más que en volverlo a ver, me conmovió el saber que quería estar conmigo. Me arreglé y salí a su encuentro, después de meses. Estaba emocionada de estar de nuevo junto a él y poder percibir su aroma, ver sus ojos color ámbar mirándome

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...tras un día maravilloso juntos, ocurrió una hermosa tragedia: nos besamos.

otra vez, escuchar sus vivencias a lo largo de este tiempo lejos. No recuerdo nada del concierto, sólo su figura a lado mio, con eso me bastaba para sentirme plena. Saliendo fuimos a un barecito, bebimos mezcal y un poco de cerveza, la charla fluyó muy bien como cuando nos conocimos, pero había algo diferente en él que no logré descifrar en ese momento, pasaron las horas y teníamos que volver. Se ofreció a acompañarme, llegamos a la puerta de mi casa y un silencio se apoderó del lugar, ya había abierto la puerta para entrar, esperando verlo pronto. Él dijo antes de partir: —Quiero comprobar algo.

Rápido se acercó a mí, besándome de manera apasionada y respondí al beso con la misma avidez de antaño, yo comprobé algo: no había dejado de quererlo un solo día y ese contacto tan cercano con él me hizo darme cuenta que ese sentimiento no moriría. —¿Qué querías comprobar? — Pregunté. —Que ya no siento nada por ti— Contestó y se fue. Yo sentí como algo dentro de mí se rompía, lloré como nunca. Desde ese día no nos hemos vuelto a ver.

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La obsesiรณn de un lustro Inge loco

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E

n el año de 2013 su servidor cursaba el último año de secundaria. En esa época conocí a una chica dos años menor, a la cual me referiré como “la señorita Vasquez”. Esta chica poseía una ternura e inocencia indescriptible que me hacía sentir estupefacto. Tenía una altura muy aproximada a la mía (bastante alta para su edad). Mi amistad con la srta. Vasquez empezó debido a un gusto en común por una banda de Heavy Metal que me empezó a gustar por mi padre. De ahí nuestra amistad empezó a formarse. El único momento en el cual podía estar con ella en aquel entonces era en las breves horas del receso que tenía. A ella no parecía molestarle en lo absoluto. Estar a su lado me tranquilizaba bastante sin importar el tema de conversación que estuviera teniendo con aquella chica. Mis amigos se quedaban sorprendidos por mi manera tan tranquila de comportarme (porque hasta la fecha, los que me conocen saben que soy un desmadre). En las últimas semanas del ciclo escolar se organizó un evento deportivo, pero la verdad no estaba interesado así que, aburrido y somnoliento, me dirigí a un rincón de las canchas esperando a que terminara el día escolar. De repente llegó aquella chica y tiernamente dijo: “Te veo cansado, ¿no quieres descansar en mis piernas?”. Me quedé sorprendido por aquellas palabras. Accedí a acostarme sobre sus piernas. Mientras cerraba mis ojos sentía cómo ella acariciaba mi pelo suavemente. Fue algo que jamás había sentido antes pero era muy romántico el

momento. Quería decirle que me gustaba pero no agarré el valor y desgraciadamente terminó el ciclo escolar. En mi primer año de preparatoria mi comunicación con ella empezó a ser un poco distante. De vez en cuando, en los días que salía temprano, iba a la secundaría a verla cuando acababan sus clases. Ella me recibía con mucho ánimo y felicidad. Hice esto una docena de veces. Una mañana en la preparatoria, a mediados de octubre, alrededor de las 7:00 am, abrí mi cuenta Facebook en un cibercafé cercano a donde yo estudiaba. Tristemente vi una foto suya con otro chico con el cual empezó a salir. Mi amor por ella en esos momentos cesó. En mi segundo año de preparatoria les platicaba a mi grupo de amigos sobre esta crónica que le he contado a usted, mi estimado lector. Ellos me animaban a volverle hablar e intentar salir con ella. En ese mismo año la señorita Vasquez iba a ingresar a la preparatoria pero no a cualquiera, sino a la que yo iba. Esto me puso bastante feliz. Tres semanas antes de entrar a mi tercer año fue su fiesta de cumpleaños y yo fui uno de los invitados de honor. Esto me hizo sentir muy emocionado. Ella traía un vestido muy elegante, lo cual hacía que se viera hermosa. Me dirigió la mirada un sinfín de veces. Afuera de su casa yo estaba sentado en la banqueta con el fin de alejarme del ruido de la fiesta. Ella hizo lo mismo, lo cual hizo que me volviera loco por ella. Su actitud conmigo era la misma pero esta vez era más tierna.

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Al sentir que no lograba nada... renuncie a seguir luchando por ella.

Al iniciar mi último año de prepa era feliz saliendo de la escuela con ella, no me importaba tardar más en llegar a mi casa. Sin embargo, al presentarle a mi grupo de amigos, mi ex-amiga empezó a verla con odio y desprecio, cosa que realmente no me gustaba. Con el paso del tiempo este odio injustificado fue hacia mí, a tal punto que ella decía: “De seguro no quieres dar dinero para el proyecto por comprarle regalos a tu novia” (en esa época me daban muy poco dinero para gastar). No se detuvo hasta poner a la mayoría de mis compañeros de la prepa en contra mía, logrando que tuviera los días más solitarios de mi vida, pero la srta.Vasquez me mantenía cuerdo. Por desgracia, a la chica que amaba y yo nos distanciamos por este conflicto, además porque ella tenía nuevos amigos y empezó a salir con otra persona por esta situación. Cuando ingresé a la universidad ella me felicitó

por haber entrado y dijo que era su figura a seguir. Esto me dio una última esperanza de salir con ella. Yo fui el primer hombre al que su madre dejaba entrar a su casa. Conseguí ganarme la confianza de la señora pero no el corazón de la señorita Vásquez, por cuestiones de mi miedo al rechazo, o porque estuviera enamorada de alguien sin que yo supiera. Una mujer que logró tocar una parte dentro de mí a la que nadie pudo llegar antes. Al sentir que no lograba nada, a inicios del año 2018 renuncie a seguir luchando por ella. Aunque probablemente pude haber tenido una oportunidad con esa hermosa dama. Prefiero que sea feliz con su pareja actual o con otra persona, pero que la ame y la proteja. Verla feliz será mejor para mí que mil palabras salidas de sus labios pero, sobre todo, de cierto modo aun la sigo amando.

