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La semilla del Sagú y su siembra

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Presentación

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LA SEMILLA DEL SAGÚ, SU CUIDADO Y SU SIEMBRA

MUJER CAMPESINA CUIDANDO SU PLANTACIÓN DE SAGÚ. ILUSTRACIÓN DE CÉSAR ERNESTO MARTÍNEZ CORTÉS, 2020 EN LA VEREDA DE MERCADILLO, del municipio de Cáqueza, viven Víctor Acosta, Herlinda de Acosta y Alonso Acosta, oriundos de Fosca. Víctor, Herlinda y Alonso tienen una pequeña tienda donde se consiguen, entre otros víveres, quesos, gallinas y huevos de campo. Además, cuentan con un pequeño campo de tejo. Víctor Acosta, el compañero de Herlinda y papá de Alonso, es un gran conocedor de la siembra y cosecha del sagú, y de su transformación en almidón y en deliciosos amasijos. Antes de vivir en Mercadillo, residían en el municipio de Une donde tenían su cultivo. Actualmente en la casa de los Acosta hay un molino artesanal donde Víctor, Herlinda y Alonso transforman las “pepitas” de sagú en almidón.

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Víctor Acosta, quien desde niño ha cultivado y trabajado el sagú, comenta:

Para la siembra del sagú, se debe preparar la tierra con una máquina o una yunta de bueyes. Se hacen huecos casi de 1 metro entre mata y mata, por 1 metro 20 centímetros entre surco y surco de anchor. A cada mata se le aporta un poquito de abono vegetal, el cual se prepara mezclado

con cal, gallinaza y el estiércol seco de las vacas. Se le colocan dos “chuponcitos” o dos hijitos por mata. En cada esquinita del hueco se ubica una matica. Si nace en conjunto con la hierba, toca hacerle un “deshierbito” para que él se salga, que no lo ahogue la hierba, y después se le riega un poquito de abono químico y ya. Eso no se fumiga para nada, no tiene químicos o venenos. Por eso es que es tan sano. Tiene un promedio de crecimiento en un clima como el de Mercadillo que oscila entre los 20 o 22 grados centígrados, de 8 a 9 meses. Si se siembra en Une o en Fosca que es más frío, se demora como 11 meses y da un poquito más de producido. Cuando llega el momento de cogerlo, se saca con una pica o con un gancho que tengo especial para extraer esas cepas de la tierra. La mata echa como una especie de troncos o tubérculos que salen con raíz.

CAMPESINO CON SUS HERRAMIENTAS PARA EXTRAER EL SAGÚ. ILUSTRACIÓN DE CÉSAR ERNESTO MARTÍNEZ CORTÉS, 2021

FLOR DE SAGÚ. ILUSTRACIÓN DE CÉSAR ERNESTO MARTÍNEZ CORTÉS, 2020 Al lograr más de 1 metro con 50 centímetros, brota una hermosa flor roja.

Dependiendo de la región, el proceso de desarrollo de la planta puede oscilar entre seis y doce meses. Cuando las hojas se amarillan, es el momento en el que se deben sacar los rizomas con la ayuda de una pala o un barretón. La semilla, para una próxima siembra, debe conservarse de manera especial, tal y como nos lo cuenta, de nuevo, Víctor Acosta:

Yo conservo la semilla. Hace tres años la dejé acabar y bregué mucho para tenerla de nuevo… Eso se conserva de año para año. Ella se almacena con los hijitos debajo de una mata fresca o debajo de una matica de huerta y aguanta hasta doce meses de almacenamiento, para cuando vengan las nuevas lluvias se siembra.

Guillermo Caicedo, ingeniero agrónomo y docente de la Universidad Nacional, Abierta y a Distancia sede Neiva, se refiere a la influencia de la luna en la siembra y cultivo del sagú:

DESHIERBE DE LA PLANTA DE SAGÚ. ILUSTRACIÓN DE CÉSAR ERNESTO MARTÍNEZ CORTÉS, 2021 LAS SEMILLAS DE SAGÚ SE UBICAN DEBAJO DE PLANTAS FRESCAS PARA SU CONSERVACIÓN. ILUSTRACIÓN DE CÉSAR ERNESTO MARTÍNEZ CORTÉS, 2021

Nosotros hacíamos unas podas o unos deshojes en las plantas de achira o sagú. Cuando tú podas por ejemplo en creciente, la planta crece y crece con más follaje, pero no da almidón. Pero cuando se siembra o poda en menguante, la producción es mucho más alta.

