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EN LA DIVERSIDAD ESTÁ LA DIFERENCIA Dra. Silviana Rubio Rodríguez
from Punto de encuentro 1
by par-tres
Dra. Silviana Rubio Rodríguez
La educación ha sido objeto privilegiado de grandes aspiraciones de la sociedad, concediendo a la escuela, un papel central en la creación de una cultura que enaltezca y propague las virtudes y la historia que definen la comunidad nacional. En la época prehispánica, en los templos escuela, se transmitía a niños y jóvenes una rígida disciplina así como conocimientos religiosos y militares. Durante las primeras décadas de la Conquista, los franciscanos ofrecieron educación en internados conventuales a los hijos de señores y principales mexicas, con el doble objetivo de enseñarles la lectura y la escritura del español y evangelizar a los indígenas. (OEI, 2007)
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Durante el siglo XX, se ejercieron diversos proyectos que han impulsado la conformación progresiva del sistema educativo mexicano. A partir del proyecto de Vasconcelos (1921), desde la fundación de la Secretaría de Educación Pública hasta el proyecto modernizador, cuyo despegue puede situarse a principios de los setenta y cuyo fruto son historias concretas en las prácticas escolares de la vida cotidiana; principalmente en el nivel de primaria que ha sido referente cualitativo de los niveles educativos anteriores y posteriores.
En la década de los ochenta, la política educativa tiene un carácter integrador y su filosofía es la modernización educativa, estableciendo vínculos entre la educación y el trabajo productivo, en términos de formación para la vida (Latapí, 1998).
A partir del año 2000, siglo XXI, se suscita un movimiento importante de expansión y reforma en torno a la educación básica, que siembra las bases de la educación para todos, mediante la Declaración del Milenio, en la cual, los países integrantes de la ONU reafirmaron su compromiso para lograr un mundo más pacífico, más próspero y más justo hacia el 2015.
Actualmente, el Sistema Educativo Mexicano promueve un enfoque inclusivo, el cual implica que: «El sistema escolar debe adaptarse a las necesidades de todos los alumnos y simultáneamente reconocer sus distintas capacidades, ritmos y estilos de
aprendizaje sin distinción de ningún tipo» (SEP, 2017, p. 20).
La Secretaría de Educación Pública promueve un currículo flexible mediante el documento de Aprendizajes clave en la educación integral. Plan y programas de estudio para la educación básica para que las escuelas fomenten procesos de aprendizaje que atiendan las características particulares de su contexto escolar y comunidad. Ante este escenario, la SEP señala que la inclusión:
Debe ser concebida como un beneficio no sólo para las personas vulneradas o los grupos tradicionalmente excluidos, sino para todos los actores que participan en el proceso educativo. En este sentido, uno de los principales objetivos del planteamiento curricular es que los estudiantes aprendan a convivir, trabajar y relacionarse en grupos multiculturales, bilingües, plurilingües, de contextos económicos y lugares de origen distintos para formarse en la interculturalidad y comprender la diversidad como una fuente de enorme riqueza. (SEP, 2018, p. 23)
Para el proyecto de nación que da sustento a la Cuarta Transformación, surge la Nueva Escuela Mexicana como un instrumento del Estado para reorientar el Sistema Educativo Nacional y garantizar que, a nadie se le debe excluir del ejercicio de este derecho a la educación, teniendo como rasgos fundamentales que: la educación inclusiva debe ser el eje que estructura todo el sistema educativo; debe estar diseñada para acoger a comunidades educativas inherentemente diversas y atender las diferentes expresiones de esa diversidad. Apunta que:
[…] la diversidad es expresión de libertad y se encarna jurídicamente en el derecho a la diferencia. Las sociedades abiertas y democráticas la protegen y la cultivan. En la educación básica se pretende que la diversidad sea una ventaja en dos sentidos: por un lado, permite aprender a convivir y, por otro, promueve el desarrollo cognitivo de los estudiantes. (SEP, 2019, p.110)
La educación inclusiva no concibe la discriminación en ninguna de sus formas, hace justicia a la diversidad de las condiciones de aprendizaje y a las barreras que enfrentan los alumnos, en donde prevalece el pleno respeto al derecho a la diferencia, dando cabida a la pertenencia e identidad colectiva, a ser valorados y tener objetivos comunes sin importar sus diferencias.