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"M" Mozake

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L

o que voy a contar ni siquiera sé si es una historia de M, a palabras de ella, la novia más bonita que he tenido. La primera vez que la vi estaba caldeando con alguien que al día de hoy debe de seguir en la prepa y solo la noté por mi mejor amigo de esa época “Raziel“, que me la presentó a su nuevo grupo de amigos, desde aquel día todo se fue a la mierda. Todos los días buscaba a Raziel solo para verla y hablaba solo para que ella me escuchara, me escuchó tanto que cada que me veía decía “ahí viene tu amigo yo me voy”. Pasó el tiempo empezó a andar con Raziel, me alegré por él en su momento al final éramos amigos de mucho tiempo. Cuando ocurrió esto dejé de pensar tanto en ella, pero esa cercanía obsesiva que tenía con Raziel sin saberlo la puso en mi camino que ya estaba hecho mierda. Raziel la llevaba a todos lados, desde la biblioteca hasta la casa de amigos en común, por consecuencia era normal ver a M en todos los lugares a los que frecuentaba, incluyendo el Facebook de Raziel, si eran esa pareja que entraba al Facebook del otro y no era raro encontrar hablar con M cuando querías hablar con Raziel. No le di importancia hasta el día que le envié un me mensaje a Raziel con la frase “cárgale el pecho a M “ y cuando me contestó un glorioso “que?” seguí a explicarle que era una metáfora del amor, que no me voy a dar el tiempo de volver a explicar aquí por qué meh, la plática se prolongó por minutos, después

fueron horas y las horas fueron días intercalando entre el perfil de M y el de Raziel. Hasta que me preguntó “¿quieres salir?” Fue extraño porque generalmente él llegaba a mi casa o yo a la suya a jugar algo como Marvel vs capcom o Halo, pero estábamos en vacaciones y no lo había visto en un tiempo y no fue raro creer que él había aprendido modales. Al final solo le contesté “arre, ¿pasas o paso por ti?”. Llegó el día, no había ningún plan, solo era una salida con Raziel sin M que se resumía a chacharear en Pericoapa. Por lo mismo estaba con mi cartera y mi disfraz de vagabundo listo para salir, se escuchó el timbre y grito “me extrañaste puto”, no recibo respuesta pienso la cagé es el vecino, abro la puerta, la veo, sonrojada y sus enormes ojos atravesando mi disfraz. En ese momento supe que sí la había cagado. Entonces ahí estaba un naco como yo frente a la encarnación de la perfección, para mí se congeló el tiempo y antes de que pudiera decir algo me abraza. Al contacto me llegan flashback de Raziel y todo en lo que me había apoyado, pero por otra parte nunca la había visto tan arreglada para alguien que su estilo se basa en botas y pantalones de mezclilla viejos, tenía que significar algo. Sabía que estaba mal, pero decidí continuar, del camino al cine empecé hablar más buscando de una forma sutil, por que al final ni yo me caia bien, me contó un poco de cómo estaban las cosas con Raziel, el desmadre que había en su casa y como las pláticas que teníamos la ayudaban. Llegamos al cine pedí la

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...desde aquel día todo se fue a la

mierda.

función más próxima, ya estaba más tranquilo por que solo me ve como amigo, 40 minutos de película pasan me abraza, la volteo a ver, quedo cautivado por sus ojos y me besa. Acabando la película quería evadir el tema y pasamos por un helado (ella no quería regresar pronto a su casa), me disculpo, se emputa y me dice “que cortó con Raziel hace unas semanas”. Salimos del lugar y empezó a llover, como no llevaba chamarra nos refugiamos debajo de una casa le dije todo lo que pensaba de ella nos besamos un buen rato. La fui a dejar a su casa abrazándola todo el camino no la quería soltar pero cuando ya estábamos a minutos del autobús que la llevaría a su casa, solo teníamos que cruzar un puente para despedirnos, pero al empezar a subir el puente escuchamos a lo lejos “broly”. Sabíamos quién era, solo

volteamos para confirmarlo vemos a Raziel con la cara hecha mierda y tres kilos de ciruelas en la mano, solo escuché ¿que están haciendo? Y en algún momento decidió acompañarnos hasta el micro, así que ahí estábamos los 3 esperando un micro y M no me soltaba, mientras Raziel no la dejaba de ver y yo pensando la patiza que me van a meter sus dos hermanos con esteroides. Pero no era la primera vez que me parten la madre, pero si la primera vez que la chica que me gusta me hace caso, así que la seguí besando hasta que llegó su micro. Creo que lo más cagado de esto es creer que encontraste el amor de tu vida con alguien que estaba engañando (creo nunca me quedó claro por que la cara de ese hombre era la cara de un corazón roto) a su pareja.

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Mal sueĂąo de varias noches de verano

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E

ra verano cuando lo conocí, todos estábamos comenzando la preparatoria y había una ola de calor como las que pocas veces se han visto. Los tonos ocres de los rayos solares iluminaban las copas de los árboles.

Volvió el verano, acabábamos de cumplir 16 años. Fue entonces cuando refugiándonos de la lluvia en el quiosco de un parque y hablando de tonterías, me pidió que estuviéramos juntos. No lo dudé, después de aquella noche en el Volkswagen era lo que había estado esperando todo ese tiempo.

No había conocido yo a alguien igual que él, tan seguro de sí mismo, inteligente. Me encantaba por dentro y por fuera. Estuvimos juntos en preescolar, pero fue hasta entrar al colegio que nos conocimos. Yo ya lo había observado un par de veces y él a mí. El colegio era pequeño, uno de esos de provincia en los que todos se conocen. Poco a poco comenzamos a salir, y de pronto a ser mejores amigos.

Nuestra relación fue miel sobre hojuelas al menos los primeros 6 meses, como toda pareja de pubertos creíamos que éramos el amor de nuestras vidas y decidimos entregarnos uno al otro en todas las formas que uno puede pertenecer a alguien.

Era invierno cuando bromeando me planteó la idea de salir en otro modo, me negué, nunca había tenido un amigo como él y no quería perderlo. Pasaron los meses y el invierno se fue, incluso en invierno hacía calor. Llegó Marzo y decidimos emprender un viaje por toda la ciudad en busca de un mirador que no existía. Terminamos sentados en un Volkswagen contemplando las luces. Fue ahí cuando, contándonos todo, me di cuenta que estaba enamorándome de mi mejor amigo. Nunca había sentido tanta afinidad con alguien, con su forma de pensar, incluso nuestras familias eran iguales, estábamos enfrentando el divorcio de nuestros padres y pudimos apoyarnos en el otro.

El invierno vino de nuevo y con ello los problemas, parecía que ya no nos entendíamos tanto pero seguíamos tratando ‘’luchar’’ por nuestro amor, vaya pérdida de tiempo, terminamos en abril. Como es costumbre en las relaciones fallidas, nosotros nos seguíamos viendo, yo sentía que lo amaba con esa fuerza que te hace soportar todo e ilusionarte con que volverá a ser como antes. No fue como antes, cumplimos años y con esto llegó la sorpresa. 17 años y un embarazo, seguimos sin saber qué falló. Lo primero que me dijo cuándo le conté lo que pasaba es que siempre nos habíamos cuidado, al parecer no lo suficiente. Lo segundo fue negar rotundamente que era de él, de quién más sino. Lo tercero fue decirme adiós, él no estaba preparado. En noviembre comenzarían nuestros cursos para ingresar a la universidad, nuestra mayor aspiración en el colegio era entrar a la UNAM.

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...estoy enamorado de ella desde que la conozco, estuve contigo solo

mientras la esperaba.

