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EL ARTE DE LA PALABRA Maestra Alicia Aguilar Hernández
from Punto de encuentro 1
by par-tres
Mtra. Alicia Aguilar Hernández
Escuela: Es el lugar donde hay buenas personas que te enseñan a estudiar.
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José Antonio Rivera Morales, 9 años El gran diccionario Infantil, Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro, 2018
La escuela en casa
En el año 2018, llevé a cabo un proyecto apoyado por el Programa Estatal de Fomento a la Lectura de la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro, en el cual, el objetivo principal fue que, alumnos y alumnas de escuelas del Estado, tomaran la palabra y definieran el mundo a través de su mirada. El ejercicio resultó, además de divertido, demasiado interesante; las definiciones que los niños y niñas realizaron provocaban una especie de resignificación del mundo. Hubo definiciones muy profundas, incluso me atrevo a decir que algunas rayaban en lo filosófico. La maestra Beatriz Soto, coordinadora de la Biblioteca Infantil de la UAQ, escribió en el prólogo que: «Las palabras sólo cobran sentido cuando están construidas de lo vivido», y para mí, como educadora, fue realmente gratificante leer la definición con la que comienzo este texto. Pensar que José Antonio pueda construir esa definición para escuela me llenó el corazón de orgullo.
Sabemos que un proceso educativo siempre va de la mano con tres factores fundamentales: los alumnos, los padres de familia y el docente, que es la piedra angular de la que parten los aprendizajes. Sin embargo, debido a las circunstancias por las que atravesamos en este 2020, ha sido necesario cambiar el espacio físico de la escuela y la hemos llevado a cada uno de los hogares de las familias mexicanas, siendo éstas, heterogéneas, con características y necesidades diversas, pero dentro de ellas, uno, o varios miembros de la familia han tenido que entrar de lleno a las actividades escolares, cumpliendo, muchas veces, el papel de mediador o transmisor de los conocimientos. Hoy, más que nunca, el papel de la familia juega un factor determinante en los procesos educativos.
A través de estos meses hemos ido aprendiendo unos de otros, fortaleciendo las prácticas, en busca de conseguir los aprendizajes esperados de los niños, niñas y adolescentes.
Los logros se van obteniendo sobre la marcha. Por lo pronto, ahora sabemos que hay algunas premisas que ayudan a que la escuela en casa se desarrolle de una manera mucho más efectiva, con algunas sencillas acciones como son: • Destinar un espacio para que los alumnos realicen sus actividades escolares. • Definir tiempos y horarios para la realización de las actividades. • Brindar a los alumnos, en medida de lo posible, materiales para la realización de sus actividades. • Acompañar los procesos educativos de los niños, niñas y adolescentes. • Mantener una comunicación fructífera y eficaz con los docentes. • Propiciar que los estudiantes vayan desarrollando su autonomía y hábitos de estudio. • Ser conscientes de la responsabilidad compartida que hay entre los actores educativos. • Trabajar en la parte emocional para sobrellevar la nueva normalidad.
Dice Meirieu (1990) que: «El desafío es hacer aprender más que enseñar», y en eso estamos, en esta nueva modalidad hemos tenido que adaptar nuestros espacios, nuestros tiempos, nuestros conocimientos, y juntos, maestros, padres de familia/tutores y alumnos, avanzar en este camino que se nos presenta y aprender de todo esto.
La escuela en casa ha dado la oportunidad a padres, madres, hermanos, tíos, abuelos, amigos, etc., de ser partícipes del hermoso proceso de enseñanza-aprendizaje, a retomar la relevancia que tienen, ha venido también a desafiarles, a poner retos o responsabilidades que habíamos delegado. Los hábitos y costumbres se han modificado, la televisión ha tomado su papel como un medio de aprendizaje más, los celulares suenan con notificaciones que los docentes envían para llegar hasta la intimidad del hogar.
Aún hay mucho por hacer, mucho por modificar, pero hoy sólo quiero valorar lo que hemos realizado bien, valorar eso que se hace y retomar lo que puede seguir construyendo nuestro aprendizaje y puede que sea utópico; puede ser que estemos muy lejos de alcanzar una escuela que sea completamente efectiva y más aún en tiempos
de pandemia, pero la belleza de la utopía radica en su función esperanzadora, el hecho de soñar con lugares mejores que los que poseemos, que por muy injusto y desolador que sea nuestro entorno, debemos hallar la manera de encontrar uno mejor.
Cierro mi texto con la esperanza puesta en que la definición de José Antonio siga siendo la misma : «La escuela (en casa) es el lugar donde hay buenas personas que te enseñan a estudiar».