Por tanto, la educación inclusiva requiere un cambio de paradigma, en el que nosotros y los otros, confluimos en el acontecimiento de aprendizaje desde el reconocimiento de la educación, un derecho universal para todas las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, así como de la diversidad, la cual, siendo un valor, constituye el reconocimiento del derecho a la igualdad y la cali-
dad educativa, fundamentado en la valoración de su diversidad. Este paradigma exige cambios fundamentales en la forma de pensar nuestros espacios educativos y, sobre todo, nuestra vida diaria. La diferencia, no como problema sino como valor, la diversidad como principio rector de la educación y, en consecuencia, favorecedor del desarrollo humano. El desafío que subyace es cómo construir una sociedad sin excluidos, una escuela habitable en donde niñas, niños, adolescentes y jóvenes se conviertan en el centro del proceso educativo, reconociendo y valorando quiénes son, cómo aprenden, cuáles son sus intereses, sus debilidades y fortalezas; como aprendices del conocimiento, de sus entornos sociales y culturales. Sólo entonces, desde la enseñanza, podremos ofrecer las mejores opciones para que todos se involucren activamente y encuentren sentido a lo que aprenden y al mundo en el que están insertos. Para lograr este propósito inclusivo, se requiere de políticas educativas claras y de creencias firmes de todos los agentes que integran la comunidad educativa.
Latapí, Pablo (1998). Un siglo de educación en México I. México, FCE.
Secretaría de Educación Pública (2017). Aprendizajes clave para la educación integral. Plan y programas de estudio para la educación básica. México, SEP.
Secretaría de Educación Pública (2017b). Modelo educativo. Equidad e inclusión. México, SEP.
Secretaría de Educación Pública (2018). Aprendizajes clave para la educación integral. Estrategia de equidad e inclusión en la educación básica: para alumnos con discapacidad, aptitudes sobresalientes y dificultades severas de aprendizaje, conducta o comunicación. México, SEP.
Secretaría de Educación Pública (2019). Estrategia Nacional de Educación Inclusiva. Acuerdo Educativo Nacional. México, SEP.
OEI (2007). Evolución del Sistema Educativo Mexicano. México.
ONU (2000). Declaración del Milenio. Nueva York.
Mtro. Rafael Zúñiga Guerrero
…no entiendo la existencia humana y la necesaria lucha por mejorarla sin la esperanza y sin el sueño Paulo Freire, Pedagogía de la Esperanza
La escuela, constructura de esperanzas
Necesitamos estar vivos para tener esperanza, porque con actitudes pasivas, contemplativas consumistas e irreflexivas, hay poca posibilidad de hacer esperanza, es más, ni siquiera para imaginarla; porque la esperanza solamente florece en la vida, estando despierto y dispuesto, pensando, en la acción consciente, con paciencia, no en el activismo ni en el hacer mecánico y monótono. Parafraseando a Fromm (1990):
«La esperanza es una forma de ser, viviendo con plenitud y mostrando atención y disposición para actuar en el momento que nacerá lo que se espera sin desesperarse». (pp. 18, 21 y 23)
La esperanza conlleva acción creadora, y de ésta nace el reconocimiento de la necesidad y la pasión para satisfacerla; provocando movimiento a nuestra vida y descubriendo el sentido de nuestra existencia. De esta manera, entramos al mundo de la acción y la reflexión con el sueño de transformar lo que somos, lo que sentimos y pensamos, siempre con la esperanza de vivir despiertos.
Esto implica tener un mejor estado emocional, por eso la importancia de vivir, favorecer y recordar, desde la escuela, todos aquellos sentimientos positivos, así como reflexionar en qué nos benefician los sentimientos de pánico, ira, desprotección, inseguridad, desconfianza, dependencia, desilusión, impotencia, intolerancia, desesperanza, entre otros, «sentimientos de deterioro» como los denomina Muñoz (2009, p. 70); algunos son de expresión en nuestras escuelas, y hoy con mayor frecuencia, a causa de la pandemia provocada por el COVID 19. El punto es cómo ir desde estos «sentimientos de deterioro» a los «de desarrollo», como la esperanza.