Antes de esto decidí ir al médico por diversos dolores, al parecer mi cuerpo tampoco estaba preparado para tener un bebé. Lo que el medico sugirió fue un aborto, eso o dejar que se desarrollara y esperar lo mejor. Mi decisión estaba tomada, no conté nada a nadie. Un amigo de toda la vida me ayudó sin cuestionar. Fue la peor experiencia, sólo eran medicamentos, pero nadie te habla sobre lo que conlleva, la depresión, los traumas psicológicos que te genera esto. Se terminó. Pasaron los meses, coincidimos en el grupo de preparación para la universidad. Comenzó a hablarme y con la esperanza que guardan los que aún aman, no fui capaz de reclamar su ausencia, lo quería de vuelta. Solo faltaba medio año para salir y decidimos estudiar la misma carrera. Yo estaba muy emocionada, pensaba que tendría-

mos un nuevo comienzo en la universidad. Me pidió otra oportunidad. Pasaron las vacaciones de invierno y volvimos a clases, no me dijo una sola palabra, esperé a llegar a mi casa para llamarlo y preguntar qué pasaba; estoy saliendo con Daphne, me dijo, la he estado esperando siempre y estoy enamorado de ella desde que la conozco, estuve contigo solo mientras la esperaba. Ahí me di cuenta que había sido suficiente, esta vez se había terminado. No hace falta decir que conseguí entrar a la universidad, estoy escribiéndoles ahora, para mí al inicio se trataba de escapar y comenzar de nuevo. Con el tiempo me di cuenta que no quería seguir escapando, al fin encontré mi lugar.

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Me casé

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E

sta no es la típica historia de amor, pero es una historia que necesitas conocer, no es la más común de las historias ni la más rara o dolorosa que llegarás a conocer, pero es una historia digna de una serie de Netflix, tal vez tengas el corazón destrozado, pero siempre piensa que no existe un final si no que es un nuevo comienzo. Cuando empecé a andar con mi “Ex”, solía salir con tres chicas a la vez en ese entonces, y con una de ellas un día antes, había pasado, pero en fin, escogí a mi “Ex” de entre las tres porque; una de ellas, era de mis mejores amigas y nos queríamos demasiado además de que me gustaba muchísimo, con “mi amiga” pasó un día antes, por cierto fue un regalo de cumpleaños, la segunda era otra exnovia y no quería repetir, por eso la escogí, por ser la nueva, sin importarme los sentimientos de las otras dos niñas. Al inicio de la relación no era afectivo, era todo un patán, no le decía mi amor, mi vida, solo le decía “Te Quiero”, porque en nuestro idioma existe el miedo de decir un “Te Amo”, porque antes de esa fuerte palabra viene los “Te Quiero Mucho” después los “Te Quiero Muchísisisimo” y después le vamos agregando tantas letras como si al alargarla expresáramos el amor que sentimos por una persona, como les decía, los primeros meses fueron mágicos, nuestro primer beso fue bajo la lluvia, cada ida al cine, cada viernes salíamos a tomar con sus y/o mis amigos, siempre estaba ahí “mi amiga” viéndonos a los dos juntos después de lo que pasó, acuérdense de esta chica porque más adelante toma un giro inesperado esta historia; continuando, todo era mágico, el primer Te Amo que le dije fue cuando tuvimos nuestra primera vez, para

mí ya no lo era pero para ella sí, y después del coito, no nos separábamos nunca, era la persona más empalagosa del mundo, vinieron los apodos cursis, conocí a su familia, ella conoció a la mía, nos decían “se ven tan lindos juntos” o “huele a boda”, nos vestíamos igual, las idas y venidas de hoteles, pero me fui apartando de mis amigos excluyéndome, no dejándome salir con ellos porque quería hacer “algo más romántico”, pero en fin por esas estupideces, por dejar de entrar a mis clases y descuidar mis estudios, acabe la prepa en 4 años y ella en prepa abierta, tuve que conseguir trabajo y ni mi familia ni la suya nos dejaban vernos por haber pasado un aborto, porque claro confié en ella al no usar condón, años después me enteré que ella no se tomaba las pastillas, ni se ponía las inyecciones porque quería atarme, porque tenía “miedo de perderme”, pero aun así confundí mis sentimientos en ese momento y después de cumplir 18 años vino la más brillantes de las ideas, la que me cambió la vida para siempre, la que decisión más difícil de todas, me casé. Unos días antes de casarme les conté a los que en ese entonces eran mis mejores amigos, todos estaban shock, pero un día antes de casarme era el cumpleaños de “mi amiga” y por obvias razones no fui porque ni mi “Ex” ni ella se llevaban muy bien que digamos, pero esa noche cambió mi vida porque “mi amiga” me marcó y me dijo no te cases, todos piensan que eso pasa en las películas pero no, me pasó a mí, yo había tenido mis dudas de casarme pero solo le pedí una razón y ella me contestó “Porque eres joven”, nunca me dijo las palabras que yo quería escuchar porque yo sabía que ella me quería y ella sabía que a pesar de todo yo aún la quería, pero adivinen que, aun así me casé sin impórtarme una vez más sus sentimientos ni los míos.

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no existen los finales sino los nuevos comienzos...

...

Me casé a mis 18 años a escondidas de mis papás en ese momento pensé que era la mejor manera de demostrarle mi amor a esa persona, pasé con esa persona 5 años y medio de mi vida, diciéndole Te amo a escondidas, me engañó con su compañero de trabajo, me divorcié por pelearme con ella a mis 20, la perdoné y me fui a vivir con mi “Ex” pero hace un año exactamente me separé de ella, ya nos odiábamos no soportábamos vernos, después de mucho tiempo pasé solo San Valentín e hice lo que todos haríamos cuando estamos deprimido me dediqué a beber y pasé muchos meses cantándole, gritándole, llorando y marcándole. Pasaron 4 meses e iba borracho o crudo a clases, así como en mi casa, hasta que adivinen que, me encontré con “mi amiga”, esta vez hice las cosas bien, después de superar a mi “Ex”, pasar por una fila interminable de mujeres, porque no quería perder el tiempo, aprendí a estar solo y a estar con alguien más, soy más precavido no me abro a la primera porque alguna vez me lastimaron.

Hoy en día llevo casi 8 meses con “mi amiga”, este año espero no pasar San Valentín solo, aprendí a amar a la persona indicada, espero mi historia la tomes en cuenta y la creas porque todo es verdad, me quedé con la persona que me marcó para que no me casara y me voy a casar con ella, la persona que más amaba me terminó odiando, y la persona la que me terminó odiando hoy en día me ama y yo la amo, quiero que entiendas que la vida cambia cada minuto, a cada paso, toda da vueltas y todo mejora, para bien no existen los finales sino los nuevos comienzos, no importa que la vida te golpee levántate, aprende a perdonar y a pedir perdón, porque cuando estás en el suelo y tocas fondo, cuando todo parece que no vale la pena, solo es un peldaño de una gran escalera que te falta por recorrer, somos muy jóvenes, todo lo que queda es levantarse y seguir. Sigue tus sueños, y aprende a ser feliz.

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Mi primer

KM

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ra historia

MB

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L

o que estoy a punto de escribir, es un testimonio más, con sabor agridulce, argumentando que la mayor parte de las historias no son ficción. Yo desearía ofrecer algo agradable y suave de leer, pero lo que tengo, es más locura, soledad y falta de sentido común.

un principio no fue mi intención, una parte de mí estaba ansioso por conocerla, había algo que me ilusionaba. Mis intentos por acercarme, fueron los de un incipiente que se deja llevar por supersticiones, lastimosamente eso me llevó a condensar la situación entre ambos y la idea de que le parezca repulsivo a ella, me llenaba de tristeza.