Por años, los saberes que han portado comunidades étnicas y campesinas sobre el manejo de las plantas han sido subvalorados. La comprensión del ambiente, como un sistema de relaciones en el cual los seres humanos somos un elemento más, nos ha llevado a ponderar, valorar y resignificar estos conocimientos tradicionales.

BENEFICIOS DE LA PLANTA DE SAGÚ CON RESPECTO AL SUELO

La pandemia de la COVID-19 nos ha llevado a reconsiderar nuestras relaciones con la naturaleza: qué recursos tomamos de ella y cuáles son las estrategias para que se recupere y permanezca en equilibrio. En la agricultura, la discusión pone sobre la mesa el uso de semillas nativas, abonos y las motivaciones de campesinos y compradores hacia los cultivos orgánicos. La selección no se da únicamente cuando vamos al mercado a escoger los alimentos que consumimos. Incluye también cuestiones sobre la producción de alimentos y la agricultura responsable.

Guillermo Caicedo explica cómo el proceso de cultivo del sagú ayuda a recuperar la fertilidad, estructura y textura del suelo:

Cuando nosotros cosechamos, toda la parte de biomasa (es decir, todo ese material verde: tallo, hojas y flores) queda en el suelo y se reincorpora al sustrato y lo mejora. Hemos calculado que, para 1 hectárea de suelo, el uso de 120 toneladas de biomasa lleva a no tener que volver a comprar abonos químicos. Con la biomasa que cosechas puedes enriquecer el abono; 120 toneladas es un número alto, pero permite mejorar un suelo arcilloso, así como aquel que tenga escasa materia orgánica.

Cultivar sagú protege el suelo de la erosión. El escaso o nulo uso de químicos en el cultivo produce un alimento sin contaminantes, lo que contribuye a la salud humana. Se trata de una planta bastante resistente, aunque de cuidado si de controlar las condiciones de humedad se trata. Tal y como lo expresa Guillermo Caicedo:

El sagú o achira es muy resistente a la sequía o al verano y, en ese periodo de año, casi no tiene presencia de plagas. Sin embargo, es susceptible a la humedad. Si hay suelos húmedos o pesados, puede propagarse una plaga que se conoce como la chiza, cuso, mojojoy o mantequillo. Esta destruye al rizoma completamente, porque lo que hace es rasparlo o hacerle heridas, permitiendo que los patógenos entren en contacto con la planta y destruyan el rizoma. Si bien cuando hay humedad es muy delicado su cultivo, en general es una planta que los mismos agricultores llaman “sinvergüenza”, porque usted le puede dar machete, le puede dar guadaña, le pueda dar lo que quiera, pero luego le ofrece un poquito de agua y ella rebrota. Nace y sigue su ciclo tranquilamente. Son muy pocas las plagas que la persiguen (de las más severas es la chiza), de resto no tiene problemas.

Esta planta sinvergüenza, que podría representar la resiliencia humana, entendida como la capacidad de superar la adversidad, enfrenta un enemigo común a muchas especies nativas, y es la falta de estímulo para su cultivo. La predilección por otros productos como el café, la cebolla y la papa, junto con lo dispendioso que puede llegar a ser la elaboración del almidón de sagú o achira, ha hecho que se reduzca su producción, aun cuando su proceso resulta rentable, como lo refiere el profesor Caicedo:

La producción a partir del sagú tiene un potencial muy grande para los pequeños productores. Acá no se necesitan inversionistas grandes porque eso acabaría con este mercado. Nosotros siempre trabajamos con pequeños productores. De 1 hectárea de achira o de sagú, sin

que usted sepa nada de variedades o de fertilización, se pueden sacar 3 toneladas o 3.000 kilos. Si ese kilo costara entre 9.000 y 15.000 pesos, y si saca 3 toneladas de una hectárea, se obtienen más o menos 30 millones de pesos. Los costos de producción de 1 hectárea de sagú están en 5 millones de pesos. Si la vende en $ 18 millones, la utilidad es de $ 13 millones, sin tener mayor conocimiento. Si usted llega a saber alguito de tecnología, si maneja unas distancias de siembra buena, si enfrenta las adversidades, si determina el punto óptimo de cosecha, usted podrá sacar fácilmente 8 toneladas por hectárea.

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