La propuesta es que lo hagamos desde la pregunta, como técnica de aprendizaje, ya que es un buen principio para el análisis,
para seguir con una cadena de ellas y que, poco a poco, nos lleven al encuentro con la esperanza, este sentimiento de alegría el cual Muñoz clasifica dentro de los «sentimientos de desarrollo», los cuales, dice ella, son aquellos que: «[…] van en el sentido de lo constructivo a lo que favorece el desarrollo del potencial humano». (p.49)
En el presente trazamos esperanzas
La escuela es la institución per se para ayudar a construir las esperanzas y sueños de las niñas, niños y adolescentes. En ella les hacemos preguntas, los escuchamos, orientamos, solucionamos problemas, leemos cuentos, ejercitamos rutinas, escribimos notas, ensayamos obras teatrales, planeamos clases, asignamos tareas, esperamos respuestas. Lo hacemos porque estamos pensando en el futuro, creyendo que existiremos, y si no, tenemos la satisfacción de que otros valorarán la formación humanista que hoy realizamos.
Trabajamos en el aquí y en el ahora porque tenemos la esperanza de estar mañana, con el sueño y la expectativa de encontrar, en cada acto y en cada pregunta, las mejores expresiones humanas. Tenemos esperanza y propósito de vivir porque es gratificante ser partícipes de educar en valores a quienes miramos como la esperanza de nuestra nación. Cuando encontramos propósito, sentido a nuestra vida, tenemos esperanza, tenemos motivo a seguir trascendiendo, a seguir encontrándonos, reconociéndonos. Cortella (2018) dice:
«En una vida con propósito soy autor de mi propia vida. No soy alguien que simplemente vive» (p. 42).
Por lo tanto, no soy solamente el docente que actúa, que opera el programa, sino también el que diseña el guión, un docente con la esperanza de hacer y actuar con más y mejores guiones para formar ciudadanos que sean autores de su propia vida. Un docente que tiene razones de colaborar en construir el presente de sus alumnos porque en el futuro todos nos beneficiaremos de él, tan sólo por el hecho de recordar lo maravilloso que fue acompañarlos en la construcción de sus aprendizajes e imaginar su grandeza al transitar exitosos en sus nuevos retos. Conlleva ayudarlos a desarrollar su potencial humano, fortaleciendo su sensibilización por el cuidado del otro, de sí mismo y de la naturaleza. Sobre todo, enseñándolo a fluir en los «sentimientos de deterioro», a
vivir con esperanza y vigorizando sus «sentimientos de desarrollo».
La pregunta guía a la construcción de esperanzas
Estamos convencidos que la pregunta es una estrategia didáctica adecuada en la construcción de esos sentimientos de desarrollo que requiere el alumno. En ese sentido, el docente tiene dentro de sus roles enseñar a preguntar, preguntarse a sí mismo y promover que el alumno se haga preguntas. La pregunta es conocimiento, abre a más sabiduría, cuestiona adoctrinamientos, rompe la cosificación, permite el análisis, ayuda al descubrimiento de sí mismo, promueve el aprender a aprender, el aprender a ser, lo humaniza y orienta a construir esperanzas, a retener recuerdos e imaginaciones gratificantes. Así nos preguntamos: ¿Por qué es importante tener esperanzas, recuerdos e imaginaciones agradables?
Porque la esperanza es un sentimiento positivo de futuro que nos da alegría al pensar en aquello que deseamos, soñamos y en ocasiones, queremos repetirlo por lo gratificante que fue. Sin esperanza, y con recuerdos e imaginación nocivas, estamos vacíos, sin dirección, sin soporte, colocados en el rincón de la infelicidad, la pura receptividad sin reflexión, la pasividad sin sueños, contemplaciones sin compromiso.