Recordando, me viene a la memoria un ambiente ajetreado, con tenues colores que me provocan frustración y aluden a mi rezago, un desastre natural que tristemente impactó a muchos en mi entorno y yo, enfrentando el día a día con el rostro levantado, sin embargo sentía que no podía. Entonces en el momento en que las horribles situaciones se acumulaban, empecé a percibir a una persona digna de admiración, que construía un escenario de contraposición; un porte astroso que enaltecía finas facciones, una mirada veleidosa siempre centrada en su objetivo (un libro o un salón de clase) y una actitud soberbia y confiada enfrentándose a un entorno que cada vez más nos envilece. Era un ejemplo perfecto a favor, de que yo podía seguir.

Terminó ese semestre y trabajé en olvidarme de aquello, pero al regresar, me la encontraba varias ocasiones y poco a poco el misterio que ella encarnaba me provocaba una curiosidad intolerable, así fue como comencé a frecuentar “sin intención” la hora y el lugar preciso donde había recordado verla en la facultad, pero todo siguió igual o peor.

Un día la encontré en redes sociales, pero me olvidé con el tiempo del nombre, y lo poco que supe, era que tenía un pasado con dichosos e infantiles ojos claros, pero no me importó. Gradualmente mi simpatía por ella empezaba, si llegaba a encontrarla, le daba alegría y ánimo mi momento, “¡sí se puede!” me repetía a mí mismo cuando la veía y aunque no se daba cuenta de que la estaba mirando no me decepcionó, siempre estaba atenta a lo próximo que tenía que hacer. Pasó el tiempo, hasta el semestre siguiente, donde inesperadamente se empezó a percatar de mi presencia, no supe como reaccionar, me invadió la timidez y la incertidumbre. Aunque en

Eso cambió, cuando la encontré sin acompañantes en el transporte, lo decidí y le hablé. Era la primera vez que hacía algo así por una chica, le hablé sin ningún motivo aparente (a excepción de que me gustaba, claro). ¡Fue desastroso!: mis manos sudaban, no se me ocurría qué decir, estaba hablando y caminando junto a ella y no lo podía creer, en fin, sutilmente quise saber su nombre con una formalidad que no sabía que existía en mí, aún así recibí un poco de indiferencia de una forma educada. En ese momento no estaba bien emocionalmente y esto último fue la gota que derramó el vaso, llegué a dudar de que fuera cierto, no sabía como tomarlo, me ponía mal pensar en que todo lo que he pasado y me he atrevido a hacer, no tuvieran ningún sentido. Anonadado, buscaba forjar mi autodescubrimiento a partir de otra persona, lo fui sobrellevando, al parecer el alma y el cuerpo no siempre buscan lo mismo, yo buscaba mi alumbramiento, haciéndole saber a medio mundo como me sentía y lo que pasaba por mi cabeza, pero sólo me importaba la reacción de una sola persona.

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... al parecer el

alma y el cuerpo no siempre buscan lo mismo...

Y aunque es difícil ese punto donde uno no sabe si seguir o abandonar, para no estar perdiendo tiempo, lo hice de nuevo: mientras yo llegaba de comer me percaté que ahí estaba, me acerqué con una actitud burlona y me sorprendí de mi mismo por sacar tantos temas banales y hablar sobre ellos, pero los nervios me seguían traicionando y si tenía la idea de que era un insípido para hablar, ahora tenía la idea de que era un insípido inmaduro, aún así, la satisfacción por haberle hablado nadie me la quitaba. Días después me preparaba para una clase y cuando volteé, tal vez y sólo tal vez, estaba a punto de pasar cerca de donde yo estaba, pero evitó el camino, tal vez y sólo tal vez, por evitarme a mí, eso último me dolió muchísimo. Varias veces toqué ese punto, pensaba en que he vivido situaciones tal vez más dolorosas y con algo, al parecer más inofensivo ¡pasa esto! ¿qué le pasa a mi umbral de dolor? Después quise terminar con todo, la indiferencia mutua me causó ansiedad y tristeza, quizás no

vio o no le importó lo que estaba ofreciendo, yo que confiaba en que traduciría en palabras precisas, lo hermoso que era lo que estimulaba mi comportamiento, pero terminé culpando al yo del pasado, por buscar algo inexistente y reservarle un pedestal muy alto. Fue entonces que uno de mis compañeros, amigo de ella, me invitó a platicar justo donde la podía encontrar, cuando me percaté que ahí estaba me volvieron a dominar los nervios, pero me saludó educadamente, ahí estábamos, entre cinco y diez futuros ingenieros terminando su semestre, entre tanta plática ella se adelantó, tenía prisa, se despidió y se fue, yo me tardé un poco en pensarlo, pero decidí seguirla, le hablé y no me pudo responder de mejor manera, lo sabía y me hacía sentir que tenía toda su atención, poco a poco fui pensando en que la podía conocer más y eso me ilusionaba. El viaje llegó a su fin y noté que buscaba a alguien, entonces me di cuenta que los dichosos e infantiles ojos claros estaban pendientes de su llegada.

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No te la lleves Tolochon

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E

n mi historia cabe recalcar esta idea: “ella y yo nunca fuimos nada”. Según ella, porque para mí fuimos todo.

Para esta historia es necesario retroceder unos 5 años. Yo era una persona feliz con lo que tenía, viendo todo bien a mi alrededor y dedicándome únicamente al trabajo y a la escuela sin problema alguno, más que el de aprobar mis materias. Un día en el trabajo llegó una chica nueva, era una niña muy simpática y bonita. Mis demás compañeros, enseguida, empezaron a tratar de conquistarla, pero al parecer a ella no le interesaba ninguno de ellos sino que, al parecer, le interesaba el chavo que disimulaba como si ella no existiera, osea yo. Yo no sabía ni siquiera cómo pedirle o decirle “oye, ¿te gustaría hacer algo o salir conmigo?”, porque siendo sinceros, a mis 20 años había sido un fracaso en todas mis relaciones y, por lo tanto, un “niño” en estas cosas del amor. Pero armándome de valor y teniendo la seguridad de no me rechazaría, se lo pedí y acepto. Empezamos a salir aquí y allá, yendo de arriba para abajo y de abajo para arriba sin importarme nada, solo estando con ella sentía que podía correr en el cielo y patear el Sol como si fuera una pelota de fútbol. Sin duda fue una de las mejores etapas de mi vida, me la pasaba preguntándome a mí mismo que si eso que sentía, eso que teníamos, eso que se me notaba en la cara y que esa emoción que tenía de verla a diario era el amor. Según yo, sí, y creo que cualquiera que me hubiese visto diría lo mismo. Pasaban los días a su lado y, como si fuera un sueño, veía y planeaba mi vida con ella pensando que algún día llegaríamos a tener una familia juntos, y así hasta el fin de nuestros días. Pero

no sabía que lo que el destino me había traído me iba a ser quitado por el mismo destino. Un día, sin más ni más, lo que hasta entonces había sido perfecto dio un cambio inesperado. Aquella chica que salía conmigo me esperaba hasta horas de la madrugada a salir del trabajo. La que había dicho que me quería cambió y las preguntas que me hacía eran: ¿qué pasó?, ¿hice algo mal? Pues la verdad es que había otra persona. Un tipo sin previo aviso, más feo que su servidor y con un historial en su vida nada agradable, fue a robarme mi felicidad. Días antes dicha persona había entrado a trabajar con nosotros. Era el típico chico malo, y no sé por qué a varias mujeres les agrada este tipo de personajes. ¿Por qué no pueden volverse locas por el chavo que lo más loco que ha hecho hasta entonces es meterse en la fila de los boletos o tocado algún timbre y se había echado a correr°? Enserio no lo sé. Un día estando solos le hice notar mi molestia o disgusto por el hecho de que ella pasara más tiempo con él, intentando saber por que cambio tan drásticamente. En medio de todo esto se me ocurrió preguntarle: “y nosotros, ¿qué somos?”. Yo pensé que el noviazgo iba implícito en los besos, las caricias y los momentos que habíamos pasado en los detalles que teníamos, pero ella sin dudarlo siquiera un poco dijo: “nada, así estamos bien, no hay que ponerle nombre a esto porque alguno de los dos puede salir lastimado”, quedándome yo con cara de “WTF”. Se despidió y no sé cómo describir lo que sentí, pero esa sensación nunca la había experimentado antes. Los días transcurrían y se iban haciendo chismes de que si la habían visto besándose, que si ella ya no tenía nada que ver conmigo,

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Solo me restó desearle lo mejor a la que, según yo, fue el amor

de mi vida.

que si los habían visto saliendo, y una infinidad de cosas más a las que no sé si no quise hacerles caso o bien decidí engañarme pensando que no pasaba nada. Sabía que si le preguntaba a ella se molestaría y, en estas circunstancias, no era bueno que eso ocurriera.

Con cara de molestia ella se marchó y se subió a su carro y se fue a casa de una compañera. Me quedé solo en el estacionamiento mientras los demás compañeros salían. Todos me preguntaban sobre qué había pasado y me decían que era un tonto al aguantarle sus actitudes.

Días después se organizó una fiesta en la casa de una compañera. A ella asistimos casi todos los compañeros del trabajo, y entre el cotorreo y desmán previo a irnos, comencé a notar que ni ella ni él estaban ahí. ¿Dónde estaban? Salí hacia el estacionamiento esperando encontrármelos y ¡oh sorpresa! estaban besándose. Con un hueco en el estómago y con mi cerebro poniéndome la canción de “Todo se derrumbó” ambos voltearon y se separaron.

Al llegar a la fiesta tomé como loco desesperado tratando de llamar su atención y haciendo el ridículo. Me percaté que en un momento de la noche ellos volvieron a desaparecer y vi que ya se iban. Entonces, como si fuera “flash”, lo alcancé y salté como metro y medio hacia su carro. Le dije a él: “no te la lleves”, y seguidamente, con una fuerza descomunal, un amigo que venía detrás de mi me alejó del auto y me dio un fuerte “cachetadon” al momento que me decía: “ya wey, déjala”. Me llegó la náusea y me volví el estómago, sintiéndome de lo peor física, mental y moralmente. Solo me restó desearle lo mejor a la que, según yo, fue el amor de mi vida. Me costó muchísimo trabajo superarla a ella y a toda esa etapa, quizá como 2 años.

Me acerqué y él se fue hacia su carro, ella, por otro lado, me dijo: “¿qué pasa?” Como si no los hubiese visto le dije que nada. Con lágrimas en los ojos, y humillándome y justificándome le dije: “no me importa si lo besas o si lo abrazas, es más, si lo quieres más que a mí, solo no me dejes”.

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Reencuentros AKBAL

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L

o conocí como a cualquier otro: en la escuela. Él se sentó por mera casualidad a mi lado, intercambiamos frases comunes y vulgares. Su primera pregunta fue “¿hoy reíste?”, la segunda “¿no crees que hablar con otras personas es estúpido?” y la tercera “¿por qué te gustan tanto los gatos?” él era del tipo de persona que hacía cientos de preguntas, pero rara vez contestaba las que le eran dirigidas. Hablamos durante semanas en las cuales cada día la sonrisa y los ojos de Roberto me resultaban aún más cautivadores, todo en mi parecía decir que irremediablemente me estaba enamorando. Esperaba con ansias sus mensajes y verlo me emocionaba sobremanera, incluso la vanidad hizo acto de presencia pues me esforzaba en verme bien todos los días. Estaba realmente segura de ser correspondida por el simple hecho de que él hablara conmigo, así que me aventuré a invitarlo a salir. Me dijo que no. La rotunda negativa no impidió que mi emocionado corazón se desanimara, porque al final pensé que la razón era ajena a mi cuando la verdad es que no había interés en salir conmigo, pues al poco tiempo tuvo novia. Decepcionada y con el corazón herido decidí alejarme y reprimir cada pequeño impulso que tenía de verlo, hablarle, estar con él. Sin embargo, mis esfuerzos se fueron muy al carajo cuando coincidimos en la biblioteca el primer día de clases del nuevo ciclo, su presencia se sintió como una cubetada de agua fría, la preparatoria era demasiado pequeña para no encontrármelo,

decidí cambiarme de turno y así evitar su presencia durante un par de meses. La siguiente vez que lo vi, por azar o fortuna, coincidimos en una fiesta, sabía que él no se acercaría a saludarme así que lo hice yo, me recibió con una sonrisa mucho más sincera de lo que esperaba, nos alejamos del bullicio y fuimos a un pequeño balcón de la casa en la que estábamos. Desde ahí la vista era bonita, la noche estaba fría y despejada, las estrellas resplandecían en el firmamento, me puse hablar sobre ellas para calmar mis nervios, cuando voltee, me di cuenta de que él no miraba hacia el cielo, me veía a mí, con un nudo en la garganta le dije: “Siempre me has gustado”, él tomó mi mano, me acercó lo suficiente y me abrazó al tiempo que decía “Y tú a mí”. Nos besamos. Todo el fin de semana me la pasé repitiendo y saboreando cada palabra y acción, dicha y hecha aquella noche. Al día siguiente ninguno de los dos dijo nada, ni a los dos días, ni a la semana, fue hasta después de un mes que él me mandó un mensaje invitándome a salir a lo que yo acepté gustosa. La cita fue agradable, bastante sencilla, caminamos mucho y fuimos a la Cineteca. Después de eso perdimos contacto nuevamente hasta que me llegó un mensaje a las cuatro de la mañana: “Soñé la mitad de la noche despierto y la mitad dormido, en todo caso contigo, y me sacó la urgente premura de verte y quizás palparte. ¿Crees que podríamos vernos esta mañana? Ya sé que estoy un poco chiflado, pero si no puedes, ¿te quedaría bien el domingo?”