La pregunta apoya al desarrollo de habilidades de pensamiento; por medio de ella, explicamos nuestros diversos y hasta contradictorios pensamientos, sentimientos y comportamientos, al mismo tiempo que profundizamos en ellos reflexionando. Una situación para reflexionar nuestros sentimientos, es lo que hoy nos provoca el COVID 19; porque mientras para unos es oportunidad y esperanza, para otros es tragedia, impotencia, inseguridad, pánico, ira. Pongamos atención en las siguientes expresiones de compañeras y compañeros de trabajo, generadas por la actual pandemia: «Me siento insegura, con miedo de regresar a mi escuela. Camino rápido para separarme cuando encuentro alguien que no trae cubre bocas». Otro compañero comentaba: «No tengo miedo, pero tampoco estoy contento, tengo enojo, ira, con lo que está ocurriendo». Uno más decía: «Es una oportunidad para reflexionar la libertad que teníamos para salir a saludar, abrazar y expresar el cariño que sentimos a nuestros seres queridos, y al mismo tiempo, confío, tengo el optimismo
y la esperanza de que pasará pronto». De estas expresiones y otras, surge una cadena de preguntas que nos llevan a pensamientos y sentimientos positivos como la esperanza. Aquí algunos ejemplos: ¿Cómo te beneficia tener inseguridad para cumplir tus proyectos? ¿Cómo aprovechas tu enojo, para empujar tus planes? Me dices que, al jugar futbol, eres muy precavido para no salir lastimado, ¿cómo aprovechar esa precaución que tienes en el juego para no salir contagiado del COVID 19? Escucho que ya quieres salir a ver a tus amigos, ¿qué debes hacer para ayudar a disminuir los contagios? ¿Cómo te ha favorecido el confinamiento en casa a causa de la pandemia? Las preguntas nos orientan a construir sentimientos de desarrollo a partir de aquellos de deterioro.
El equilibrio emocional ayuda a construir esperanzas
Vivir sin esperanzas es como si estuviéramos petrificados, cosificados en el mundo del sinsentido, en el impasse. Y aún con movimiento, pero viviendo en el mundo de los recuerdos que nos perturban, que han sido frustrantes, que al traerlos al presente nos atormentan; son nocivos para la salud, no ayudan a estar bien para construir esperanzas; son pensamientos y sentimientos negativos. Tengamos presente que:
«Recordar sucesos desgraciados o imaginar amenazas hipotéticas puede hacernos muy infelices» (Punset, 2007, p. 237). Por eso, no tiene sentido volver al pasado que ata, que daña; mejor hagamos que la actividad de la escuela sea vivir un presente con recuerdos felices y luchemos por conquistar esperanzas que muevan nuestras pasiones. Para fortalecer sentimientos positivos vividos en el pasado, podríamos preguntar: ¿Cuáles son los momentos maravillosos que viviste el año escolar pasado? ¿Cómo puedes revivir esas experiencias para tus próximas clases? ¿Cuáles son las experiencias relacionales exitosas que tuvimos en el PEMC anterior y que hoy podríamos rescatar?
Aprender a pensar, y pensar positivamente, siempre ha sido una prioridad, y hoy en la escuela con sobrada razón, ya que:
«El enfoque negativo invariablemente terminará en desesperación, pérdida de entusiasmo, sensiblería, menosprecio y desviación del deber. En resumen, el pensamiento negativo significa el principio del fracaso en la vida» (Shri, p.18).
Y en la escuela educamos para triunfar, para ser felices,
para ello, acompañamos a pensar lo que somos, lo que sentimos, lo que pensamos y cómo nos comportamos. En ella aprendemos a conocernos, porque es sabiduría elemental para vivir nuestra vida y profundizar en ella. En este sentido, la pregunta es estratégica, ya que con ella podemos reconocer y arribar a pensamientos y sentimientos positivos, como el cariño, la felicidad, la esperanza; asimismo podemos dar fluidez, sin represión, a aquellos que por su duración, intensidad y frecuencia nos dañan, como el miedo, la tristeza, el enojo.