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“espero coincidir contigo en un mejor momento de la vida, al menos de la mía”

Cuando le contesté, él no me respondió y yo tampoco insistí, hasta después de cuatro meses que por impulso lo invité a salir, aceptó, fuimos a un parque donde hablamos durante horas, el día se pasó increíblemente rápido, la noche empezaba a cerrarse, nos dirigimos al metro, estando ahí nos quedamos otra hora platicando. Él no quería irse y yo tampoco, pero ya era tarde e íbamos en direcciones contrarias, le di un beso en la mejilla, me subí en el vagón y no voltee, odio las despedidas y aquella se sentía como una. Ya estando en mi casa le avisé que había llegado, se alegró de que yo estaba bien y me dijo “espero coincidir contigo en un mejor momento de la vida, al menos de la mía”. Estando ya en la Universidad adquirí la costumbre de ir a buscar algún libro en la Biblioteca

Central, he de decir que durante los primeros meses tenía la esperanza de encontrármelo, pero eso nunca pasó hasta el día de hoy. Me dirigía a la salida cuando lo vi, dudé en acercarme, pero al final no me pude resistir. Ambos sonreímos, nos quedamos platicando un buen rato hasta que comenzó a llover, me acompañó hasta el metro y me ofreció su sombrilla, no la acepté porque sabía que eso implicaría verlo de nuevo y no quería forzar el siguiente reencuentro. Cuando nos despedimos di media vuelta esperando a que se alejara, quería conservar ese recuerdo, suspiré pensando que después de más de un año el destino me lo puso enfrente solo para recordarme que la felicidad que tanto persigo solo la puedo encontrar a su lado.

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Se terminรณ la canciรณn M. G. Dya

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F

ue un tarde cálida de mayo momento en el que Lilia y Alex se conocieron, estaban en un pequeño salón muy poco iluminado, cuando Álex se acercó a pasos temblorosos a dar un abrazo y felicitar a Lilia por su cumpleaños, le dio un caluroso abrazo al filo de una brisa de perfume masculino y unas palabras al oído Álex le pronunció con un poco de afán “eres la mejor nunca te voy a olvidar” eso envolvió a Lilia en una tormenta de emociones, pues ellos apenas eran, si acaso, conocidos. Lilia enamorada del joven buscaba que él fuese aquella alma con la que ella compartiría su brillo, pasaron los días y la pequeña Lilia lo vio irse, y no, el joven no se fue de su vida, él solo siguió su camino al empezar la universidad dejando a la muchacha de baja estatura atrás. Fue al pasar de los días cuando ellos se comunicaron mediante mensajes de texto, se platicaron lo bien que les había ido, Lilia estaba abrumada por lo encantador que este joven podía ser, ella lo describía como un alto muchacho de lentes y rizos desordenados con la sonrisa más manipuladora del mundo, mientras que Álex la veía como una pequeña niña a la que tenía que cuidar dado esto aceptó salir con ella con el afán de orientarla para que ella pudiese elegir mejor que él, en todo, incluso en su carrera que estaba a punto de iniciar. Un mes después cuando la pequeña Lilia entró a la universidad ellos empezaron una relación,

Lilia estaba tan emocionada que bailaba y cantaba en todos lados, parecía que tenía diamantina en los labios, era tanta su felicidad que pasaba por alto que Álex le negara las citas y pusiera siempre a sus amigos antes que a ella. Pasadas ya las semanas acordaron verse en una jardinera que se encontraba en el centro de la facultad donde ellos estudiaban, ese día Lilia había cocinado algo para él, Lilia estuvo ahí dos horas, Álex nunca llegó. Más tarde, Álex le suplico a Lilia su perdón, pues admitió que se le había olvidado su cita, ella con lágrimas en los ojos y el maquillaje maltratado cedió. Cada día para estos dos enamorados era difícil de diferente manera, Álex tenía en mente a otra chica que le había roto el corazón, todos los días revisaba los pasillos por donde su amada había pasado, así como Lilia revisaba donde él lo hacía porque sí estaban enamorados, pero nunca uno del otro; era amor no correspondido para ambos pero ninguno se dio cuenta de ello. Pasaron los meses las cosas no mejoraron para el dúo, cada uno tenía sus conflictos pero la pequeña Lilia lloraba y suplicaba a Álex que se vieran y cuando él accedía ella se divertía y se sentía la mujer más dichosa al poder tomar su mano y caminar por los puentes dentro de la espesa noche que los acechaba al salir de la universidad. Llegó el catorce de febrero Lilia había preparado un hermoso regalo que metió en una

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...de repente solo se escuchó su sollozo y se veían las lágrimas en sus mejillas, la canción había

terminado...

caja de gran tamaño color azul, por otro lado, Álex estaba planeando salir con sus amigos. Cuando Lilia pidió que se vieran él rechazo de inmediato su petición y no fue hasta un par de semanas después cuando por fin Lilia pudo verlo y le entregó su regalo, ese día caminaron juntos a casa.

voz dulce sí estaba feliz y ella respondió moviendo su cabeza de forma afirmativa y con una sonrisa, pasaron todo el día juntos y volvieron a casa cuando ya la noche era muy fresca se miraron unos segundos y al final se despidieron con un beso en la mejilla.

Pasaron los días, las semanas y los meses, los mensajes de Álex eran muy dispersos y escasos pero a Lilia no le importaba lo quería tanto, se sentía embrujada por el olor de su perfume y la manera en la que tomaba su cintura, vaya que nuestra pequeña Lilia estaba enamorada.

Ese día por la noche Lilia escuchaba música cuando recibió un mensaje de Álex contenta le tomó lectura y de repente solo se escuchó su sollozo y se veían las lágrimas en sus mejillas, la canción había terminado, ya no iban a bailar juntos, ya no iban a pasear de la mano, ya no iban a volver a mirarse, Álex había terminado con Lilia.

Fue a finales de un caluroso abril cuando Álex le llamó para que se vieran ese día Lilia como siempre accedió. Alex le compró un helado de pistacho y la llevó a caminar por un parque con poca gente y muchos árboles le preguntó con

Y así sin notar pasaron los meses cuando una madrugada después de hacer la tarea recostada en su cama Lilia recibió un mensaje era de Álex venía con una disculpa por delante pero Lilia ya no sabía cómo quererlo.

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Sombras en tiempos perdidos Tony.

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E

l amor es enigmático: puede ser blanco y negro, amargo y dulce, maravilloso y lamentable. El amor es tan contrastante. Lo puede ser todo a la vez. Puede ser la fortuna y la propia ruina de un hombre. Lo que vengo ahora a contarte no es nada nuevo, apuesto a que tú lo has sentido en carne propia. Has sentido cómo un fuego abrasador te quema en lo más profundo de tu ser, en tu alma, en tu espíritu, en tu corazón. Hay fuegos efímeros, fugaces, que duran lo mismo que un grano en el rostro; fuegos que pertenecen a amores que simplemente no se dieron. Sin embargo, hay fuegos que no pueden apaciguarse de forma simple, fuegos de pasión verdadera que, sin pensarlo, se transforman en fuegos de dolor, dolor puro, dolor que te quebranta por dentro. La chispa que provocó ese incendio en mí tiene nombre, rostro y la sonrisa más bella que pude haberme encontrado. Transcurría otro año más, el último que me restaba en la preparatoria. No pensaba en el futuro, no quería hacerlo. Quería disfrutar el aquí y el ahora, y de repente la vi allí parada, posando en el balcón del segundo piso mientras un viento alborotaba su cabello castaño que colgaba hasta sus hombros. Ese momento se hizo eterno, como si el tiempo se hubiera detenido. A partir de ese momento sabía que

quería entrar en su vida. Mi timidez siempre el único inconveniente. Varias semanas después se acercó a mí con toda la confianza del mundo. Habló conmigo como si nos hubiéramos conocido mil vidas antes. Pidió mi número, bromeamos y fue ahí cuando todo cambió para mí, para ambos. El tiempo nos permitió conocernos, y en el agonizante invierno que estaba por terminar probé sus labios por primera vez, dulces como una manzana, suaves como un algodón. Esos labios se convirtieron en mi perdición, en el calor que aliviaba mi alma en los días más grises. Sus labios eran el perfecto cuarto menguante que amenizaba mis noches. El amor corría e inundaba mis venas. Una fogata acampaba mi corazón. Una larga temporada de felicidad y alegría acompañaban mi vida. No obstante, la vida no es eterna, al igual que la tranquilidad. El engaño se hizo presente. La lejanía en que nos encontrábamos propició que ella encontrara otros brazos que la cobijaran en mi ausencia. La relación terminó. Parecía que de eso solo quedarían brasas, pero nuestras almas eran tercas y, sin importar lo lastimadas que estuvieran, nos manteníamos cerca. Ya no teníamos etiqueta de noviazgo, nuestras familias y nuestros amigos no aprobaban lo que sucedía.

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“La mejor manera de olvidar a una mujer es convertirla

en literatura”. -Arthur Asher Miller

Así continuamos por un año más, lastimando nuestros corazones, nuestra confianza, nuestras propias vidas. El amor a escondidas ya no podía seguir, yo lo había entendido, pero no quería asimilarlo. Me negué a alejarme de ella. Mi corazón terco me decía que no podría amar a nadie como lo hice con ella. Lo único que me restaba ofrecer era una amistad. La respuesta fue no haber recibido ninguna, y de ninguna manera hemos vuelto a hablar. El fuego más doloroso es cuando sigues amando aún después de la partida. Ese es el fuego que hoy

me aqueja. Es el fuego que estoy seguro la oprime también, el mismo fuego que no nos deja corresponderle el amor a alguien más. Solo podemos ponernos una máscara para fingir ser felices por haber encontrado un nuevo amor. Somos sombras en tiempos perdidos a las que les queda solamente hacerse creer que todo alrededor es verdad. Aunque me duela recordarte, escribir de ti alivia mi alma. No sé si sea la última vez que escriba sobre ti o que lo llegues a ver siquiera, sin embargo, debes saber que aún te amo, como quizás lo hice o haré en otra vida.

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Sunlight Hakim

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C

oincidir en el mismo grupo en primer semestre de la preparatoria no fue algo mágico, ni mucho menos algo impactante. De hecho, me odiaba por ser egocéntrico, ella era demasiado buena persona para ser verdad, demasiado hermosa, inteligente, amable, etc. Éramos, en su totalidad, polos opuestos. Al principio no hablábamos mucho, en realidad, apenas y nos saludabamos, pero había algo en ella que me atraía de una manera inexplicable, incluso sin tener que hablar.

alguien, pero tenía miedo de decirle que la quería y que todo resultara mal, por eso dejé a un lado la idea. Seguimos siendo mejores amigos, al menos hasta el quinto semestre de la preparatoria. Ella hizo una fiesta e invitó a varios amigos, y obviamente yo estaría ahí. Debido al alcohol nos besamos, y si bien no era la primera vez que lo hacíamos, sí fue la primera en la que sentía el valor de por fin hacer algo que cambiara de una vez por todas las cosas (porque ese tipo de valor salta, de repente, el último año).

Un día, haciendo una tarea de investigación en la biblioteca, por casualidad encontré un libro en la mesa. Me senté y me dispuse a leerlo. Ella estaba sentada a dos mesas de mí y desde su lugar me preguntó qué estaba leyendo, entonces caí en cuenta de que le interesaba porque nadie te hablaría de tan lejos sólo porque sí. El problema era que justo ese día un amigo me dijo que ella le gustaba muchísimo y que haría todo por gustarle él también. Me reí y no le contesté nada, pero pensé muy dentro de mí “Que mala suerte”, y digo mala porque también me gustaba a mí, pero tenía muy en claro que primero eran los amigos.

Tuvieron que pasar 2 días para por fin decirle lo que provocó en mí el habernos besado en aquella fiesta. Un lunes, muy decidido, fui por ella a su salón y le dije todo; las cosas salieron mejor de lo que esperaba: ella se sentía igual y, en ese momento, por fin todo cobraba sentido. Le contamos a nuestros amigos y todos estaban impactados. Digo, era raro ver de “novios” a unos chicos que llevaban tanto tiempo siendo mejores amigos, pero al final se acostumbraron a vernos romanceando por todos lados.

Pasaron los semestres y nos comenzamos a llevar de maravilla. Por alguna razón nos hicimos mejores amigos, y yo comencé a salir con otras chicas ya que pensaba en que jamás le llegaría a gustar. Nos contábamos todo, nos reíamos de todo y de todos, jamás me sentí tan bien con

Ella entró un año antes a la Universidad y yo me puse a trabajar, así que por un tiempo nos veíamos muy poco, pero lo pudimos sobrellevar, ahí fue que entendí eso de “es mejor calidad que cantidad”. Cuando por fin entré a la Universidad logré que nos viéramos demasiado, nuestras facultades quedaban a unos 7 minutos caminando así que cuando teníamos tiempo “libre” corría para estar con ella. Nos dimos cuenta de que

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“Uno no siempre se queda con el amor de su vida”.

nuestras carreras tenían muchas cosas que se relacionaban entre sí, mejor dicho, la relación tenía que ver con las materias que tomábamos, por ello yo disfrutaba inmensamente escucharla hablar. Pero no todo es de color de rosa, ¿no? Siempre hubo un pequeño problema: sus papás jamás supieron de lo nuestro. ¿Por qué? Es simple, no lo aceptarían. Adoraban que fuera su mejor amigo porque siempre la procuraba, pero el vernos como pareja no les agradaba, pero, a pesar de eso, seguimos aferrados a esa relación, porque nos amábamos. Llegamos a un punto en el que ninguno de los dos avanzábamos y ella decidió que era mejor dejarlo por la paz. Creyó que era mejor que yo consiguiera a alguien que me diera todo lo que ella no podía, el problema era que yo estaba seguro de que esa mujer era el amor de mi vida y que no podía dejarlo así como si nada. Uno no va por la vida perdiendo al

amor de su vida como si perdiera las llaves y pudiera sacar otro par. Me aferré a la idea de no perderla porque no quería llegar a los 40 y darme cuenta de que tenía absolutamente todo en la vida, menos a alguien con quien compartirlo. Pero ella también se aferró a la idea de que si seguíamos juntos jamás estaríamos bien. El aferrarme nunca me llevó a nada bueno, sólo a que me dijera algo que me hirió totalmente. Ella no estaba dispuesta a cambiar las cosas con su familia sólo para estar conmigo y por mucho tiempo pensé en que quizá yo no valía tanto la pena. Fue entonces que toqué fondo. No quería hundirla conmigo, así que me resigné porque tal vez ella tenía razón, nadie vale tanto la pena como para arruinar una familia. No me quedó más que recordar algo que le dijo su mamá: “Uno no siempre se queda con el amor de su vida”.