También es importante reconocer que, ante un mismo suceso, encontramos emociones diversas y contradictorias, y mientras la tristeza, el miedo y el enojo no sean duraderos, intensos y frecuentes, cubren funciones importantes de supervivencia como: la atención, en el ejemplo de la tristeza; la seguridad, caso del miedo y de poner límites y hasta de empuje, caso del enojo. El problema es cuando las percibimos extralimitadas, cuando las padecemos, entonces nos deterioran, dañan. Dado que esas emociones negativas son resultado de pensamientos tergiversados, torcidos; entonces, resulta necesario que la escuela sea la fuente de sentimientos positivos, canal para que fluyan aquellos que nos pueden perjudicar y lugar para enderezar esos pensamientos.
Tengamos presente que, al propiciar estados psicológicos positivos como la alegría, la felicidad, la esperanza y otros, se favorece la disminución de la mortalidad y se prolonga la longevidad (Rankin, 2014, p. 167). Por otro lado, cuando impedimos que fluyan las emociones negativas, al reprimirlas o evadirlas, es muy seguro que tengamos repercusiones nocivas para nuestra salud física y psicológica, nos perjudican de una u otra manera. Marian Rojas (2019) afirma que:
«Si uno guarda lo que siente por miedo a lo que piensan los demás, por temor a quedar en ridículo o por incapacidad para expresarlo, eso termina causando un daño. Las emociones se acumulan y nos perjudican; son sombras que perturban nuestro cuerpo y nuestra mente (…). Las emociones negativas, (…), pueden favorecer la aparición de enfermedades» (pp. 152-153 y 156).
Todos queremos estar sanos, y en este tema caben preguntas como las siguientes: ¿Cómo te ayuda el enojo para tu salud? Me dices que vives con mucha prisa, algún día escuché que la prisa provoca estrés y éste deteriora la salud: ¿Qué opinas de esto? Escucho que tu artista favorita tiene un cuerpo envidia-
ble porque come sano y esa es una razón por la que la admiras; ¿Qué te diría al observar que cotidianamente comes papitas y bebidas endulzadas? ¿Cuál sería tu primer paso para tener mejor salud? ¿De qué manera el docente puede crear un clima áulico de respeto que favorezca la expresión de las emociones? ¿Cómo me ayuda expresar mi tristeza? ¿Qué puedo hacer para pensar en un mejor amanecer?
Las altas expectativas llevan esperanzas
Tener esperanza para que podamos decir convincentemente: «Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes» (Khalil Gibran), es posible, si promovemos y practicamos cotidianamente, en nuestros alumnos y docentes, la reflexión para provocar pensamientos positivos y particularmente sentimientos del futuro como la esperanza; si damos confianza para que esperen activos un mañana mejor y sepan que, en cada acto de su vida escolar, y de su vida en general, hay adversidades, pero en ellas también encontrarán beneficios, expectativas y esperanzas. Que se den cuenta que así obtienen resultados positivos, porque anteponen el análisis y evitan la distorsión cognitiva. Esto es tener altas expectativas en ellos, creer en ellos, aceptarlos, aprobarlos, valorarlos. Hay varios estudios al respecto, donde los resultados son extraordinarios si fincamos nuestra práctica diaria en esperar lo mejor de ellos.
En la investigación publicada en 1968 por Rosenthal, sus conclusiones fueron las siguientes:
«Si los educadores anticipan que aquellos a quienes guían van a tener un desempeño excelente y un desarrollo en su capacidad intelectual, estos acabarán por confirmarlo en su rendimiento y 2) lo contrario; cuando los maestros esperan que sus alumnos no van a destacar, estos no sólo no ven acrecentar su rendimiento, sino que, incluso, éste comienza a mermar» (Cajina, 2015, p. 95). ¿Qué tipo de expresiones podemos decir a nuestros alumnos para hacerlos sentir que pueden, que lo lograrán sin causarles impotencia? ¿Cuáles son los retos que te trazas para este año escolar? ¿Cómo te darás cuenta que vas cumpliendo esos retos? ¿Qué te ocurre cuando logras algunos puntos de tus metas? Además de obtener resultados positivos en nuestros alumnos, teniendo expectativas altas en ellos, es posible que se sientan contentos, optimistas, tranquilos, en sí más felices. Bachrach (2019) lo confirma en el siguiente texto:
«Mantener expectativas «correctas» en tu vida puede ser central para mantener un estado general de bienestar y felicidad» (p. 184).