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Tocando fondo EEMM13

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E

ra mi segundo año en el CCH, me gustaba ir a jugar voleibol a las canchas con mis amigos. Era muy común que los que practicábamos voleibol no nos lleváramos con los skates que se sentaban enfrente de las canchas en las que jugábamos. Cuando iba a jugar me gustaba ver a una skate que se me hacía muy guapa, pronto un amigo que teníamos en común nos presentó, poco a poco nos empezamos a juntar más, tanto que al cabo de un mes me habló acerca del chico que le gustaba, no me quedó de otra más que hacerla de amigo y motivarla para que le hablara, ella no quería, pues era algo tímida, pero al final lo hizo. En ese tiempo no me llevaba bien con mis compañeros del salón, me molestaban y yo ya no aguantaba la situación, un día fue en especial difícil y lo primero que hice al salir del salón fue ir a las canchas a jugar un rato y ver si ella estaba ahí, cuando llegué y la vi empezamos a platicar como siempre y me empecé a sentir más tranquilo, pero ella empezó a hablar del chico que le gustaba, para ella en ese momento él era el hombre más perfecto en el CCH, le advertí que estaba siendo muy fácil y que algo

no estaba bien, pero no me escuchó, no me pude contener, le dije la verdad, que me gustaba, no me contestó y me dejó ahí, parado, triste y solo… Yo creí que mi día no podía ponerse aún peor, pero a la vida le gusta contradecirme. Esa misma tarde ella empezó a andar con aquel chico, el cual, por cierto, me odiaba por alguna razón, sólo me quedó dormir y esperar que al despertar todo hubiese sido un sueño. La persona que se había convertido en una muy buena amiga dejó de hablarme, lo único que lograba sacarme de la cama en las mañanas me había hecho a un lado para estar con aquel chico. Yo era el amiguito que su novio no quería cerca. Y ese no era el único problema con su novio, el chavo era un controlador y no sólo me odiaba, si no que siempre me lo hacía saber, siempre que me veía en la escuela me empujaba, me veía feo y si estaba con mi amiga, se la atascaba en mi cara, era muy extraño e infantil, la verdad es que el chavo estaba un poco loco. El tiempo pasó y las cosas no cambiaron, mis compañeros del salón me hacían la vida en la escuela un infierno y nosotros seguimos sin hablarnos, si nos veíamos las cosas se ponían algo

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...sólo me quedó dormir y esperar que al despertar todo hubiese sido un sueño.

incómodas. Cuando tratamos de hablar y arreglar las cosas, llegó su novio loco y empeoró todo, así que ahí murió todo el asunto. Meses después llegó mi amiga pidiendo disculpas, esta vez su novio ya no podría interferir pues ellos habían terminado, me contó todo lo que había pasado, yo no lo podía creer, pues resultó que el chavo le puso el cuerno a mi amiga, pero como si no fuera poca cosa, le puso el cuerno con la persona menos esperada y por

la que el chavo le dijo a mi amiga que no se preocupara, su mejor amiga. Las cosas no resultaron bien para nosotros, al final del año me fui de intercambio a Japón y no volví a hablar con ella. Dejé todo atrás, dejé atrás a esos miserables de mi salón, dejé atrás a aquella chica y a su podrida relación, lo único que conservo son los recuerdos de aquellas emociones que sentía al verla en las canchas y saber que a su lado ninguno de mis problemas era más grande que yo.

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Yo te esperarĂŠ El Payo

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D

espués de salir un par de años con una carismática pero poco tolerable jovencita, mis anhelos e ideas sobre una relación de pareja cayeron a lo más profundo de mis adentros debido a la falta de tiempo y de compromiso que significaba estar con ella. Por tal motivo decidí hablarle a la chica del cabello rizado que desde la preparatoria había sido mi amor imposible. Fue muy curiosa la manera en la que coincidimos y, como si fuera una jugada maravillosa del destino, quedamos de salir a caminar una tarde de sábado. No me había sentido tan nervioso desde mucho tiempo atrás y al verla quedé maravillado. Maravillado de aquella señorita que se había robado mi corazón tierno y desvergonzado de preparatoria, pero que ahora lo había hecho de nuevo con el de un joven con un porvenir fantástico y lleno de ilusiones. La manera en la que conectamos se sintió desde el momento de abrazarnos y siguió durante toda la tarde. Una tarde fantástica en la que incluso pude conocer a su linda familia. Sin exagerar, ese día fue mágico para mí. Después de salir un par de ocasiones más, me confesó que nunca se atrevió a hablarme por-

que también le gustaba desde la preparatoria. Siendo sincero, no supe qué decir y lo primero que hice fue besarla. Fue en ese preciso instante cuando lo supe, ¡sí, era ella! aquella señorita que, como dijera mi libro favorito, sería la persona con la que me sentiría el hombre más afortunado de este mundo. A pesar de que a su lado me sentía como en un cuento de hadas, seguía sintiéndome triste por la manera en la que terminaron las cosas con mi antigua novia. Me sentía con el compromiso de hablar de frente y dejar en claro lo que había pasado. Esta decisión haría que todo lo que poco a poco construí se perdiera por una acción mal interpretada por parte de ambas chicas, lo cual me demostró que las decisiones que uno toma no deben ser precipitadas; además de que un hombre debe tener prioridades y definir lo que desea. Con la intención de remediar mi situación con la chica del cabello rizado le escribí una carta, misma que le entregué personalmente sintiendo un nudo en la garganta por la impotencia de no poder correr a ella y besarla. La carta decía que la esperaría frente al lugar donde fue nuestro reencuentro, especificando que estaría ahí de las 3:00 a las 5:00 de

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...le escribí una carta, misma que le entregué personalmente sintiendo un nudo en la garganta por la impotencia de no poder correr a ella y besarla.

la tarde de lunes a viernes durante todo el mes de marzo. Cabe mencionar que el tiempo era muy valioso para mí porque corría del Servicio Social hacia nuestro lugar especial y de ahí partía a la Facultad de Ingeniería. Así estuve todo el mes de marzo, leyendo y estudiando para mis últimos exámenes del semestre. Sin más remedio, llegó el viernes 30 de marzo, el último día del mes que estaría

ahí, manteniendo firmemente la ilusión de verla caminar hacia nuestro lugar especial. Esperé como de costumbre hasta las 5:00 de la tarde y di un gran suspiro. Me despedí del señor zapatero que se hizo mi amigo durante mi estancia en el lugar y partí hacia la Facultad. A lo largo del camino únicamente podía pensar en la última frase que le dije y que lastimosamente cumplí: “Yo te esperaré”.

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