Luego entonces, también provocamos un estado de ánimo agradable, sentimientos de desarrollo si les decimos que es posible lograr buenas calificaciones, aprobar el examen, mejorar su conducta, desde luego, siempre que esas expectativas estén a su alcance. Por ello la importancia de iniciar con metas pequeñas e irlas dosificando, para que, poco a poco, vayan escalando el reto y las expectativas sean las «correctas».
De la adversidad surge la esperanza
Así como la escuela vive las contradicciones, caso de las expresiones por COVID 19 que mencionamos más arriba, también en los contextos sociales, a lo largo de la historia de la humanidad, han existido posturas contradictorias que van desde lo más trágico a lo más esperanzador. Por ejemplo, en el año 2000, Bill Joy, publicó el artículo: El futuro no nos necesita, el cual decía que las tecnologías de este siglo: «Amenazan con convertir a los humanos en una especie en peligro de extinción». El artículo hace tres advertencias, una de ellas dice: «Algún día, microbios modificados por ingeniería genética escaparán del laboratorio y harán estragos en el mundo…» (Kaku, 2014, pp. 409-410). Por su parte, Morín (2012) reconoce la ambivalencia de la tecnología, afirmando: «El desarrollo de la biotecnología ofrece posibilidades prodigiosas tanto para lo mejor como para lo peor» (p. 99). Notamos que la contradicción es parte de la historia, el tema es reconocerla y educar para el optimismo, la perseverancia y crear sentimientos esperanzadores, a pesar de la adversidad, de la contrariedad. Reflexionemos lo que dice el poeta:
No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se esconda, Y se calle el viento, Aún hay fuego en tu alma Aún hay vida en tus sueños.
(El poema se ha atribuido a Mario Benedetti, pero al parecer es anónimo).
Por favor, sigue construyendo el sentido a tu vida, explicita tus expectativas y sigue ayudando a construir pensamientos, sentimientos y comportamientos positivos, porque con ello, llenarás tu vida de sueños y esperanzas.
Bachrach, Estanislao (2019). En cambio. Aprende a modificar tu cerebro para cambiar tu vida y sentirte mejor. Editorial Grijalbo, Ciudad de México.
Cajina, Gregory (2015). Tu mente es extraordinaria. Un viaje de lo posible a lo real. Ediciones B, S. A. Barcelona España.
Cortella, Mario Sergio (2018). ¿Por qué hacemos lo que hacemos? 20 principios para encontrarle sentido a tu vida. Editorial Planeta, primera edición, ciudad de México.
Fromm, Erich (90). La revolución de la esperanza. Hacia una tecnología humanizada. Fondo de Cultura Económica de Argentina. Buenos Aires, Argentina.
Kaku, Michio (2014). El futuro de nuestra mente, el reto científico para entender, mejorar y fortalecer nuestra mente. Editorial DEBATE. Impreso en México.
Morín, Edgar (2012). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Paidós. Impreso en España.
Muñoz Polit, Myriam (2009). Emociones, sentimientos y necesidades. Una aproximación humanista. México, D. F.
Punset, Eduardo (2007). El alma está en el cerebro. Radiografía de la máquina de pensar. Santillana Ediciones Generales, México. D.F.
Rankin, Lissa (2014). La mente como medicina. Un nuevo paradigma de salud, medicina y curación. Ediciones Urano, Barcelona España.
Rojas Estapé, Marian (2019). Cómo hacer que te pasen cosas nuevas. Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida. Editorial Planeta Mexicana, bajo el sello de editorial DIANA. Ciudad de México.
Shri Mahaprajna, Acharya (2010). El arte del pensamiento positivo. Editorial Lectorum, México, D.F.